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Un año con trece lunas

Drama Se dice que en el "Año de la Luna", que tiene lugar cada siete años, las personas más sensibles sufren fuertes depresiones. Si el "Año de la Luna" resulta ser a la vez un año con trece lunas nuevas, pueden sufrir incluso grandes catástrofes personales. "Un año con trece lunas" narra los últimos días de la trágica vida de Elvira, un transexual (llamado antes Erwin, casado y con hijos), que se ha transformado en mujer por el amor de un ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
31 de octubre de 2005
38 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores obras de Fassbinder, que asume las tareas de director, guionista, director fotográfico, cámara y montaje. Se rodó en Frankfurt, con escaso presupuesto.

La acción tiene lugar en Frankfurt, entre el 24 y 28 de julio de 1978, según precisa la obra. Narra la historia de soledad y desamores de Elvira/Erwin Weishaupt (Volker Spengler), un transexual, que tras ser abandonada por su novio Christoph, busca el amparo y el afecto de sus allegados más próximos, con la ayuda de su compañera de trabajo Zora la pelirroja (Ingrid Caven). A lo largo de la narración el autor presenta varias escenas estremecedoras. El encuentro con un grupo de homosexuales a orillas del Maine, por motivos profesionales (es trabajadora del sexo con hombres), se salda con una agresión múltiple, verbal y física, que inquieta por provenir de un grupo afín, con problemas de integración social comunes o similares. Su novio actual Christoph, que ha vivido a costa del trabajo de Elvira, la abandona subitamente por otra, la humilla con expresiones despiadadas y la deja maltrecha en la calzada. La visita al matadero en el que trabajó durante un tiempo muestra el degüello masivo de reses vivas y su despiece, con un realismo perturbador. Tras ser abandonada por sus padres, vivió acogida en un convento de monjas durante 14 años, que visita para que la hermana Gudrum le narre los recuerdos de su infancia en la institución, pero éstos contienen tanto dolor que provocan el desmayo de la protagonista. La escena en la que Elvira coincide con un suicida en un sótano es de un patetismo desolador. "Si quiere, puede mirar", dice él. Ella responde: "puede hacerlo cuando quiera". La visita principal para Elvira es la que le lleva al despacho de Anton Saitz, su antiguo amante, pero ésta será tan extraña y disparatada como decepcionante.

La música ofrece fragmentos de la 5ª de Mahler, melodías electrónicas, combinaciones atonales y composiciones de otras obras como "Lola", "Lili Marlen", etc. La fotografía desarrolla una narración visual sobrecogedora, de una plasticidad magnífica. Ofrece encuadres claustrofóbicos enmarcados entre paredes en primer plano, una iluminación sombría, contrastes de claroscuros con predominio de los tonos lúgubres y escenarios extraños semiocultos tras potentes focos de luz en primer plano. El guión construye diálogos sobrecargados, con citas de Schopenhauer y Goethe que suenan extrañas e inquietantes, definiciones de suicidio, vida, identidad, etc., que provocan un clima de gran tensión. La interpretación del protagonista, extraordinaria, se apoya en intervenciones muy correctas de los secundarios. La dirección construye una historia coherente, emocionante, lóbrega y estremecedora.

Película rodada en homenaje póstumo al que fuera amante y copañero de trabajo del autor. Es, tal vez, su obra más intimista y más personal. Tras el rodaje abandonó Frankfurt y trasladó su residencia a Berlín.
Miquel
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12 de mayo de 2010
28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Verano de 1978. Rainer, que trabaja de forma frenética para resolvirar su propia locura, anota las fugaces ideas de su film en los márgenes de un cuaderno. Éste queda abandonado en casa de un transexual amigo suyo, pues habían puesto en su superficie media docena de filas albas de cocaína que quedaron olvidadas. Rainer, que sí que se llevó la botella de vino tinto en el bolsillo de su chaqueta después de sodomizar, abofetear y dejar abandonada y amordazada a su amigo/a, retomaría las ideas aquí expuestas como esbozos en el guión definitivo de Un año con trece lunas: hora del lobo dilatada a todo un estío).

- Punto de Vista: no a la altura de los ojos, ni un poco por debajo. A la altura de las cerraduras, o, sobre todo, a la altura genital: filmando con la Polla.
- Psicosomatosis: Cuerpo=Voluntad. La Carne, hombre/mujer, cuerpo/mente, síntesis o disyunción inclusiva: la diferencia nómada, el AntiEdipo.
- Die Welt als Wille und Vorstellung: La Monja/Mi Madre, leyendo a Schopenhauer.
- También, el Suicida: citando El Mundo como Voluntad y Representación, acabará con su vida tras un trago de vino. La salchicha se mantiene enhiesta en el centro de la habitación aterciopelada.
- El Ganado: el cuerpo des-sexualizado, neutro, objetivado. Las actrices: La Mujer o La Vaca.
- Forma Troceada: los cuerpos, filmados a través de los huecos de la realidad, fragmentados. La forma óptica representa una forma de vida. La forma trans (sexual, figurativa): a través de (espejos, cristales, umbrales). Objetos parciales, parcialmente amables.
- El estilo brutalizado se sofistica, como un lenitivo de la voluntad. Muerte por cansancio.
- Lecturas: Genet, Artaud, Gidé, Miller, Lawrence.
- Televisión: Pinochet: orden y disciplina. / -Yo Mismo: cambiarse a uno mismo, lentamente, como un caracol.
- Hipótesis del marcador somático: el cuerpo piensa a través de las emociones. Los que se guían por las emociones, esos sufrientes, esos seres lunares, son los protagonistas de mis films.
- Negación de la voluntad de vivir, no Destino.
- Suicidio crónico: forma de vida. Haré que Alan Vega pegue unos berridos. Después, todos harán un gran baile de mierda.
- Luego, follaremos hasta morir. Todo esto acabará un 28 de agosto, 25 años después de que Pavese se quitara la vida, melodramático y loco de amor.
-Un sólo gesto. No escribiré más.
McCunninghum
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11 de diciembre de 2015
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rainer, al igual que su coetáneo al otro lado del charco John Cassavetes, fue un cineasta de rabiosa autenticidad. En sus películas, como en su vida privada, la cual discurrió entre los golpes de la cocaína y el bourbon, hay un impenitente halo destructivo. En lo que pareció insistir especialmente a lo largo de su productiva obra, es en que la etiqueta "amor", a la cual se le atribuyen categóricamente sensaciones nobles, es en realidad una áspera mezcolanza mal digerida de dominación, obsesión e instinto sexual, cuya temperatura natural es fría: 'más fría que el infierno'.

'Un año con trece lunas' es una despiadada visión, desde abajo, del abismo al que seguramente se acaba precipitando quien no sabe amar sin ser visceral y dejarse las entrañas en ello. Es su tributo a Armin, uno de sus novios, que se mató por no ser amado.

...

Erwin, el protagonista, se presta a convertirse en Elvira. Su des-identidad sexual arrastra a su identidad personal; se convierte en, como le dice su amante al abandonarla, "un pedazo de carne". Fassbinder se muestra implacable al plantear esta trampa; uno renuncia a sí mismo para no estar solo, y luego se queda tan solo que no se tiene ni a sí mismo.

Elvira recibe la brutal paliza de unos homosexuales a orillas del río Main, que la rechazan de forma irónicamente prejuiciosa, puesto que entre sus piernas ya no hay nada y a nadie le interesa un vacío.

Elvira diserta sobre su vida pasada, cuando su 'yo' era otro: un matarife casado y con una hija. Mientras ella habla, unas vacas son degolladas y desolladas con despreocupada crueldad. Cualquier imagen de un matadero revuelve la conciencia, pero cuando el proceso inenarrable de la muerte es acompañado por unas apasionadas citas a Goethe y el relato en off de una vida común extinta, se vuelve casi insoportable; nos devuelve el reflejo de la carne muerta que somos y que se desangra viva.

Elvira va en busca de su pasado, porque no tiene uno en el que guarecerse felizmente. Y la realidad le es lanzada a la cara: desde niño tenía la tristeza como sino. La madre superiora que le cobijó, ahora le carga con un fardo tan pesado, el de una soledad casi punitiva, que su ánimo, y con él su cuerpo, se derrumba.

Su amiga prostituta vela una de sus noches. Enciende la televisión y aparece Pinochet, el dictador político, autoritario como quien aparece a continuación: Fassbinder, el demiurgo de la aborrecible realidad de Elvira/Armin. Aparece una película de Maurice Pialat que habla de una crisis matrimonial. El feroz tríptico que se configura en apenas 20 pulgadas, aturde y apena.

Elvira, cual serpiente que ya ha mudado, se viste con su antiguo pellejo, el de Erwin, y busca a su familia perdida. Ellas almuerzan juntas, y el día es radiante y el plano es luminoso, pero no permiten que él se siente a la mesa; el pasado nos rechaza, imperturbable. Elvira disfrazada de Erwin huye de la pantalla con su atroz vergüenza.

El viejo Erwin buscaba, al menos, alguien con quien hablar, pero la fría cordialidad de los ajenos hacia los ajenos le niega su humilde intención de notar el calor de la voz humana antes de su muerte.

Finalmente Elvira era, como Alain Leroy, otro fuego fatuo.

...

Fassbinder fue activo sexualmente: tuvo numerosos amantes y era manifiestamente infiel. Armin fue el amor de su vida, durante un tiempo. Es de suponer que la noticia del suicidio tuvo un impacto irreversible sobre su conciencia, sobre la indiferencia con la que le mató en vida. Es por ello que el fantasma de Armin parece golpear los fotogramas de este ejercicio de penitencia que Rainer aborda con terrorífica honestidad, sin disimular la bajeza y la ruindad. 'Un año con trece lunas', como la profecía de ese año 1978 en que unos pocos desafortunados iban a ahogarse en sus propias depresiones, da auténtico miedo.

Gracias.
Nuño
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16 de abril de 2012
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que tener muy en cuenta que Fassbinder escribe este guión y realiza la película después de la muerte de su amante. Está, seguramente, enfadado con el mundo y es duro y cruel con todo lo que vive. Cuando Elvira cuenta con una voz en off su relación su amante, lo hace sobre unas imágenes impactantes de un matadero, imágenes que pueden verdaderamente herir la sensibilidad de muchas personas. Fassbinder quiere soltar fuera todo lo que piensa sobre la vida y la muerte y lo hace con diálogos muy profundos en situaciones sin acción pero con fondos recargados o absolutamente planos y anodinos. La película tiene bastante de surrealista, aunque en general yo no la definiría así y eso hace que en conjunto no llegue a transmitir un ritmo que de unidad a toda la historia. Fassbinder es un provocador de la imagen y así consiguió llegar a muchas pantallas, además de los temas que trata. Sus planos son estudiosamente cuidados para que los personajes y la acción ocurra en menos de la mitad de la pantalla ocupando el resto una puerta, una pared, un mueble, el techo, o un decorado recargado. O bien es capaz de hacer un plano secuencia estático como el plano en el que el trabajador despedido habla sobre la vida del jefe que le despidió. No siempre funciona esta planificación. Tanto discurso en off se hace pesado y he perdido todo interés.
Del Mar
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19 de noviembre de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente la obra maestra de Fassbinder realizada en su plenitud creativa, estamos ante una película única, casi experimental, un melodrama vanguardista y underground. Un hombre se transformó por amor en mujer y ahora, en 1978, es abandonado por todos aquellos que alguna vez se supone que estuvieron a su lado: su amante, su mujer, su hija...El año 78 es un año con trece lunas y todos ellos son años trágicos para las personas que viven de los sentimientos. Fassbinder compone un melodrama homo/transexual desaforado, apasionado, admirable. Lo primero es la capacidad del cineasta alemán para con semejante argumento convencer al espectador/cinéfilo de lo que está contando (de ahí bebe Almódovar mucho), pues es una obra excesiva, de aplastante tristeza, magistralmente tejida por Fassbinder siempre al límite del precipicio, hasta dejar una sensación de desolación paradójicamente reconfortante. Autobiográfica (suicidios del amante del director y de él mismo cuatro años después), sabe muy bien de lo que habla, pues es en carne propia. Imponente interpretación de Volker Spengler. El amor es desamor; no existe, salvo temporalmente. Aquí la solución es tan trágica como escalofriante. Una película fundamental para el cine de no pocos directores.
kafka
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