El amor es el demonio. Estudio para un retrato de Francis Bacon

Francis Bacon es uno de los artistas más controvertidos del siglo XX. Para algunos un genio absoluto para otros un fraude, pero la película no se centra en el aspecto profesional del artista, sino en la personalidad del hombre. De hecho no se muestra ninguna de sus pinturas. Este pintor homosexual de gran personalidad aparece obsesionado por el abismo insondable del lado oscuro de la vida, y se siente seducido por su aspecto más descarnado y violento, y luego lo traspasará a su obra, de carácter expresionista. Observo bastantes lagunas en el guión, pero he de destacar las encomiables interpretaciones de Derek Jacobi (sobre todo) y de Daniel Craig, así como la oscura fotografía y la manera de rodar que contribuye a entender mejor la obra de este polémico artista, otra de cuyas obsesiones fue el retrato de Inocencio X de Velázquez, del que hizo numerosas interpretaciones. He titulado la crítica como "La vida en la muerte" porque ése es el tema en el que decidió que iba a trabajar Bacon, y eso puede decirse que fue gran parte de la suya.

Una relación homosexual, que sólo es buena cuando los amantes duermen, es el contenido de esta historia que no puede, por razones de propiedad hereditaria, mostrar de qué se trata realmente una obra pictórica que sabemos es expresionista y típica de mediados del siglo XX, cuando el arte ya no se trata, también lo sabemos, de la belleza o de la mímesis, sino de los sentimientos, no racionales e incluso monstruosos. No se trata tanto de amor como de una relación de dependencia afectiva de un pobre drogadicto. delincuente y suicida, George Dyer (Daniel Craig), con respecto a un hombre ocupado en su arte, el británico Francis Bacon (1909-1992) (Derek Jacobi). Excelentes actuaciones, con jueguitos de cámara y escenas inspiradas en fotografías y retratos de la época. La relación del pintor con el joven Dyer nos ha hecho acordar de una película en cierto modo similar: la relación, menos siniestra, de los poetas simbolistas franceses, el joven Arthur Rimbaud con Paul Verlaine y la relación del arte (el trabajo) con la vida. Puede ser muy aburrida para quienes no se interesan en ninguno de los temas.

Probablemente el espacio claustrofóbico donde trabajaba Francis Bacon fuese una prolongación de lo que encerraba su cabeza. Volvemos a encontrarnos una película que se centra en las rarezas de la personalidad sórdida del artista. Y si de demonios se trata nadie quisiera ver los suyos concentrados en 90 minutos. Pero si nos olvidamos de los posibles tópicos, esta es otra película interesante sobre la vida, o mejor, sobre un fragmento de la vida de un pintor.
En este caso es una película especialmente dura, pero con pinceladas de indudable belleza, como la propia obra de Bacon, utilizando en ocasiones juegos de cámara buscando una deformación de la imagen cómplice del trabajo más conocido del artista.
La interpretación de los protagonistas es notable, apoyada la de Darek Jacobi en su gran parecido con Bacon, y con la curiosidad de ver a Daniel Craig en un papel que el agente 007 sin lugar a dudas negaría tres veces, encarnando a George Dyer, amante de Bacon en los 60 y modelo de varios de sus cuadros. La relación como se intuye en el título del film es más que tormentosa.
No es una pelicula para todos los públicos. Y no me refiero a la edad, se entiende.

Es una película en la que desde el primer fotograma se siente el ambiente denso en el aire, el calor y el sudor de las borracheras, el carmín dulzón de la medio-muerte , el poder del sexo, el arrebato de la pintura y dos interpretaciones fantásticas.
Y el gran parecido del actor con el pintor.
Un deleite para los sentidos, una película notable para no perderse.

5 de cada 10 estudiantes de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica, han copiado alguna vez las obras de Francis Bacon bajo el eufemismo de la “inspiración”. Algo tiene esta grosera y carnicera estética que fascina a los artistas incipientes.

Bacon, mundialmente reconocido y regodeado en su fama, repite el patrón de la bohemia yendo de aquí para allá en bares, manteniendo conversaciones esnobistas y soeces con sus compinches de juerga y por supuesto, aprovechando su posición de poder para proveerse de amantes lozanos y jóvenes.

8 de cada 10 biografías de artistas famosos incluyen drogas, considerables cantidades de alcohol y/o un romance sórdido o tormentoso. Love is the Devil tiene todas las anteriores. La responsabilidad del lío amoroso recae en el hoy famosísimo Daniel Craig, quien irrumpe un día en el taller de Bacon como un ladrón pero, como diría algún #planchahit ochentero, terminó robándole el corazón. Ay carajo.

Al final, lo mejor de esta biografía es que Bacon es Bacon de principio a fin. No termina atormentado por su fama, no se siente incomprendido, no parece tener grandes problemas de autoestima. Sus obras de hombres desnudos y deformados como quien los ve a través de un vaso con alcohol, quizás sean la prolongación de sus demonios personales, pero los disimula muy bien.

9 de cada 10 biografías llevadas al cine son olvidables.