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In Darkness

Drama En 1943, la ciudad polaca de Lvov vive sumida en la miseria debido a la ocupación nazi. Un día, Leopold Socha, un mezquino usurero, se encuentra con un grupo de refugiados judíos y los oculta con su dinero en el laberinto de las alcantarillas de la ciudad. De esta manera deja de interesarse sólo por sus negocios, y su vida experimenta un cambio esencial. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2011
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy bien construida, técnicamente impecable, bien interpretada, esta noningentésima entrega sobre el holocausto, obra de la buena directora polaca Agnieszka Holland. En esta ocasión la acción espacio-tiempo tiene lugar en las cloacas de una población, de nombre Lvov, durante los dos últimos años de la ocupación nazi.
Aquí debería terminar mi crítica porque cuando se ha visto muchas veces la misma película poco más hay que añadir en el visionado novecientos, pero para que no me acuséis de rácano me explayaré un poquito más.

A estas alturas, casi nadie va a discutir a los judios que vivieron uno de los episodios más horribles y deleznables de la historia de la humanidad (esta última palabra tal vez no debiera haber aparecido en este contexto). Creo no obstante que su obsesión, alimentada con ingentes cantidades de dinero, en que nadie olvide su terrible desgracia, les está impidiendo concentrarse en la realidad, incidiendo en monstruosidades sufridas en propia carne; todos sabéis a qué me estoy refiriendo, pero hay por aquí un señor con trenzas en la barba que me está poniendo nervioso y yo no soy tan valiente como Leopold Socha, al que acabaréis conociendo, queráis o no.

La solvente directora, hija de judío y católica, nacida en Varsovia en 1948, dirigió la magnífica "Europa, Europa" y en su interesante currículum tiene más historias referidas al histórico exterminio (donde por cierto hubo muchos comunistas, gitanos, republicanos españoles, y otras gentes de mal vivir); que de las que han dispuesto otros pueblos castigados y esclavizados; por ejemplo, si me permiten (ahora que el señor que me miraba mal se ha metido en la sinagoga), los palestinos.

No me acusen de ser antisionista, no lo soy, pero si a ustedes les pusieran, sólo quinientas veces, "M, el vampiro de Düsseldorf", acabarían aborreciéndola y quemarían la foto de Fritz Lang que cuelga en la cabecera de su cama.
Sinhué
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10 de julio de 2012
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso el hecho de que, cuando el día a día consiste en levantarse y acostarse en una cama confortable, disponer de comida suficiente, compartir las horas con la gente querida en condiciones de un aceptable bienestar, entrar y salir libremente, realizar las tareas y ocupaciones con la motivación de hacer cosas útiles, necesarias y/o satisfactorias y recibir una paga con la que ir tirando... Curioso que, cuando no se ciernen terribles peligros, nos asustemos de las cosas más nimias. La oscuridad, las películas de miedo, los ratones, las ratas, los bichos. Llegar tarde al trabajo por algún imprevisto. Hablar en público. Hacer el ridículo. Decirle a alguien que te pirras por sus huesos. A veces, se experimenta verdadero terror ante situaciones que están muy lejos de amenazar de muerte. Como si el aletargado instinto buscara emociones fuertes para ponerse en funcionamiento alguna vez, ya que no dejamos de tener una parte irracional y primitiva, herencia de aquellos lejanos ancestros, guiada por pulsiones muy arraigadas, que prácticamente actúan por su cuenta. Los padres de la especie luchaban titánicamente por la supervivencia en un entorno salvaje y virgen. Ese fiero instinto de conservación ha pasado de una generación a otra, cambiando según las circunstancias. Y es obvio que permanece ahí, atento; porque incluso con todas las necesidades básicas cubiertas, seguimos alimentando miedos, recibiendo señales de amenaza.
Y si lo que se cierne es el odio, la guerra y el caos, todos los miedos superfluos se esfumarán para dar paso a la auténtica fuente del pánico: la misma muerte. El deseo de aferrarse a la vida hará palidecer todo lo demás, así que ya no importará hacer lo que sea que antes no habríamos hecho, ya dará igual tener que esconderse en unas cloacas asquerosas plagadas de aguas fétidas y de ratas si con ello la parca pasa de largo un poco más. Dará lo mismo respirar el aire corrompido, oler a tumba, llevar harapos sucios, comer en condiciones higiénicas nulas, dormir en un suelo duro y no ver la luz del sol. El instinto prevalecerá de nuevo para salvarnos. Seguramente porque el organismo es tan sabio que no necesita del raciocinio para actuar.
Pero por fortuna también hemos interiorizado otras pulsiones características del ser humano, que se desarrollan en diversos grados en cada uno (o estando ausentes en algunos). La compasión. La protección de los desvalidos contra los obstáculos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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5 de junio de 2012
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
“En la oscuridad” título apropiado para esta película, ya que lo es tanto en el sentido de la iluminación y de la época en que sucede. Esta basada en el libro de Robert Marshall, "En las alcantarillas de Lvov: Una historia heroica de la supervivencia del Holocausto”, sumándose de esta forma a una larguísima lista de películas que documentan los guetos judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

La historia sigue a un grupo integrado por once judíos que en un intento desesperado para sobrevivir y evadir a los nazis una vez que la masacre del gueto comienza, cavan un hoyo en uno de los apartamentos que conduce a los oscuros laberintos de las alcantarillas de la ciudad polaca de Lvov, sumergiéndose en este submundo y quedando a la merced de Leopold Socha un oportunista y colaborador de la ocupación.

De esta forma, la historia se desarrolla dentro de dos mundos; La ciudad, una superficie infernal habitada por la ocupación, Socha y su familia. El otro es el laberinto subterráneo habitado por los judíos, el cual es de una impresionante puesta en escena y atmósfera claustrofóbica difícil de igualar: oscura, fría, desagradable y pestilente.
Que desde luego, comparado con la masacre ocurrida justo sobre sus cabezas, la red de alcantarillas representa la salvación.

Así mismo, renuncia al discurso fácil de héroes y victimas, optando por desnudar las debilidades de ambos, comenzando por desvelar la fragilidad y miserias de cada uno de sus integrantes, y no solo centrándose en el sufrimiento y la agonía de la situación.

Sin embargo, la película se ve obstaculizada por una serie de cosas. Por un lado sus casi 145 minutos de metraje resultan excesivos para una película que pudo ser más contenida y breve.
El guión no le hace justicia a la sombría puesta en escena y por lo tanto, “In Darkness” sufre por ello en el desarrollo de los acontecimientos y de algunos personajes, que pese a esto resultan convincentes.
La dirección de Holland es intensa pero resulta reiterativa, ya que hay escenas que son un ir y venir dentro de la misma oscuridad y que sola hacen que la película arrastre por momentos cierta pesadez.

Indudablemente el trabajo de fotografía y la dirección de arte son lo más destacable, ambos trabajos bastante notables, contrastando perfectamente la acción que tiene lugar sobre la ciudad frente a los acontecimientos que suceden por debajo de ella.
Por desgracia, un guión más conciso y una dirección más sobria hubieran dado un poco de luz a tanta oscuridad que puede resultar asfixiante para el espectador.
UGGO
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30 de octubre de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película ambientada en el (subsuelo del) Gueto de Varsovia durante la II Guerra Mundial, con una importante producción detrás, y la experiencia y solvencia tras las cámaras de la polaca Holland, tenía todo para resultar una gran película. Pero no lo acaba de ser por el excesivo metraje, una historia interesante pero con lagunas, y sobre todo por esa sensación incómoda que provoca lo ya visto tantísimas veces.

Y esto último sólo se olvida cuando Polanski hace una gran película como "El pianista", o Spielberg "La lista de Schindler", aportando atractivos suficientes en la historia que cuentan y en cómo la cuentan. Algo de lo que, pese a su buena factura y algunos momentos aislados muy buenos ("no, papá, esa comida es para los judíos") escasea casi todo el tiempo la nueva película de la directora de la excelente, esta sí, "Europa Europa", sobre el mismo periodo histórico.
Amor Perro
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23 de julio de 2012
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre: un molde de carne que se hace grande por su espíritu. Un espíritu que entraña defectos y virtudes, que es capaz de sorprenderse a sí mismo y a los demás en la lucha por la supervivencia, que es algo más que simple materia, es ALMA: un alma tan virtuosa como mugrienta.

Aegnieszka Holland ha conseguido plasmar en este film todos estos contrastes: la nobleza del espíritu humano en un contexto de heces, ratas y miseria bajo las cloacas de la Polonia invadida por los Nazis. Y asimismo, la vileza que invade a estos mismos personajes, esclavos no sólo de sus invasores, sino de sus defectos de carácter cuando han de enfrentarse, en la soledad de las alcantarillas, a su principal enemigo: ellos mismos.

Fascinante trabajo el conseguido por Holland. Un soberbio Robert Wieckiewicz, en un personaje arriesgado, víctima de su avaricia, quien finalmente sucumbe para convertirse en lacayo de su nobleza.

IMPRESCINDIBLE film. No es una más de Nazis, no. Esta película habla del HOMBRE, tal y como es. Con sus virtudes y sus miserias.
creyball
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