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El hombre que conocía el infinito

Drama Narra la historia de Srinivasa Ramanujan, un matemático indio que hizo importantes contribuciones al mundo de las matemáticas como la teoría de los números, las series y las fracciones continuas. Con su arduo trabajo, Srinivasa consiguió entrar en la Universidad de Cambridge durante la Primera Guerra Mundial, donde continuó trabajando en sus teorías con la ayuda del profesor británico G. H. Hardy, a pesar de todos los impedimentos que ... [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
15 de mayo de 2016
57 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que oí sobre el matemático Ramanujan fue en el libro de Pauwels y Bergier “El retorno de los brujos”, y pensé que los autores quizá fantaseaban o distorsionaban un poco, pero, efectivamente, es un personaje bien conocido y estudiado, uno de los más misteriosos de la Historia. En manos de un chico sin preparación, de una ciudad pobre y sin tradición científica alguna, cae un día un libro de matemáticas que absorbe como si nada, va mucho más lejos, redescubre teoremas por su cuenta, y descubre cosas nuevas hasta llamar la atención del profesor de Cambridge G. H. Hardy. ¿Alguien se anima a intentar lo mismo?
Hay que destacar la valentía de los productores, porque lo primero que pensarían es ¿quién va a ir a ver una película sobre la vida de un matemático? Cuando la vi, en viernes por la noche, éramos cinco en la sala. Y sin embargo, la película, de muy difícil tema, consigue interesar y atrapar, y logra emoción y contenido humano. A partir de ahí, los críticos de siempre la podrán apedrear con sus palabrejas habituales: “conservadora”, “convencional”, etc. Pues yo pienso que el director sale bastante airoso de algo de tan difícil enfoque, al igual que el de la alemana “Midiendo el mundo” sobre otros dos insignes científicos, Gauss y Von Humboldt. Es una gran lástima que estos films pasen casi desapercibidos mientras no paran de editarse en DVD y Blu-ray infinidad de películas que sí que son de verdad convencionales, vulgares e insípidas, aunque algunas de ellas reciban incluso premios.
Daniel
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19 de mayo de 2016
41 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ramanujan es uno de los mayores genios de la historia. Bienvenida sea esta película que lo da a conocer al gran público; pelicula cuidadosamente ambientada, primorosamente rodada y adecuadamente interpretada.

Pero... la historia daba para algo más, creo yo.

En cualquier caso, te la recomiendo, estimado filmaffinitista. Aunque te aburran o asusten las matemáticas, ve a verla. Pues la vida de un matemático es a veces más interesante que la de un gánster o un pirata.
golondrina europea
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31 de mayo de 2016
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que aunque no sean perfectas uno sabe que van a funcionar desde el principio pues tienen algo de mágico o tal vez sea la fuerza inspiradora de lo que nos anhela la cual no es más que la vida de un hombre sabio o mejor dicho un genio matemático.

Esta obra de manera sencilla podríamos decir, que es un homenaje a las artes matemáticas, a la búsqueda de perfecciones y de avances que supusieron un cambio significativo en la era moderna.

Sí, porque si Newton fue considerado el genio clásico de la teoría de la gravitación universal a pesar que pueda haber contradicciones con la relatividad especial de Einstein, la figura que tratamos ahora el indio Ramanujan fue el gran ilustre y patentor sobre el misterioso mundo de los números primos y sobre todo de las diversas series divergentes sobre el número Pi.

Un hombre que tuvo que traspasar fronteras, dejar su vida de atrás, su familia, su esposa, sus raíces, etc. para adentrarse en un mundo a veces un tanto envidioso, un tanto rencoroso pero que a pesar de ello, él siempre como fiel creyente estaba seguro que sus fórmulas, demostraciones, valores, ecuaciones, números, etc. iban a suponer un cambio en el modo de enseñanza, divulgación y sobre todo fe en las Matemáticas.

Sí, porque tampoco hay que ser un experto en la materia para entender que las matemáticas de Ramanujan supuso una globalidad en el mundo de las Artes ya que en ellas se pueden intuir los colores de la pintura de Vincent van Gogh a través de los números, la literatura poética de Gustavo Adolfo Bécquer en sus fórmulas y finalmente la musicalidad de Ludwig van Beethoven en las propias demostraciones de sus teóremas como si todo este conjunto de componentes cuánticos no fuesen más que verdaderas partituras musicales.

Sí, porque las matemáticas de Ramanujan supusieron la principal contribución académica a las matemáticas puras, gracias a las extraordinarias dimensiones que a partir de entonces alcanzaría el análisis matemático a través de sus descubrimientos o digamos la ayuda inspiradora de su Dios que le dio la fuerza suficiente para que una sociedad como la inglesa y sobre todo los ilustres, académicos y también sabios de la Universidad de Cambridge de Reino Unido al final reconociesen su labor sin antes por supuesto impedírselo o incluso ver en algunos de ellos un punto discriminatorio.

¿Cómo ingleses matemáticos sabios y ricos de una de las Universidades de mayor prestigio van a ser enseñados por un joven indio que viene de su país pobre y apenas sin dinero?

¿Cómo es posible que un hombre proveniente de un país pobre pueda romper en la sociedad occidental con lo establecido y cambiar las ideas preconcebidas en aquella época?

Pues sí, al final aunque con mucho sufrimiento logró el reconocimiento más preciso y pudo volver a sus orígenes a pasar los últimos momentos de su vida.

No obstante, en esta vida un tanto tal vez discriminatoria y egoísta en la que se tuvo que adaptar desde muy joven no estuvo solo ya que otro gran matemático inglés Hardy (interpretado de manera notable por Jeremy Irons) y que curiosamente a pesar de ser un ateo acérrimo creyó desde el principio en las teorías y demostraciones del joven Ramanujan con lo cual cabe preguntarse si es verdad que los ateos no creen en nada o más bien solo creen en lo que ven.

Y es que Gordfrey Harold Hardy a pesar de no ser creyente y considerado como el mejor matemático de su tiempo en el Reino Unido fue el principal valedor y director de tesis del matemático autodidacta indio Srinivasa Ayyangar Ramanujan durante sus años en la Universidad de Cambridge y ambos trabajaron juntos en una gran diversidad de temas que a veces les colocaron en posiciones incómodas entre sus colegas.

Una vida corta, la del genio Ramanujan (interpretado de manera también convincente por Dev Patel) tal vez demasiado porque de no haber sido así, seguramente que con sus continuos y futuros trabajos hubiera creado nuevas ecuaciones que habrían contribuido con mayor exactitud a las matemáticas del siglo XX.

Pero eso sí, a pesar de su fallecimiento prematuro, su auténtico legado a través de la teoría de los números primos, las series, las fracciones o sus particiones sobre el número Pi han dejado huella e incluso en el Universo del Cosmos.
DAVID FARIÑA
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29 de mayo de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre vestido con harapos garabatea en el suelo de un desvencijado templo hindú. Con una tiza en la mano y una expresión de puro éxtasis en la cara dibuja, una tras otra, infinitas ecuaciones. Cambia el plano y el hombre –Dev Patel– enseña un cuaderno lleno de números a un sinfín de hombres trajeados, rogando un trabajo. Hasta que finalmente uno se da cuenta de lo que tiene en las manos y se compromete a ayudarlo. Sin saberlo, ha comenzado el cambio en la historia de las matemáticas; sin saberlo, ha ayudado a Srivansa Aiyagar Ramanujan.

Dev Patel (Slumdog Millonaire, The Newsroom) y su profunda y triste mirada, dan vida a Ramanujan, un matemático autodidacta de principios del siglo XX que viajó de la paupérrima Madras (India) a la prestigiosa universidad de Cambridge. Quien hace posible este viaje es el famoso matemático, G.H. Hardy (Jeremy Irons), el otro protagonista del filme. Éste se convertirá en el mentor de Ramanujan, con el que tendrá más de un encontronazo que servirá como columna vertebral de El hombre que conocía el infinito.

La cambiante relación entre Irons y Patel es el hilo conductor de la segunda película de Matt Brown, que también participa en el guión junto a Robert Kanigel -autor del libro en el que se basa la película: The man who knew the infinity: a life of the genius Ramujan-. Las matemáticas son la excusa para enlazar, no sólo la relación de los protagonistas, sino otros temas que se tocan de forma bastante benévola como el racismo en el mundo académico, las diferencias culturales, el ego y el miedo a lo desconocido.

Que el guión dramático funcione sin empachar al espectador y resultando entretenido, es gracias a la presencia de Jeremy Irons, protagonista indiscutible una película bastante conservadora y complaciente. Cada vez que aparece en El hombre que conocía el infinito llena la pantalla, sobre todo cuando interactua con otro gran actor como es Toby Jones. Lo que no quiere decir que Patel esté mal, pero le falta maduración. Todavía carece de ese “algo” que hace que los 114 minutos sobre verborrea matemática y continuos agresiones racistas no se conviertan en una sobresaturación de melodrama. Y eso, sin duda, lo consigue Irons. Desde el momento que aparece en escena, toma las riendas y da sentido a un biopic de época que, sin él, sería olvidado.
msm
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23 de agosto de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan académica, que anula la vitalidad del genio matemático.

Dudo mucho que salgas con la sensación oportuna y verdadera de la mente brillante que se está describiendo, de la importancia de sus descubrimientos y la grandeza de sus ideas y pensamientos, ese imposible parar de pensar en números, fórmulas y demostraciones, que acapara su razón y tiempo de forma constante y acosadora; la liberación de escribir lo que su cabeza dibuja una y otra vez, darle sentido y que lo conozca el mundo entero, pues es demasiado grande y necesario para quedarse únicamente en su persona.
Originalidad de procedimiento, sin base educativa previa, que se desarrolla de forma autóctona por sus propio medios, indiscutible mérito de un hombre genuino que volaba a ritmo avanzado en su compleja imaginación, ya que veía el cuadro finalizado donde otros no veían aún ni los colores ni la pintura, menos aún su perfecto orden de magistral simetría.
Dev Patel hace una labor concienzuda en la plasmación de tan ilustre personaje, pero todo queda en esforzado trabajo práctico, cuya alma nunca se siente ni aspira con rotundidad válida; demasiado rígido, técnico y estrecho de miras su formato, se ciñe a los datos cronológicos y al paso escrupuloso de los acontecimientos, con la lamentada objeción de no percibir al genio, de no inquietar o conmover su gran esfuerzo, sacrificio y voluntad firme de demostrar su valía y conocimiento.
Tu impresión no queda impactada, no sales de la historia impregnada de ella, no queda en tu recuerdo lo visto, ni hay palpable estupefacción, admiración y respeto por la gran figura..., y eso ¡es imperdonable!
Porque sí lo fue, fue grande entre los mejores, con todas las dificultades y trabas que se le impusieron y los percances que sufrió por la tierra de la que procedía; Matt Brown filma un relato correcto en tiempo y sucesos/escaso y mundano en espíritu célebre y vigoroso, estéril absorción cuando ni siquiera digieres la dramática, tensa y complicada convivencia de dos sabios irrepetibles, así como su estancia en la altiva y arrogante Cambridge, y tampoco es que queda retratado el fervor de la época con estupor y enigma; lectura cumplidora y discreta que extravía la pasión y el entusiasmo, que olvida dar a conocer a la persona con la plenitud y templanza que merecía.
“El gran conocimiento suele venir de los orígenes más humildes” y, tras verdad tan imponente y contundente, esperas un relato que te deslumbre, que te de a conocer a este sabio en toda su magnitud y grandeza, cosa que no sucede en todo su tamaño y esplendor.
El interés es acotado y restringido, dado que el estricto formato de la historia no permite una implicación enorme en ella; la observas, aprendes a pronunciar su nombre y percibes parte de la importancia de su trabajo, aunque no por lo visionado en la cinta, sino por las acotaciones escritas que se añaden y lo afirman.
“Las matemáticas no sólo poseen la verdad, sino la belleza suprema” pero, dependiendo del elegido enfoque, la verdad y su belleza se aspiran y devoran con más intensidad y estupor, o únicamente con simpleza de saber lo sucedido, sin más; lo segundo queda claro, los pálpitos y latidos del corazón de la primera brillan por su ausencia.
El reto de estar a la altura de la imaginación y talento de Ramajudan no se ha visto, con impacto y solidez, cumplido; para ser el hombre que conocía del infinito, su película es muy limitada y reducida.
Lo mejor; Ramajudan y Dev Patel interpretándolo.
Lo peor; Ramajudan merecía una mejor película de su vida.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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