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Gallipoli

Bélico. Drama Primera Guerra Mundial, 1915. Reza la leyenda del filme: "De un lugar del que nunca has oído hablar llega una historia que nunca olvidarás". Dos amigos australianos, ambos atletas, deciden alistarse para ir a la guerra y les toca luchar contra los turcos en la batalla de Gallipoli. (FILMAFFINITY)
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
4 de abril de 2007
104 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que tengo debilidad por Peter Weir, el que es para mí el mejor director australiano de todos los tiempos y que su filmografía es casi perfecta y me gustan la practica totalidad de ellas. Pero hay una a la que tengo un cariño y aprecio especial por ser de su primera etapa y ser una de las favoritas de mi infancia. Se trata de la maravillosa “Gallipoli”, una de las mejores películas sobre la Primera Guerra Mundial con diferencia donde vamos a vivir momentos de una belleza artística altísima y sentir la amistad, el miedo y el destino como pocas veces lo hemos visto.

La película desprende sencillez y a la vez ternura por los cuatro costados y le hace tener una cercanía al espectador muy impropia del cine bélico. Aquí nos encontramos con la verdadera desilusión de la guerra y de la juventud truncada de miles y miles de jóvenes en todo el mundo que perdieron lo poco que tenían en aquella horrible guerra que la PGM.

La verdad es que la química entre la pareja protagonista Gibson-Lee es perfecta y hace que la historia vaya creciendo por momentos teniendo un fabuloso desenlace con unos veinte minutos de auténtico cine.

Es una pena lo de un actor como Mark Lee, porque el chico tenía un futuro prometedor y sin embargo acabó haciendo bodrio tras bodrio y escribiendo cosas tan horribles como “Karate Kid 3”. De Mel Gibson señalar que es una de sus mejores interpretaciones sin lugar a dudas.

Agradecer al productor, Robert Stigwood, que sobre todo le interesan los musicales, que se decantara en su día por apoyar esta pequeña joya del cine australiano y sobre todo por arropar a Peter Weir que escribe –junto con David Williamson que no aporta nada interesante- y dirige esta extraordinaria película que ya es legendaria para muchos amantes del cine, pero que sin embargo sigue sin ser del todo conocido por el gran público algo que nunca he comprendido bien, ya que tiene suficientes elementos comerciales (para empezar dos caras bonitas de protagonistas) para tener otro status a nivel cinematográfico.

Hay que destacar especialmente la música que acompaña a la película porque es de lo mejor, desde un Brian May (“Mad Max” o “Los inmortales”) que está enorme, a un Jean Michel Jarre que es una apuesta arriesga y queda maravillosamente bien en las escenas donde suena. Pero sin lugar a dudas es ese Tomaso Albinoni (para los puristas digamos Remo Giazotti) el que nos roba el corazón con una de las melodías más bellas de todos los tiempos.

También hay que aplaudir esas bellas imágenes en el desierto conseguidas de la mano de Russell Boyd, que después de muchos años a la deriva con subproductos fue rescatado por el propio Weir para fotografiar “Master and Commander” consiguiendo un trabajo perfecto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
vircenguetorix
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18 de enero de 2006
52 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gallipoli es uno de los grandes mitos del cine australiano, presentación que a priori no tendría porque mejorar a un filme hecho en Cuenca.
Sin embargo, la película de Peter Weir se revela conmovedora al poco de empezar. La historia de Mark Lee engancha casi desde el primer momento y Weir aprovecha el camino del joven corredor que trata de convertirse en soldado para mostrarnos la grandeza y pobreza de la vida. La fotografía es de 10, cada plano rebosa belleza. Incluso Mel Gibson está espléndido, demostrando que antes de ser una estrella era un verdadero actor.
Peter Weir se las ingenia para que nos vayamos encariñando con sus protagonistas mientras llegamos a Gallipoli, enseñándonos con sutileza cual será el destino de la joven pareja. Durante la batalla, uno ve a esos dos tipos como si fueran sus vecinos, amigos e incluso hermanos, temiendo por su futuro. La crudeza de la batalla te mantiene pegado a la pantalla durante el último acto de la película, magnificando una espectacular experiencia de empatía y terror. A lo largo de la última media hora uno siente tanta afinidad por los protagonistas como pánico ante la guerra.
A lo anterior hay que añadir algunos acertados pasajes sobre el amor, la familia, el choque cultural o el papel del individuo en el estado. En definitiva, una emocionante, preciosa y reflexiva película de obligada visión.
nimetokes
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25 de septiembre de 2009
43 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
323/30(24/09/09) Una Obra Maestra del séptimo arte, comienza en las antípodas de donde va a culminar, discurre en medio de un clima jovial, de vitalidad, como tomándose la guerra por algo banal, guerra que no vemos hasta su última media hora, pero es que en esa última media hora es antológica, donde el cine consigue que nuestras sentimientos estallen, derivando en un final en el que serás de piedra si no te emocionas, uno de los más grandes finales de la Historia del Cine, Homérico. El Gran Peter Weir nos regala uno de los más grandes alegatos antibélicos que se hayan realizado jamás en cine, recuerda bastante a "Senderos de gloria" por la forma tan insignificante con la que los altos mandos tratan a los soldados, aprovechándose de su inocencia los llevan a lugares de los que nunca han oído hablar para luchar por no se sabe qué motivos y para morir no se sabe con qué objetivo, esto nos lo explica muy bien un diálogo que tienen los amigos con un tipo mayor que no sabe que hay conflicto, que encuentran por el desierto australiano que pondré como epílogo en el spoiler y que es una radiografía brutal de lo que son las guerras. El film es la épica historia de amistad entre dos muchachos australianos en 1.915, en pleno conflicto de Gran Guerra, corredores de atletismo, que se encuentran por casualidad en una carrera en el Oeste de Australia, uno tiene 18 años, Archy Hamilton (Mark Lee), es un idealista que quiere unirse al ejército para luchar en la contienda, el otro, Frank Dunne (Mel Gibson) es un pragmático que es reacio a unirse a una guerra en la que no cree, le queda muy lejos, aunque después los acontecimientos le empujan a ello, los dos después de una parada en El Cairo van a parar a la península de Gallipoli donde se estaba llevando a cabo una de las más sangrientas batallas de toda la guerra. La química que se establece entre los dos personajes es colosal, transmite amor fraternal, realizan tanto Gibson como Lee unos trabajos soberbios, Gibson demuestra que es un enorme actor que irradia carisma, una personalidad brutal, liderazgo, sublime, traspasa la pantalla, utiliza el lenguaje corporal de forma antológica, descomunal, Lee no le va a la zaga y nunca mejor dicho para dos corredores, brilla en su rol de idealista que piensa que no es malo morir por tu Patria, transmite pasión, simpatía, se empatiza con él fácilmente nos alegramos con él y sufrimos con él, asimismo destaca Bill Hunter en su papel de Major Barton.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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14 de enero de 2010
32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un trasfondo bélico, la película, que posee un extraño encanto, es un más que aceptable y emotivo retrato sobre la amistad más sincera, representada por dos jóvenes atletas amateurs que se conocen durante una competición de carreras que supone el pistoletazo de salida de una fuerte amistad que incluso les llevará a compartir uniforme bajo bandera australiana, en la batalla de Gallipoli, en la península turca del mismo nombre, que tuvo lugar en 1915 durante la Primera Guerra Mundial.

Una vez en el frente, los soldados reciben con indiferencia el combate al no percibir los efectos del mismo y su inconsciencia les lleva a desarrollar su vida cotidiana con alegría, tomándose la misión como una aventura vacacional de la que sólo más adelante se darán cuenta que será muy difícil salir airosos de la misma.

Recordando -quizá sin darse cuenta- a la película de Stanley Kubrick, Senderos de gloria (1957), critica la guerra mediante el uso de sus escenas, donde la retrata como algo absurdo e irracional, consiguiendo hacer llegar al espectador una consecuente sensación de impotencia y frialdad.

Su banda sonora combina la excelencia y el acierto del uso del Adagio de Albinoni que, cada vez que hace presencia, estremece, y lo extravagante (que en este caso me encanta) de la inclusión del casi futurista Oxygene (2ª parte) de Jean Michel Jarre. Correcto trabajo de todo su reparto.
Sandro Fiorito
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25 de junio de 2007
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peter Weir empezó a forjarse como un excelente contador de historias con este magnífico alegato en contra de la guerra. A pesar de estar presente durante toda la película la guerra no se trata como un acto explícito hasta su última media hora, en la que las consecuencias de la misma son reflejadas contundentemente. La película se fundamenta sobre la amistad de dos jóvenes que el destino encuentra de forma fortuita en una carrera rural en la cual uno de ellos pierde no sólo la carrera sino lo poco que tiene. Dos pensamientos totalmente diferentes, uno un errante que se busca la vida como puede pensando en sí mismo, el otro más joven escudriña e intenta buscar los valores patrióticos que cree son por el bien de su país y de su familia. Australia busca soldados para luchar en Turquía y como sucede en cualquier guerra recurren a los mensajes demagógicos para tratar de lavar el cerebro de los más jóvenes y lograr que se alisten. Con un mensaje similar al de Kubrick en “Senderos de gloria”, Weir se centra más en el trazo y vivencias de sus personajes, a los que presenta humanos y normales, con las debilidades y miedos implícitos en cualquier criatura, con objeto de que el espectador se identifique con los acontecimientos que terminarán viviendo.
Jonesy
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