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Foxcatcher

Drama Cuando Mark Schultz (Channing Tatum), medallista de oro olímpico, es invitado por el rico heredero John du Pont (Steve Carell) a su magnífica mansión para ayudarle a crear un campo de entrenamiento de alto nivel en el que preparar a un equipo para los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988, Schultz dice que sí inmediatamente. La razón es que allí espera poder concentrarse en los entrenamientos y evitar así que su hermano Dave (Mark Ruffalo) ... [+]
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Críticas 105
Críticas ordenadas por utilidad
30 de diciembre de 2014
113 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
A priori, parece que en Foxcatcher nos vamos a encontrar con el típico biopic de deportes, de estos que rulan mucho en las temporadas de premios, pero en mi opinión, aquí el wrestling es algo secundario y los que realmente importan son los conflictos entre los personajes. Por un lado tenemos a Mark Schultz (Channing Tatum), un ganador olímpico que busca volver a ganar para dejar de vivir a la sombra de su hermano; por otro, a Dave Schultz (Mark Ruffalo), padre de familia y el hermano mayor que crió a Mark, que le apoya, le entrena y se preocupa por él; y por otro, a John du Pont (Steve Carell), un multimillonario patriota, excéntrico y, para mí, el personaje que realmente cimienta la película, aunque técnicamente no sea el protagonista. Tal y como yo lo veo, Foxcatcher utiliza la competición de lucha como telón de fondo para profundizar en las obsesiones y miedos de John du Pont, un hombre inseguro, ineficaz, triste e inestable que busca la aprobación de una madre exigente y contribuir a la grandeza de su país para sentirse útil. Mark es el que más minutos tiene en pantalla, sí, pero es la obsesión de du Pont la que desencadena la mayoría de los sucesos de la película, desde su inicio hasta su desenlace, del que hablaré un poco en la sección spoilers.

Con esta premisa, la película funciona gracias a tres interpretaciones geniales: cabe mencionar primero al irreconocible (gracias a un estupendo maquillaje) y muy, muy, muy perturbador Steve Carell en un papel que supone un enorme punto de inflexión en su carrera. Olvidad al jefe odioso de The office y al simplón de Virgen a los 40. Foxcatcher no es una comedia, es un producto dramático con una atmósfera sucia, enrarecida, tensa y extrañamente incómoda, y buena parte de ello se debe a la interpretación de Carell. Por si fuera poco, sus dos compañeros de reparto saben estar a su altura: Tatum demuestra bastante instinto al saber equilibrar la intensidad y la contención según lo requiera la escena, mientras que Ruffalo es tremendamente natural en su papel de hermano cariñoso y protector. Para mí, son ellos tres los que convierten una película interesante en una película buena. La fotografía, por su parte, está llevada con mucha inteligencia y contribuye enormemente a crear la tensión necesaria.

En resumen, una cinta más que recomendable y un buen añadido a la sólida filmografía de Bennett Miller. Sus mayores fallos tal vez sean su ritmo, a veces pesado e inconstante, una duración ligeramente excesiva y la falta de una banda sonora más interesante, pero lo compensa con creces con personajes bien escritos y mejor interpretados y una atmósfera muy oscura que la distingue del resto de biopics deportivos.

Calificación: Recomendable/Notable
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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30 de diciembre de 2014
64 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace nueve años Bennett Miller debutó en la realización de largometrajes con Truman Capote, una excelente visión fílmica del proceso de investigación y escritura llevado a cabo por el homónimo escrito para parir una de las obras cumbres de la literatura de todos los tiempos, "A sangre fría".
Este breve recuerdo viene al caso porque Foxcatcher, la nueva película de Miller, podría haber sido escrita perfectamente por el celebrado autor de "Desayuno con diamantes". La historia de los hermanos Schultz y su relación con el millonario John Du Pont es una tragedia griega de proporciones épicas, pero está contada con calculada frialdad, sin sentimentalismos, tomándose su tiempo para ir desgranando los pormenores de la historia sin prisa. Es una historia más de esa América negra que aparece en los periódicos con demasiada frecuencia, una América que Miller retrata con enorme lirismo y seriedad, como lo hubiera hecho Capote en la letra impresa. No se puede esconder que la cinta tiene un ritmo demasiado lento y pesado en algunos momentos y muy especialmente en el larguísimo segmento dedicado a la enfermiza relación entre Mark y du Pont, y es eso lo que impide ponerle el sobresaliente que sin duda merecería por su guión y su profundidad. Pero Foxcatcher es un regalo para los cinéfilos, una delicia para quienes añoran un cine más pausado, más medido, más pensado, un cine que les deje pensando en la película horas o días después de haberla visto. Y sobre todo es un análisis escelso de una mente perturbada, manipuladora y sumamente egocéntrica, y del daño que puede ocasionar en personas fácilmente manipulables o de débil carácter. John du Pont es un encantador de serpientes que se va revelando poco a poco como un auténtico monstruo, mientras que Mark Schultz representa a todos los que comen de la mano de una figura fuerte y carismática sin darse cuenta de la ruina que los va rodeando. Que a fin de cuentas somos casi todos de una forma u otra en algún momento de nuestras vidas.
Si hubiera que escoger un solo motivo por el que Foxcatcher va a ser recordada, sin duda serían sus tres actores protagonistas. No se debería olvidar el esfuerzo de un Channing en el mejor rol de su carrera, quizás su primera interpretación realmente madura y matizada en extremo. Resulta completamente creíble en la piel del frágil y manipulable Mark Schultz. Mark Ruffalo sigue añadiendo personajes e interpretaciones inolvidables a su espectacular curriculum, porque es uno de esos actores todoterreno que se desenvuelven igual de bien en todos los géneros y siempre aportan verdad, carisma y enorme talento a sus interpretaciones. Aquí además lidia a la perfección con un físico que no es el suyo y con un personaje que es secundario durante buena parte del metraje, y aun así resulta relevante y magnífico (atención a la escena en que Dave es entrevistado en televisión y se ve incapaz de hablar de John como su entrenador). Y qué decir de Steve Carell en una interpretación que va a cambiar su carrera sin duda. Todo en su recreación de John Eleuthère du Pont roza la categoría de maestro: la voz tan aguda, la expresión corporal, la medida inexpresividad de algunos de sus gestos, sus estallidos de ira, el aura que desprende desde el principio y que indica al espectador que algo no está bien en la cabeza de ese hombre. Todo ello es creación de Carell y es un golpe encima de la mesa de un actor soberbio que durante demasiados años ha pasado inadvertido como un simple actor de comedia. No lo es. Es simple y llanamente un superdotado de la interpretación con capacidad de tocar todos los palos, como Ruffalo (ver, entre otros muchos momentos, cuando le da cocaína a Mark en el helicóptero y lo obliga a repetir una y otra vez lo que quiere que diga en su discurso).
En definitiva, una obra magna, enorme, excelsa a ratos y tristemente lastrada por un ritmo demasiado letárgico en su segundo acto.

Lo mejor: Steve Carell y Mark Ruffalo, monumentales, la madurez e inteligencia de diálogos y situaciones y el retrato que realiza de la mente manipuladora, narcisista y monstruosa de John du Pont..
Lo peor: A ratos es demasiado lenta y alarga demasiado el segmento de la profundización en la relación entre Mark y du Pont.
Sibila de Delfos
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12 de febrero de 2015
31 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película. Sutil, densa y ambigua.
Te envuelve con su parsimonia exhaustiva, con su regodeo doliente y su análisis minucioso de los pocos personajes que aparecen. Te pide tiempo y te exige atención, pero la recompensa es enorme. La ves venir, pero te acaba sorprendiendo.
De tono triste, amenazante, turbio. De apariencia indie, pero más poderosa, con mayor pegada, con una fuerza constante que arrastra y evita concesiones o maniqueísmos. De aspecto sencillo y humilde, pero llena de capas y recovecos, se acaba alzando como una reflexión sobre muchas cosas distintas e interesantes.
Va desde la sensibilidad poética a la incisión clínica. Muy humana y muy fría. Muy desoladora y muy certera. Muy buena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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7 de febrero de 2015
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Foxcatcher' se alzó, hace ya un buen puñado de meses, con el premio a mejor director en el Festival de Cannes. Resulta sintomático que una película USA con el deporte como macguffin se impusiera en dicha categoría a otras películas aún menos convencionales y con una autoría y una realización más marcadas, más festivaleras si se prefiere. Es revelador, pues, la elección de Bennett Miller como ganador de dicho galardón, y quizá haya que buscar la explicación en la forma en que ha deconstruido (una vez más) el (sub)género deportivo, esta vez dejándolo en los huesos o, si se prefiere, en carne viva, para ofrecernos un retrato oscuro y turbio del Sueño Americano (así, con mayúsculas), alcanzando esa extraña maduración estilística y tonal que Miller ha confeccionado a través de una narración aséptica, distintiva, muy pertinente en la Historia que pretende contar y nunca arbitraria.

'Capote' (2005) fue su (aplaudida) carta de presentación, 'Moneyball' (2011) su consagración y, en esta cosecha de 2014, 'Foxcatcher' no vendría a buscar nuevos acólitos, pero sí reafirma un discurso apartado de la norma en el que el biopic (cuya forma tiende a la hagiografía y al retrato alérgico a las aristas y las ambigüedades) muta hacia una versión oscura, problemática y muy heterodoxa (dicho de otro modo, estimulante). No hay mejor camino hacia la verdad o, al menos, el fiel y complejo reflejo de una época, que plantearse constantes y punzantes preguntas acerca de los temas que se abordan, aunque no siempre vengan acompañados de la correspondiente respuesta. Y son precisamente las respuestas lo que se nos escatima en esta película (con escatimar es preciso mencionar que me refiero a que se prestan a la libre interpretación o comprensión de cada uno, con necesaria indagación en la historia real para completar la película), asideros que algunos espectadores considerarán imprescindibles y sin los cuales dejarán de hacer pie en diversos puntos de la trama. No es cine fácil ni accesible, pero la recompensa para el espectador paciente y receptivo es muy estimulante. Otro aspecto a destacar dentro del desconcierto que puntualmente aflora de manera inevitable es el uso de las elipsis, auténticos puntos de inflexión y que, sin duda, suponen extraños giros a los que uno tarda un poco en acostumbrarse, otra vía que toma Miller para poblar de incertidumbre su relato, aunque siempre al servicio de su, por decirlo de alguna manera, moraleja.

Hace del silencio y de la escasez de diálogos su seña de identidad, alcanza algunos clímax de gran fuerza e impacto que no lo parecen y erige un desolador y desesperanzado retrato de la cara B del éxito, materializado en una senda de perfeccionamiento con inherentes desvíos hacia la soledad, la obsesión y la infelicidad que van erosionando el ánimo del espectador. El trío interpretativo hace un trabajo encomiable, desde un irreconocible Steve Carell que hace suya la personificación perfecta de una mente peligrosa, opaca y trastornada, hasta un Channing Tatum excelente que, injustamente, ha sido olvidado en las nominaciones de premios cuando su personaje no es nada fácil en su obsesión profesional y personal. Todo ello conforma un puzle fascinante que se va completando según pasan los minutos, aunque sin contar jamás con todas las piezas del mismo. Como se dijo antes, esto no supone un problema, sino un estímulo más que propone Miller. El resultado final bien lo merece, tan tenebroso, oscuro, elegante, sobrio y malsano. A Mark Schultz, el de verdad, no le ha gustado nada la película, mostrando una beligerancia en sus ominosos comentarios que, lejos de hacer desconfiar a un servidor sobre la fiabilidad de la misma, le reafirma en el gran trabajo que han llevado a cabo Miller y sus tres guionistas, quienes han cogido una historia real turbia y extraña, y la han convertido en un film turbio y extraño.

En definitiva, uno de los biopics más raros y singulares que imaginar se pueda, dominado por una narración tan turbia e intermitentemente resbaladiza como magnética. No hay nada mejor que una película se vaya contigo al abandonar la sala, y 'Foxcatcher' lo consigue, revoloteando en nuestra memoria, adherida al recuerdo un tanto magullado del espectador que descubre, no por vez primera pero sí con una rara lucidez en esta ocasión, la inestable condición humana, más aún cuando hablamos de la inclemente búsqueda del éxito.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-foxcatcher-las-elipsis-del-exito/
Pableras
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8 de febrero de 2015
34 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ausencia, la necesidad, el anhelo, la búsqueda del padre ha movido y motivado a personas de toda índole y condición a través de todas las culturas y de todos los tiempos. Tiene una fuerza primaria irreductible y devastadora que obnubila y hace perder los papeles, el anclaje vital y hasta el raciocinio. La orfandad emocional es un veneno insidioso, corrosivo y tenaz que turba y descoyunta la existencia. Y éste es el centro sobre el que gravita esta cinta que parece una película sobre un deporte (la lucha libre) o el patrioterismo enajenante o las ganas de dejar una huella indeleble para la posteridad, como si el vacío afectivo pudiera compensarse o pudiera repararse y superarse con afanes externos voluntariosos, que no son sino placebos tóxicamente indigestos.

Interesante y ambicioso punto de partida que no acaban de cuajar en este gélido retrato de un millonario errático y de su testaruda obstinación por fabular, habitar y consolidar un mundo ficticio que le permita superar su carencia anímica y su querencia de adscripción a un mundo que le es ajeno y lejano. Construye un mundo de fantasía y se rodea de unos cortesanos aduladores y parasitarios que le ríen las gracias y le siguen el juego para medrar al cobijo de su exuberante y adinerada ala aguileña. Y en su perseverante tela de araña acaban atrapados dos hermanos de cierto rústico relumbrón (oro olímpico en Los Ángeles ‘84) que creen haber encontrado un paraíso terrenal pero se encuentran con la tozuda realidad de los hechos: están a merced de un mercader del afecto, de un comprador de voluntades, de un manipulador maquiavélico que se cree salvador de almas (o patrias) y desecho de virtudes inmarchitables.

Pero el planteamiento y las intenciones están por encima del desarrollo de la cinta, que adolece de un monocorde ritmo lánguido, de una frialdad repelente en el retrato de las personas y sus relaciones, de una falta de calor y contacto que está en abierta contradicción con el deporte tan sudoroso y físico como es la lucha libre que le sirve de armazón argumental. Parece la eterna promesa de una gran película que no acaba de fraguar y tomar cuerpo, perdiéndose en insinuaciones, sobrentendidos y suposiciones que permiten múltiples lecturas pero soslayando la necesaria información como para que las cábalas pirotécnicas del paciente espectador (por entretenerse en algo) puedan tener algún fundamento.

En definitiva, una imprevista decepción. Lleva dentro un embrión de buen cine, pero abortado.
antonalva
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