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Nadie sabe nada de gatos persas

Drama Negar (Negar Shaghaghi) y Ashkan (Ashkan Koshanejad) son dos intérpretes de música indie cuya máxima ambición es grabar un disco, dar un concierto y conseguir pasaportes para abandonar Irán. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2009
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué duda cabe de que Bahman Ghobadi es uno de los directores más notables del cine iraní. Tras debutar en 1999 con el mediometraje documental Life in Fog, adquiriría cierta relevancia con la fantástica "Time for Drunken Horses" y reivindicaría su talento años más tarde, haciéndose popular gracias a la notable "Las tortugas también vuelan", película ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián 2004. Cinco años más tarde, el realizador regresa al festival presentando su nueva película, "Nadie sabe nada de gatos persas", una cinta que rompe moldes y que reescribe todo lo que sabíamos -o se nos había mostrado- hasta ahora en el cine iraní.

La cinematografía del país se había centrado en historias pequeñas, de personajes, con directores como Kiarostami, la familia Makhmalbaf o el propio Ghobadi como principales informadores y obras clave como "¿Dónde está la casa de mi amigo?", "El ciclista" o "Los niños del paraíso". "Nadie sabe nada de gatos persas" se aleja de los estereotipos y nos muestra la Teherán actual, dándole los papeles principales a jóvenes activos, inteligentes, con ideas propias y que intentan ganarse la vida a través de la música. La inocencia se ha perdido, son adultos, hay madurez, todo ello en un entorno urbano, alejado de los poblados que nos había mostrado Kiarostami. La rotura de ideas, el contraste entre éste Irán y "el otro" sería equiparable al impacto que causó Yimou con la brillante "Ni uno menos".

Ghobadi nos narra así una historia de varios jóvenes que buscan formar una banda musical, con la intención de salir del país para intentar probar suerte en el extranjero, inicialmente en Londres. Mediante un ágil montaje y un ritmo perfectamente medido (olvidaos del costumbrismo habitual), los personajes poco a poco se van perfilando y se nos cuenta su historia -y la del país- paralelamente a varias piezas musicales de diferentes estilos, desde el heavy hasta el rap, pasando por el pop indie. No es un musical propiamente dicho, hay una serie de diálogos y la música sólo aporta ese background que detalla lo que viene a ser la ambientación, se amolda a ella, no la deja a la sombra.

A pesar de todo, lo que consigue Ghobadi es loable pero de ninguna forma perfecto. Muestra una nueva cara del país y lo hace bien. Eso sí, se echa en falta un poco de la pasión que se intuía en cada fotograma de la fantástica "Las tortugas también vuelan". Con todo, sigue mereciendo la pena acercarse a su cine y descubrir que no todas las buenas películas asiáticas proceden de Japón o Corea del Sur.
Caith_Sith
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15 de abril de 2010
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película sobre lo dificil que es hacer cosas que aquí nos parecen tan sencillas (como tocar en un grupo musical) y que son prácticamente imposibles en otras partes del mundo. Hace un recorrido por la escena underground iraní de lo más completo y de una forma amena, interesante, realista y formal de lo más interesante. Aparecen desde grupos de heavy, de hip-hop, pop, rock, tradicional, cantautores... y lo mejor de todo es que son todos muy, pero que muy buenos. Conforman una banda sonora muy interesante y que se integra perfectamente con la historia de la película. Cada canción es tratada como si fuese un video-clip dentro de la historia de la película.

En la cinta se refleja la dura realidad impuesta en el país por Ahmadinejad y cómo estos jóvenes músicos se rebelan contra la prohibición de tocar música no religiosa y otras prohibiciones como pasear perros o gatos por la calle. Se ve la dureza de la policia y las penas de carcel por tocar música o ver películas. La realidad de tener que solicitar imposibles permisos gubernamentales para hacer un concierto o comprar pasaportes falsos y visados para escapar del país. La situación es tan dura que sus protagonistas abandonaron el país para exiliarse en Francia a las cuatro horas de acabar la última toma. Todos los músicos que hablan de política durante la película han salido del país. Todos viven ocultos a la sociedad en general para poder expresar su arte... Todos menos el rapero Hichkas. Es una estrella en su país, nacido rico pero que enseguida conectó con los problemas de la gente corriente y rapea sobre ellos. Sobre el día a día. Es tan popular en su país "que evita fumar para no ser una mala influencia para su público" en un país donde los músicos son personas discretas y recatadas muy lejos de los excesos y donde la mayoría ni fuma ni bebe, según cuenta el propio Ghobadi, su director, y que según sus palabras, "sabía al comenzar la película que sería la última que haría en mi país".

En definitiva una muy buena película que no hay que dejar de ver.
r_sintes
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7 de mayo de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reciente cinta del kurdo-iraní Bahman Ghobadi está prohibida en Irán, donde el director ha enviado una copia de forma clandestina a España, para que la vean.

El director, tomando la vida de los músicos Negar y Ashkan, quienes se tienen que esconder en sus casas para poder tocar la música que desean con otros chicos, es una clara propuesta sobre un cierto cine y música que van contra la Ley islámica y es censurada. Pero esto no ha sido óbice para rodar en Irán “Nadie sabe nada de gatos persas” con un pequeño equipo, sin repetir localizaciones, escondiéndose, corriendo y con el miedo a que de pronto hubieran sido descubiertos por las autoridades pertinentes.

De todas formas este relato entre el formato de videoclip, cámara escondida y un olor a denuncia, la música (principal eje conductor en la vida de los protagonistas), no suena estridente y propone situaciones creíbles sobre la vida clandestina en Teherán por tocar un tipo de música. Dice el protagonista en el film, que en Irán hay 2000 grupos de música pop.

De manera pues que la cinta, resulta la ser la metáfora de unos gatos persas que aparecen y desaparecen en media de la luz y la oscuridad, para referirse Negar y Ashkan, junto a otros jóvenes músicos que protagonizan sus propias utopías. Y es que si bien el hombre debe vivir de pequeñas utopías, el cineasta prefiere no profundizar en este tipo de conflicto social y cultural. De todas formas, la película resulta agradable al oído y a la vista.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
gonzalo restrepo sanchez
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20 de junio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bahman Ghobadi se forjó, con sus películas Las tortugas también vuelan y Media Luna (galardonadas con la Concha de Oro en el festival de Cine de San Sebastián en sus ediciones de 2001 y 2006 respectivamente), una merecida reputación gracias a sus historias de importante calado dramático, regalando al acomodado público de occidente esas dosis de miseria, dolor y exotismo cultural que año tras año buscamos en el cine de oriente medio y que hace arrasar particularmente al iraní en los festivales de medio mundo.
Quizá cansado de mostrar esa cruda realidad rural de sus compatriotas, en su última película, Nadie sabe nada de gatos persas, se adentra en uno de los problemas sordos de la Teherán actual: la incesante censura del gobierno de Mahmud Ahmadineyad y la fuerte presión de los fundamentalistas religiosos ante la música y los sonidos “impuros” de occidente. Una represión a las expresiones artísticas que emitan ese impertinente tufillo a aperturismo. Una persecución que lleva a muchos jóvenes a pasar por la cárcel, pero que no les impide seguir formando miles de grupos musicales. Oleadas de jóvenes que luchan desde el subsuelo, desde la clandestinidad, desde la oscuridad de los garajes y azoteas de una ciudad que late con fuerza a pesar de las dificultades. A través de este docudrama (todos los personajes de la película -exceptuando a Nader, el incansable representante musical de los protagonistas Ashkan y Negar- son reales y se interpretan a ellos mismos), el aclamado director nos acompaña en un paseo por la música actual iraní; por un mundo repleto de trabas en forma de permisos, autorizaciones y leyes absurdas, de la que obviamente tampoco se escapa el cine. La mayor parte de la filmografía de Bahman Ghobadi, premiada en medio mundo, no ha sido estrenada en las salas de Irán. Sólo puede verse a través de copias piratas distribuidas por el propio director. Nadie sabe nada de gatos persas (ganadora del Premio Especial del Jurado en la sección “Una cierta mirada” del Festival de Cannes 2009) fue rodada de manera clandestina, en apenas tres semanas, cámara en mano, sin licencias de ningún tipo. Por supuesto, no estrenada en Irán y con un Bahman obligado al exilio si quiere volver a hacer cine.
Un formato casi documental (quizá la parte de ficción, sobre todo el final, reste un poco de credibilidad a la historia), plagado de videoclips musicales, de denuncia, pero sobre todo de esperanza. La esperanza de ver a una importante y creciente cantidad de jóvenes luchando por algo que no debería ser discutido: la libertad artística. Como muy bien explica uno de los músicos en la película, “hemos subido aquí para poder gritar, para despertar a la ciudad, a todos estos edificios, a las calles. Si cantamos enterrados el sonido no pasa del techo”.
Michi
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7 de julio de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bahman Ghobadi saltó a la fama con la aclamada Las Tortugas también vuelan pero me resultó demasiado intencionada, el autor retoca todo para conseguir un efecto deseado. No me convenció, está bien pero esta película Nadie sabe nada de gatos persas mucho menos reconocida me parece mucho mejor aunque tenga peor nota. Está más lograda.

De todos modos me parecen ambas mucho mejor que la película iraní Nader y Simin, una separación, película que ganó muchos premios internacionales, el óscar a la mejor película de habla no inglesa sin ir más lejos. Y es que hubo un tiempo no hace mucho que el cine iraní se puso ciertamente de moda. De todos sus autores yo me quedo con éste, Bahman Ghobadi ya que es un autor muy interesante.

Nadie sabe nada de gatos persas es una película muy recomendable, unos jóvenes iraníes desean, anhelan tocar indie, rock y viajar al extranjero, empiezan un periplo para lograrlo y es que necesitan autorizaciones. pasaportes para viajar... y se ve al mismo tiempo un retrato muy bien rodado y narrado de la vida dentro de la sociedad iraní. Siempre te imaginas a británicos y norteamericanos tocando en grupos de música pero el mundo es grande y guarda más sorpresas de las que te imaginas, una de ellas es esta bonita película Nadie sabe de gatos persas sobre unos músicos en Irán. Buena.
Halcombe Norilsk
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