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Hojas de otoño

Comedia. Drama. Romance Ansa es soltera y vive en Helsinki. Trabaja con un contrato de cero horas en un supermercado, abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Una noche se encuentra accidentalmente con el igualmente solitario trabajador Holappa, un alcohólico. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una relación. Como resultado, Holappa logra controlar su adicción al alcohol.
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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
27 de mayo de 2023
126 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un habitual de Cannes

Desde que presentara en 1996 Nubes pasajeras, Aki Kaurismäki se ha convertido en un nombre habitual del Festival de Cannes. El director finlandés ha ido exhibiendo desde ese momento en el certamen la mayoría de sus películas que han sucedido a esta, incluyendo proyectos conjuntos con otros realizadores. Aunque su último largometraje hasta la fecha, El otro lado de la esperanza, fue parte del Festival de Berlín, eran muchas las voces que vaticinaban que su nuevo trabajo iba a ser parte de la Selección Oficial de Cannes de este año. Y así ha sido. Tras un hiato de seis años, Kaurismäki ha vuelto al cine con Fallen Leaves y lo ha hecho en la Croisette.

*Un estilo genuino e innegociable

El cine, como todo, ha cambiado bastante durante estos seis años. Pero Aki Kaurismäki no. Sus personajes de semblante gélido, de diálogos breves y de sentencias tajantes continúan presentes. Sus planos estáticos, también, al igual que las elipsis y los fuera de campo. Persisten los ambientes de clase trabajadora y los amores puros de sus protagonistas. Por ello, casi desde el primer segundo hay una sensación de agradable familiaridad en Fallen Leaves.

La historia de amor entre Ansa (Alma Pöysti) y Holappa (Jussi Vatanen) rápidamente nos lleva a la de otros personajes del universo Kaurismäki, como la de los protagonistas de Ariel por la instantaneidad de su enamoramiento o la del matrimonio de Nubes pasajeras por su estoicismo para salir adelante ante las adversidades. La visión y el estilo de Kaurismäki son innegociables. Y aunque el simple hecho de seguir siendo fiel a sí mismo no convierte automáticamente a Fallen Leaves en una excelente película, sí que reafirma una vez más a su director como un verdadero autor.

*Ejecución impecable

Lo que hace grande a una película pequeña en su coraza como esta es que Aki Kaurismäki, una vez más, muestra que su entendimiento del lenguaje cinematográfico es impecable, al igual que la precisión de sus guiones. No sería exagerado, incluso, decir que con los años ha pulido aún más si cabe sus virtudes. Comprende como nadie la conveniencia de una elipsis para trasladarnos de un momento a otro en una relación amorosa o el uso de la música diegética como forma de expresión de la situación vital de sus protagonistas. Kaurismäki se vale de sus armas y no necesita más de 90 minutos para contarnos la historia de amor más tierna y pura del año.

Al finlandés no le hacen falta grandes diálogos ni actuaciones estridentes. Con un primer plano que lo dice todo simplemente por ser un primer plano, le basta. Nos pasamos el tiempo buscando y rebuscando y a veces da la sensación de que el cine, como la vida, es una cosa menos complicada de lo que imaginamos. Quizás al final, las cosas son mucho más sencillas de lo que pensamos. Y pocos directores dominan tan bien lo sencillo (que no lo simple) como Aki Kaurismäki. Su nueva película es una muestra de resistencia de un personalísimo estilo. Y en tiempos como los que vivimos, se siente como un regalo.

*Conclusión

Fallen Leaves, el regreso de Aki Kaurismäki, es una tierna historia de amor marca de la casa. Todas las virtudes del trabajo del finlandés están presentes en esta divertida, entrañable y certera película, una de las grandes obras presentadas en el Festival de Cannes de 2023 y la enésima confirmación de su director como un cineasta espléndido.

Escrito por Juan Galarza López
Cinemagavia
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1 de octubre de 2023
104 de 129 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tiempos de neoliberalismo desatado, cuando la vida desaforada está en muchos sueños e imágenes como paradigma de éxito, las películas de Aki Kaurismäki parecen una tabla de salvación moral y ética. También de salvación estética y de originalidad. Su puesta en escena, de la que se adivinan referentes clásicos de los que no rehúye, muestra un mundo donde parece haber quedado congelada un tipo de vida ya lejana, en la que los individuos se mueven por sentimientos, problemas y necesidades sinceras. La casi ausencia de diálogos y la parquedad de sus personajes, convierte cada escena en una divertida coreografía de miradas y comportamientos donde afloran los sentimientos fundamentales. Esa poética de personajes hieráticos y derrotados supone una clara denuncia a la opresión laboral y al ritmo de vida actual, así como, paradójicamente, una evidente llamada a la lucha o, al menos, a la resistencia. En su cosmos, Kaurismäki narra situaciones y retrata universos individuales y colectivos con la benevolencia que da la verdad de lo que conoce, defendiendo la dignidad de sus personajes y aspiraciones con una ternura y una vehemencia que constituye una implicación artística y humanística que ya de por sí emociona. No cabe duda de que le echaremos de menos.
Una película modélica y paradigmática del cine caricaturizado, agradable y ácido de Aki Kaurismäki, que posee una historia muy inocente de personajes acartonados y dependientes, pero también sensibles y partícipes de un mundo en común donde todavía sobreviven algunos vínculos leales. Una oda a la vida sencilla y al mundo obrero, así como a los errores y las segundas oportunidades, llena de humor y vitalidad, que supone, además, un precioso homenaje al gran Charles Chaplin.

www.peliculismo.es
Peliculismo
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14 de enero de 2024
62 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo una semana dándole vueltas a por qué no me ha gustado esta película. Para responder a esta pregunta debo hacer primero algunas consideraciones de carácter general. En primer lugar- y contra lo que yo mismo venía pensando hasta ahora- no todas las películas de Kaurismaki son iguales. Es verdad que todas tienen un notable aire de familia- más acentuado a medida que pasan los años y el director se copia a sí mismo-, pero Kaurismaki no rueda siempre la misma película. "Contraté a un asesino a sueldo" no se parece en absoluto a "Nubes pasajeras" ni "El hombre sin pasado" a "La chica de la fábrica de cerillas". En segundo lugar, Kaurismaki es un escritor muy limitado. Yo no diría que es mal guionista pero sí un guionista peculiar y de pocos recursos. Si los guiones le funcionan- y hasta ahora le venían funcionando- es gracias, sobre todo, a la forma en la que están rodados. Merced a la contención y el humor, resultan creibles y emocionantes situaciones o líneas de diálogo que, de cualquier otra manera, resultarían inverosímiles o sencillamente ridículas. El hieratismo y laconismo de los personajes, así como el ritmo pausado, no son caprichos del director, sino una condición necesaria para que funcionen unos guiones que, rodados de forma naturalista, resultarían irrisorios.
Dicho esto, el guión de "Fallen leaves" es tan rematadamente malo que ni el estilo característico de Kaurismaki consigue sacarlo adelante. Se trata de una repetición del consabido esquema "chico conoce chica/ chico pierde a la chica/ chico recupera a la chica". Ahora bien, ese esquema hay que rellenarlo de alguna manera y a Kaurismaki solo se le ocurren arbitrariedades y bobadas. El alcoholismo del protagonista, que hubiera debido ser el motivo principal de la película, está tratado de manera superficial, poco convicente (no hay quién se crea que ese tipo es un borracho) y, horror de los horrores, moralizante. Me da igual si, como sugirió mi amiga Helena, la historia no es más que un pretexto para hacer un homenaje a un cine definitivamente extinto o, sencillamente, al cine. Es cierto que ese homenaje está en la película (desde el precioso cartel promocional hasta la última frase, pasando por la escena del cine y la profusión de carteles de películas clásicas- con los letreros en finés, para que sea más divertido descifrarlos-) pero me importa un pimiento. La historia es una pamplina y la forma de contarla no sólo no consigue que la cosa funcione sino que hace que resulte aún más irritante. Se acaba la película y uno tiene la sensación de que ni siquiera ha empezado. La música, como de costumbre, es muy bonita y hay alguna escena que recuerda los viejos tiempos (el despido del supermercado) e incluso algún chiste gracioso (la alusión a Bresson a propósito de una película de zombis), pero nada más. Y ni siquiera sale Kati Outinen. ¿Pero esto que coño es?
Mi consejo, naturalmente, es que vayan a verla y pasen por caja, en primer lugar, porque es de Kaurismaki (y a mí no me conocen de nada) y, en segundo, para que el viejo gane mucho dinero y pueda volver a hacer otra película, que espero que le salga mejor que esta.
Cleovigilda
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22 de enero de 2024
49 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de la película es la aparición de las hermanas Karjalainen que conforman el dúo finlandés de synth pop Maustetytöt.
Todo lo demás, pues lo ya sabido de un director que sigue anclado en la misma fórmula desde hace décadas y que, por lo que parece, factura filmes baratos con una estética que gusta en los festivales de cine. Para qué esforzarse más en un guión que hace aguas por todas partes.

La rendición de la crítica a Kaurismaki es un fenómeno digno de estudio: "mejor película del año", "obra maestra", " arrebatadora crítica a la sociedad contemporánea"... Calificativos que encajan muy poco en un filme aburrido, soso y que a duras penas se sostiene por el preciosismo de algunos escenarios.

La trama es simple a más no poder, acaso una fotografía interesante en algunas escenas y algún chiste cinéfilo lejanamente gracioso. Válgame dios si esto es una muestra del mejor cine europeo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Trecet
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28 de diciembre de 2023
56 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Ansa y Holappa compiten por ver quién de los dos lleva una existencia más gris y deprimente, en la periferia (geográfica y social) de Helsinki. Y ambos le ponen el listón muy alto al adversario…

¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Aki Kaurismaki solo me había dado alegrías hasta ahora, así que no podía perderme su nueva propuesta. Incluso aunque no hubiera llegado con la aureola del Premio del Jurado de Cannes, y un montón de nominaciones a los galardones más prestigiosos.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
No se me ocurre manera más gráfica de plasmar mi postración ante la película de Kaurismaki que la siguiente: estoy pasando unos días de relax en Barcelona, después de unas semanas de máxima exigencia laboral; entre otras cosas, voy a ir mucho al cine, aprovechando la magnífica oferta VO que brindan las salas grandes y pequeñas de aquí; de hecho, ‘Fallen leaves’ fue la tercera película que vi, y la primera de la que salí con tantas endorfinas en el cuerpo que no podía dejar de escribir sobre ella; si tenemos en cuenta que las dos cintas anteriores las firmaban Luchino Visconti y Yasujiro Ozu, creo que está todo dicho….

Kaurismaki, además, no hace sino confirmar que solo me causa placer. No le conocí hasta 2012, cuando topé con él casi de improviso, viendo ‘El Havre’. En 2017 me tocó la fibra con ‘El otro lado de la esperanza’, y por eso fue uno de los directores en cuya filmografía abundé durante mis tiempos de cinefilia casera por confinamiento, rescatando sus ‘Nubes pasajeras’. Tres precedentes, tres triunfos. Entraba al cine con las expectativas desatadas.

Y, para mi pasmo, ese cine al que entraba estaba lleno hasta la bandera, no quedaba un asiento libre. Vale que no era una sala enorme, sino recogida como lo es toda cooperativa cinéfila. Vale, también, que era el Día del Espectador. Pero que una película en versión original en finés llene un cine no entraba en mis esquemas. Y lo más sorprendente es que la experiencia no me resultó cargante… Nadie masticaba, ni encendía a hurtadillas la pantalla del móvil, ni cuchicheaba. En pleno diciembre, ni siquiera escuché una sola tos en toda la proyección. Cuando se dice que lo de ir al cine tiene el punto de compartir una experiencia, me suele sonar a tópico. Pero esta vez ha sido real. Y me ha resultado estimulante.

Mi confianza en Kaurismaki era tal que ni había leído la sinopsis, así que entraba virgen, sin saber qué me esperaba. Pronto descubrí que me había citado con Ansa y Holappa, dos almas dolientes que navegan por una sociedad deshumanizada y fría. Ella es reponedora en un supermercado, y él operario metalúrgico de baja estofa. Ella vive en un cuchitril… que para sí quisiera él, que duerme en una litera de mala muerte junto a sus compañeros de trabajo. Ninguno de los dos siente motivación por su trabajo, y sus expresiones abúlicas fuera de horario laboral evidencian que tampoco el tiempo libre colma sus espíritus. Cuando se encuentran por primera vez, apenas reparan el uno en el otro, porque son meras carabinas del fallido flirteo entre la amiga de ella y el colega de él. Tendrán una segunda oportunidad, y arrancará entonces una gynkana llena de obstáculos que habrán de superar para que su relación tire hacia adelante.

Por si no fuera suficiente el arranque de esta valoración, en el que me permito el sacrilegio de minusvalorar a Visconti y Ozu (aclararé que me gustaron tanto ‘Rocco y sus hermanos’ como ‘Historia de un vecindario’, pero no me encendieron la chispa para ponerme a filosofar sobre ellas), puedo exponer otra evidencia que da fe de lo mucho que valoro ‘Fallen leaves’: y es que solo de una obra mayúscula se puede salir con el buen cuerpo que yo saqué, pese a haber tenido el alma encogida durante la mayor parte del metraje, en empática solidaridad con los protagonistas. Creo que el autor, aunque riega su film de esporádicas perlas humorísticas, tiene toda la intención de sumirnos en el desamparo, de contagiarnos la tristeza vital que acompaña a Holappa y Ansa. Y conmigo, desde luego, lo consiguió. Pero, incluso durante esos pasajes de vacío existencial, mi sensibilidad cinéfila daba palmas, disfrutaba y se vanagloriaba ante una película notable. El caso es que, en el tramo final, mitad porque algunos aspectos argumentales mejoran, mitad porque al alma humana no le gusta sufrir y aprovecha cualquier resquicio para escapar, terminé superando mi bajón, y cuando abandonaba la sala (al igual que todos mis congéneres tras degustar incluso los títulos de crédito) lo hice sin restos de pesar, incluso con más ligereza de la que tenía al entrar. Solo un talento especial como el de Kaurismaki puede obrar semejante conjuro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naroa Lopetegi
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