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Las confesiones del Sr. Schmidt

Drama. Comedia Warren Schmidt (Jack Nicholson) se acaba de jubilar y se siente completamente desorientado. Además, no puede soportar la idea de que su única hija (Hope Davis) se case con un necio. Por si esto fuera poco, su mujer muere repentinamente. Tratando de darle algún sentido a su vida, decide emprender un viaje en busca de sus raíces. Después de cruzar el estado de Nebraska en caravana, llega a Denver, la ciudad donde vive su hija. Tras ... [+]
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Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
4 de julio de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espectacular película desde mi experiencia. No podía pedir más, lo vi todo, lo sentí todo.
Primeramente, mi actor favorito de todos los tiempos Jack Nicholson, después, ver a un Jack Nicholson en su máximo esplendor, es ver mucho y aquí lo vi. Jack Nicholson fusiona perfectamente la comedia con el drama, siendo acá, un personaje tragicómico, de matices varios y maravillosamente interpretado.

La historia es abrumadora, realista, sincera, honesta, veraz, con ese toque de humor negro maravilloso y con un final que denota un sentir por la vida espectacular. Porque la vida en esencia es eso, no lo material. Son los sueños realizados, la huella que dejamos (positiva), lo que construimos, cambiar y mejorar la vida de los demás, etc.

Totalmente recomendable para esos momentos en que la mente y el corazón flojean un poco, en el que nuestro camino a veces parece estar en la oscuridad, para volver a estar de pie, y saber que somos una individualidad muy poderosa y única.

Que las actuaciones, el guion y el ritmo, son simplemente son espectaculares.

Yo: Mateo, viste y sabes de cuando no tienes un buen o una mala racha de hace tiempo.
Mateo: Sí.
Yo: Y que, por causalidades de la vida, pones la televisión, canales al azar y, de pronto, está allí, “Las Confesiones del Sr. Schmidt”.
Mateo: Sí.
Yo: Y es justo el momento en el que recuerdas porqué tienes vida, porque sigues acá. Momento justo en el que recuerdas lo bueno que has hecho en esta vida y que, por cuestiones de la vida, a veces se te olvida.
Mateo: Sí, es como un momento épico y poético. Justo el momento de seguir o volver a arrancar.
Yo: ¡Exacto!
Cosmonauta
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8 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la película, Warren Schmidt (Jack Nicholson), es un empleado de una empresa de seguros que inicia su jubilación sin mucho ánimo y prácticamente desorientado. Al poco enviuda y su hija se casa quedando prácticamente solo. Sólo el apadrinamiento de un niño africano y las cartas que le escribe, le sirven a modo de terapia.

Estamos ante una espléndida película de Alexander Payne, que sabe mezclar sabiamente secuencias dramáticas y negras, con un humor propio de gran maestro. Por lo tanto, una pulcra realización de este drama-comedia que evidencia la capacidad de Payne para poner el dedo en la llaga con humor, en las miserias y desdichas de esta sociedad de consumo competitiva y pobre moralmente, y retratando a un individuo patético con una vida mediocre. Un guión certero muy bien escrito del propio Pyne junto a Jim Taylor, basado en la novela de Louis Begley. Fotografía espléndida de James Glennon y una música que acompaña muy bien el film de Rolfe Kent

En cuanto al reparto hay sobre todo dos pilares, un Jack Nicholson que roza la perfección interpretativa y que hace un papel de hombre mediocre y sin muchas opciones en la vida; uno de esos papeles que nunca se olvidan. E igualmente destaca en su papel de secundaria la magnífica Kathy Bates, sin olvidar los papeles también muy bien interpretados por Delmont Mulroney, Hope Davis, Howard Hessemann, Len Criou o June Squibb, que conforman un equipo actoral de primerísimo orden.

Un hombre mayor que de pronto tiene que soportar la jubilación y la viudez, que queda solo, sin el apoyo de su única hija, y con estos mimbres Payne construye una cinta interesante y a la vez dramática, sin perder su veta de humor negro tan bien interpretada por Nicholson. En esta película hay dos viajes, el físico, el que el protagonista inicia con su autocaravana, y el psicológico, que concierne a su vida y a su condición de viejo solo y jubilado, y en ambos Warren Schmidt encuentra un camino de frustraciones, abandono, engaño, vergüenzas y fracasos. El personaje Schmidt toma conciencia de que nunca ha hecho nada relevante en su vida, ni tampoco ha sido muy generoso en lo que toca a ayudar a los demás, o sea, una vida gris y mediocre como la de tantos humanos que pueblan la tierra. Sólo Ngudu Ubu le cambiará el sentido y la visión de las cosas. Es, así, un film inteligente en el que empatizamos con el perdedor Schmidt, porque de alguna forma nos representa a una gran mayoría, dentro de un mundo que deja pocas opciones creativas, un mundo que nos fagocita y que alienta el conformismo e ignora o desprecia lo que es distinto u original, o al que tiene sus propias ideas (“No a la gente no gusta que uno tenga su propia fe”, que decía Georges Brassens).

No es una película fácil por el desasosiego que transmite junto al alto nivel de frustración a que está sometido el personaje, y tras el humor “marrón” que transpira, late un elevado tono de amargura. Pero eso sí, esta obra es un retrato crítico sobre el hombre, y sobre todo de la vejez en este mundo globalizado y moderno, en esta sociedad que dicta casi “manu militari” sus normas y deja pocas salidas y poco tiempo para el autoconocimiento y la expresión de las emociones más genuinas del ser humano, algo tan preciso en la Tercera Edad. Yo recomiendo esta película, y lo hago porque creo que es una buena película, a la vez que transmite una buena enseñanza.
Kikivall
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6 de abril de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que esta película no es tan grande como otras que ha hecho este excelente actor, pero no por ello es mala. Es una pena que no sea tan recordada ni conocida por el gran público.
La historia es un drama muy sencillo sobre lo que conlleva hacerse viejo, pero gracias a Nicholson no se queda en el telefilm aburrido que podría haber sido si la hubiera hecho cualquier otro.
El papel de jubilado triste le sienta perfectamente. Con su exagerada expresividad, transmite la apatía, sensación de soledad, cierta pena y ganas de reinventarse del personaje protagonista. La historia nos cuenta que hay que adaptarse a los cambios, por poco que nos gusten, y que el ser humano tiene que tener una meta (o inventársela) para sobrevivir psicológicamente. Y todo eso es independiente de la edad.
Al mismo tiempo, la vida de Schmidt parece no importarle mucho a los que le rodean, ni siquiera a su propia hija. Es otra de las cosas que se nos muestran aquí: el abandono social y familiar que muchas veces tienen que sufrir los mayores. La verdad es que aunque todos parezcan tratarle bien y hacerle caso, da la sensación de que en el fondo están haciendo el “paripé” y en realidad pasan completamente de él. Schmidt está realmente muy solo, pero Nicholson también le aporta al personaje también un toque de pasotismo. En ocasiones todo le da igual a un hombre que como se suele decir, tiene todo el pescado vendido. Se nota en el discurso (que para nada siente de verdad, aunque lo finja), que da en la boda.
Del resto del reparto me quedo con la aparición de la genial Kathy Bates, que aquí es una mujer especialmente peculiar.
La película es tan simple que solo es buena por la actuación de Nicholson. Se trata de uno de esos raros ejemplos en los que una estupenda interpretación de un personaje carismático e interesante, supera a todo lo demás, aunque el guion no sea gran cosa.
i42poloj
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23 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Nebraska un ser semiimportante, marcha, arranca, una historia verdadera.
De ataúdes y caravanas.
No acaba de encontrar el tono entre el simple realismo crítico irónico ambiguo a bote pronto, tal vez íntimo humorístico, y la ácida parodia sorna sarcástica a todo trapo de brocha gorda, sin ambages ni cortapisas, caiga quien caiga, a tumba abierta y por el camino pierde todo atisbo de sutileza, se empantana, ni está ni se la espera, caras de Nicholson (devastado, de nada se entera, la vida que le aplasta y más si cabe todavía se alela, nada comprende ni puede, cero a la izquierda), o de algún otro tonto, como contraste para que surja la carcajada inopinada.
Ira, miedo, tristeza y soledad, los cuatro jinetes del apocalipsis tan habitual, el pan nuestro de cada día.
Retrato fidedigno. Análisis certero. De entretiempo.
La gente es idiota (¿egoísta/insensible?), de forma rutinaria, por encargo, no es cosa suya, nada personal, un compromiso, obligada, por contrato, viene de nacimiento, el adn, ni mala ni buena, sin remedio, y hace lo que puede, es decir, nada, hasta que llega la guadaña y a tomar por culo las bicicletas, que usted lo pase bien, camina o revienta, levántate y anda.
Nadie entiende a nadie ni le importa un carajo de la vela, sálvese quien pueda, cría cuervos o lechuzas, rompecabezas romo, somos islas solitarias, trozos de madera a la deriva, guasa, sordos y ciegos, pena, sin sustancia.
Hombre masa, hombre medio, hombre sin atributos, es todos nosotros, unos más que otros, lobotomía, a la intemperie, de necios la conjura (tal vez hasta de los boyardos), como si nunca hubiera existido (y gracias, mejor ser olvidado que recordado, ese enorme ridículo, esa vergüenza surcando el tiempo, que te saquen cantares), ni huellas ni sentido, ni rastro o rastrojo, un mojón borrado en el camino perdido, no direction home, a lo sumo.
No está vivo ni muerto, es eterno.
El coronel no tiene quien le escriba.
¿Quién es esa vieja pelleja?
A la vejez viruelas, o conciencia que viene a ser lo mismo, apadrina del áfrica tropical un negrito que cultivando cantaba la canción de la coca cola y también del cola cao, venga, menda, ayuda.
No hay nada más triste y/o deprimente que una boda, está comprobado, ve películas, hombre, dan ganas de colgarse del palo mayor, de una horca, las flores rotas.
No somos nada... y eso es mucho, demasiado, un exceso, pasarse de marca o rosca, muchísimo.
Ferdydurke
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9 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un canto a la vida, al volver a empezar, al nunca es tarde. Todo muy tópico y todo llevado con un gusto exquisito, tanto que "A propósito de Schmidt", ya lo digo, es una de mis películas favoritas. No es perfecta, hay actores que no eran los adecuados y posee algún pasaje algo prosaico, pero es una de esas películas que las siento mías, como a ese Warren Schmidt y su viaje emocional.

Llega la jubilación, fallece la esposa y la hija se casa. Todo eso te dice que eres menos útil, que estarás más solo, que te aburrirás más y que te morirás más pronto que tarde. Normal que Warren se sienta perdido, como barco a la deriva. Lo que hace Alexander Payne es armar, a partir de ahí, una escalada para salir del pozo, y lo hace con maestría, pues emociona hasta el más insensible.

El guion vivo, divertido y humano, la fotografía de esa América de carreteras secundarias tan decadente, la ocurrente banda sonora, un protagonista majestuoso y un actor aún más majestuoso. El mejor Jack Nicholson. Lo que hace aquí es digno de los mejores, cómo cuida cada detalle, cómo no pierde ese punto pícaro tan suyo y, al mismo tiempo, nos mata con una mirada que dice tanto. Merecía el Oscar, pero hacía demasiado poco que había ganado el tercero. La Academia fue cobarde.

June Squibb posee el otro gran personaje de la cinta. Ella está tan fantástica como él, tan verosímil y tan hilarante. A ese matrimonio te lo crees al segundo. Kathy Bates, por su parte, aporta el carisma y el saber estar de una gran actriz, aunque su personaje, como todos los que no son el matrimonio, resultan muy inferiores. No insatisfactorios, pero sí inferiores.

Lo dicho, una película que me ha ganado el corazón, que me ha hecho reír y emocionarme, una película que es tan mundana y tan sorprendente como la vida misma, protagonizada por un matrimonio que recordaré y a cuyos actores los admiro, hoy, más que ayer. No se la pierdan.
Jaime Flores
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