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Vera Cruz

Western. Aventuras En 1864, con el apoyo de los conservadores mexicanos, Napoleón III de Francia (1852-1871) impone como emperador de México a Maximiliano de Austria, lo que provoca la rebelión de los juaristas. En plena guerra civil, dos mercenarios americanos (Gary Cooper y Burt Lancaster), tratando de sacar partido de la situación, ofrecen sus servicios al mejor postor. Así es como conocen a una hermosa juarista (Sara Montiel) y a una condesa francesa ... [+]
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
12 de febrero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desapegada causticidad, no exenta de insurgente vitalidad, de Vera Cruz (1954), de Robert Aldrich, causó impacto en su momento. Su aparente amoralidad desconcertaba a la par que fascinaba, como si el paisaje del género mostrara de modo más evidente sus claroscuros, pero sin desterrar el arrollador dinamismo de la aventura. Esto se debe, en primera instancia, al dibujo de su dueto protagonista, Trane (Gary Cooper) y Erin (Burt Lancaster), que pueden representar la desilusión y la falta de escrúpulos. Es una singular alianza la que se establece entre dos hombres que han cruzado la frontera, hacia Méjico, tras acabar la guerra civil, en busca de fortuna (lo que implícitamente indica en qué estado precario ha quedado el país). Significativamente, el primero (un hombre derrotado, oficial sudista que reconoce que su error fue librar su última batalla en sus propiedades) viene solo, y al segundo se rodea de una patulea de brutos depredadores o aves rapaces (a excepción, también, significativamente, de un soldado negro que porta el uniforme del norte) de la que es el líder. En el dibujo de Trane, aunque Cooper se esforzara en suavizar aristas, radica la elusión de un posible maniqueismo de base. No es que carezca de integridad, pero su motivación, como para el resto, es la de conseguir dinero, y por ello tampoco pone impedimentos en ponerse al servicio de los poderosos, el ejercito del emperador Maximiliano, al aceptar escoltar, junto a Erin y sus secuaces, un carruaje que porta oro (para conseguir armas de los franceses), en vez de apoyar a los desfavorecidos, lo que implicaría unirse a los insurgentes juaristas. Trane es también un mercenario, cuyo rival, u obstáculo principal, no solo será el contingente juarista, sino el resto de supuestos aliados, sea Erin y sus secuaces, la condesa Duvarre (Denise Darcel) o los militares, todos los cuales compiten en una partida solapada e inclemente para ver quién se queda con el oro.

Verá Cruz marcó un antes y un después en el género, por esa caracterización de personajes, la preponderancia de los detalles sórdidos o turbios, y un montaje más fragmentado, con una menor duración de los planos de lo que solía ser habitual. Se puede considerar a Vera Cruz como un influyente antecedente de excelentes obras como Los siete magníficos (1960), de John Sturges, Los profesionales (1966), de Richard Brooks o Grupo salvaje (1969), de Sam Peckinpah, en las cuales intervendrían algunos de los actores que interpretan a los secuaces de Erin, caso de Ernest Borgnine o Charles Bronson, quien, como Jack Elam, también colaboraría con Sergio Leone, en cuyo tratamiento ambiental, o de caracterización, también se puede advertir la influencia de Vera Cruz. También en la alianza transitoria entre Erin y Trane se puede ver una variación de la que establecían de modo provisional los personajes de James Stewart y Arthur Kennedy en Horizontes lejanos (1952), de Anthony Mann (con guión de Borden Chase, en uno de cuyos breves relatos está inspirada Vera cruz). No es díficil intuir que no es un afecto lo que se ha establecido entre ambos, sino que la admiración de Erin por Trane, unida a la conveniencia que ve en su alianza, alienta un pacto que en cualquier momento tendrá fin. Ya están esplendidamente definidos en su presentación. Trane le pide que le venda un caballo, ya que el suyo se ha roto una pata, y Erin, con una sonrisa de hiena, acercándose al mejor de sus caballos le dice que adivine cuál le vende (y a un precio desorbitado). Cuando Trane mata al a caballo para evitarle sufrimiento, Erin desenfunda al mismo tiempo, sorprendido de su gesto (en alguien que siempre va a ver al otro como una amenaza)

Particularmente espléndida es la secuencia en el palacio de Maximiliano (George Mcready), con pruebas de puntería entre Trane, Erin y Maximiliano, y con vivaces golpes de humor, como la observación del envarado capitán Danette (Henry Brandon), al verle beber vino a Erin, que señala que tenga cuidado porque le puede caer algo en la boca. Y la posterior anécdota que cuenta Trane sobre un soldadito de plomo que perdió de niño, y que ahora ha encontrado (en alusión a Danette). En suma, puro vitalismo condimentado con cáusticas especias. Burt Lancaster y su socio Harold Hecht habían ya anunciado antes de rodar Apache (1953), que Vera Cruz, para la que Roland Kibbee y James R Webb adaptarían un relato de Borden Chase, sería su siguiente proyecto. Al finalizar el rodaje informaría de que Aldrich sería el director. La United Artists, satisfecha con el éxito económico de Apache convirtió el acuerdo previo de la producción de dos películas más en un contrato de dos años que implicaba siete producciones. Antes de a Gary Cooper su personaje sería ofrecido a Clark Gable quien lo rechazó porque temía quedar oscurecido por Burt Lancaster. Vera Cruz sería la primera producción que se rodaría en localizaciones mejicanas. Pero las autoridades mejicanas no quedarían muy contentas con la descripción de su país, por lo que las posteriores producciones que se rodaran en Méjico debían ser supervisadas por censores. En 1963, Aldrich comentó que trabajaba en una secuela, There really was a gold mine, pero nunca fue realizada.

Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
cinedesolaris
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24 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto los spaghetti westerns de gente como Sergio Leone o Sergio Corbucci, así como el mismo Sam Peckinpah en alguno de sus films se han visto influenciados (consciente o inconscientemente) por este popular título de Robert Aldrich.

Con producción de Burt Lancaster, Aldrich saca adelante con solvencia este entretenido western de aventuras basado en un relato de Borden Chase y encuadrado en un lugar predispuesto para el encuentro de mercenarios de distinto pelaje como es el México revolucionario.

La española Sara Montiel forma parte del fenomenal reparto de esta animosa buddy movie narrada con enérgico vigor y con un tono informal y desenfadado, sobresaliendo unos cínicos e irónicos diálogos, un divertido y sonriente Burt Lancaster, una hábil puesta en escena y unas hermosas localizaciones mexicanas en primoroso Technicolor bajo el formato SuperScope.
BartonKeyes
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28 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos en 1864, cuando Napoleón III de Francia, apoyado por el sector conservador mexicano, impone como emperador de México a Maximiliano, archiduque de Austria, lo que provoca la rebelión de los llamados juaristas.

Hay, pues, una guerra civil, y en ella dos mercenarios americanos (Gary Cooper y Burt Lancaster), intentan redituar la situación, ofreciendo sus servicios a quien más pague. En esas, conocen a una bella juarista (Montiel) y a una hermosa condesa francesa (Darcel).

Aldrich hace un filme de categoría, pero sin que tengamos que echar las campanas al vuelo. Guion escrito por Roland Kibbee y James R. Webb, historia del escritor neoyorquino Borden Chase. Es un libreto cuajado, si bien patina un poco como libreto western clásico.

En el reparto destacan Gary Cooper (el noble y gris excoronel confederado) y Burt Lancaster (el fuerte, el malo, siempre de negro en su versión salvaje); ambos aportan trabajos actorales enérgicos, intensos y coloristas.

Junto a ellos nada menos que nuestra Sara Montiel, que venía del cine mexicano. El resto del reparto es de lujo con Ernst Borgine como pistolero malillo, George Macready, Jack Elam, Charles Bronson en sus inicios, Jack Lambert o Denise Darcel.

La música de Hugo Friedhofer es meramente compañía leve, no así la hermosa fotografía del magnífico Ernest Lazlo. Aunque las tomas de paisajes y pueblos mexicanos, incluidas ruinas precolombinas, y la puesta en escena, son meritorias.

La temática está muy vista. Un grupo de osados y violentos yanquis en territorio inhóspito, para cumplir una importante misión. Lástima que la contraparte sean franchutes con trajes de gala y lanzas y no indios o bandidos, lo cual estropea un poco la esencia del western.

Tampoco me gusta el retrato de los mexicanos con cara tontos y que siempre son abatidos en tropel, versus los americanos, que son mucho más aguerridos y eficaces.

Lamentablemente la película trata muy por encima el contexto histórico napoleónico y se centra sobre todo en el contraste entre los dos actores principales y sus intereses concretos de enriquecimiento.

Como escribe Palomo: “Aldrich vuelve a demostrar su dominio del género en este tractivo western (…) Duelo interpretativo de primera línea, sólido guion, diálogos intensos y derroche de aventuras”.

Y sí, de todo esto hay: encuentros entre rivales que luego se unen, la aparición del Winchester americano como arma adelantada en México, por lo tanto, hay balaceras, persecuciones a caballo, sorpresas variadas, saltos mortales en el guion y, sobre todo y también, un romance, el de Cooper y la Montiel, tan llamativo como histórico. Aunque la Montiel rehuyó de Hollywood.

Película, en fin, que alberga en su metraje los temas principales de Aldrich: el idealismo, la violencia, la amistad, todo ello tintado de un amargo toque de escepticismo e ironía.
Kikivall
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2 de febrero de 2007
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante western, buenas interpretaciones, solido guión, personajes definidos y sorpresa final. Película por la que no pasa el tiempo. Magnífco Burt Lancaster, cuya ambición no conoce límites. Inquietante Gary Cooper. Guapísima Sara Montiel. ¡Que viva México, pero que no viva tan lejos!
astimegoesby
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27 de abril de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un verdadero clásico del cine con dos superestrellas del cine internacional, el dos veces ganador del Oscar Gary Cooper (1901–1961) por "Sergeant York" (1941) y "High Noon" (1952) y el atleta del cine Burt Lancaster (1913–1994) y también ganador del Oscar por "Elmer Gantry" (1960).

El film cuenta con dos hermosas y talentosa actrices, la francesa Denise Darcel (1925–2011) del film "Westward the Women" (1951) con Robert Taylor (1911–1969) y la española Sara Montiel (1928–2013) recordada por el film "La violetera" (1958).

Completa el reparto Cesar Romero (1907–1994), el ganador del Oscar Ernest Borgnine (1917–2012), el clásico villano Jack Elam (1920–2003) y el rudo Charles Bronson (1921–2003).

Me encantaron las escenas de Sarita Montiel, la pelea que sostuvo con Charles Bronson y Ernest Borgnine y sus insinuaciones amorosas con Gary Cooper. La película tuvo un presupuesto de $3 millones y genero por venta de taquillas la cantidad de $9 millones en EEUU solamente, más $4.5 millones por la venta de alquiler en los videoclubes.
operez
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