Alanis

Una película angustiante por el conseguido realismo que emana la historia y la situación a la que se van viendo abocados sus personajes. Interpretaciones excelentes, sobre todo la de la protagonista. Una historia muy creíble, imprescindible, didáctica y generadora de conciencia social, con un final sin final. Merece la pena verla.

Había disfrutado bastante de “Por tu culpa” film de la misma directora, Anahí Berneri, por ello me dispuse a ver este film que también tocaba un tema de mujeres, en este caso nos encontramos con una trabajadora sexual que es desalojada de su casa y lugar de trabajo, y a causa de ello debe ingeniárselas para seguir con su vida y la de su pequeño hijo de 18 meses.

Son pocas las veces que termino de ver una película y siento que no me dejó nada, como si los 82 minutos que invertí en verla fueron una pérdida de tiempo. En este caso fue peor que otras veces porque me sentía como vacío cuando terminé de ver la película.

Además de haber disfrutado del otro film, leí varias críticas y todas eran favorables. No termino de entender que es lo que elogian tanto. El guion es muy chato, no pasa nada. Se queda a medias en varios sentidos, el más importante es el intento de “desmitificar” (¿Quizás?) el trabajo sexual, que hay chicas que lo eligen y no son obligadas a hacerlo (mal llamado “trata de blancas”) pero todo lo que le pasa a Alanis, tranquilamente lo puede vivir una madre soltera sin importar el trabajo. Creo que el foco del film estuvo errado, no era por ahí.

Lamentablemente no le creí nada a Sofía Gala Castiglione. No me pareció una buena actuación por parte de ella y el resto del elenco está en la misma, nadie se destaca. Es una especie de pastiche de escenas donde nos intentan mostrar una vida pero, como dije antes, se queda a medias y, como decía mi abuelo, las medias son para los zapatos.

La directora tiene un estilo de filmación muy particular que está presente en este nuevo film. Planos cortos, para que el espectador vea bien de cerca todo lo que les pasa a sus personajes principales, en este caso me parece que abuso de estos planos ya que hay algunos que no dicen nada y no suman. De nuevo la banda sonora casi nula de música y solo dependiendo del sonido ambiente de cada escena.

Mi recomendación: No es un film que le recomendaría ver a nadie, salvo que te guste el trabajo de Anahí.

Es cierto que la película cuenta con ese acto de valentía de contar la verdad, una verdad, la de la protagonista: su día a día con situaciones, que llegados a un punto se podrían discutir si son o no las más representativas para una película de 80 minutos. Se echa en falta saber qué piensa ella, pues solo se muestran sus acciones, pero no sus pensamientos, es decir, no se nos muestran el razonamiento de por qué ella decide llevar ese tipo de vida. Sin esa parte, digamos intelectual, la película queda lejos de lo que podría haber sido, si bien es cierto que no pretende crear empatía de ningún tipo, Anahí Berneri sí debería plantearse si la película llega o no al público, si las herramientas de su cine son las adecuadas para que nosotros comprendamos, exactamente, lo que su cine quiere contar y mostrar.

Fui a ver el film con gran entusiasmo, sobre todo por la buena prensa que recibió esta película. El resultado fue de estupor y vergüenza ajena.
No me explico de dónde sacan las cosas positivas a este film que es de una chatura argumental impresionante, aún más, si como se lo dijo a los cuatros vientos, “denunciaba” la situación de precariedad y abandono de las prostitutas y la violencia diaria en la cual les toca vivir.
Las situaciones son de los más pedestres: Quitemos de que es una prostituta y los conflictos y problemas son los MISMOS DE CUALQUIER MADRE JOVEN DESEMPLEADA.
¡Las actuaciones son mediocres, una fotografía inexistente, una edición rala… y las escenas PURO RELLENO! ¿Hace falta ver tantas veces cambiarse de ropa a la protagonista? ¿NADIE SABE LO QUE ES UNA ELIPSIS? ¿NADIE CONOCE LAS FIGURAS RETÓRICAS DEL CINE MÁS BÁSICAS?
Cuando me enteré de que estaba basada en un cortometraje comencé a comprender cual era la razón para tantas escenas de RELLENO.
¿CÓMO PUEDE SER EJEMPLO DE ALGO UN FILM QUE NI SIQUIERA ES UN TRABAJO DE BUENA CALIDAD DE CUALQUIER ESCUELA DE CINE?
¿Acaso vimos la misma película?
Inclusive, vuelvo a repetir, que aún tomándola como “cine de denuncia” está LLENO DE ESTEREOTIPOS, sin mencionar una xenofobia no muy bien ocultada.
Y eso si: Si hablamos de pobreza o de personajes en conflicto con la ley: NO PUEDE FALTAR LA CUMBIA. Claro, porque si eres pobre o un delincuente SOLO PUEDES ESCUCHAR CUMBIA.
¡Pobre Roberto Santucho que terminó en un cartel en una escena de una mala película!

*La dura vida de las trabajadoras sexuales

Alanis de la directora Anahí Berneri es una muestra más del casi siempre interesante cine argentino. En ésta ocasión es una magnífica descripción de la realidad clara y cruda de la prostitución cuando se realiza como dura salida ante la urgencia de criar una niña recién nacida.

Las primeras escenas nos presentan la vida cotidiana de la protagonista principal Alanis (Sofía Gala Castiglione) para contextualizar con gran realismo su lucha diaria por la supervivencia. Comparte vivienda con otra mujer algo mayor también trabajadora sexual, Gissela (Dana Basso) que cuida a su hija Dante (Dante Della Paolera) cuando Alanis recibe clientes.

Viven al día en un modesto piso hasta que una intervención policial haciéndose pasar por clientes acaba con el ingreso en prisión de Gissela y el cierre del piso. A partir de ahí empieza el deambular de Alanis en busca de alternativas para ganarse el día a día.

La fotografía de Luis Sens retrata de manera sobria y muy realista la vida luchadora de Alanis, ambientando muy bien el mundo de la prostitución callejera y en pisos. Hace aún más verídica la trama el buen montaje a cargo de Delfina Castagnino y Andrés Pepe Estrada.

Tras el cierre judicial del piso empieza la lucha continua de la joven madre por no hundirse y poder salir adelante con su niña. Sin vivienda recurre a una conocida. Andrea (Silvina Sabater), para poder dormir en el suelo de su tienda de ropa.

Las secuencias se engarzan con buen ritmo y una naturalidad fluida que hace muy creíble el estupendo guion que nos acerca sin paternalismos ni sensacionalismos a la vivencia personal de Alanis. La buena actuación general del elenco actoral contribuye a su gran veracidad.

*La desgarrada realidad de “Alanis”

Obligada por su precariedad extrema la joven madre se ve obligada a subsistir recurriendo a todo tipo de estratagemas y conductas ante la urgencia del mantenimiento de su niña de año y medio. Trabaja como asistenta por horas, prostitución con hombres mayores en el interior de sus coches o pequeñas sisas de dinero de la caja registradora de Andrea.

Hay que resaltar la cuidada dirección de arte y especialmente el vestuario a cargo de Roberta Pessi que sin estridencias ambienta de modo muy realista el mundo de la prostitución.

Hay secuencias muy bien desarrolladas como la de sus intentos de recuperar sus cosas del piso clausurado o la de la visita de Alanis a la cárcel para hablar con Gissela y llevarle ropa. Aún mejor es la entrevista del perito psicológico en la que el gran guion nos retrotrae al origen de su dedicación a la prostitución tras quedar embarazada de un irresponsable.

Alanis a sus veinticinco años y sin padre desde la edad de siete llegó con su bebé al gran Buenos Aires llevada por un cliente.

Con fluidez natural el buen ritmo de la película va avanzando el devenir de la protagonista en lucha por la supervivencia material básica en medio de la áspera cotidianeidad de su entorno.

La dirección de sonido de Catriel Vildosola y la música no desentonan en éste drama realista sobre la lucha de la joven trabajadora sexual por la superación desde la independencia y la dignidad personal. Sin hacer apología ni mostrar moralismos fáciles Alanis nos muestra el trasfondo de la prostitución como urgencia para la supervivencia.

*“Papito cógeme”

Por encima de su gran precariedad Alanis siempre se siente madre y está dispuesta a hacer todo lo que sea necesario por su niña Dante, recurriendo a la prostitución callejera cuando no ve otra salida. Destacamos la gran secuencia de la persecución y agresión por las otras meretrices callejeras a modo de thriller con un perfecto movimiento de cámaras y ambientación.

A medida que la película Alanis avanza sigue mejorando con el buen desarrollo del guion en cada nueva secuencia. Destacamos la gran interpretación del personaje de Alanis por Sofía Gala Castiglione, Concha a la mejor Actriz en el Festival de San Sebastián de 2017. Así mismo Anahí Berneri fue galardonada con la Concha de Plata a la Mejor Directora. Completó la tripleta el Premio Cooperación Española, siendo la película más premiada en esa edición.

La película tiene una secuencia difícil con resultado magistral que se desarrolla en el local “Fantastique” realizada con gran realismo y sin caer en lo sórdido. La acción comienza con el sensual movimiento en barra vertical para continuar con un brillante diálogo en plena actividad sexual. Pocas veces el cine retrata de manera tan realista y natural escenas de éste tipo.

Antes del final tendremos ocasión de admirar otras dos buenas secuencias cuando Alanis va a recoger a su hija y su comienzo de trabajo con una madama.

El magnífico guion de la película está basado en última instancia en el escrito por Jorge Ondanza para el corto “Alanisse”. La directora contó con el asesoramiento de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina por sus derechos) y de AMADH (Asociación de Mujeres por Derechos Humanos).

Conclusión

Alanis de la directora argentina Anahí Berneri es una de las mejores películas que se han realizado hasta la fecha sobre el mundo de la prostitución. Con un excelente guion y una gran actuación de Sofía Gala Castiglione en el personaje principal de Alanis muestra sin moralismos falsos la lucha de una joven madre por sacar adelante a su niña.

Muy recomendable por su brillante visión que ofrece desde la perspectiva de vivencias de una trabajadora sexual pocas veces descritas con tanto realismo en su trayectoria vital.

Escrito por Fernando Gálligo Estévez