"El incidente" es una película totalmente imprescindible para aquellas personas que buscan, en el cine, retratos del comportamiento humano más profundo. Peerce deja el alma desnuda de unos cuantos personajes, que antes se encarga de presentarnos con un particular y dispar envoltorio. La violencia es, tal y como Kubrick haría después con "La naranja mecánica", la herramienta que el director utiliza para criticar con dureza el egoísmo que atesora el ser humano. Un ejercicio magistral que, en su segunda parte, tan solo necesita de un único escenario -de ahí la teatralidad- para crear una tensión insoportable y alejada de los efectos especiales. Una lección, no solo de lo que es el egoísmo, sino de lo que significa o puede significar la humanidad en nuestra sociedad occidental.

"Anatomía de una caída" es una película diferente y, quizás, por eso mismo, ha cosechado tanto éxito. Profundiza en la psicología de la pareja más que muchas películas de amor y de desamor, con la excusa (y vaya excusa!) de un crimen. El crimen como tapadera para hablar de lo que Triet quiere: el ego de los creadores, el complejo de inferioridad, las descompensaciones en las parejas... y nos deja, además, lecciones difíciles de olvidar: el verdadero juicio no lo dictamina juez alguno, sino la propia vida. Será el paso de los días y, sobre todo, de las horas y los lentos minutos, los que aclaren quién ha ganado, o perdido, un juicio. Ahí está la anatomía de una caída, en todas esas vicisitudes que, aparentemente, parecen tan invisibles en nuestro día a día bajo el amparo y la reclusión de la cotidianidad.

Robert Day nos regala lo que debería considerarse un "telefilm perfecto". Y es que, este género (con más adeptos de lo que pudiera parecer), bebe del mismo manantial que el teatro, pues casi podría organizarse por actos. El reparto es perfecto y el argumento, con sus giros (que te harán taparte con la manta más de la cuenta) te regalan lo que tu cuerpo necesita tras un día de trabajo intenso o un domingo en el que la lluvia no ha cesado. "Asesinato por causas naturales" es esa película creada para disfrutarla después de comer (o de cenar), en un ambiente relajado. Su aroma a rancio (el mismo que puede tener la serie "Vacaciones en el mar") o a armario cerrado, posee el mismo encanto que los muñecos de ventrílocuos de las viejas ferias. Hay un misterio latente en este tipo de telefilms que hace que nos sumerjamos en sus tramas casi como fuera una partida de Cluedo.

La película número 31 del movimiento "Dogma 95" tiene, en su dispar reparto una de sus mejores armas. Pinzasen retrata con sorna y ciertas balas sinceras, algunas vicisitudes de lo que supone la creación de una película. No es un film apto para aquellas personas que no quieren o no saben entrar en el "universo Pinzás". Alejada, eso sí, de sus mejores películas, "El desenlace", si bien no es todo lo regular que a los espectadores nos gustaría, sabe sacar el genio de Pepe Sancho, la extravagancia de Javier Gurruchaga y la sensualidad de Beatriz Rico. Conseguir estas tres cosas bajo el amparo del particularísimo "Dogma 95" es digno, no solo de reseñar, sino de proteger.

Hay días en los que uno está cansado pero, aun así, quiere ver una película. Una para no pensar demasiado y, sin embargo, vivir una cierta-tensión-cierta que lo acompañe durante ese tiempo casi de duermevela en el que tan a gusto nos sentimos. Para esos ratos, de invierno con la manta, o de verano con el ventilador, está hecha "Noche de tensión", una cinta de terror al más puro estilo telefilm que hará las delicias de aquellas personas que no esperen más que eso: un argumento simple pero inquietante, pocos personajes y una tensión in crescendo. No es cine de culto, pero tampoco pretencioso... y, por eso mismo, si comienzas a verla, querrás seguir haciéndolo. El título ofrece la mejor sinopsis posible de lo que vamos a encontrar aquí.