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Los tres mosqueteros

Aventuras Francia, siglo XVII. El joven y valeroso D'Artagnan se dirige a París para cumplir su sueño de ingresar en el cuerpo de los mosqueteros. Al llegar tiene un enfrentamiento con Athos, Porthos y Aramis, sin sospechar quiénes son. A continuación, se entera de que el Cardenal Richelieu ha disuelto la guardia de los mosqueteros, a pesar de lo cual ellos, con la ayuda de D'Artagnan, están decididos a seguir protegiendo al rey Luis XIII de las ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
12 de mayo de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película de capa y espada, de un director muy solido, con grandes actores y actrices. Muy destacado es Oliver Reed, para mi un gran actor, corpulento, de método, de teatro clásico.
Muy guapa Raquel Weltz, con una belleza muy clásica, sobria e intemporal. Faye Danaway muy interesante también. Heston en su línea, Chamberlain...
El protagonismo de Michael York no se justifica vista muchos años después. Siempre me pareció que estaba sobrevalorado, que disfrutó de más estrellato que el que realmente merecía. Un actor como otros, sin más. Una cara peculiar, algo de tino para elegir las películas y una carrera brillante por momentos, ahora ya olvidada.
ÁAD
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22 de noviembre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando pensaba que estaba viendo la mejor versión cinematográfica de la novela de Alexandre Dumas (fidelidad al libro, trama perfectamente desarrollada e inteligible para el espectador, escenas de acción no coreografiadas por Gene Kelly pero correctas), me encuentro con que hay dos personajes que estropean absolutamente toda la película. Uno de ellos es el posadero de D'Artagnan, convertido en un petimetre de tres al cuarto y el segundo, ¡oh, sí, atención a lo que voy a decir, que ofenderá a muchos de sus admiradores! es el de Raquel Welch.
¿Por qué? Sin entrar a juzgar si esta actriz tenía la suficiente capacidad interpretativa para el rol de Constance, que alguien cite una frase interesante de las que suelta a lo largo de "Los tres mosqueteros". Francamente yo no recuerdo ninguna. Tampoco la veo como una modista de la reina, con la cultura que se supone ello debe conllevar, sino como una casquivana mujer "florero".
No sé quién fue el lumbreras que la contrató, pero evidentemente lo hizo por su cuerpo (que ya sabemos tenía unas medidas de infarto) y no por su cerebro. No en esta ocasión al menos.
Afortunadamente la película no suspende nota gracias a la labor del resto del reparto de lujo, al aliciente de ver a Charlton Heston en uno de sus escasos papeles de villano y a la magnífica ambientación de la sociedad francesa de la época. Sin embargo, también he de apuntar que para mi gusto abusa demasiado del humor, a veces incluso sin venir a cuento.
No obstante, me ha resultado un entretenimiento recomendable y por ello creo que me aventuraré con la continuación: "Los cuatro mosqueteros". Espero que en ella dieran una oportunidad a la Welch para cambiar su registro.
Luis Miguel
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25 de mayo de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Three Musketers (Los Tres Mosqueteros, Los diamantes de la reina, 1973) es la primera incursión de Richard Lester dentro del mundo literario de Alejandro Dumas, pero no sería la última. Recordemos el filme que dirigirá sólo un año más tarde, The Four Musketer (Los Cuatro Mosqueteros, 1974) y la más tardía, y que cerraría la trilogía, The Return of The Musketers (El Regreso de los Mosqueteros, 1989). El filme se toma sus grandes licencias argumentales y nos presenta una historia típica, en la que todos los clichés propios del género de aventuras. El filme se trata de una coproducción donde llegaron a colaborar naciones diversas como Reino Unido, España y Panamá, además de conseguir diversas nominaciones en la gala de los Globos de Oro del 1974.

Lo que sorprende es que Richard Lester, después de haber firmado auténticas joyas del cine Pop como fueron las películas que realizó con el grupo de Liverpool, The Beatles, se prestara a narrar una aventura tan insustancial como la de los Tres Mosqueteros. Los diamantes de la reina. Incluso sin contar sus películas más exitosas, Lester siempre ha sido un autor con unas señas cinematográficas evidentes, tanto en su discurso formal como en el temático. Sin embargo en este filme, que a la vez tiene unos intereses comerciales mucho más claros que otras de sus películas, Lester no deja claro su sello, más allá de escenas aisladas.

La película es una cinta de aventuras de toda la vida. De hecho, sino fuera por los toques de humor que introduce el director, la película podría confundirse perfectamente con los clásicos de aventuras de Burt Lancaster, como The Flame and the Arrow (El Halcón y la Flecha, 1950) o The Crimson Pirate (El Temible Burlón, 1952). Exactamente el mismo esquema, con unos protagonistas principales ideales en los que el espectador puede sentirse identificado (en esta ocasión, no contamos con Lancaster, sino con el actor Michael York, que representa el arquetipo de pícaro que pretende convertirse en el modelo de caballero ideal), secuencias de acción que son el eje narrativo total de la película y un humor blanco e indoloro (es decir, apto para todos los gustos) en su mayoría.

D’artagnan, Michael York, es un joven que decide convertirse en un mosquetero perfecto. Así conocerá a los tres mosqueteros, que se involucrarán en una trama delirante en búsqueda de unas joyas perdidas, en la que aparecerá también el conde de Buckingham, interpretado por Simon Ward. En realidad, la aparente trama que hace mover el filme es totalmente banal, una simple excusa para el entretenimiento. En definitiva una lástima, sabiendo que Richard Lester es capaz de mucho más.

No es extraño, que viendo el filme veamos continuas stagies de acción. Estas stagies, eran tradicionales dentro del cine musical, donde los protagonistas abandonaban el desarrollo narrativo que estaba teniendo lugar en ese momento, para realizar un número musical. Exactamente lo mismo pasa en Los Tres Mosqueteros. Los Diamantes de la reina. Durante mucho momento da la sensación de que el hilo argumental es simplemente una excusa para que el filme pueda presentar diversas batallas de los mosqueteros, donde prima la coreografía y los saltos acrobáticos. Escenas que si se eliminaran no harían perder el sentido argumental del filme, y que sólo están incluidas por motivos comerciales.

En definitiva, lo que más resulta criticable de la película es el infantilismo con el que Lester configura todo el filme. Los personajes no tienen profundidad ninguna, y no dejan de ser monigotes al servicio de la acción. No hay conflicto ni ideología, en una película que acaba convirtiéndose en un sopor para todo aquel espectador que espere algo más que un simple entretenimiento infantil. La puesta en escena convierte el filme en una película interesante, pero también reiterativa.

Estéticamente la película cumple, pero sin demasiados alardes. Más que el siglo XVII, la película es una mezcla de fantasía, capa y espada y el auténtico Siglo XVII, algo que tampoco es demasiado extraño en las diferentes adaptaciones cinematográficas. El Humor del director puede observarse en alguna secuencia, pero incluso una característica tan significativa de Lester como esta, queda desdibujada por un humor blanco que pretende ser accesible a todos los públicos.

https://neokunst.wordpress.com/2015/05/25/los-tres-mosqueteros-1973/
Kyrios
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30 de mayo de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida y burlesca adaptación de Richard Lester de la inmortal novela de Capa y Espada de Alejandro Dumas. Aunque sigue la novela original, Lester no deja de mostrarnos gags humorísticos una y otra vez, incluso en los momentos más dramáticos, con lo que consigue una originalidad importante de una novela de la que nos enamoramos muchos niños en nuestras primeras lecturas de novelas de aventuras donde Dumas y su "Conde de Montecristo" está en mi podio de favoritas.

Un reparto de verdadero lujo con una impresionante Raquel Welch, bien acompañada por un elenco soberbio de actrices y actores de éxito de la época, que contribuyeron sin duda al éxito de esta película, que se extendió en dos secuelas más donde repitieron la mayoría.

Cine de aventuras, de capa y espada, divertida hasta límites insospechados y excepcionalmente dirigida. Para ver en familia.

Interesante, 6.
andeltor
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13 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
11/11(11/01/22) Fallida, aunque entretenida adaptación de las aventuras de capa y espada de los legendarios “Tres Mosqueteros y D’Artagnan”, la novela de aventuras de Alexandre Dumas de 1844. Producción inglesa (Siendo personajes franceses hablan todos inglés, sin haber problema cuando se cruzan con ingleses, como si en las Galias e Inglaterra hablaran lo mismo). Dirigida por Richard Lester, que al parecer cogió el proyecto pues en principio estaba destinada la producción a estar protagonizada por los Beatles, a quienes Lester había dirigido en dos en otras dos films. Cuando luego el mítico grupo de Liverpool se bajó Lester se quedó, para dar vida al guión del (primerizo en la materia) George MacDonald Fraser (“Octopussy”), ateniéndose a la historia literaria el libreto (Esta es la primera parte de los dos que se rodaron a la vez, adapta la primera mitad de la novela, la parte del romance entre el Duque de Bukingham y la Reina de Francia, y la trama de los diamantes), destaca sobre todo por su infantilismo, quizás queriendo desmitificar la obra, por la inserción de humor payasesco por todos lados, no hay escena en que no haya un gag, pero en un nivel primario, de tropezones, caídas, golpes (un tipo lleva un puñado de huevos en una bandeja, pues se cae sobre ellos, si hay una maceta en una barandilla, pues la tiran, todo humor tontorrón), todo es proclive al humor, desde obtener comida, un duelo, o la infidelidad. Esto del adulterio es un leit motive de la cinta, en dos niveles, por un lado tenemos el romance de D’Artagnan con una Constance casada (Raquel Welch) con un anciano que no se entera de nada (Spike Milligan como Monsieur de Bonancieux), y por otro tenemos el engaño de la Reina de Francia con el duque de Buckingham, que para más inri es enemigo de la nación gala.

Es una película con virtudes, como su vitalidad, energía, donde nunca descansa, siempre adelante, con peleas, enfrentamientos, un villano carismático en la figura de Charlton Heston (con cantarina nariz postiza), tenemos una ambientación notable (rodándose en España: El Alcázar de Segovia, El Palacio de Aranjuez, y en Toledo simulando ser París), gracias al notable diseño de producción de Brian Eatwell (“Walkabout”); con un formidable vestuario de Yvonne Blake (“Superman”); un buen protagonista como Michael York (con acrobacias, quizás queriendo emular al mítico Douglas Fairbanks con su encarnación del gascón), encarnándolo con entusiasmo juvenil, un gran secundario en Oliver Reed, derrochando carácter, la hermosa y sexy Raquel Welch luciendo palmito (menudo escote), una estimable reina Ana en Geraldine Chaplin, la presencia de una siempre sensual Fay Dunaway (compite en escotes con ‘El Cuerpo’), un malo pérfido en el siempre efectivo Christopher Lee; una vistosa fotografía del oscarizado (por “Memorias de África”) David Watkin, una vivaraz música del tri-oscarizado (por “El caso de Thomas Crown”, “Verano del 42” y “Yentl”) Michel Legrand, hay un buen reflejo del hedonismo en que vive la alta aristocracia (ese juego de ajedrez con perros y monos, esos enanos con la bandeja en sus cabezas,...); tiene un jugosamente manejado aire de intrigas palaciegas, con puertas secretas, habitaciones santuarios, robos de joyas, conversaciones sibilinas de doble sentido; Hay una pelea turbadora de gatas entre la Welch y la Dunaway.

Pero todo esto en un metraje cargado de sátira, de comedia bufonesca, y en estos e le va de las manos, pues con esto tono ligero se pierde toda tensión e intensidad, el aire festivo cercano a la chirigota hace perder cualquier sentido de importancia a lo que ocurre, se acerca a la parodia, pero desgraciadamente sin despertar risas, humor tan blanco como inane, sino más bien (por lo menos a mí) asombro por la idiotez de muchas circunstancias, es como si tuvieran prohibido una escena sin que una idiotez ocurra. Donde todo pasa tan aprisa que no hay tempo de gradualidad, suceden porque sí, se hacen amigos los mosqueteros de D’Artagnan porque si, se echa D’Artagan un criado porque sí (aunque no tiene dinero ni para comer, pero puede tener un sirviente!), se ‘enrolla’ con Constance por imperativo del guión, sin que haya mínima química entre ellos, es conminado a ir a Inglaterra para unos diamantes para la reina, pues lo hace, no se plantea el sin sentido de lo que hace (porque tiene que ponerse del lado de la Reina y por tanto querer engañar a su Rey Luis XIII [un correctito Jean-Pierre Cassel]? Y con ello salvaguardar el ‘honor’ de una adultera (con el Duque de Buckingham encarnado por un buen Simon Ward) y con ello potencial ‘traidora’ a su país? Lo dicho, un sin dios!). Al final no hay ideales de los mosqueteros o patriotismo, simple y llanamente unos amigos ayudándose entre sí. Ah, y porque el encono entre los hombre del Cardenal y los Mosqueteros? Pues porque sí.

Esta trivialidad con que se aborda todo repercute en que los personajes sean unos clichés sin hondura alguna, meras perchas predeterminadas de una sola nota. Súmese que los tres mosqueteros terminan siendo secundarios de su película, Oliver Reed (Athos), Richard Chamberlain (Aramis) y Frank Finlay (Porthos), simples figurantes donde solo Oliver Reed se hacen un pequeño hueco (teniendo protagonismo en la pueril secuencia en que mediante un enfrentamiento fingido roban comida en una taberna), pero sin mucho punch. Tenemos una Raquel Welch que todo lo que tiene de beldad y sensualidad lo tiene de actriz horrible, que le dieran por su actuación el Globo de Oro a la Mejor Actriz (Película Musical o Comedia) me resulta de aurora boreal (como también lo es que le el Premio del Sindicato de Escritores de Gran Bretaña al Mejor Guión de Comedia Británica a MacDonald Fraser me es de expediente X).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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