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Sin amor

Drama Una pareja que atraviesa un divorcio debe aunar fuerzas para encontrar a su hijo, desaparecido tras una de sus peleas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 70
Críticas ordenadas por utilidad
20 de septiembre de 2017
175 de 183 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pareja en trámite de divorcio vende su piso. Apenas se ven, cada uno ya tiene una nueva pareja y las únicas conversaciones que mantienen son violentas discusiones. Una vez que el nido sea vendido, todo se acabaría y ambos tendrían una nueva vida si no fuera por algo: su hijo. Un hijo que llegó por accidente, que nunca fue deseado ni querido, que se pasa las noches en vela llorando y que ya apenas habla. Un día, el niño sale de casa por la mañana y ya nunca vuelve.

Zvyagintsev se ha convertido por méritos propios en el cineasta ruso más admirado de nuestros días junto a Sokurov. Ya en El regreso, debut que le valió un León de Oro, trató con maestría el tema de las recomposiciones y descomposiciones familiares con un ritmo pausado y una técnica visual heredada de Tarkovski, evidente en el pasaje de la isla desierta. Pero el director no solo ha conseguido su prestigio por copiar a los maestros, sino que además ha metido el dedo en la llaga del gobierno de Putin al denunciar la corrupción de la Iglesia y el Estado con su anterior film, Leviatán, premio de la mejor dirección en Cannes. Loveless, en cambio, vuelve a centrarse en la familia y en la educación como tema principal, criticando más a la sociedad rusa que al Estado. Eso sí, al situarse la acción en 2012 no dejan de llegar ecos de la invasión de Crimea de las televisiones que los personajes escuchan.

La película es un prodigio técnico. Cada plano fijo tiene una razón, cada movimiento de cámara, otra. El despliegue técnico de Loveless deslumbra, convirtiendo cada captura en un fotografía perfecta. Un ejemplo, la imagen fija de un bosque nevado, casi en blanco y negro, tras un leve movimiento de cámara descubrimos unos puntos naranjas al fondo del cuadro que se acercan, son los voluntarios en búsqueda del niño. Otro ejemplo, un hombre se levanta de la cama en penumbras, se acerca a la ventana y abre las cortinas, la luz entra, el hombre avanza hacia la cámara y sale del plano. Silencio, oímos la televisión y en ese plano fijo, las sábanas se mueven, la cámara entonces se mueve hacia la cama y según las sábanas siguen moviéndose la cabeza de la mujer aparece para continuar su historia. Cada movimiento está calculado de manera que es la imagen quien nos cuenta gran parte de la historia. Zvyagintsev consigue así insinuar de manera eficaz aquello que quiere que sepamos sin tener que volverlo evidente con la palabra.

La base de la narración de la película es la insinuación, no sólo a través de la imagen, sino también gracias al guión, que nos deja asimilar a nosotros mismos el comportamiento de los personajes. Al hombre, más preocupado por trepar en la escala social que en sus allegados, le veremos repetir progresivamente el mismo esquema de desentendimiento, abandono y frustración con su nueva familia. A señalar la violencia de la escena de la cuna justo al final. La mujer, superficial y agresiva, se entrega sin ningún pudor a su nuevo amor en un monólogo entre sábanas al principio de la película. Su nuevo novio parece distante y despreocupado. Sabremos cómo trata a su nueva conquista con superioridad al ver el tipo de restaurantes al que la lleva. Comprenderemos el vacío que este triunfador intenta llenar cuando conecte vía Skype con su hija en el extranjero, de aspecto físico similar a la mujer. La pregunta que nos viene a la mente es por qué la protagonista necesita el respeto y la aprobación de este hombre, otro más, que no la quiere. La respuesta llegará cuando conozcamos a su propia madre, tirana y fría.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
harryhausenn
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27 de diciembre de 2017
86 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una familia es una institución. Un complejo enramado emocional y social que forma al individuo en su mas tierna infancia. En esta institución los progenitores son el gobierno y los hijos el pueblo.
La cinta de Zvyagintsev nos presenta una familia disfuncional que camina hacia su propia destrucción. Tanto la madre como el padre sienten un odio intenso y brutal por el otro; al que culpan de todos los fracasos y las miserias de su vida. Han elegido el divorcio como única vía que creen que es capaz de solucionar sus problemas y han rehecho sus vidas con otras parejas en las que proyectan las antiguas ilusiones muertas.
El único problema es el hijo que tuvieron en común. Un niño que vino al mundo por error y que nunca ha sido querido o respetado. Un niño que pasa las noches escuchando a sus padres discutir sobre su custodia y que es plenamente consciente de que ninguno de ellos quiere hacerse cargo de el.
Un niño que sabe que es un inconveniente para sus vidas y que llora a diario en su habitación.
En medio de todo este escenario cruel y desolador al que ningún niño debería someterse, el decide huir de forma voluntaria pensando que con esto pondrá fin a todos los problemas de sus padres.
No se puede vivir sin amor pero al mundo vienen muchísimos niños sin el.
Niños que buscan llenar vacíos que es imposible colmar. Niños que deberían tener el derecho a ser amados por las personas que les dieron la vida. Niños que se convierten en el juguete roto de unos padres que pensaban que se querían y que un día descubren que se detestan.
El final es solucionado de forma despiadada, cruel y elegante mostrando que estamos ante un director que es sin duda muy interesante y que va a conseguir grandes cosas.
Ya que a mi por ejemplo esta cinta me ha despertado unas ganas increíbles de ver mas de su filmografia.

Estamos ante una película excesivamente cruel pero demasiado real.

Zvyagintsev mete el dedo en la llaga y cuestiona temas escabrosos como el aborto, la paternidad, la maternidad y la manera que tenemos de avanzar en la escala social.

De nuestro protagonista apenas llegamos a saber nada a lo largo de la cinta. Vemos su tristeza y desolación en los rostros de sus padres que creían falsamente que el verdadero problema era el fruto que habia dado su unión.
Y que al final descubren que el problema real eran ellos. Incapaces de encontrar lo que realmente necesitan y repitiendo una y otra vez el circulo vicioso de sus fracasos. Condenando a otros ante su incapacidad de ser felices.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nadja
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11 de diciembre de 2017
44 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zvyagintsev contempla, en 'Loveless', no tanto el tedio de la vida moderna como su feroz impersonalidad.

El elocuente elemento transmisor, como en 'La tormenta de hielo' de Ang Lee, es el frío, que parece inextinguible en el enorme país del Volga.

...

Los primeros minutos de 'Loveless' apelan a la incomodidad conyugal de 'L'eclisse' (1962) de Antonioni. El domicilio de la pareja como lugar de batalla. Hasta las paredes parecen exudar una lánguida tristeza tras testimoniar tantas discusiones.

La pareja protagonista ya no se quiere, y dejan como vestigio de su fracaso un niño que, ahora, es un estorbo.

...

El retablo de desapegos que, con este descorazonador planteamiento, despliega Zyavingtsev hiela y compunge.

Las pernoctas, en las que los personajes parecen descansar en el mismo frío.
Los glaciales encuentros sexuales, bañados en un desangelado azul.
Las nuevas vidas emprendidas por padre y madre, cada uno ya por su lado, igualmente impregnadas de desesperanza.

La película es mitad elegía de la incomunicación (invoco, en este punto, a los itinerantes personajes de 'Lejano', 2002, de Nuri Bilge Ceylan), mitad crítica despiadada, en línea con el Haneke de 'El séptimo continente' (1989). En aquella, era la cinta de la compra la que se movía como un impenitente mecanismo; ahora, en 2017, es el dedo de la madre, cimbrando sobre la pantalla del móvil, pasando revista al tablón de noticias de la red social de turno.

...

Lo más aterrador es la pregunta que parece estar suspendida en el aire durante toda la película. ¿Es posible amar al hijo que engendraste con alguien a quien desprecias?

La impuesta orfandad del niño le obliga a desaparecer, en uno de sus lacónicos vagabundeos, y aquellos que lo trajeron al mundo emprenden su búsqueda para devolverlo a él.

Aparecen el trámite burocrático, la esquemática actuación policial.

El rastreo familiar se reduce a un desabrido encuentro con la abuela, que se deshace en diatribas y furibundos ataques a su hija; no parece haber resquicio de calor en el que el joven se haya podido cobijar.

La búsqueda es lúgubre, cansada, casi introspectiva; lejos de la emoción tensa del thriller, y más cerca de la penitencia.
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Nuño
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2 de febrero de 2018
31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haberla visto puedo decir,una vez más, que Andrey Zvyagintsev es uno de los grandes directores de nuestro tiempo. Leviatán me pareció muy buena en su tiempo pero es que esta película me parece aún mejor, menos dispersa. La fotografía es maravillosa, los planos de los bosques nevados y de los espacios abiertos en general son un masaje para los ojos.

Y por otra parte, cómo no destacar la forma tan fantástica que tiene Andrey de desarrollar la trama.Pese a que la película dura más de 2 horas (y siendo el "tipo de cine" que es, en el buen sentido de la palabra) el interés no decae, no hay lugar para el aburrimiento en ningún momento.Además, la película dura exactamente lo justo, en absoluto le sobra metraje. Los planos son visualmente una gozada, se nota que están endiabladamente estudiados para que cada uno de ellos aporte una crítica velada, un mensaje, una información, un algo que ayuda a sumergirte aún más en el infierno en vida en el que viven los 2 protagonistas, no digamos ya el niño.

Qué grandísima pena es que este tipo de películas no tengan un mayor público, porque está claro que largometrajes así deberían ser estudiados en las academias de cine. Mientras la inmensa mayoría de la gente va de cabeza a ver el último excremento mental protagonizado por Dwayne Johnson sólo unos pocos elegidos optamos por apoyar, con nuestro dinero, este tipo de cine. En fin, la vida es así, como en Sin Amor, Leviatán...así,nos guste o no. Ésa es la grandeza de su cine.


PD: Tuve la suerte de verla de preestreno en Manchester (vivo ahí), seguida de un acto con Andrey y el productor de la película. Hablo de sus comentarios en la zona spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
DTRi
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28 de enero de 2018
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abandono. Angustia. Aislamiento. Apatía. Afrenta. Atrocidad… Es tarea harto difícil reflejar o resumir en pocos conceptos – ni tan siquiera en unas pocas frases – el aquelarre tóxico de burlas, confusiones, trastornos, enfrentamientos, crueldades, dudas y espantos que genera esta sombría cinta rusa que tras sus largos, pausados y cadenciosos planos secuencia esconde una avalancha salvaje - impactante - de ira, insultos, navajazos y dardos llenos de veneno, tristeza y llagas. En apariencia es la radiografía de un divorcio; en realidad es la autopsia infectada y ponzoñosa de una vida sin afecto, de una convivencia sin cariño, de una relación sin respeto, de una huida sin meta, de una existencia sin compasión, de un azar sin perdón.

La naturaleza invernal que enmarca casi toda la acción parece estar tan muerta y gélida como el falso amor que originó aquel infausto matrimonio de conveniencia en el cual dos personas no se enamoraron o deslumbraron mutuamente, sino que trataron de cubrir sus carencias biográficas y afectivas con el primer despojo (o accidente) que se cruzó por su camino. Y el fruto de aquel fogonazo lúgubre fue un rubicundo retoño – ni querido, ni deseado, ni apoyado – que ahora se utiliza como aciaga moneda de cambio, como mercancía de saldo para descalificarse y humillarse a cada paso, sin advertir que, ante todo, es una persona, con sus propios sentimientos y necesidades, con su abrumado corazón, que busca un lugar estable y seguro, donde lo quieran, recojan y amparen, porque no sabe vivir en un mundo de trincheras, sin treguas y sin amor.

En definitiva, es el retrato de una sociedad embrutecida y sin alma, donde los adultos se usan y abusan sin disimulo (salvo que decidan habitar y alimentar una mentira), donde los organismos oficiales (como la policía o los maestros) no velan por el bien común sino que tratan de escurrir el bulto y mirar hacia otro lado por falta de interés, vocación o de recursos, donde nadie quiere responsabilizarse de sus propios actos – aunque les falte tiempo para reprocharles a los demás sus carencias y fisuras – donde todo y todos tienen un precio (pero nada ni nadie conoce su auténtico valor) y tratan de sacar codicioso provecho en cuanto tienen la más mínima ocasión, donde la ayuda solo la proporcionan unos pocos y afanosos voluntarios que trabajan sin remuneración, sin insignias, sin reconocimiento y sin horarios, donde la desolación es lo habitual y la ruina lastimera el estado natural de todo el andamiaje.

Pocas películas tan desoladoras y taciturnas como esta. Durante el metraje se recorre una gama ilimitada de grises y negros – y al final solo queda un amargo sufrimiento.
antonalva
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