La impaciencia del corazón

Basada en quizá la novela más extensa de Stefan Zweig, Billie August demuestra su ya conocida capacidad para armar un buen relato, con una ambientación excelente y una notable sobriedad y elegancia en la puesta en escena.
Como la novela, la relación entre la lisiada Edith y el teniente Adam resulta angustiosa, produce una constante inquietud.
Solo echo en falta que el final no sea tan explícito como lo es el de la novela, mucho más centrada en la angustia culpable ya la vez no culpable del personaje del teniente, con un toque pesimista muy Zweig

Bille August ha hecho una película "clásica" sin complicarse, para qué a su edad, dominando la narración y con una puesta en escena que funciona muy bien. Buen casting, dirección artística adecuada, vestuario, todo está calculado para que la película funcione sin sorprender, en principio, aunque es el argumento lo que realmente sí sorprende. Sin haber leído la novela en la que está basada, los amores de un teniente de caballería con una lisiada de buena familia se sale del canon de este tipo de producciones de romanticismo de época.

Que August es generalmente un gran narrador nadie lo duda. Recordamos la historia de los padres de Bergman, Las mejores intenciones y una película estupenda que no sé porqué está descatalogada o fuera de mercado: Jerusalén de 1997 sobre el "helgenismo" y que recomiendo a todo el mundo. Tiene también sus sombras en su carrera, pero La impaciencia del corazón es su mejor película de los últimos años.

La narración se fija en pequeños detalles, pongamos un ejemplo: los gestos cambiantes del teniente cuando continuamente el padre de ella le pide que vuelva al día siguiente son los gestos de la evolución de sus sentimientos, desde una compasión tierna hasta un amor vetado socialmente que no puede ser sin enfrentarse a los demás. Es un gesto entre el enamoramiento y la cobardía, Smed Jensen es todo un descubrimiento. La relación con ella, una mujer que simplemente no puede andar y que hoy sería bendecido por toda la sociedad, en ese contexto previo a la Primera Guerra Mundial y en el mundo del ejército no es posible. Usted está llamado a ser teniente de caballería no a casarse con una lisiada, le dice un superior; y los amigos oficiales le espetan con mala saña: no te casarás con ella ¿o buscas el dinero?.

A partir del veto social, que es metáfora de otros vetos o tabúes que cambian o persisten hoy (P ej. la diferencia de edad que en el caso de mujer joven no era un veto antes y sí lo es ahora, o sugar daddy, el baboso y la fresca) teje una historia que es muy triste a la vez que reivindicativa a su tranquila manera, porque no hay duda que es la historia de un amor que no pudo ser, algo así como si en una telenovela dijeran "el amor al que no le dejaron estar, el amor prohibido". Se mueve en el territorio del melodrama pero con pies muy firmes sin remarcar ni enfartizar la historia.

El expediente fílmico del veterano realizador danés Bille August tiene suficientes premios y distinciones (del Oscar de Hollywood a Cannes pasando por los BAFTA) como para no admitir dudas sobre su maestría. Del mismo modo, su largo historial tampoco ofrece dudas sobre la diferente calidad de sus proyectos, que, llegando alguna vez la excelencia, también se queda en ocasiones en un simple aprobado.

En el caso de La impaciencia del corazón nos encontramos con una película notable pero no sobresaliente. La impecable novela de Stefan Zweig de la que esta cinta es una adaptación, ofrecía a August una materia prima con la que, podríamos decir, ya tenía más de medio camino recorrido.

El director danés completa el proyecto procurando una puesta en escena y una dirección artística exquisita para honrar debidamente al novelista austriaco. La recreación de la Europa de comienzos del siglo XX, en los momentos previos a la Gran Guerra, está cuidada al máximo por medio de líneas nítidas y limpias, encuadres claros y un vestuario elegante e impoluto. Toda la dirección artística y la correctísima interpretación de todo el elenco, en especial el omnipresente Esben Smed que interpreta a Anton, dan al largometraje la seriedad y compostura que el relato requería.

A lo largo de la narración van saliendo temas habituales en las páginas de Zweig y en las imágenes de August. Guerra, educación, clasismo, cobardía, amor, mentira, verdad… El guion los desarrolla con bastante claridad pero, inevitablemente, con menos profundidad de la leída en la novela y sin recurso alternativo para ajustar la adaptación.

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Una de las novelas más extensas de Stefan Sweig (quizás la más extensa) y más complejas merecía un director menos obvio que el danés Bille August, que lleva todo a su terreno (hasta la nacionalidad de los protagonistas) con el resultado de un producto elegante, bonito pero nada emocionante. Y el texto original merecía otra mirada, no solo por parte del atribulado protagonista, aquí con eterna cara de ¿qué hago aquí? sino en el tono del filme. La pesadilla que vive el oficial (no olvidemos que el primer título en español de la novela fue 'La piedad peligrosa') no encuentra reflejo en la pantalla y al final el apresurado final explica algo, pero no todo. No obstante y pese a todo, una buena película.

Sólo por él ya merece la pena el verla.Tras sus "Sí, por supuesto..." hay toda una gama de sentimientos que nos muestra en cada plano -y está en casi todos-. Tengo mis reservas con respecto a la historia, o como está filmada aquí, pero quizás en la novela gana más puntos para mí. Pero así y todo, repito, encuentro memorable la interpretación de Jensen, contenida y dolorosa, expresiva al mismo tiempo... Y en cuanto al final, es imposible olvidarlo y merecería, por sí solo, todo un apartado en spoiler -cosa que no voy a hacer-.