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El misterio de Silver Lake

Intriga. Thriller. Drama En su apartamento de urbanización prototipo de Los Angeles, Sam (Andrew Garfield) anda por la vida muerto de aburrimiento. Ningún aliciente hasta ese día en que descubre a una nueva vecina sexy, deslumbrante, inquietante, misteriosa y, de repente, desaparecida. Y aún hay mayores rarezas esperando a Sam, porque por el barrio anda suelto un asesino de perros...
Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
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7
24 de mayo de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida intriga con momentos detectivescos y muchísimas referencias sobre la manipulación que sufrimos por parte de la publicidad, música, cómics (cultura pop). Lamentablemente se hace desde el punto de vista guasón, excéntrico y conspiranoico. Se podría haber trabajado con los datos reales que sobre ese tema hay y con la seriedad que se merece.

Película claramente dirigida al público juvenil y adolescente. Chicas monas y abundancia de topless, referencias pop continuas (música, cómics, vídeos, películas...). Un protagonista "empanado" que no acaba de superar sus hábitos infantiles y que se enamora de una vecina que desaparece misteriosamente en medio de la noche. Fiestas y locales estrambóticos. Situaciones surrealistas pero que de alguna manera encajan.

Guión, muy bueno. Peculiar, distinto, arriesgado, exagerado pero interesante. Buena intriga que podría haber sido mejor aprovechada con algo más de seriedad en la parte de la investigación.
Se recurre (por el motivo que sea) a personajes secundarios bizarros, extraños, casi frikis (como en las películas de los hermanos Cohen) que divierten pero que le hacen perder tensión a la historia. El protagonista no sale mejor parado en esta caricatura de un joven que investiga apoyándose en supuestos mensajes que siempre se resuelven.
Situaciones y diálogos delirantes que alternan con grandes frases y momentos que te hacen pensar que toda nuestra vida "moderna" es sólo una ilusión o un hechizo para tenernos trabajando bajo una moderada frustración.

Estética urbana con toques excesivos y delirantes, del lujo absurdo y kitsch de los millonarios de Hollywood al código de los vagabundos. De los fanzines bizarros a la realidad de no tener piso. De las sectas a la movida underground. Todo regado con unas imágenes sugerentes y surrealistas, a veces distorsionadas, otras saturadas de color, alternando con dibujos de fanzine en blanco y negro...no sabes si lo ves en un sueño o a través de los efectos de algún barbitúrico.

Dirección, buena. Es una película que mantiene el nivel de intriga pese a los secundarios histriónicos, fauna bizarra y situaciones a camino entre lo mágico y lo enfermizo. Es arriesgado pero consigue tenerte enganchado sin caer en lo kitsch.

Actores, Garfield lo hace muy bien como joven "flipadillo", ligeramente underground pero con arranque para continuar su búsqueda en este lugar de ¿sueño o pesadilla?

Decir lo que se dice es osado. Por ello se decide, "taparlo" con una estética pop superficial para meterlo todo en el mismo "cajón" de una presunta fantasía inofensiva.

Si en "El pendulo de Foucault" de Umberto Eco se hace un compendio de todo el esoterismo a lo largo de la historia aquí se hace algo mucho más humilde: recopilar todas las leyendas urbanas y teorías conspiranoicas pop para tejer esta más que aceptable historia.
7
27 de enero de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que pasaría si de pronto te dieras cuenta de que "tu arte, tu escritura, tu cultura es la cáscara de las ambiciones de otros, ambiciones que van más allá de tu entendimiento". Esta frase la dice cierto personaje en un determinado tramo del singular film dirigido por David Robert Mitchell, y creo que explica de forma bastante directa el mensaje que nos quiere hacer llegar, mediante una propuesta que combina de forma arriesgada muchas cosas que van desde mitos y leyendas urbanas hasta música rock, cine y asesinos seriales, combinándolos de un modo que de seguro no gustará a algunos, dividirá a otra parte del publico y fascinará a los amantes de las conspiraciones de todo tipo.

Hay que reconocer que existe casi en cada secuencia un doble sentido de lo quiere representar y es cierto que funciona como una especie de "bomba atómica" dirigida hacia lo que llamamos "Cultura Pop", ante todo estamos frente a una obra subversiva que plantea de forma explicita la posibilidad de que tras todo eso que consideramos "sagrado" (canciones, libros, películas) se encuentra "algo" más, algo oculto a simple vista, pero que si logramos encontrar los puntos de referencia precisos y buscamos lo suficiente, quien sabe, podamos encontrar su verdadero sentido, uno que podría cambiar la forma de ver el mundo a partir de ese descubrimiento. Aunque no es un triunfo completo, ya era hora de que alguien lo hiciera.

Del reparto destacar la presencia de un Andrew Garflield desquiciado como protagonista. Junto a él, unas hermosas y correctas Riley Keough y Kallie Hernandez. De soporte podemos encontrara a Topher Grace, Jimmi Simpson, Riki Lindhome, Summer Bishil, Zosia Mamet, Patrick Fischler y Laura-Leigh.

Destacar las notas musicales compuestas por Rich Vreeland que tienen un toque bastante único porque recuerdan aquellas cintas de terror de los años 40 y 50. Ademas suenan canciones del grupo R.E.M. y el mítico "One Hit Wonder" del grupo Whitetown "your Woman".

Aqui teniamos una futura película de culto, pero en mi humilde opinión creo que es una lastima que no lo vaya a ser por lo tan "pre-fabricada"que les salió. O quien sabe y este equivocado.

El tiempo lo dirá.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me impacto ver ese "plan" de las estrellas de Hollywood por ser eternos, fingiendo su muerte, construyendo instalaciones subterráneas y preparándose para su cambio de vida.
8
12 de mayo de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta complicado, a veces, hablar de ciertas obras. No solamente por las sensaciones que nos producen, sino por su complejidad: intertextualidad, distanciamiento irónico, parodia, mezcla de géneros, cultismos varios. La lista de técnicas extravagantes que se pueden llegar a usar es interminable, y la mezcla de ellas, más todavía. Muchas veces, resulta un batiburrillo altisonante, un tanto pedante incluso. Se requiere un buen chef para que queramos que el sabor sobrepase el primer instante de extrañeza o incluso perplejidad, y permanezca en nuestro paladar; que esa sensación no se marche, y sintamos algo de pena cuando acabe. Algo así ocurre en esta película, no muy del gusto de cualquiera, pero que recordarás si te van los sabores más extraños.

Estamos ante una película con el nivel de paranoia que podemos encontrar en literatura como la de Thomas Pynchon, y de hecho, hay varios elementos en común: el uso de un grupo de música como elemento narrativo y que aguza el misterio (los Paranoides en la Subasta del Lote 49 y el grupo de rock vampírico aquí), la ambientación angelina, referencias a estrellas de cine antiguo (los posters que adornan la casa de Andrew Garfield), su propio Pierce Inverarity (un rico que parece ser llave de cómo funciona el mundo, clave en el misterio), el ambiente claustrofóbico, paranoico y agobiante a plena luz del día, los símbolos de tinta roja en las paredes (como la famosa trompetilla de Trystero). Incluso usar las leyendas urbanas como agentes extraños cuyo trabajo es mantener el orden establecido (como el duende de Maxwell en el libro y aquí… prácticamente casi todo). Las referencias intertextuales están a la orden del día, con cárteles, lugares, tumbas, y personas, en cada escena.

Todos estos elementos conjugan una trama absorbente, críptica y algo oscura al principio, hasta que se entra en el juego de conspiraciones, de senderos que no parecen ir a ninguna parte (aunque luego lo hagan, no da puntada sin hilo) y de mezcla de géneros. El espectador, si ha entrado, seguirá expectante el curso de los acontecimientos, pues es difícil, si no imposible, adivinar el siguiente paso. Y al final, todo para contar una historia sobre superar tus propias decisiones, rebelarte contra un mundo que parece vacío, pero que está lleno de misterios, cosas que comprender y cosas que amar. Y además, bien estructurada y compleja.

Mención aparte merecen todos los personajes que pueblan la cinta. Desde Sam, interpretado por Garfield como un chaval perdido, pajillero y sucio pero inteligente y con un gran sentido de la observación (y un poco romántico), la galería de personajes se ensancha a límites complicados de manejar en dos horas, aunque al final lo logre haciendo. De aquí toma página también de la literatura postmoderna.

David Robert Mitchell ha conseguido pasar, como Ari Aster, de solvente director de género (porque It Follows es un clásico moderno del terror) a algo más; alguien con estilo, ideas propias y un componente de crítica. El uso de la fotografía digital, con una imagen más cruda que el formato analógico, potencia al máximo las imágenes vibrantes que aparecen por la pantalla, y sin tener además excesos un tanto onanistas que lastren lo que se quiere contar. Su experiencia desde el género de terror le da las herramientas para dar tensión, intriga e incluso terror existencial en algunos de los pasajes.

En resumen, nos encontramos con una película extraña, oscura, algo difícil, pero extremadamente estimulante, sin que se pueda decir que vamos a encontrar algo parecido. Un neo-noir con aires de paranoia, autodestrucción, y sentido existencial.
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Como ejemplo de que los elementos intertextuales son algo más que simple homenaje, tenemos el caso de la tumba egipcia al final del refugio. Si prestamos un poco de atención, veremos que la sala es exactamente la misma que hay al final de 2001, cuando el hombre muere y renace en superhombre. Este limbo será usado como espacio de transición entre la vida y la muerte del hombre rico, igual que ocurría en la película de Kubrick.

El tema de los perros no deja de ser una metáfora sobre los hombres y mujeres de la cinta, que son tratados como perros por las élites. Las mujeres siendo adoptadas y cuidadas, usadas como perros caros de usar y tirar, y los hombres maltratados y viviendo por las calles como perros vagabundos, teniendo a su rey incluso. He leído por ahí que está relacionado también con como Sam ve a las mujeres, pero tampoco me convence demasiado; siempre que habla con ellas se muestra normal, nada violento. Mira mal incluso a su amigo cuando este espía a la mujer con el dron. Sin embargo, el personaje sí que tiene muestras de comportamiento extremadamente violento, especialmente en el baño con el cantante del grupo de música. Que sea el asesino de perros y lo haga como una forma de encajar su ruptura con su antigua novia también da más argumentos a la ambivalencia del personaje, que además, es un rasgo típico del cine negro como se pueden encontrar en varios clásicos, como En un lugar solitario o en las películas basadas en Marlowe.
2
28 de marzo de 2023
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Lo que esconde Silver Lake” es de esas películas que viven alejadas de la realidad comercial y están hechas para trascender buscando premios en festivales y la aprobación de la facción cultureta en la crítica y en el público. En otras palabras, no es una película hecha para espectadores comunes y corrientes que buscan entretenimiento y que le cuenten algo, sino que siembra el metraje de propuestas chill que no se concretan en nada, esperando que el espectador ponga de su parte y le dé un sentido. Supongo que se puede adscribir a alguna de esas corrientes artísticas actuales que consideran que el arte consiste en no transmitir una historia sino en plantear los elementos para que cada cual se construya la historia que le inspire.

Allá cada uno con sus gustos. Yo debo de ser muy tradicional porque sigo esperando que el cine me narre cosas interesantes, me haga vivir aventuras y me lleve a lugares, reales o inventados, que sean atractivos. Por eso sandeces como esta “Lo que esconde Silver Lake” me parecen bromas de mal gusto. Lo primero que llama la atención es que tarda mucho en coger forma, con escenas que son minitramas en sí mismas que se abren y se cierran en cuestión de minutos. El único nexo de unión es que se desarrollan en una de esas miniurbanizaciones con patio interior común y piscina que tanto parecen abundar en Los Ángeles, con pisos de alquiler habitados por los clichés habituales: la guapita, la vegana zumbada, el mirón y el casero malhumorado. Pero lo que llama la atención es que, si bien reconocemos el lugar físico, no parece transcurrir en nuestra realidad sino en un mundo irreal y alternativo en el que lo más normal del mundo es que desconocidos se encuentren en pasillo y entablen conversaciones sobre masturbación antes de acabar en la casa de alguno para colocarse.

Sin terminar de entender gran cosa, las vibraciones que emite esta cosa nos hacen pensar en David Lynch hubiese tratando de llevar a su universo clásicos del cine negro protagonizados por ninis con ecoansiedad climática que buscan sentido a la vida en unos tiempos apacibles y poco dados a la épica, como estos que nos han tocado vivir (por suerte). Plagada de referencias a la cultura pop, especialmente a la música de finales del siglo pasado, también es claramente reconocible la influencia de Sorrentino en la construcción de escenas y los mecanismos de fusión de imagen y sonido. Pero lo que en Sorrentino y en Lynch fluye de manera natural y auténtica (luego te puede gustar más o menos) David Robert Mitchell se lo impone a una trama que, obviamente, no tiene tiempo para desarrollar nada serio si, a cada momento, tiene que detenerse a montar un número musical psicodélico o un diálogo delirante.

“Lo que esconde Silver Lake” no tarda demasiado en volverse hipnótica, pero en el mal sentido, una película con escenas hermosas al ritmo de canciones icónicas, pero en la que no entiendes nada. Una gigantesca metáfora nihilista en la que sólo queda claro la intención de su director por trascender y hacer una película de culto. Pero claro, es que esto no funciona así, las películas de culto no nacen, sino que se hacen: el tiempo convierte en clásico una película cuando la aclamación popular y espontánea así lo establecen en un proceso que tiene mucho de aleatorio y circunstancial. “Lo que esconde Silver Lake” es el resultado de buscar un atajo y repetir la estructura de películas anteriores que alcanzaron ese estatus de culto… cosa que nunca he tenido claro que sea algo necesariamente positivo.

Y lo peor es que la película no sólo copia estructuras ya vista en otros maestros de lo exótico, sino que las repite una y otra vez. Y sin delicadeza. A Mitchell le gustó ese momento de “Un lugar donde quedarse” en la que Talking Heads hace una versión acústica en un garito de “This must be the place” mientras la gente se contonea en trance y nos machaca una y otra vez con canciones de los noventa en ambientes místicos. Le gustó lo del conejo blanco de “Matrix”… pues lo fusila, pero sin llegar a salir de la lisergia general. A ratos parece que la cosa va en plan Alicia en el País de las Maravillas y a ratos en plan “La Dalia Negra”, con notas de “Ready Player One” pero con más cutrez y menos talento.

Nivel de truño: Sin duda, un truño maestro, de culto. Eso ya sí que no se lo quita nadie.
8
2 de enero de 2019 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película. Tiene la estructura del cine negro y referencias a ese género del Cine. Pero hecho por Hipsters y Millenails. Es muy logrado el ambiente que te genera y aún teniendo una duración desmedida, que pudieron haber acortado, no podés dejar de mirar. Las actuaciones son sensacionales, y la dirección es de un nivel altísimo. Es recomendable? Si. Pero hay que estar preparado porque se hace larga.
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spoiler:
Muchachos, Cobain era zurdo. No sé cómo se les pasa ese detalle tan importante. Tira abajo mucho la película.
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