Tiempos modernos
1936 

8.6
64,444
Comedia
Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
9 de mayo de 2008
9 de mayo de 2008
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película constituye un retrato de las condiciones desesperadas de empleo que la clase obrera tuvo que soportar en la época de la Gran depresión, condiciones promovidas, en la visión dada por la película, por la eficiencia de la industrialización y la producción en cadena. Chaplin no critica al sistema capitalista, sino que quiere formar parte de él, esto se puede apreciar en varias escenas de la película, por ejemplo, cuando sueña como seria su vida en la casa de un burgués de la época. La película es una obra maestra, objeto de estudio para conocer como era la vida en esos tiempos de florecimiento de la burguesía.
Chaplin sabía muy bien lo que hacía. Tiempos modernos es aparentemente una comedia más pero NO, es una critica ácida al sistema laboral y social del tiempo, y sin embargo la censura no alteró la obra. Esta película nos habla en imágenes de la alienación, las clases bajas, la economía del tiempo, la revolución industrial, la lucha obrera, todo ello contado desde una sencillez y un minimalismo que sorprende.
Destacar dos escenas memorables de la historia del cine:
- Charlot deslizándose entre las máquinas.
- La escena final, ese recorrido por la larga carretera, sinónimo de la búsqueda de un futuro mejor. La verdad es que esta película es un canto a la esperanza.
Tengo que resaltar que sorprende el gag de la cocaína, algo inusual en el cine de la época.
Si tuviera que decir algo malo, diría que quizá el ritmo de la película es un poco irregular, con escenas que si bien son graciosas (ruidos estomacales, algunas escenas de prisión...) no aportan nada al argumento. Pero esto es ya por decir algo. Por mi parte, esta es otra obra maestra del insuperable Chaplin, que como siempre digo de él "con lo menos, da lo más".
Saludos, y no se la pierdan!!!
Chaplin sabía muy bien lo que hacía. Tiempos modernos es aparentemente una comedia más pero NO, es una critica ácida al sistema laboral y social del tiempo, y sin embargo la censura no alteró la obra. Esta película nos habla en imágenes de la alienación, las clases bajas, la economía del tiempo, la revolución industrial, la lucha obrera, todo ello contado desde una sencillez y un minimalismo que sorprende.
Destacar dos escenas memorables de la historia del cine:
- Charlot deslizándose entre las máquinas.
- La escena final, ese recorrido por la larga carretera, sinónimo de la búsqueda de un futuro mejor. La verdad es que esta película es un canto a la esperanza.
Tengo que resaltar que sorprende el gag de la cocaína, algo inusual en el cine de la época.
Si tuviera que decir algo malo, diría que quizá el ritmo de la película es un poco irregular, con escenas que si bien son graciosas (ruidos estomacales, algunas escenas de prisión...) no aportan nada al argumento. Pero esto es ya por decir algo. Por mi parte, esta es otra obra maestra del insuperable Chaplin, que como siempre digo de él "con lo menos, da lo más".
Saludos, y no se la pierdan!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película está contada en clave de humor pero es una feroz crítica a la Gran depresión americana. Charlot enferma debido a la explotación laboral, es confundido con un líder comunista, es encarcelado varias veces, etc. Llega a ser tanta la penuria del personaje que éste anhela volver a prisión porque consideraba que el nivel de vida es allí mejor.
25 de octubre de 2005
25 de octubre de 2005
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver con dificultad varias de las primeras películas de Chaplin en las que la calidad de la imagen -a pesar de su indiscutible buen nivel artístico- es lamentable, se aprecia una gran mejora en la nitidez de ésta, excepcionalmente cuidada, circunstancia a la que se une el hallazgo de una de las películas más logradas que protagonizó Chaplin. A ello se une la habitual dosis sentimental que impregna los guiones de este genio y una crítica social al despersonalizado avance de la sociedad mecanizada.
30 de agosto de 2009
30 de agosto de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Medida película que nos enseña a los nostálgicos una lección difícil de aprender: No te rindas nunca.
Película que calará hasta el fondo si llegas a conectar con ese ´civilized man´, con ese ser que no sintoniza con el mundo industrializado y de competitividad de antes y de ahora.
Su mundo es algo personal, no tiene nada que ver con el compañerismo, con las largas colas para trabajar en la fábrica ni con la sociedad, pero ni mucho menos está en lucha contra el sistema, sencillamente, no forma parte de él.
Esa bandera roja caída al suelo y recogida por él sin saber lo que lleva detrás, marca la efemérides de una imagen que sorprende por la manera tan sencilla de explicarlo. No es su lucha.
La coca en el salero, persiguiendo a la mujer con las herramientas en la mano y, por ejemplo, cuando sale a cantar y se le vuelan los puños de la camisa donde tiene la letra escrita, son escenas de un momento especial, superespecial, dentro de todos los momentos que pasamos viendo cine.
Especialmente me llama la atención la sincronización de los pasos de todo lo que es el elemento humano, el ritmo, ya que todos terminan funcionando como las mismas máquinas que ponen en marcha. Incluso cuando él trata de atravesar la pista de baile con la bandeja en alto vuelve a convertirse de nuevo en un engranaje dentro de la máquina que gira con sus innumerables ruedas dentadas.
También hay que señalar la importancia de esta película como de ´Tiempo moderno´. Película sonora, no hablada, excepto, actuación inolvidable, cuando canta con un idioma imaginario ante un público entusiasmado.
Para él, la vida en cambio no es más que la compañía de su amada y los instantes de asueto, de tranquilidad, que logra raras veces, por ejemplo cuando está en la cárcel.
Añadir un comentario que ya no digo yo, sino que copio de la Enciclopedia Larousse, sobre esta entrañable película: “una de las obras cumbre de la cinematografía universal”.
Película que calará hasta el fondo si llegas a conectar con ese ´civilized man´, con ese ser que no sintoniza con el mundo industrializado y de competitividad de antes y de ahora.
Su mundo es algo personal, no tiene nada que ver con el compañerismo, con las largas colas para trabajar en la fábrica ni con la sociedad, pero ni mucho menos está en lucha contra el sistema, sencillamente, no forma parte de él.
Esa bandera roja caída al suelo y recogida por él sin saber lo que lleva detrás, marca la efemérides de una imagen que sorprende por la manera tan sencilla de explicarlo. No es su lucha.
La coca en el salero, persiguiendo a la mujer con las herramientas en la mano y, por ejemplo, cuando sale a cantar y se le vuelan los puños de la camisa donde tiene la letra escrita, son escenas de un momento especial, superespecial, dentro de todos los momentos que pasamos viendo cine.
Especialmente me llama la atención la sincronización de los pasos de todo lo que es el elemento humano, el ritmo, ya que todos terminan funcionando como las mismas máquinas que ponen en marcha. Incluso cuando él trata de atravesar la pista de baile con la bandeja en alto vuelve a convertirse de nuevo en un engranaje dentro de la máquina que gira con sus innumerables ruedas dentadas.
También hay que señalar la importancia de esta película como de ´Tiempo moderno´. Película sonora, no hablada, excepto, actuación inolvidable, cuando canta con un idioma imaginario ante un público entusiasmado.
Para él, la vida en cambio no es más que la compañía de su amada y los instantes de asueto, de tranquilidad, que logra raras veces, por ejemplo cuando está en la cárcel.
Añadir un comentario que ya no digo yo, sino que copio de la Enciclopedia Larousse, sobre esta entrañable película: “una de las obras cumbre de la cinematografía universal”.
31 de diciembre de 2013
31 de diciembre de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las críticas de Chaplin tan vigentes como siempre, no deja de ser impresionante la capacidad de analizar la sociedad de la que estaba dotado este gran creador de historias tan hilarantes como profundas. "Tiempos modernos" es un filme que plasma de manera brillante la modernidad de la Humanidad. Una modernidad vinculada firmemente al "taylorismo" y a la precariedad laboral a la que aboca irremediablemente el capitalismo cuando se le deja funcionar por sí solo.
"Tiempos modernos" nos sumerge en el desconcierto y la inestabilidad vital que invade a los trabajadores en un período donde los derechos sociales y laborales son más formales que reales. El trabajo es alienante en el capitalismo, ya que se ajusta a las rígidas exigencias de la productividad y la maximización de los beneficios. Se concibe al ser humano como una mera máquina, como un robot, como un ser que no es ser, que únicamente obra con un automatismo y una pasividad crítica que acaba por transformarle en títere de los patrones y, por ende, de los intereses pecuniarios.
En "Tiempos modernos" Charlot sufre esta alteración. Se siente perdido, sin rumbo, pues su trabajo le aliena llegando a cubrir su vida de una pesadumbre continua. Actúa por inercia, sin hacer uso de la razón. Es una máquina más. Sin embargo, la crítica de Chaplin va más allá de la alienación. Se extiende hacia otra de las consecuencias más letales del capitalismo, como es el desempleo. El capitalismo no sólo nos aliena, sino que también se esfuerza en humillar a quienes menos tienen, a quienes no gozan de los bienes necesarios para vivir con dignidad. No se preocupa por la creación de empleo, por lo que resulta inevitable abandonar en la precariedad supina a un vasto sector de la sociedad. Estos seres menesterosos son maltratados por el sistema hasta el punto de que, desempleados, deben consumir su tiempo buscando con avidez cualquier tipo de trabajo, independientemente de que sepan realizarlo correctamente.
Los desempleados, que tantos millones hay hoy en día en España, se ven obligados, como Charlot, a rebajarse a los ofrecimientos que encuentren, por muy ridículos y repudiables que sean. Necesitan sobrevivir como sea, que es la condición primera para poder vivir (aunque no para vivir dignamente). El círculo vicioso, que el capitalismo considera virtuoso, consiste en conseguir que quienes menos tengan, pasen paralelamente a exigir menos, de modo que su calidad de vida disminuye de manera empicada. Se juega con la vida de las personas. El capitalismo no se conforma con que se hallen en la miseria, sino que se esfuerza por empujarles constantemente hacia abajo. Cuando menos tengan, menos pedirán; con más poco se conformarán. Cuando menos pidan, más manipulables serán. Por lo que resultará menos laborioso mantener este círculo vicioso. Y quienes más tengan, incrementarán al mismo tiempo su riqueza.
Trabajar en esta atmósfera de capitalismo extremo constituye una forma de vida equiparable a encontrarse perdido en la desnudez de la intemperie. Por eso Charlot se aterroriza cuando le libran de la cárcel, no quiere salir, ya que éste es el único lugar donde se ve alejado de verdad del virus capitalista. En tiempos confusos e injustos la cárcel es, en la mayor de las ocasiones, el lugar más digno donde pueden permanecer las personas justas y decentes. Lo que no deja de ser paradójico.
"Tiempos modernos" nos sumerge en el desconcierto y la inestabilidad vital que invade a los trabajadores en un período donde los derechos sociales y laborales son más formales que reales. El trabajo es alienante en el capitalismo, ya que se ajusta a las rígidas exigencias de la productividad y la maximización de los beneficios. Se concibe al ser humano como una mera máquina, como un robot, como un ser que no es ser, que únicamente obra con un automatismo y una pasividad crítica que acaba por transformarle en títere de los patrones y, por ende, de los intereses pecuniarios.
En "Tiempos modernos" Charlot sufre esta alteración. Se siente perdido, sin rumbo, pues su trabajo le aliena llegando a cubrir su vida de una pesadumbre continua. Actúa por inercia, sin hacer uso de la razón. Es una máquina más. Sin embargo, la crítica de Chaplin va más allá de la alienación. Se extiende hacia otra de las consecuencias más letales del capitalismo, como es el desempleo. El capitalismo no sólo nos aliena, sino que también se esfuerza en humillar a quienes menos tienen, a quienes no gozan de los bienes necesarios para vivir con dignidad. No se preocupa por la creación de empleo, por lo que resulta inevitable abandonar en la precariedad supina a un vasto sector de la sociedad. Estos seres menesterosos son maltratados por el sistema hasta el punto de que, desempleados, deben consumir su tiempo buscando con avidez cualquier tipo de trabajo, independientemente de que sepan realizarlo correctamente.
Los desempleados, que tantos millones hay hoy en día en España, se ven obligados, como Charlot, a rebajarse a los ofrecimientos que encuentren, por muy ridículos y repudiables que sean. Necesitan sobrevivir como sea, que es la condición primera para poder vivir (aunque no para vivir dignamente). El círculo vicioso, que el capitalismo considera virtuoso, consiste en conseguir que quienes menos tengan, pasen paralelamente a exigir menos, de modo que su calidad de vida disminuye de manera empicada. Se juega con la vida de las personas. El capitalismo no se conforma con que se hallen en la miseria, sino que se esfuerza por empujarles constantemente hacia abajo. Cuando menos tengan, menos pedirán; con más poco se conformarán. Cuando menos pidan, más manipulables serán. Por lo que resultará menos laborioso mantener este círculo vicioso. Y quienes más tengan, incrementarán al mismo tiempo su riqueza.
Trabajar en esta atmósfera de capitalismo extremo constituye una forma de vida equiparable a encontrarse perdido en la desnudez de la intemperie. Por eso Charlot se aterroriza cuando le libran de la cárcel, no quiere salir, ya que éste es el único lugar donde se ve alejado de verdad del virus capitalista. En tiempos confusos e injustos la cárcel es, en la mayor de las ocasiones, el lugar más digno donde pueden permanecer las personas justas y decentes. Lo que no deja de ser paradójico.
11 de junio de 2014
11 de junio de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra maestra no pasó a la historia solo por las cualidades humorísticas de las que Chaplin hace gala en prácticamente todas sus obras, sino que además el sublime cineasta consigue poner de relieve, mediante sátiras y refinadas ironías, las contradicciones de la sociedad moderna, donde el maquinismo, consecuencia de la revolución industrial, sustituyó en gran parte a la fuerza de trabajo de los proletarios y además sacudió la propia actividad laboral de éstos.
El compromiso que emanaba de ésta y más películas de Chaplin no pasó desapercibido y creó precedente para bien y para mal; Tiempos modernos se convirtió en prototipo de película comprometida e inspiró a varios autores en ese mismo propósito, y por el contrario, su compromiso fue utilizado por el macarthismo como alegato a la hora de colocar a Chaplin en las famosas listas negras, acusado de comunista, forzándolo así al exilio.
El contenido de la película se podría dividir o resumir en diez partes, desarrolladas en el tiempo de una manera no estrictamente lineal, pues hay saltos en el tiempo, aunque la mayoría de las escenas sí están relacionadas con la anterior y siguiente. Así pues, más allá de escenas concretas que el espectador debe juzgar con sus propios ojos, nos parece más interesante resaltar otras cuestiones nada desdeñables.
Como hemos apuntado anteriormente, ésta no se trata de una obra vacía o meramente humorística, sino que cuenta con un mensaje, un trasfondo, una intención; una crítica. Cabe recordar que la película se produjo en 1936, pocos años después de la Crisis del 29, es decir, en un contexto de crisis económica, social y política que asolaba a un mundo no en llamas pero sí en cenizas por la Primera Guerra Mundial.
Bajo este panorama desolador, sobresalían artistas comprometidos con un mundo más justo. Chaplin reflejó en sus películas aspectos cotidianos de la vida moderna, de forma intencionada y magistral, por ejemplo, donde puso de manifiesto algunas fallas de un sistema que somete a los trabajadores a un estado de alienación. Una de las escenas más representativas de esta película es aquella en la que es atrapado por la máquina y se convierte, literalmente, en un engranaje más. Esta escena representa a la perfección la situación de los obreros que criticaría a posteriori, por ejemplo, Herbert J. Biberman (La sal de la tierra, 1954), otra víctima del macarthismo: se convierten en meros engranajes, cuyos valores se reducen a la productividad, compitiendo no sólo entre ellos, sino también con las máquinas.
También denuncia de forma intencionada, algunos aspectos del sistema como su sustento a base de represión, ejercida por la policía, que más que para servir y proteger al ciudadano, parece estar más interesada en reprimir cualquier disidencia, como se puede apreciar en las huelgas en las que encerraron al propio Chaplin. Hay que recordar de nuevo que el cineasta en la vida real fue víctima de tal represión, de la caza de brujas que lo condenó al exilio por comunista, hecho que le da a sus sátiras más veracidad y legitimidad.
Dicho esto, podemos afirmar que una de las intenciones de Chaplin en esta película es denunciar los aspectos más negativos del capitalismo y, concretamente, los aspectos más negativos del maquinismo. Todo esto (ahí es nada) lo hace con una fina ironía al alcance de muy pocos en la historia del celuloide. Es esta capacidad la que hace de Chaplin un hito del cine y de Tiempos modernos una obra a maestra.
“Saldremos adelante…”
El compromiso que emanaba de ésta y más películas de Chaplin no pasó desapercibido y creó precedente para bien y para mal; Tiempos modernos se convirtió en prototipo de película comprometida e inspiró a varios autores en ese mismo propósito, y por el contrario, su compromiso fue utilizado por el macarthismo como alegato a la hora de colocar a Chaplin en las famosas listas negras, acusado de comunista, forzándolo así al exilio.
El contenido de la película se podría dividir o resumir en diez partes, desarrolladas en el tiempo de una manera no estrictamente lineal, pues hay saltos en el tiempo, aunque la mayoría de las escenas sí están relacionadas con la anterior y siguiente. Así pues, más allá de escenas concretas que el espectador debe juzgar con sus propios ojos, nos parece más interesante resaltar otras cuestiones nada desdeñables.
Como hemos apuntado anteriormente, ésta no se trata de una obra vacía o meramente humorística, sino que cuenta con un mensaje, un trasfondo, una intención; una crítica. Cabe recordar que la película se produjo en 1936, pocos años después de la Crisis del 29, es decir, en un contexto de crisis económica, social y política que asolaba a un mundo no en llamas pero sí en cenizas por la Primera Guerra Mundial.
Bajo este panorama desolador, sobresalían artistas comprometidos con un mundo más justo. Chaplin reflejó en sus películas aspectos cotidianos de la vida moderna, de forma intencionada y magistral, por ejemplo, donde puso de manifiesto algunas fallas de un sistema que somete a los trabajadores a un estado de alienación. Una de las escenas más representativas de esta película es aquella en la que es atrapado por la máquina y se convierte, literalmente, en un engranaje más. Esta escena representa a la perfección la situación de los obreros que criticaría a posteriori, por ejemplo, Herbert J. Biberman (La sal de la tierra, 1954), otra víctima del macarthismo: se convierten en meros engranajes, cuyos valores se reducen a la productividad, compitiendo no sólo entre ellos, sino también con las máquinas.
También denuncia de forma intencionada, algunos aspectos del sistema como su sustento a base de represión, ejercida por la policía, que más que para servir y proteger al ciudadano, parece estar más interesada en reprimir cualquier disidencia, como se puede apreciar en las huelgas en las que encerraron al propio Chaplin. Hay que recordar de nuevo que el cineasta en la vida real fue víctima de tal represión, de la caza de brujas que lo condenó al exilio por comunista, hecho que le da a sus sátiras más veracidad y legitimidad.
Dicho esto, podemos afirmar que una de las intenciones de Chaplin en esta película es denunciar los aspectos más negativos del capitalismo y, concretamente, los aspectos más negativos del maquinismo. Todo esto (ahí es nada) lo hace con una fina ironía al alcance de muy pocos en la historia del celuloide. Es esta capacidad la que hace de Chaplin un hito del cine y de Tiempos modernos una obra a maestra.
“Saldremos adelante…”
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here