Tiempos modernos
1936 

8.6
64,448
Comedia
Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
16 de febrero de 2011
16 de febrero de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]
"La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia".
Charles Chaplin
Charles Chaplin, ese genio del cine, del género cómico, no pudo ser encasillado más que en un tipo que hizo cine mudo. Sus obras como las de cualquier artista cobraron varios caminos y hoy siguen siendo interpretadas de múltiples maneras. Como muchos artistas tuvo que exiliarse por las críticas feroces de haber sido comunista, antiestadounidense, entre otras. Todo ello lo negó, pero independientemente de eso, dejó para la posteridad una serie de imágenes en movimiento, son más de 90 obras fílmicas en las que inmortalizó personajes como Charlot y por febrero de 1936 inauguró uno de sus máximos clásicos: Tiempos modernos.
Tiempos modernos una obra clásica del cine, es más que el testimonio de un director de cine empeñado en hacer una película. Es luego de 75 años, una forma de vernos grabados, y cuando digo vernos, quiero decir que allí podemos ver las premuras del tiempo, aquellas que dicen que es oro, y no vivencias o experiencias gratas o ingratas; también ver ese mundo turbado, conflictivo y pesado de las máquinas, la desolación de un individuo fracturado, incómodo pero sobre todo un ser capaz de enaltecerse así mismo, además bajo el elemento de mayor elocuencia: lo cómico.
La obra inicia dando un contexto de la trama. Un cuadro de texto diciendo: “Tiempos modernos. Una obra sobre la industria, la iniciativa individual y la cruzada humana en busca de la felicidad.” Luego la imagen de una serie de ovejas, semejando el hecho de la multitud, después un tumulto de gente precipitada buscando el lugar de trabajo en las industrias, mientras que un solo sujeto, quien hace las veces de gerente, arma un rompecabezas, lee la prensa y ordena subir la velocidad de las máquinas de la fábrica, valga decir de los obreros. Aparece Charlot, quien intenta ajustarse a la velocidad, a ese apremio de no descuidarse, y la mecanización es tan despiadada que queda con un tic. Como si previera el mundo futuro, nos muestra escenas del gerente en pantallas husmeando hasta en el baño, máquinas para dar de comer al obrero mientras siguen los obreros trabajando. Lo que sigue en el transcurso de la película no deja de ser una gama diversa de situaciones entre la tragedia, el mundo voraz del capitalismo, la angustia de la existencia, pero su lado amable: la búsqueda de sí en medio de la simpleza de hacer actos por el prójimo.
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"La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia".
Charles Chaplin
Charles Chaplin, ese genio del cine, del género cómico, no pudo ser encasillado más que en un tipo que hizo cine mudo. Sus obras como las de cualquier artista cobraron varios caminos y hoy siguen siendo interpretadas de múltiples maneras. Como muchos artistas tuvo que exiliarse por las críticas feroces de haber sido comunista, antiestadounidense, entre otras. Todo ello lo negó, pero independientemente de eso, dejó para la posteridad una serie de imágenes en movimiento, son más de 90 obras fílmicas en las que inmortalizó personajes como Charlot y por febrero de 1936 inauguró uno de sus máximos clásicos: Tiempos modernos.
Tiempos modernos una obra clásica del cine, es más que el testimonio de un director de cine empeñado en hacer una película. Es luego de 75 años, una forma de vernos grabados, y cuando digo vernos, quiero decir que allí podemos ver las premuras del tiempo, aquellas que dicen que es oro, y no vivencias o experiencias gratas o ingratas; también ver ese mundo turbado, conflictivo y pesado de las máquinas, la desolación de un individuo fracturado, incómodo pero sobre todo un ser capaz de enaltecerse así mismo, además bajo el elemento de mayor elocuencia: lo cómico.
La obra inicia dando un contexto de la trama. Un cuadro de texto diciendo: “Tiempos modernos. Una obra sobre la industria, la iniciativa individual y la cruzada humana en busca de la felicidad.” Luego la imagen de una serie de ovejas, semejando el hecho de la multitud, después un tumulto de gente precipitada buscando el lugar de trabajo en las industrias, mientras que un solo sujeto, quien hace las veces de gerente, arma un rompecabezas, lee la prensa y ordena subir la velocidad de las máquinas de la fábrica, valga decir de los obreros. Aparece Charlot, quien intenta ajustarse a la velocidad, a ese apremio de no descuidarse, y la mecanización es tan despiadada que queda con un tic. Como si previera el mundo futuro, nos muestra escenas del gerente en pantallas husmeando hasta en el baño, máquinas para dar de comer al obrero mientras siguen los obreros trabajando. Lo que sigue en el transcurso de la película no deja de ser una gama diversa de situaciones entre la tragedia, el mundo voraz del capitalismo, la angustia de la existencia, pero su lado amable: la búsqueda de sí en medio de la simpleza de hacer actos por el prójimo.
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La máquina devora al hombre. Lo vuelve loco y lo adapta a las circunstancias de la rutina. Es cierto que cuando se inaugura la película, se hace un salto de las películas mudas a las sonoras, y en Tiempos modernos se habla y se escuchan los ruidos de las máquinas. El hablar en el cine, para unos fue, el acabar con el hecho sustancial: la imagen, para otros fue un complemento. Lo claro es que Chaplin habló de su mundo, no puede verse sino como una forma de expresar la crisis de la llamada Gran Depresión. La mímica siguió siendo esencial en Tiempos Modernos, y cuando se utilizó el lenguaje, fue para que el patrón de la fábrica lo hiciera como un perro rabioso, o cuando Charlot canta es con una mezcla de idiomas, es decir, en una especie de sin sentido.
La película es una respuesta a la miseria como explicó Chaplin en una rueda de prensa en esa época. Pero es una burla, uno cuando la ve, siente repudio, pero se ríe, adopta una sensibilidad con aquello que nos ha aprisionado. 75 años luego de su primera proyección causa el impacto de saber que el mundo sigue mecanizado, un sistema que para nada tiene en cuenta al ser humano, el tiempo nos atrapó, pero más que ello las tecnologías y, en las que si bien son un alivio para las sociedades, en cierta medida también son su cárcel.
La película termina con cierta benevolencia. Por un lado Charlot encuentra un trabajo como artista, cómico claro está, canta pero no se sabe qué, y luego sobresale el hecho de toda historia: el amor o tal vez la compañía hacen de las suyas, Charlot antes halló a una chica desahuciada y en medio de sus precariedades se juntan para seguir un camino, ¿cuál? no se sabe. El hecho es que luego de sus 75 años, es una película tan vigente que hay que seguirla viendo.
La película es una respuesta a la miseria como explicó Chaplin en una rueda de prensa en esa época. Pero es una burla, uno cuando la ve, siente repudio, pero se ríe, adopta una sensibilidad con aquello que nos ha aprisionado. 75 años luego de su primera proyección causa el impacto de saber que el mundo sigue mecanizado, un sistema que para nada tiene en cuenta al ser humano, el tiempo nos atrapó, pero más que ello las tecnologías y, en las que si bien son un alivio para las sociedades, en cierta medida también son su cárcel.
La película termina con cierta benevolencia. Por un lado Charlot encuentra un trabajo como artista, cómico claro está, canta pero no se sabe qué, y luego sobresale el hecho de toda historia: el amor o tal vez la compañía hacen de las suyas, Charlot antes halló a una chica desahuciada y en medio de sus precariedades se juntan para seguir un camino, ¿cuál? no se sabe. El hecho es que luego de sus 75 años, es una película tan vigente que hay que seguirla viendo.
25 de diciembre de 2011
25 de diciembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chaplin critica la era de la mecanización de modo inolvidable, señalando las injusticias sociales y la lucha para poder sobrevivir en el mundo moderno. Una Paulette Goddard absolutamente maravillosa es una chica muy pobre que por los hados del destino se convierte en la compañera sentimental de Chaplin.
La última película muda de Chaplin, con música adicional de su propia mano y primera ocasión que tenemos de escuchar su voz en una canción que es un aunténtico galimatías y que resulta absolutamente tronchante de principio a fin. De las mejores películas de la historia del cine, divertida en todos los niveles.
La última película muda de Chaplin, con música adicional de su propia mano y primera ocasión que tenemos de escuchar su voz en una canción que es un aunténtico galimatías y que resulta absolutamente tronchante de principio a fin. De las mejores películas de la historia del cine, divertida en todos los niveles.
14 de abril de 2016
14 de abril de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En contraste con las inocuas e inofensivas comedias actuales, "Tiempos modernos" arremete contra los males del capitalismo y la era de la industrialización. Las máquinas sustituyen la mano de obra humana, y los obreros que aún conservan el trabajo son sometidos a un proceso de deshumanización, pierden la individualizad y son sólo un engranaje más de la máquina.
Este tipo de cine murió en 1940 con la obra maestra de Ford, "Las uvas de la ira", la SGM y la Guerra Fría, pusieron a Hollywood al servicio del poder y el cine crítico con el sistema político desapareció.
La película, como casi toda la obra del genio es una sucesión de gangs unidos como las perlas de un rosario para construir una historia. Todo su cine ocupa un lugar destacado en la historia, y para mí esta es su mejor película, la más divertido y la más incisiva. De obligado visionado.
Este tipo de cine murió en 1940 con la obra maestra de Ford, "Las uvas de la ira", la SGM y la Guerra Fría, pusieron a Hollywood al servicio del poder y el cine crítico con el sistema político desapareció.
La película, como casi toda la obra del genio es una sucesión de gangs unidos como las perlas de un rosario para construir una historia. Todo su cine ocupa un lugar destacado en la historia, y para mí esta es su mejor película, la más divertido y la más incisiva. De obligado visionado.
3 de febrero de 2021
3 de febrero de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando escribimos algo nos gusta imaginar que al otro lado hay alguien a quien sirven nuestros apuntes. Gente sin rostro que disfruta, aprende o simplemente entretiene un momento de su cotidiano discurrir. Aunque tampoco es imprescindible la existencia inmediata de otro para justificar nuestras divagaciones: si no llegan a ojos u oídos, quedarán en el aire y algún ser vivo, plantas incluidas, acabará por respirarlas. Después de todo, como diría mi amigo César Martín Ortiz: "Escribir, no es más que enviar cartas desde un lugar inexistente al lugar real donde uno vive"
Esta reflexión me asalta cuando me dispongo, en mi crítica 1.200 para filmaffinity, a contar las sensaciones que ha despertado en mi una obra, de bagaje vital, como Tiempos modernos. La necesidad de condensar en pocas líneas el cariño y agradecimiento que se siente hacia algo tan valioso que nos ha acompañado, e incluso arropado, en el transcurso de los años, me hace sufrir la responsabilidad de no estar a la altura de sus méritos.
Han pasado más de ochenta años desde que Chaplin decidió escribir, dirigir, musicar e interpretar las memorias de un pequeño y simpático superviviente de la Gran Depresión. La crónica de los Nadie es la que realmente da luz a los procesos históricos, esos que acaban en los anales y que esconden bajo sus escombros las humildes existencias de campesinos, obreros (explotados o parados) y ciudadanos del montón.
Una presentación, tan inquietante como la de Metrópolis (Fritz Lang), sirve para situarnos en la cresta de esa oscura ola que parece tener entre sus inmediatas intenciones el violento desembarco de nuestro protagonista contra las afiladas rocas del acantilado. El mar encrespado, no cabe duda, es en este caso, el mercantilismo desalmado.
Tras su crisis mental, bloqueado por su condición de eslabón cárnico en una cadena industrial, el médico del hospital le dice, al darle el alta: "Evite las emociones fuertes"; pero el destino, que para nada incluye en sus cálculos cuestiones sanitarias, le tiene reservados moviditos episodios que suceden en cascada, con un ritmo vertiginoso, solo apto para atletas de conciencia tranquila. Por suerte, entre tantas alteraciones también se encuentra el amor.
La pequeñez del operario ante la devoradora fuerza de la máquina es tratada por el maestro londinense con toda la ternura que era capaz de imaginar; cuando las únicas herramientas que tenían los mindundis, para no ser aplastados por la grosera productividad, eran la picardía y el afecto de al menos otro ser humano.
Cuatro años después de estos Tiempos Modernos apareció la inmensa: "Las uvas de la ira", sobre la novela de Steinbeck, que hablaba también de las consecuencias de los movimientos telúricos del capitalismo, en este caso sobre los trabajadores de la tierra. Pero el delicado humor que utiliza el padre de Charlot en este relato sobre un mundo despiadado, sirve para digerir mejor. Haciendo un paralelismo podríamos comparar a la risa con un protector estomacal, que nos evitará la úlcera que nos provocó, involuntariamente, el exceso de bilis de la peli de John Ford.
Aún así no hay silbato que contenga la libertad de nuestro rebelde favorito, nuestro héroe, el hombrecillo del bombín y el bastón; el que no necesitaba hablar para contárnoslo todo. Esta fue su última aventura muda, aunque introdujo sonidos (artilugios y tripas) e incluso canciones en francés. La moda y la comercialidad le obligarían a cambiar, y, aunque remolón, se pasó al ruido. Para demostrar que su inventiva no tenía barreras inauguró la nueva era con El gran dictador (1940).
Esta reflexión me asalta cuando me dispongo, en mi crítica 1.200 para filmaffinity, a contar las sensaciones que ha despertado en mi una obra, de bagaje vital, como Tiempos modernos. La necesidad de condensar en pocas líneas el cariño y agradecimiento que se siente hacia algo tan valioso que nos ha acompañado, e incluso arropado, en el transcurso de los años, me hace sufrir la responsabilidad de no estar a la altura de sus méritos.
Han pasado más de ochenta años desde que Chaplin decidió escribir, dirigir, musicar e interpretar las memorias de un pequeño y simpático superviviente de la Gran Depresión. La crónica de los Nadie es la que realmente da luz a los procesos históricos, esos que acaban en los anales y que esconden bajo sus escombros las humildes existencias de campesinos, obreros (explotados o parados) y ciudadanos del montón.
Una presentación, tan inquietante como la de Metrópolis (Fritz Lang), sirve para situarnos en la cresta de esa oscura ola que parece tener entre sus inmediatas intenciones el violento desembarco de nuestro protagonista contra las afiladas rocas del acantilado. El mar encrespado, no cabe duda, es en este caso, el mercantilismo desalmado.
Tras su crisis mental, bloqueado por su condición de eslabón cárnico en una cadena industrial, el médico del hospital le dice, al darle el alta: "Evite las emociones fuertes"; pero el destino, que para nada incluye en sus cálculos cuestiones sanitarias, le tiene reservados moviditos episodios que suceden en cascada, con un ritmo vertiginoso, solo apto para atletas de conciencia tranquila. Por suerte, entre tantas alteraciones también se encuentra el amor.
La pequeñez del operario ante la devoradora fuerza de la máquina es tratada por el maestro londinense con toda la ternura que era capaz de imaginar; cuando las únicas herramientas que tenían los mindundis, para no ser aplastados por la grosera productividad, eran la picardía y el afecto de al menos otro ser humano.
Cuatro años después de estos Tiempos Modernos apareció la inmensa: "Las uvas de la ira", sobre la novela de Steinbeck, que hablaba también de las consecuencias de los movimientos telúricos del capitalismo, en este caso sobre los trabajadores de la tierra. Pero el delicado humor que utiliza el padre de Charlot en este relato sobre un mundo despiadado, sirve para digerir mejor. Haciendo un paralelismo podríamos comparar a la risa con un protector estomacal, que nos evitará la úlcera que nos provocó, involuntariamente, el exceso de bilis de la peli de John Ford.
Aún así no hay silbato que contenga la libertad de nuestro rebelde favorito, nuestro héroe, el hombrecillo del bombín y el bastón; el que no necesitaba hablar para contárnoslo todo. Esta fue su última aventura muda, aunque introdujo sonidos (artilugios y tripas) e incluso canciones en francés. La moda y la comercialidad le obligarían a cambiar, y, aunque remolón, se pasó al ruido. Para demostrar que su inventiva no tenía barreras inauguró la nueva era con El gran dictador (1940).
15 de julio de 2005
15 de julio de 2005
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿¿Existe una forma más inteligente de crítica que el humor??. Creo que no. De esto, Chaplin parece saber muchísimo.
Una crítica a la deshumanización de los tiempos de posguerra, que se extiende hasta nuestros días. La especialización de Smith elevada a la enésima potencia, reduciendo al hombre a un mecanicismo autómata. Los efectos perniciosos de la competencia desmedida del capitalismo. El maquinismo aplastando al humanismo.
El comienzo de la película es genial, como toda ella. Llenan la pantalla un rebaño de ovejas. A continuación, se observa el ajetreo diario de la gente que camina hacia sus puestos laborales. Con rumbo fijo, sin posibilidad de aprendizaje. Perfecta analogía que retrata el espíritu de la película.
Charlot es un ser extraño en todo este mundo (quizá como la oveja negra que aparece en el rebaño). Sin embargo él es el verdadero humano.
Críticas aparte, la película también nos narra una espléndida historia de amor. Amor platónico, amor ideal. Amor desinteresado, en la pobreza. La compañía que dota de sentido el vivir en un mundo tan hostil.
Un 10 sobre 10. Recomendaría esta maravillosa obra de arte a todo el mundo.
Una crítica a la deshumanización de los tiempos de posguerra, que se extiende hasta nuestros días. La especialización de Smith elevada a la enésima potencia, reduciendo al hombre a un mecanicismo autómata. Los efectos perniciosos de la competencia desmedida del capitalismo. El maquinismo aplastando al humanismo.
El comienzo de la película es genial, como toda ella. Llenan la pantalla un rebaño de ovejas. A continuación, se observa el ajetreo diario de la gente que camina hacia sus puestos laborales. Con rumbo fijo, sin posibilidad de aprendizaje. Perfecta analogía que retrata el espíritu de la película.
Charlot es un ser extraño en todo este mundo (quizá como la oveja negra que aparece en el rebaño). Sin embargo él es el verdadero humano.
Críticas aparte, la película también nos narra una espléndida historia de amor. Amor platónico, amor ideal. Amor desinteresado, en la pobreza. La compañía que dota de sentido el vivir en un mundo tan hostil.
Un 10 sobre 10. Recomendaría esta maravillosa obra de arte a todo el mundo.
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