Traidor en el infierno
7.5
6,854
Bélico. Drama
Durante la Segunda Guerra Mundial, en un campo de prisioneros alemán, unos seiscientos sargentos americanos comparten el barracón 17. En Nochebuena, dos de ellos se disponen a fugarse, pero son descubiertos y ejecutados por soldados alemanes que estaban al acecho. Los prisioneros empiezan a sospechar que en el barracón hay un traidor que informa a los nazis y llegan a la conclusión de que ese traidor es el sargento Sefton, un hombre más ... [+]
28 de diciembre de 2016
28 de diciembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billy Wilder (escéptico por definición) pertenecía a una generación de cineastas en la que la comunicación activa con el espectador de su cine ocupaba un lugar central en todo el proceso creativo. Ajeno por completo a tentaciones sermoneadoras, Wilder apostaba por un tipo de intercambio en el que las soluciones a los problemas planteados no procedieran siempre de la pantalla: “El director debe estimular al público y distraerle, además de plantearle buenas preguntas. El cineasta que cree conocer las respuestas no es un artista, es más bien un imbécil”, sentenciaba. El método de Wilder busca la transparencia formal y la sencillez estilística, despojando a las imágenes de toda ornamentación ajena a las necesidades narrativas, huyendo de la pedantería y el narcisismo.
Que un cineasta realice un film sobre un campo de prisioneros nazi durante la 2ª Guerra Mundial y plantee la mayor parte de sus secuencias en tono de comedia es algo que, en principio, no puede dejar de sorprender. Pero si lo hace Billy Wilder, por el contrario, la cosa sorprende bastante menos. Sobre todo porque su protagonista es típicamente wilderiano, un cínico sin escrúpulos, un tipo que se dedica a comerciar partiendo de la escasez de recursos que genera la reclusión, al que no le incomoda mantener buenas relaciones con los guardianes alemanes. El film de Wilder, nada complaciente, parece buscar un cierto acomodo con la moral del momento con la transformación que experimenta el sargento Sefton (Wlliam Holden) sin olvidar que su empeño en atrapar al traidor, lo hace en buena parte como venganza y deseo de autojustificación más que por defender los intereses de sus compañeros (que desconfiaron de él) y cuando, se decide a colaborar en ayudar lo hace por claros intereses económicos, no patrióticos ni de amistad.
En “Traidor en el infierno”, Wilder adapta una comedia de Donald Bevan y Edmund Trzcinsi, convirtiéndola en una farsa, pero también en un alegato contra el linchamiento moral y físico de unos compañeros que no tienen pruebas para juzgar con tanta alevosía a un tipo amoral sospechoso de traición, que es el reverso del héroe cívico por su descarnado pragmatismo. En su lucha por la acomodación y egoísta supervivencia, trafica con cigarrillos y licor, ademas de otros objetos que atesora en su baúl personal, entre ellos el jabón, valioso en aquel sucio confinamiento, y que por su situación privilegiada genera recelo entre sus compañeros.
Wilder, el judío vienés, que emigró a USA cuando Hitler llegaba al poder, aprovecha al máximo los rasgos más patéticos de los hacinados, como la recepción de las cartas por parte de quienes llevan largo tiempo en cautiverio, las privaciones con el sexo femenino a las que se ven sometidos, la imaginación que le echan para ocupar sus largas horas de ocio. El ambiente de represión que sufren los prisioneros convertidos en espectadores que contemplan ventanas empañadas de vapor - tras las cuales se intuye, pero no se ve, que se están bañando algunas mujeres – o les hace organizar bailes desolados, para convertirlos en esperpento de lo grotesco, para construir algunos gags sarcásticos, pues se trata de sobrevivir lo mejor posible. También, al respecto, habría que hacer notar las composiciones de los que incorporan a los nazis – desde el colega de Wilder, Otto Preminger, convertido en oficial, hasta el increíble Sig Ruman – para demostrarnos que “Stalag 17” es un film que no desmerece en la carrera de un cineasta que ha edificado buena parte de su obra sobre la lúcida contemplación de la naturaleza humana, con sus virtudes y miserias.
Que un cineasta realice un film sobre un campo de prisioneros nazi durante la 2ª Guerra Mundial y plantee la mayor parte de sus secuencias en tono de comedia es algo que, en principio, no puede dejar de sorprender. Pero si lo hace Billy Wilder, por el contrario, la cosa sorprende bastante menos. Sobre todo porque su protagonista es típicamente wilderiano, un cínico sin escrúpulos, un tipo que se dedica a comerciar partiendo de la escasez de recursos que genera la reclusión, al que no le incomoda mantener buenas relaciones con los guardianes alemanes. El film de Wilder, nada complaciente, parece buscar un cierto acomodo con la moral del momento con la transformación que experimenta el sargento Sefton (Wlliam Holden) sin olvidar que su empeño en atrapar al traidor, lo hace en buena parte como venganza y deseo de autojustificación más que por defender los intereses de sus compañeros (que desconfiaron de él) y cuando, se decide a colaborar en ayudar lo hace por claros intereses económicos, no patrióticos ni de amistad.
En “Traidor en el infierno”, Wilder adapta una comedia de Donald Bevan y Edmund Trzcinsi, convirtiéndola en una farsa, pero también en un alegato contra el linchamiento moral y físico de unos compañeros que no tienen pruebas para juzgar con tanta alevosía a un tipo amoral sospechoso de traición, que es el reverso del héroe cívico por su descarnado pragmatismo. En su lucha por la acomodación y egoísta supervivencia, trafica con cigarrillos y licor, ademas de otros objetos que atesora en su baúl personal, entre ellos el jabón, valioso en aquel sucio confinamiento, y que por su situación privilegiada genera recelo entre sus compañeros.
Wilder, el judío vienés, que emigró a USA cuando Hitler llegaba al poder, aprovecha al máximo los rasgos más patéticos de los hacinados, como la recepción de las cartas por parte de quienes llevan largo tiempo en cautiverio, las privaciones con el sexo femenino a las que se ven sometidos, la imaginación que le echan para ocupar sus largas horas de ocio. El ambiente de represión que sufren los prisioneros convertidos en espectadores que contemplan ventanas empañadas de vapor - tras las cuales se intuye, pero no se ve, que se están bañando algunas mujeres – o les hace organizar bailes desolados, para convertirlos en esperpento de lo grotesco, para construir algunos gags sarcásticos, pues se trata de sobrevivir lo mejor posible. También, al respecto, habría que hacer notar las composiciones de los que incorporan a los nazis – desde el colega de Wilder, Otto Preminger, convertido en oficial, hasta el increíble Sig Ruman – para demostrarnos que “Stalag 17” es un film que no desmerece en la carrera de un cineasta que ha edificado buena parte de su obra sobre la lúcida contemplación de la naturaleza humana, con sus virtudes y miserias.
2 de marzo de 2019
2 de marzo de 2019
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra magnífica película del gran Billy Wilder, quién esta vez, mete su socarronería, mordacidad y sarcasmo en un campo de prisioneros alemán durante la segunda Guerra Mundial.
Me quedo atónito al observar que algunos usuarios se han decepcionado al observar poco realismo y lo que ellos llaman " ingenuidad", al tratar un tema tan duro y sórdido como es el subgénero de campos de concentración.
He observado los topics con que describe esta página sus géneros y veo que la califican como bélico, drama, drama carcelario y ejército. Creo que esto puede llevar a engaño a los usuarios, quiénes quizá esperando encontrarse con un film bélico al uso, se sientan desconcertados al observar estas caricaturas ( tan hilarantes por otra parte), en un subgénero que tan pocas bromas se ha permitido.
Porque esto, señores de filmmafinity y así debieran ponerlo en su topic, es una FARSA.
Basada en una exitosa comedia teatral, Wilder quién sufrió la represión nazi, lanza su mirada burlesca y sarcástica a ese grupo de alemanes ( el sargento Schultz, en mi opinión, es una creación portentosa) y también a los prisioneros, dibujando un nutrido y variado grupo de personajes en el que el papel más humilde, está dotado de mucha personalidad, a la que a algunos les corresponde un papel humorístico y a otros en cambio, un papel totalmente dramático donde Wilder no se olvida de meter escenas de muchísima emoción y tristeza ( veáse el papel del soldado traumatizado).
¿Que es un campo de concentración muy peculiar). De acuerdo. Y ¿qué?. Es que Wilder no pretendía mostrarnos la realidad. Wilder siempre ha sabido que el humor es lo más serio del mundo y al caricaturizar esta situación, sabía que los espectadores íbamos a descubrir una verdad muy seria en cada uno de los personajes, si nos tomamos la molestia de escucharlos a través de sus breves y lacerantes palabras. Porque a Wilder no sólo hay que verle. También hay que escucharle. Y así, podremos captar tanto la risa espontánea e irreflexiva de la farsa, como de la profunda tragedia que se esconde tras ella, si así lo deseamos.
Si no podemos aceptar esta premisa, me figuro que todas las demás películas que vinieron después sobre el tema quedan también invalidadas. ¿ Qué hacemos con "la gran evasión" del gran Sturges, o "la vida es bella" de Benigni o incluso con "la lista de Schindler" con su niña del abriguito rojo que invalidaría la pretensión de realismo al utilizarlo como recurso de carga dramática?.
No. No busquen realismo en esta película. Pero eso no quiere decir que porque ridiculice situaciones, no contengan verdad, mucha verdad. Les aseguro que hay millones de películas supuestamente "realistas", cuyas situaciones planas, tópicas y manipuladoras mienten y tergiversan mucho más cualquier situación que ésta.
Wilder qué grande has sido. Soberbia.
Me quedo atónito al observar que algunos usuarios se han decepcionado al observar poco realismo y lo que ellos llaman " ingenuidad", al tratar un tema tan duro y sórdido como es el subgénero de campos de concentración.
He observado los topics con que describe esta página sus géneros y veo que la califican como bélico, drama, drama carcelario y ejército. Creo que esto puede llevar a engaño a los usuarios, quiénes quizá esperando encontrarse con un film bélico al uso, se sientan desconcertados al observar estas caricaturas ( tan hilarantes por otra parte), en un subgénero que tan pocas bromas se ha permitido.
Porque esto, señores de filmmafinity y así debieran ponerlo en su topic, es una FARSA.
Basada en una exitosa comedia teatral, Wilder quién sufrió la represión nazi, lanza su mirada burlesca y sarcástica a ese grupo de alemanes ( el sargento Schultz, en mi opinión, es una creación portentosa) y también a los prisioneros, dibujando un nutrido y variado grupo de personajes en el que el papel más humilde, está dotado de mucha personalidad, a la que a algunos les corresponde un papel humorístico y a otros en cambio, un papel totalmente dramático donde Wilder no se olvida de meter escenas de muchísima emoción y tristeza ( veáse el papel del soldado traumatizado).
¿Que es un campo de concentración muy peculiar). De acuerdo. Y ¿qué?. Es que Wilder no pretendía mostrarnos la realidad. Wilder siempre ha sabido que el humor es lo más serio del mundo y al caricaturizar esta situación, sabía que los espectadores íbamos a descubrir una verdad muy seria en cada uno de los personajes, si nos tomamos la molestia de escucharlos a través de sus breves y lacerantes palabras. Porque a Wilder no sólo hay que verle. También hay que escucharle. Y así, podremos captar tanto la risa espontánea e irreflexiva de la farsa, como de la profunda tragedia que se esconde tras ella, si así lo deseamos.
Si no podemos aceptar esta premisa, me figuro que todas las demás películas que vinieron después sobre el tema quedan también invalidadas. ¿ Qué hacemos con "la gran evasión" del gran Sturges, o "la vida es bella" de Benigni o incluso con "la lista de Schindler" con su niña del abriguito rojo que invalidaría la pretensión de realismo al utilizarlo como recurso de carga dramática?.
No. No busquen realismo en esta película. Pero eso no quiere decir que porque ridiculice situaciones, no contengan verdad, mucha verdad. Les aseguro que hay millones de películas supuestamente "realistas", cuyas situaciones planas, tópicas y manipuladoras mienten y tergiversan mucho más cualquier situación que ésta.
Wilder qué grande has sido. Soberbia.
16 de marzo de 2019
16 de marzo de 2019
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de "La gran evasión" (1963), de "El puente sobre el río Kwai" (1957), de la española "Embajadores en el infierno" (1956), está "Traidor en el infierno". Es decir, una historia sobre militares encarcelados en un campo de prisioneros, ya sea japonés, alemán o soviético, durante la segunda guerra mundial. En este caso, nazi. La presente adapta la obra de teatro de "Stalag 17" escrita por Donald Bevan y Edmund Trzcinski, basándose en sus propias experiencias como prisioneros de guerra y representada con cierto éxito en Broadway. El que dirige es Billy Wilder y su principal protagonista es William Holden, que por cierto, se negó a interpretar a un personaje tan cínico, el sargento Sefton, pero al final tuvo que cumplir. William Holden seguramente se quitaría el mal sabor de boca por el Oscar que se llevó al mejor actor, la única estatuilla que conquistó la película.
"Traidor en el infierno" tiene una buena dirección y cierta intriga, en tanto hay que descubrir quién es el delator. Sin embargo, no deja de ser un producto fallido. De entrada, se muestra excesivamente infantil en el tratamiento de lo que podría ser un campo de prisioneros nazi, teniendo en cuenta que nos encontramos en las navidades de 1944, es decir, con el Tercer Reich desmoronándose. Aquí efectivamente parece que están de excursión, permitiéndose unas familiares y unas bromas que no hay quien se crea. Y hablando de "bromas", nefasta la parte cómica que no hace gracia y rompe totalmente el ritmo y el tono. Pero dejando en parte la falta de realismo, no os hablo de la surrealista presencia de las prisioneras rusas, la trama en sí tampoco es demasiado consistente, hay algunos errores, y Sefton se empeña torpemente en parecer culpable. Id al SPOILER.
"Traidor en el infierno" tiene una buena dirección y cierta intriga, en tanto hay que descubrir quién es el delator. Sin embargo, no deja de ser un producto fallido. De entrada, se muestra excesivamente infantil en el tratamiento de lo que podría ser un campo de prisioneros nazi, teniendo en cuenta que nos encontramos en las navidades de 1944, es decir, con el Tercer Reich desmoronándose. Aquí efectivamente parece que están de excursión, permitiéndose unas familiares y unas bromas que no hay quien se crea. Y hablando de "bromas", nefasta la parte cómica que no hace gracia y rompe totalmente el ritmo y el tono. Pero dejando en parte la falta de realismo, no os hablo de la surrealista presencia de las prisioneras rusas, la trama en sí tampoco es demasiado consistente, hay algunos errores, y Sefton se empeña torpemente en parecer culpable. Id al SPOILER.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Os comento algunos fallos:
- Sefton parece no darse cuenta de que hay un traidor entre los reclusos y todo parece indicar que es él. Al menos es lo que piensan sus compañeros. Sin embargo, nunca se defiende, ni trata de sacarlos de su error, por ejemplo, diciendo algo tan evidente como que si fuera el espía, actuaría con mayor disimulo, para que nadie sospechara de él. Porque exhibiendo sus "ganancias" se delata él mismo.
- Me parece que enrollar el cable de la bombilla y desenrollarlo para comunicarse es un método de canta demasiado. ¿No hubiera sido más inteligente y difícil de detectar un gesto como meterse la mano en el bolsillo o algo así?
- El delator alemán, cuando sale del barracón empujado por sus compañeros lo único que tiene que hacer es echarse a tierra y esperar a que lo detengan para confirmar que es de los suyos. Lo que hace en cambio es agitarse para que los soldados lo acribillen.
- Ocultan al teniente en el único sitio donde un hombre puede esconderse, el depósito de agua, y ni se les ocurre mirar. Pero si uno llega al campo y nada más verlo sería el primer lugar en registrar.
- Sefton parece no darse cuenta de que hay un traidor entre los reclusos y todo parece indicar que es él. Al menos es lo que piensan sus compañeros. Sin embargo, nunca se defiende, ni trata de sacarlos de su error, por ejemplo, diciendo algo tan evidente como que si fuera el espía, actuaría con mayor disimulo, para que nadie sospechara de él. Porque exhibiendo sus "ganancias" se delata él mismo.
- Me parece que enrollar el cable de la bombilla y desenrollarlo para comunicarse es un método de canta demasiado. ¿No hubiera sido más inteligente y difícil de detectar un gesto como meterse la mano en el bolsillo o algo así?
- El delator alemán, cuando sale del barracón empujado por sus compañeros lo único que tiene que hacer es echarse a tierra y esperar a que lo detengan para confirmar que es de los suyos. Lo que hace en cambio es agitarse para que los soldados lo acribillen.
- Ocultan al teniente en el único sitio donde un hombre puede esconderse, el depósito de agua, y ni se les ocurre mirar. Pero si uno llega al campo y nada más verlo sería el primer lugar en registrar.
25 de febrero de 2009
25 de febrero de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Traidor en el infierno pertenece a ese subgénero de películas bélicas dedicadas a los campos de prisioneros de guerra. El puente sobre el río Kwai, Evasión o victoria o el magnífico título de John Sturges La gran evasión, son filmes que sin duda alguna han bebido de la obra de Billy Wilder. De hecho, nada más comenzar, los soldados del barracón de prisioneros número cuatro intentan una huída por una trampilla situada debajo de la estufa, el mismo sistema que James Coburn y sus compañeros utilizarían en La gran evasión nueve años después.
El primer plano de la película es sublime. Sin mover la cámara, se nos muestra un soldado alemán patrullando con su perro entre dos verjas de lo que suponemos que es un campo de prisioneros de guerra gracias a la torre con los focos del fondo. Conocemos el “dónde” y el “cuándo” de la acción en un momento y sin necesidad de narrador. Wilder se sirve de la convivencia de los soldados dentro del barracón para presentarnos a los personajes y las relaciones que existen entre ellos. Las tensiones habituales se intensifican por estar encerrados y ello conduce a la masa del barracón, aparentemente llena de compañerismo, a linchar a uno de sus compatriotas por sospechar que es un “topo”.
Existe una guerra a nivel del campo para ver quién es más listo, los prisioneros americanos, o los alemanes valiéndose de un espía para adelantarse a todos sus movimientos. El guionista, que es el propio Billy Wilder, cosifica esta batalla en un tablero de ajedrez que será muy importante en el desarrollo de la trama.
Además, se nos deja entrever que nuestro protagonista consigue su objetivo final valiéndose únicamente de su astucia. Sin duda es el Sargento Sefton el que gana la carrera de ratas.
Y es que en esta competición es donde el director nos retrata la lucha del americano medio por llegar a ser algo en la sociedad americana. En esta vida, según Wilder, todo es negocio y si te sabes mover bien, sea cual sea la situación, acabarás consiguiendo: fama, dinero y la libertad. Como el propio director dijo que había conseguido al menos en parte, y para que no se le olvidara tenía en su despacho una jaula vacía con un pájaro encima.
El primer plano de la película es sublime. Sin mover la cámara, se nos muestra un soldado alemán patrullando con su perro entre dos verjas de lo que suponemos que es un campo de prisioneros de guerra gracias a la torre con los focos del fondo. Conocemos el “dónde” y el “cuándo” de la acción en un momento y sin necesidad de narrador. Wilder se sirve de la convivencia de los soldados dentro del barracón para presentarnos a los personajes y las relaciones que existen entre ellos. Las tensiones habituales se intensifican por estar encerrados y ello conduce a la masa del barracón, aparentemente llena de compañerismo, a linchar a uno de sus compatriotas por sospechar que es un “topo”.
Existe una guerra a nivel del campo para ver quién es más listo, los prisioneros americanos, o los alemanes valiéndose de un espía para adelantarse a todos sus movimientos. El guionista, que es el propio Billy Wilder, cosifica esta batalla en un tablero de ajedrez que será muy importante en el desarrollo de la trama.
Además, se nos deja entrever que nuestro protagonista consigue su objetivo final valiéndose únicamente de su astucia. Sin duda es el Sargento Sefton el que gana la carrera de ratas.
Y es que en esta competición es donde el director nos retrata la lucha del americano medio por llegar a ser algo en la sociedad americana. En esta vida, según Wilder, todo es negocio y si te sabes mover bien, sea cual sea la situación, acabarás consiguiendo: fama, dinero y la libertad. Como el propio director dijo que había conseguido al menos en parte, y para que no se le olvidara tenía en su despacho una jaula vacía con un pájaro encima.
22 de agosto de 2016
22 de agosto de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una magnífica puesta en escena y una exquisita ambientación ponen el corazón en un puño durante toda la película y la cámara se hace cómplice en planos de gran mérito que confieren mayor intensidad a la historia.
La voz del narrador, por otra parte, así como oportunas pinceladas de humor proporcionan ese sentido de sosiego que conviene en un ambiente bélico para que la trama no llegue a asfixiar.
Estupenda interpretación en general y un ejercicio de dirección sobrio pero muy eficaz.
Película de alta intensidad.
La voz del narrador, por otra parte, así como oportunas pinceladas de humor proporcionan ese sentido de sosiego que conviene en un ambiente bélico para que la trama no llegue a asfixiar.
Estupenda interpretación en general y un ejercicio de dirección sobrio pero muy eficaz.
Película de alta intensidad.
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