Antes de la medianoche
2013 

7.3
28,150
27 de julio de 2015
27 de julio de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
LO MEJOR:
- Como en toda la trilogía, los diálogos.
- Como en toda la trilogía, la química entre los dos actores. Más aún si cabe.
- Natural, como toda la trilogía, haciendo conectar al espectador.
- La elección de Grecia como escenario.
- La escena de la comida. Graciosa, irritante y triste a la vez.
- Uno de los mejores romances del cine.
LO PEOR:
- Aunque la mayoría opina lo contrario, creo que es “la menos buena” de la saga.
- La pérdida de magia que la situación de las anteriores proporcionaba y la toma de conciencia de que te acabará pasando en tu relación.
- Los ataques “feminazis” de ella (aunque esto tampoco es nuevo en la saga.)
- Hubieran estado bien más paisajes de la preciosa Grecia.
- Que no acabe pasando a la historia de los mejores romances del cine.
- Como en toda la trilogía, los diálogos.
- Como en toda la trilogía, la química entre los dos actores. Más aún si cabe.
- Natural, como toda la trilogía, haciendo conectar al espectador.
- La elección de Grecia como escenario.
- La escena de la comida. Graciosa, irritante y triste a la vez.
- Uno de los mejores romances del cine.
LO PEOR:
- Aunque la mayoría opina lo contrario, creo que es “la menos buena” de la saga.
- La pérdida de magia que la situación de las anteriores proporcionaba y la toma de conciencia de que te acabará pasando en tu relación.
- Los ataques “feminazis” de ella (aunque esto tampoco es nuevo en la saga.)
- Hubieran estado bien más paisajes de la preciosa Grecia.
- Que no acabe pasando a la historia de los mejores romances del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
LO MEJOR:
- La escena de la habitación del hotel: como en un ambiente idílico para el amor se tuercen las cosas hasta la peor de las discusiones, real como la vida misma.
- La carta y la máquina del tiempo. Un guiño a la máquina del tiempo que también es la película.
LO PEOR:
- Deberían haber vivido en Viena. ¡Era lo mínimo Linklater!
- La escena de la habitación del hotel: como en un ambiente idílico para el amor se tuercen las cosas hasta la peor de las discusiones, real como la vida misma.
- La carta y la máquina del tiempo. Un guiño a la máquina del tiempo que también es la película.
LO PEOR:
- Deberían haber vivido en Viena. ¡Era lo mínimo Linklater!
7 de julio de 2013
7 de julio de 2013
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya mucho que no escribo una crítica en esta página, y no es que no me guste. Muy al contrario. Pero la falta de tiempo quizás y el aporte que otros dan son razones suficientes para apaciguar mi necesidad de escribir. No obstante, ahora que es verano y que esta película es tan buena, dedicaré este momento a mostrar mis impresiones, a pesar de que hace ya dos días que tuve el placer de reencontrarme de nuevo con Jesse y Céline.
Considero necesario ver esta tercera parte, como resulta necesario ver siempre las dos anteriores para ir de la mano de estos dos grandes personajes que han creado con inteligencia, cariño, cuidado y maestría Linklater, Hawke y Delpy, y que ya son partes de la historia del Cine, como lo son también de la historia de mi vida. Imagino que esta misma percepción lo tienen otros amantes del cine y de las buenas películas en general, y de esta historia en particular. Resulta inevitable hacer referencia a las dos primeras partes de la trilogía como un paso previo para destacar lo que consigue "Antes del anochecer".
Las dos primeras películas, rodadas siempre con admirable suficiencia, en donde los personajes siempre son tres; la pareja en cuestión y la ciudad por la que transitan, eran una oda al romanticismo.
LA PRIMERA, de la mano de la juventud y la ilusión por el conocer el primer amor, es el retrato de un encuentro único entre dos desconocidos que viven unas horas que valen más que años. Unas miradas y unos momentos compartidos que sabes que siempre te acompañarán toda la vida. Algo tan poético y genial que parece más propio de un sueño que de la propia vida, pero que sin embargo es real. Real pero efímero. Mágico incluso, pero a la postre demasiado corto y demasiado bello para que esa sensación de estar sobre una nube se perpetúe más allá de Viena.
LA SEGUNDA, de la mano de la madurez, aún joven, de la perspectiva que da la treintena, es un relato de un reencuentro cargado de ilusión, que aunque hace tambalear la llama que recuerda la noche más romántica de sus vidas, al final acaba brillando. "Antes del atardecer" es otra oda al amor romántico, a la quimera de la media naranja, a la posibilidad de volver al punto de partida y revivir la pasión que nunca se olvidó (y que el libro de Jesse recuerda para asegurar lo inmortal de aquellos momentos vividos). Está escrita con las dudas, el miedo, la alegría, la decepción y la esperanza de dos personas que quieren sellar su amor. Y cierra con uno de los finales más perfectos y bellos, (y con el recuerdo de Nina Simone) que estos ojos han visto.
En las dos anteriores, Linklater y los propios Delpy y Hawke (guionistas que demuestran talento y acierto) ponían a Jesse y a Celine contra el tiempo, contra esos aviones que Jesse siempre tiene que tomar, a la mañana siguiente o en cuestión de horas....
En ANTES DEL ANOCHECER han tenido todo el tiempo del mundo para conocerse y nosotros vemos el resultado de toda esa convivencia, de estos años en donde han compartidos sueños, éxitos y fracasos. En donde la madurez cada vez es más evidente, y con ello todos esos sueños de la juventud que ya se disipan o que cobran otro color. Años en donde la palabra compromiso adquiere toda su extensión y la responsabilidad asoma, en una vida en común, en unas hijas, en un hijo que está atrapado en EE.UU, y en donde el amor forjado tras tanto tiempo sigue sosteniendo una relación que podríamos decir que tiene 18 años. Desde ese punto de vista, la película se compone de tres grandes actos y un final que es un punto y coma al último de los tres. En esta ocasión el marco es Grecia, el sol, el paisaje mediterráneo, la buena comida, la buena compañía, las playas, la historia...Y ellos regresan con sus conversaciones que merecen grabarse como ejemplos de lo que es un buen cine sin artificios, únicamente con el placer de una conversación entre personas inteligentes, pero que ya tienen poco que ocultarse, que se conocen bien y que saben de que pie cojea el otro. Hablan de tecnología, del amor, de los cambios, del futuro, de la vida. Filosofan como lo hacemos todos cuando empezamos a soltar preguntas al mundo que nos rodea y al mundo que compartimos con alguien. Conocemos más sus defectos y cómo han evolucionado. Y por supuesto, volvemos a disfrutar de la sintonía de dos personas que se conocen bien y que se han amado bien, aunque ahora el tiempo ya no es sólo de ellos, sino también de unas hijas, que son el prácticamente el eje sobre el que gravitan sus vidas. Ante la promesa de una noche de pasión, y antes del anochecer, tiene lugar un contrapunto que se abre con más fuerza que nunca y que aparece atacando la línea de flotación de los espectadores primero, y por supuesto, de los propios protagonistas. Es tan natural, está tan lleno de vida, es tan bello y tan dramático al mismo tiempo, que uno no puede dejar de sostener la mirada al ver cómo evoluciona el encuentro que tienen en el hotel...Hay tantos matices, hay tanta frustración y tantos cambios, hay tanta impotencia y tanto construido juntos, hay tanto amor y tanta fragilidad, hay tanto dolor por los golpes que da la vida...
Y luego llega final, con el anochecer ya consolidado y el vaivén de las olas del siempre eterno mar que son banda sonora de huéspedes, y los cristales por el suelo...Y está la posibilidad de viajar en el tiempo, ir hacia el futuro, ir hacia el pasado. Y con este marco, el final vuelve a destrozarme, a descubrirme emocionado, como ya hicieron en las dos películas anteriores, por la manera en la que se desenvuelve todo lo visto durante el metraje. Y aún ahora, mientras escribo, siento aún esa emoción que tan sólo es capaz de dar las buenas historias, los buenos personajes y las buenas películas. Yo como amante del cine me siento agradecido por tener estas sensaciones y hay algo, quizás la eterna y joven promesa del romanticismo y de la llama que nadie quiere que se apague, aún cuando la vida golpea, que hace que este filme merezca un diez.
Considero necesario ver esta tercera parte, como resulta necesario ver siempre las dos anteriores para ir de la mano de estos dos grandes personajes que han creado con inteligencia, cariño, cuidado y maestría Linklater, Hawke y Delpy, y que ya son partes de la historia del Cine, como lo son también de la historia de mi vida. Imagino que esta misma percepción lo tienen otros amantes del cine y de las buenas películas en general, y de esta historia en particular. Resulta inevitable hacer referencia a las dos primeras partes de la trilogía como un paso previo para destacar lo que consigue "Antes del anochecer".
Las dos primeras películas, rodadas siempre con admirable suficiencia, en donde los personajes siempre son tres; la pareja en cuestión y la ciudad por la que transitan, eran una oda al romanticismo.
LA PRIMERA, de la mano de la juventud y la ilusión por el conocer el primer amor, es el retrato de un encuentro único entre dos desconocidos que viven unas horas que valen más que años. Unas miradas y unos momentos compartidos que sabes que siempre te acompañarán toda la vida. Algo tan poético y genial que parece más propio de un sueño que de la propia vida, pero que sin embargo es real. Real pero efímero. Mágico incluso, pero a la postre demasiado corto y demasiado bello para que esa sensación de estar sobre una nube se perpetúe más allá de Viena.
LA SEGUNDA, de la mano de la madurez, aún joven, de la perspectiva que da la treintena, es un relato de un reencuentro cargado de ilusión, que aunque hace tambalear la llama que recuerda la noche más romántica de sus vidas, al final acaba brillando. "Antes del atardecer" es otra oda al amor romántico, a la quimera de la media naranja, a la posibilidad de volver al punto de partida y revivir la pasión que nunca se olvidó (y que el libro de Jesse recuerda para asegurar lo inmortal de aquellos momentos vividos). Está escrita con las dudas, el miedo, la alegría, la decepción y la esperanza de dos personas que quieren sellar su amor. Y cierra con uno de los finales más perfectos y bellos, (y con el recuerdo de Nina Simone) que estos ojos han visto.
En las dos anteriores, Linklater y los propios Delpy y Hawke (guionistas que demuestran talento y acierto) ponían a Jesse y a Celine contra el tiempo, contra esos aviones que Jesse siempre tiene que tomar, a la mañana siguiente o en cuestión de horas....
En ANTES DEL ANOCHECER han tenido todo el tiempo del mundo para conocerse y nosotros vemos el resultado de toda esa convivencia, de estos años en donde han compartidos sueños, éxitos y fracasos. En donde la madurez cada vez es más evidente, y con ello todos esos sueños de la juventud que ya se disipan o que cobran otro color. Años en donde la palabra compromiso adquiere toda su extensión y la responsabilidad asoma, en una vida en común, en unas hijas, en un hijo que está atrapado en EE.UU, y en donde el amor forjado tras tanto tiempo sigue sosteniendo una relación que podríamos decir que tiene 18 años. Desde ese punto de vista, la película se compone de tres grandes actos y un final que es un punto y coma al último de los tres. En esta ocasión el marco es Grecia, el sol, el paisaje mediterráneo, la buena comida, la buena compañía, las playas, la historia...Y ellos regresan con sus conversaciones que merecen grabarse como ejemplos de lo que es un buen cine sin artificios, únicamente con el placer de una conversación entre personas inteligentes, pero que ya tienen poco que ocultarse, que se conocen bien y que saben de que pie cojea el otro. Hablan de tecnología, del amor, de los cambios, del futuro, de la vida. Filosofan como lo hacemos todos cuando empezamos a soltar preguntas al mundo que nos rodea y al mundo que compartimos con alguien. Conocemos más sus defectos y cómo han evolucionado. Y por supuesto, volvemos a disfrutar de la sintonía de dos personas que se conocen bien y que se han amado bien, aunque ahora el tiempo ya no es sólo de ellos, sino también de unas hijas, que son el prácticamente el eje sobre el que gravitan sus vidas. Ante la promesa de una noche de pasión, y antes del anochecer, tiene lugar un contrapunto que se abre con más fuerza que nunca y que aparece atacando la línea de flotación de los espectadores primero, y por supuesto, de los propios protagonistas. Es tan natural, está tan lleno de vida, es tan bello y tan dramático al mismo tiempo, que uno no puede dejar de sostener la mirada al ver cómo evoluciona el encuentro que tienen en el hotel...Hay tantos matices, hay tanta frustración y tantos cambios, hay tanta impotencia y tanto construido juntos, hay tanto amor y tanta fragilidad, hay tanto dolor por los golpes que da la vida...
Y luego llega final, con el anochecer ya consolidado y el vaivén de las olas del siempre eterno mar que son banda sonora de huéspedes, y los cristales por el suelo...Y está la posibilidad de viajar en el tiempo, ir hacia el futuro, ir hacia el pasado. Y con este marco, el final vuelve a destrozarme, a descubrirme emocionado, como ya hicieron en las dos películas anteriores, por la manera en la que se desenvuelve todo lo visto durante el metraje. Y aún ahora, mientras escribo, siento aún esa emoción que tan sólo es capaz de dar las buenas historias, los buenos personajes y las buenas películas. Yo como amante del cine me siento agradecido por tener estas sensaciones y hay algo, quizás la eterna y joven promesa del romanticismo y de la llama que nadie quiere que se apague, aún cuando la vida golpea, que hace que este filme merezca un diez.
7 de julio de 2013
7 de julio de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de nada debo decir que mi opinión no puede ser objetiva, ya que está altamente influenciada por el cariño personal que le tengo a esta (ahora) trilogía.
Acababa de cumplir los 18 cuando una noche, a finales de los 90, vi por casualidad en televisión “Antes del amanecer”, la primera película de la saga. Desde aquella noche, Jesse y Celine me han acompañado y en cierto sentido han formado parte de mi propia vida sentimental, motivándola unas veces, reflejándola otras y adelantándola casi siempre.
Por casualidad, tenía más o menos la misma edad que los protagonistas de la primera película cuando vi la segunda, “Antes del atardecer”. Y ahora, que soy un treintañero como ellos cuando paseaban por París, acabo de ver la última historia de unos ya cuarentones Hawke y Delpy. Historia que, obviamente, esperaba ansioso, con los riesgos que eso trae al poner muy altas las expectativas.
Tras ver “Antes del anochecer” sólo puedo resumir lo que siento con una palabra: agradecimiento. Agradecimiento por culminar la saga más auténticamente romántica de la historia del cine de una manera tan profundamente realista y sincera; sin cursilerías, sin clichés, sólo con sentimientos, experiencias y personajes de carne y hueso, como el amor que ellos retratan, el de verdad.
A ratos divertida, a ratos dramática y tan estimulante intelectual y emotivamente como siempre, es como ya ha comentado mucha gente el reflejo de un amor más maduro a la vez que, en mi opinión, más auténtico y por ello también menos idílico que en las anteriores obras. Un amor que ya despojado de adornos, ensoñaciones e ilusiones juveniles, se muestra al desnudo, con sus defectos, pero también con su más profunda esencia. Aquella que permanece cuando todo lo demás se desvanece.
La clave de todo, y a la vez el reto que deben superar los protagonistas, es saber ver esa esencia por encima de los defectos, problemas y frustraciones superficiales que acaban surgiendo en una relación.
Celine y Jesse se enfrentan esta vez a algo diferente a esas carreras contra el tiempo a las que nos tenían acostumbrados. Sin embargo, el tiempo continúa siendo importante en esta ocasión y, como ya es sabido, en el cine igual que en la vida, mientras siga quedando tiempo seguirá quedando esperanza.
Acababa de cumplir los 18 cuando una noche, a finales de los 90, vi por casualidad en televisión “Antes del amanecer”, la primera película de la saga. Desde aquella noche, Jesse y Celine me han acompañado y en cierto sentido han formado parte de mi propia vida sentimental, motivándola unas veces, reflejándola otras y adelantándola casi siempre.
Por casualidad, tenía más o menos la misma edad que los protagonistas de la primera película cuando vi la segunda, “Antes del atardecer”. Y ahora, que soy un treintañero como ellos cuando paseaban por París, acabo de ver la última historia de unos ya cuarentones Hawke y Delpy. Historia que, obviamente, esperaba ansioso, con los riesgos que eso trae al poner muy altas las expectativas.
Tras ver “Antes del anochecer” sólo puedo resumir lo que siento con una palabra: agradecimiento. Agradecimiento por culminar la saga más auténticamente romántica de la historia del cine de una manera tan profundamente realista y sincera; sin cursilerías, sin clichés, sólo con sentimientos, experiencias y personajes de carne y hueso, como el amor que ellos retratan, el de verdad.
A ratos divertida, a ratos dramática y tan estimulante intelectual y emotivamente como siempre, es como ya ha comentado mucha gente el reflejo de un amor más maduro a la vez que, en mi opinión, más auténtico y por ello también menos idílico que en las anteriores obras. Un amor que ya despojado de adornos, ensoñaciones e ilusiones juveniles, se muestra al desnudo, con sus defectos, pero también con su más profunda esencia. Aquella que permanece cuando todo lo demás se desvanece.
La clave de todo, y a la vez el reto que deben superar los protagonistas, es saber ver esa esencia por encima de los defectos, problemas y frustraciones superficiales que acaban surgiendo en una relación.
Celine y Jesse se enfrentan esta vez a algo diferente a esas carreras contra el tiempo a las que nos tenían acostumbrados. Sin embargo, el tiempo continúa siendo importante en esta ocasión y, como ya es sabido, en el cine igual que en la vida, mientras siga quedando tiempo seguirá quedando esperanza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quiero mencionar, por su alto contenido simbólico, la escena en la que la pareja está sentada contemplando la puesta sol. Celine va repitiendo cada poco “sigue ahí”, “sigue ahí”, refiriéndose al sol que aún no se ha ocultado del todo tras las montañas. Pero finalmente, el sol desaparece y ella, con voz y gesto melancólico, dice: “se fue”. Toda una metáfora de cómo la magia y el romanticismo del que disfrutaron antes parece haber desaparecido también tras las montañas de la rutina y de su vida como padres maduros.
A partir ahora, Jesse y Celine ya no podrán simplemente quedarse quietos a esperar que la llama de su amor se avive por sí sola como en las películas anteriores. Ahora tendrán que escalar juntos las montañas para hallarla al otro lado.
A partir ahora, Jesse y Celine ya no podrán simplemente quedarse quietos a esperar que la llama de su amor se avive por sí sola como en las películas anteriores. Ahora tendrán que escalar juntos las montañas para hallarla al otro lado.
15 de septiembre de 2013
15 de septiembre de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comentaba un amigo alguna vez durante el transcurso de ésta efímera vida que: "El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es". Yo siempre mantuve una ligera distancia acerca de tales pensamientos, certeros o no, era algo que me producía mayor placer mientras me mantenía ajeno a las posibles respuestas que me albergara dichas cuestiones, aunque en algún momento todo se tornara del color de los recovecos más profundos...
"Sin las ilusiones y los sueños, a veces la vida pierde sentido"...
... La última vez que hable con ella parecía el crepúsculo de nuestras vidas. El mutuo conocimiento no solo lo hizo posible. Lo rebasó.
"Life is but a dream"
El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos
Ésta última de Octavio Paz...
"Sin las ilusiones y los sueños, a veces la vida pierde sentido"...
... La última vez que hable con ella parecía el crepúsculo de nuestras vidas. El mutuo conocimiento no solo lo hizo posible. Lo rebasó.
"Life is but a dream"
El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos
Ésta última de Octavio Paz...
5 de agosto de 2013
5 de agosto de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es tránsito y ¡menudos problemas nos da eso! Porque cambiamos, y al cambiar nos damos cuenta de que hemos tomado decisiones. Decisiones que nunca llueven a gusto de todos y que por lo tanto incomodan. Aún más si se intentan esconder debajo de la alfombra, ya que la alfombra terminará por abombarse y todo el mundo se percatará de ello.
Y de eso va “Before Midnight”. De las decisiones que se han tomado a lo largo de 18 años y que han cambiado la vida de los personajes. Cada elección hecha cierra más puertas de las que abre, y si en “Before Sunrise” había multitud de posibilidades en la vida de ambos personajes, ahora todo eso se ha esfumado y nos encontramos con la vida de una pareja que recuerda los días por lo que a sus hijas les pasó o por lo que ellas hicieron. La persona como individuo ha quedado hundida y las conversaciones ya no tratan del amor platónico, sino de si una máquina podrá sentir más que un humano en un futuro cercano. Porque actualmente la tecnología con sus watsaps y sus skypes ha dejado obsoleta la historia de amor de la que forman parte Celine y Jesse. ¿Quién se creería ahora que estuvieran 9 años sin hablarse entre la primera y la segunda película?
No sólo son las decisiones las que mueven la película, sino también el cansancio. Las historias se han convertido en anécdotas con el paso del tiempo. Lo que antes eran miradas furtivas mientras el otro volteaba la cabeza ahora son amagos para desviar un beso inocente. El amor ha dado paso al sexo. Los libros que antes hablaban sobre el amor ahora hablan sobre grupos que padecen enfermedades mentales. Todas esas reflexiones llevan a esta película a su cenit porque hemos visto cómo los personajes han cambiado. Hemos asistido a su proceso de maduración. Esta película de manera aislada no nos conmovería ni parecería gran cosa. Sin embargo ahí están “Before Sunrise” y “Before Sunset”, alienadas con esta sobre la que escribo en una progresión perfecta que no entiende de terceras entregas malas.
Como últimas palabras he de admitir que si dentro de 9 años el señor Linklater se anima a continuar este periplo, que ha dejado aquí mejor atado que en las anteriores entregas, haría un gran favor a aquello que nos gusta llamar séptimo arte.
Y de eso va “Before Midnight”. De las decisiones que se han tomado a lo largo de 18 años y que han cambiado la vida de los personajes. Cada elección hecha cierra más puertas de las que abre, y si en “Before Sunrise” había multitud de posibilidades en la vida de ambos personajes, ahora todo eso se ha esfumado y nos encontramos con la vida de una pareja que recuerda los días por lo que a sus hijas les pasó o por lo que ellas hicieron. La persona como individuo ha quedado hundida y las conversaciones ya no tratan del amor platónico, sino de si una máquina podrá sentir más que un humano en un futuro cercano. Porque actualmente la tecnología con sus watsaps y sus skypes ha dejado obsoleta la historia de amor de la que forman parte Celine y Jesse. ¿Quién se creería ahora que estuvieran 9 años sin hablarse entre la primera y la segunda película?
No sólo son las decisiones las que mueven la película, sino también el cansancio. Las historias se han convertido en anécdotas con el paso del tiempo. Lo que antes eran miradas furtivas mientras el otro volteaba la cabeza ahora son amagos para desviar un beso inocente. El amor ha dado paso al sexo. Los libros que antes hablaban sobre el amor ahora hablan sobre grupos que padecen enfermedades mentales. Todas esas reflexiones llevan a esta película a su cenit porque hemos visto cómo los personajes han cambiado. Hemos asistido a su proceso de maduración. Esta película de manera aislada no nos conmovería ni parecería gran cosa. Sin embargo ahí están “Before Sunrise” y “Before Sunset”, alienadas con esta sobre la que escribo en una progresión perfecta que no entiende de terceras entregas malas.
Como últimas palabras he de admitir que si dentro de 9 años el señor Linklater se anima a continuar este periplo, que ha dejado aquí mejor atado que en las anteriores entregas, haría un gran favor a aquello que nos gusta llamar séptimo arte.
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