Antes de la medianoche
2013 

7.3
28,152
15 de septiembre de 2013
15 de septiembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya tenía ganas de ver cómo se encontraban de nuevo Julie Delpy y Ethan Hawke. Pero quería ver esta tercera entrega, más bien, porque la gente la criticaba muy bien. Además, críticos la aclamaban, decían maravillas. Todos, sin excepción, salían complacidos de los cines: “Veámosla, pues”, pensé yo.
El fuerte de la película es sin duda su reflexivo guion. La cantidad de diálogo en una sola escena se multiplica por tres respecto a cualquier otra película, y por dos respecto a sus antecesoras. Dan caña y juegan con los sentimientos de los espectadores metiéndose en temas entrañables y que llegan a todos los que lo ven. Las interpretaciones de los dos protagonistas son dignas de admiración. Alguien que haya visto las películas anteriores se dará cuenta de que el entusiasmo y el romanticismo que se manifestaba –no sólo por los actores, también por el guion- no solo no desvanecen, sino que aumenta en consecuencia del paso del tiempo y la experiencia de los protagonistas como pareja y padres. Jesse (Ethan Hawke) tiene un hijo casi perdido del que preocuparse en América y dos gemelas muy lindas de las que preocuparse en Europa. Su ambición por sentir lo que sentía con Celine es más decepcionante, pero demuestra que sigue siendo el apasionado chico que lucha por salvar la relación. Y en la última escena lo ves tan claro que hasta te apetece llorar. Celine (Julie Delpy) quiere ayudar a Jesse en cuanto a su problema filial, defiende la idea de que siendo el chaval un adolescente, no hará tanto caso a su padre como éste querría. Pero también protesta porque no está tan pendiente de sus hijas como de lo que está ella misma.
Los temas a tratar en la película no son para nada escasos. Y es que en una escena puede haber conversaciones espontáneas e imprevistas que traten temas totalmente diferentes; que estén hablando de literatura o historia y sin que notemos un cambio brusco de situación, se pongan a hablar de sexo, de la sociedad o del problema filial con Jesse. Y hay una atmósfera –a ratos tierna y tranquila, como en otros desquiciante- entre los personajes que te sientes como si fueses uno más en la escena, incluso puedes llegar a comer una palomita y pensar que es un delicioso y crujiente trozo de pan reposando en el centro de la mesa de la película.
Pero hay que tener mucho cuidado. Si vas al cine decidido a que la película llegue a ti sin más, puede que te deje indiferente, es más, hayas perdido dos horas oyendo cosas que puedes oír en tu propia casa. Pero si estás enterado de las anteriores películas (Antes del amanecer y Antes del atardecer), o eres capaz de sumergirte dentro de la película como si de un mar muy profundo se tratase, entonces disfrutarás y te emocionarás. Es por eso por lo que no le doy más nota a Antes del anochecer. Creo que una película que consideras buenas debe llegarte desde el primer fotograma que sale hasta el último. Quizás ocurra que tengas que seguir viendo, también es cuestión del momento en que la ves.
Sin embargo, brindo por el trabajo realizado por los guionistas -Hawke, Delpy y Linklater-, porque han conseguido que me sienta bien durante casi dos horas de película. Es recomendable para todos aquellos que quieran alimentar su espíritu guiado por el romanticismo y vivir la realidad desde otro punto de vista. Es para mí una de las películas más reales y profundas que se van a hacer en este año. Pero démosle tiempo al tiempo…
El fuerte de la película es sin duda su reflexivo guion. La cantidad de diálogo en una sola escena se multiplica por tres respecto a cualquier otra película, y por dos respecto a sus antecesoras. Dan caña y juegan con los sentimientos de los espectadores metiéndose en temas entrañables y que llegan a todos los que lo ven. Las interpretaciones de los dos protagonistas son dignas de admiración. Alguien que haya visto las películas anteriores se dará cuenta de que el entusiasmo y el romanticismo que se manifestaba –no sólo por los actores, también por el guion- no solo no desvanecen, sino que aumenta en consecuencia del paso del tiempo y la experiencia de los protagonistas como pareja y padres. Jesse (Ethan Hawke) tiene un hijo casi perdido del que preocuparse en América y dos gemelas muy lindas de las que preocuparse en Europa. Su ambición por sentir lo que sentía con Celine es más decepcionante, pero demuestra que sigue siendo el apasionado chico que lucha por salvar la relación. Y en la última escena lo ves tan claro que hasta te apetece llorar. Celine (Julie Delpy) quiere ayudar a Jesse en cuanto a su problema filial, defiende la idea de que siendo el chaval un adolescente, no hará tanto caso a su padre como éste querría. Pero también protesta porque no está tan pendiente de sus hijas como de lo que está ella misma.
Los temas a tratar en la película no son para nada escasos. Y es que en una escena puede haber conversaciones espontáneas e imprevistas que traten temas totalmente diferentes; que estén hablando de literatura o historia y sin que notemos un cambio brusco de situación, se pongan a hablar de sexo, de la sociedad o del problema filial con Jesse. Y hay una atmósfera –a ratos tierna y tranquila, como en otros desquiciante- entre los personajes que te sientes como si fueses uno más en la escena, incluso puedes llegar a comer una palomita y pensar que es un delicioso y crujiente trozo de pan reposando en el centro de la mesa de la película.
Pero hay que tener mucho cuidado. Si vas al cine decidido a que la película llegue a ti sin más, puede que te deje indiferente, es más, hayas perdido dos horas oyendo cosas que puedes oír en tu propia casa. Pero si estás enterado de las anteriores películas (Antes del amanecer y Antes del atardecer), o eres capaz de sumergirte dentro de la película como si de un mar muy profundo se tratase, entonces disfrutarás y te emocionarás. Es por eso por lo que no le doy más nota a Antes del anochecer. Creo que una película que consideras buenas debe llegarte desde el primer fotograma que sale hasta el último. Quizás ocurra que tengas que seguir viendo, también es cuestión del momento en que la ves.
Sin embargo, brindo por el trabajo realizado por los guionistas -Hawke, Delpy y Linklater-, porque han conseguido que me sienta bien durante casi dos horas de película. Es recomendable para todos aquellos que quieran alimentar su espíritu guiado por el romanticismo y vivir la realidad desde otro punto de vista. Es para mí una de las películas más reales y profundas que se van a hacer en este año. Pero démosle tiempo al tiempo…
6 de octubre de 2013
6 de octubre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1995 surge "Antes del amanecer"; ese mismo año se estrenó "Corazón valiente" y "Los puentes de Madison", otras dos buenas películas. En el caso del film de Linklater, se dió un caso no tan común; el guión, como protagonista, casi diría, excepcional y principal. Como en todo, la perfección no existe. Este film tampoco escapa a esa -creo verídica- sentencia. Lo "cursi", puede estar presente aquí, pero a su vez debería agregar que ese elemento tan despreciado por todos, está siempre presente en la vida. ¿Que es cursi?. Todos somos a veces o muchas veces cursi. Creo, además, que un defecto no debería tapar virtudes. Hace poco, vi lo que se podría denominar la antítesis del cine de Linklater. He visto dos films de Malick. "To the wonder" y "The new world". Plagadas de bellas imágenes, maravillosa fotografía a cargo de Emmanuel Lubezki; la mención de estas dos películas no es casual. En muchas críticas, se acusó al director (Malick) de pretencioso y cursi. Otra vez los mismos calificativos. Aunque esta vez en películas de ejecución y concepción diametralemnte opuestas. Si se asume que en ambos casos el tratamiento de lo sublime, lo hermoso, de la pura belleza, roza lo banal, lo patético, no excluye esta certidumbre, que pueda, a su vez, contener muchos otros méritos, o al menos no debería excluirlo.
La percepción de "lo pretencioso", entonces, dependerá en gran parte del grado de exigencia o tal vez no ya de exigencia, sino de la vana o exagerada escrupulosidad del espectador.
Esta tercera entrega me gustó. Más me gustó por la media hora final. Toda la primera parte tiene partes, digamos, incómodas y hasta supérfluas. No sentí que brotaran los diálogos y la frescura de las actuaciones como en las otras dos entregas. Las conversaciones son, a lo largo del film, más chabacanas que interesantes. Al final, hacia los últimos treinta o cuarenta minutos, la cosa se pone mejor. La larga discusión en el hotel, tiene más picante, más consistencia que en las otras discusiones, a veces banales y casi groseras, del la primera parte.
Pero hay algo más importante que todo esto. Algo que cambia la historia respecto a las otras dos películas. Sigo abajo...
La percepción de "lo pretencioso", entonces, dependerá en gran parte del grado de exigencia o tal vez no ya de exigencia, sino de la vana o exagerada escrupulosidad del espectador.
Esta tercera entrega me gustó. Más me gustó por la media hora final. Toda la primera parte tiene partes, digamos, incómodas y hasta supérfluas. No sentí que brotaran los diálogos y la frescura de las actuaciones como en las otras dos entregas. Las conversaciones son, a lo largo del film, más chabacanas que interesantes. Al final, hacia los últimos treinta o cuarenta minutos, la cosa se pone mejor. La larga discusión en el hotel, tiene más picante, más consistencia que en las otras discusiones, a veces banales y casi groseras, del la primera parte.
Pero hay algo más importante que todo esto. Algo que cambia la historia respecto a las otras dos películas. Sigo abajo...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Fundamentalmente, en las primeras dos películas, el tiempo -ese enemigo terrible, o El Enemigo del hombre- jugó siempre un papel elemental. Los encuentros fueron, en el primer caso, obra del azar; en el segundo, diez años después, obra del la intención y también del azar. Decía que el tiempo era fundamental; las conversaciones fluían sabiendo que el tiempo oprimía y limitaba la libertad de ambos. Había una casi cierta tristeza implícita en esas miradas y en esas charlas - cursis o no, vacías o intelegentes, o tal vez todo eso junto-, y esa tristeza, esa melancolía la daban fundamentalmente ese matiz de vaga impotencia ante lo inexorable: el tiempo entonces, corriendo, fluyendo como ese río temible, implacable, que mencionó Heráclito alguna vez, y la no concreción definitiva de la pareja. Es decir, la suspensión del amor y el fluir constante del tiempo, son dos cosas que atentan pero que embellecen, que engalanan de una agridulce fatalidad, a cualquier empresa que quisera encarar el hombre -el amor también es una empresa, ardua y necesaria-. Por eso, al, en esta tercera parte, haber concretado lo que parecía una postergación infinita, siendo nosotros finitos y sabiéndolo desde que tenemos uso de razón (esa certidumbre increíblemente triste; la única, por otro lado), le confiere un tono distinto. Ya no corre el tiempo ante algo que prontamente se escapa; ya está concretado. Ahora, los problemas serán otros; menos punzantes, mas domésticos. Ese detalle, el haber formado definitivamente una relación y tener dos hijas, le quita esa poderosa melancolía, que estaban presentes en las otras dos entregas. En "Tu y yo" (1939), lo casual, es decir, lo efímero, es fundamental para creer en ese amor que crece con inusitada rapidez y que está siempre condenado, me parece, a desaparecer con la misma celeridad. Dos personas que se conocen, digamos en avión, en un tren, en un barco, y que tienen destinos opuestos, u obligaciones estrictas, están practicamente destinados a creerse enamorados; por la sencilla razón expuesta anteriormente. El apremio del tiempo y la incertidumbre de nuestro verdadero fin, en contraste con el plazo cierto y determinado de un viaje.
Intuyo y espero, sin embargo, que sigan por este camino, aun con evidentes defectos, de realizar un experimento único en la historia del cine: seguir, con los años, realizando entregas sobre la vida de estas dos personas. Sabemos que es ficción. Pero el tiempo (siempre el tiempo) va transcurriendo para nosotros también. Los años pasan. Se nos mueren personas queridas, se acumulan experiencias. Buenas y malas. Cambian nuestros rostros, nuestro cuerpo, y también, un poco, nuestra voluntad y nuestra fuerza vital. Y posiblemente también nuestra capacidad de creer en esa fina y genial falacia que es el arte.
Veinte años atrás, ¡cuántas cosas han cambiado!.
¿Cuántas cambiarán, me pregunto, no sin temor, aunque con expectación, en nuestras propias vidas?
Intuyo y espero, sin embargo, que sigan por este camino, aun con evidentes defectos, de realizar un experimento único en la historia del cine: seguir, con los años, realizando entregas sobre la vida de estas dos personas. Sabemos que es ficción. Pero el tiempo (siempre el tiempo) va transcurriendo para nosotros también. Los años pasan. Se nos mueren personas queridas, se acumulan experiencias. Buenas y malas. Cambian nuestros rostros, nuestro cuerpo, y también, un poco, nuestra voluntad y nuestra fuerza vital. Y posiblemente también nuestra capacidad de creer en esa fina y genial falacia que es el arte.
Veinte años atrás, ¡cuántas cosas han cambiado!.
¿Cuántas cambiarán, me pregunto, no sin temor, aunque con expectación, en nuestras propias vidas?
8 de julio de 2013
8 de julio de 2013
5 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Culmina la historia de amor de… ¿Jesse y Celine? Sí, ¡por supuesto!, pero iba a decir de Richard Linklater y los veneradores de esta trilogía, entre los que me cuento. Con una espera de casi diez años entre entregas (que yo afortunadamente no he tenido que sufrir) director y protagonistas, coguionistas todos ellos, cierran el círculo con el broche final: “Antes del anochecer” es la mejor de las tres películas, logro increíble teniendo en cuenta las expectativas acumuladas durante tanto tiempo, y con el listón tan alto marcado por sus predecesoras.
Antes del anochecer permite al espectador asomarse durante 109 minutos (y prometo que cuando aparecieron los títulos de crédito pensé: “¿Ya? ¿Ha pasado en serio una hora y media?” Y resulta que habían pasado la hora y cuarenta minutos, y yo no sentía el trasero, no porque se me hubiese quedado cuadrado, sino porque estaba levitando en el asiento, demasiado etérea todavía para levantarme y salir de la sala).
Pero volviendo a la película, éste es el relato de la madurez del amor, superado el enamoramiento en el que todo es color de rosa llega el verdadero amor, conscientes ambos de los defectos del otro. El tono es menos vitalista, más sereno, y las reflexiones más profundas, los conflictos más amargos. A destacar, sin embargo, que es la entrega con más momentos cómicos de las tres, y también, la que más nudos en la garganta proporciona. Las emociones se polarizan.
Los diálogos son tan fluidos y realistas como siempre, o quizás incluso más, porque discurren por senderos más oscuros, menos agradables de tratar, como la caducidad del amor, el sacrificio del “yo” por el “nosotros” y las frustraciones que produce, etc. Ethan Hawke y Julie Delpy siguen derrochando esa maravillosa química y compenetración que los hace personas de carne y hueso, y todo, en conjunto, crea la sensación para el espectador de haberse convertido en un voyeur, en un mirón de una escena privada, de dos personas reales que se desnudan emocionalmente frente a la cámara.
Por último, a destacar la ambientación, esta vez gracias al encanto del verano en el Peloponeso griego, pero en segundo plano, como fondo privilegiado, como en Antes del atardecer, y no la Viena protagonista de Antes del amanecer.
En resumen, una obra maestra sobre el amor de pareja y el amor de familia, el paso del tiempo, las expectativas, la maduración y la necesidad de ir cerrando etapas.
Recomendable es poco. Necesaria es casi literal.
Antes del anochecer permite al espectador asomarse durante 109 minutos (y prometo que cuando aparecieron los títulos de crédito pensé: “¿Ya? ¿Ha pasado en serio una hora y media?” Y resulta que habían pasado la hora y cuarenta minutos, y yo no sentía el trasero, no porque se me hubiese quedado cuadrado, sino porque estaba levitando en el asiento, demasiado etérea todavía para levantarme y salir de la sala).
Pero volviendo a la película, éste es el relato de la madurez del amor, superado el enamoramiento en el que todo es color de rosa llega el verdadero amor, conscientes ambos de los defectos del otro. El tono es menos vitalista, más sereno, y las reflexiones más profundas, los conflictos más amargos. A destacar, sin embargo, que es la entrega con más momentos cómicos de las tres, y también, la que más nudos en la garganta proporciona. Las emociones se polarizan.
Los diálogos son tan fluidos y realistas como siempre, o quizás incluso más, porque discurren por senderos más oscuros, menos agradables de tratar, como la caducidad del amor, el sacrificio del “yo” por el “nosotros” y las frustraciones que produce, etc. Ethan Hawke y Julie Delpy siguen derrochando esa maravillosa química y compenetración que los hace personas de carne y hueso, y todo, en conjunto, crea la sensación para el espectador de haberse convertido en un voyeur, en un mirón de una escena privada, de dos personas reales que se desnudan emocionalmente frente a la cámara.
Por último, a destacar la ambientación, esta vez gracias al encanto del verano en el Peloponeso griego, pero en segundo plano, como fondo privilegiado, como en Antes del atardecer, y no la Viena protagonista de Antes del amanecer.
En resumen, una obra maestra sobre el amor de pareja y el amor de familia, el paso del tiempo, las expectativas, la maduración y la necesidad de ir cerrando etapas.
Recomendable es poco. Necesaria es casi literal.
28 de junio de 2013
28 de junio de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se nota que un guión está realizado con mimo, el resultado acaba siendo extraordinario. Eso es lo que he notado en “Antes del anochecer”, ya que sus 108 minutos se me acabaron pasando de un suspiro, estando atento a cada conversación que mantenían los protagonistas.
Richard Linklater hace un análisis en profundidad sobre el amor llegado a cierta edad, este caso, a través de la pareja formada por Jesse (Ethan Hawke, “Sinister” 2012) y Celine (Julie Delpy, “Flores Rotas” 2005), los cuales ya con hijos y con más de cuarenta años, se plantean y conversan sobre si la llama del amor aún les dura o definitivamente la han perdido.
Lo que más me ha gustado es la gran naturalidad con la que los protagonistas empiezan a hablar sobre conversaciones vulgares, pero a su vez sumamente interesantes que van desde conversar de los tiempos pasados hasta cuestionarse su relación como pareja. A parte, sin meras complicaciones y realizando un magnífico traveling por los enclaves de Grecia, el film logra mantener al espectador enganchado de principio a fin. Todo lo que se habla importa y nada está dicho por casualidad, siendo una cinta que tras su visionado te hace reflexionar una vez has abandonado la butaca del cine, como hipnotizado al haber sido testigo de una dosis magistral de sentimientos y diálogos que han llegado a calar hondo. Pocas películas han logrado eso.
No sé si será un craso error no haber visto los dos anteriores films, ya que nos encontramos ante una tercera parte de una trilogía que comenzó en 1994. Digo esto, porque yo no he visionado las dos anteriores entregas y desconozco aún si es muy arriesgado ver esta película sin las otras dos. Por mi parte, decir que no me he perdido, ya que a medida que los protagonistas van hablando, rememoran el pasado, por lo que aunque no hayas visto nada de lo anterior, te dejan una idea clara de lo que sucedió. Pese a ello, sí que me he quedado con ganas de saber que ocurrió realmente.
La dupla Hawke Delpy es extraordinaria. Parecen que no actúan, siendo casi como una segunda piel cuando interpretan. Imagino que el hecho de ser unos personajes que han realizado a su propia medida, hace que te acaben pareciendo tan naturales, reales y convincentes. Se dejan llevar por sentimientos, preocupaciones, obsesiones, fracasos o ambiciones como cualquier otra pareja.
Quiero destacar dos aspectos más. El primero, siendo un detalle en el cual me he fijado, son las escasas secuencias que hay en la película, las cuales se pueden contar con los dedos de las manos. Quizás son diez o quince y poco más. Tampoco hacen falta más, ya que los magistrales diálogos que vamos viendo absorben tanto nuestra atención que nos da igual. Sí, quizás alguien lo vea aburrido, pero todo lo contrario. Como he ido diciendo, el peso de “Antes del anochecer” recae en sus diálogos, los cuales enganchan desde el minuto uno hasta el final, por tanto, y como es el caso, las conversaciones que vamos viendo son interesantes y son capaces de mantener al espectador enganchado.
En segundo lugar, la banda sonora. Aparece en los momentos adecuados, sin molestar, dejándose aparecer en los momentos clave de la cinta, para así lograr alcanzar ciertos puntos de clímax de una manera muy inteligente. Graham Reynolds es el encargado de dotar a este romance de una gran banda sonora que pienso adquirir en cuanto esté disponible, ya que tiene unas melodías preciosas, siendo entre sus temas más destacables “The Best Summer of My Life” o “Before Midnight”.
Por último decir, que aunque no haya visto las dos anteriores entregas aún, he podido deducir que quizás este trío de cintas sea comparable a la saga de “Toy Story“, en el sentido de que quizás son películas con las que muchas personas han ido creciendo al ritmo de los protagonistas, quienes, de igual manera han ido evolucionando con el paso de los años, conociéndolos de adolescentes hasta ahora, en la madurez del matrimonio.
No me extrañaría en absoluto que acabe siendo una de las mejores cintas del 2013. Sin duda, lo merece por méritos propios.
Richard Linklater hace un análisis en profundidad sobre el amor llegado a cierta edad, este caso, a través de la pareja formada por Jesse (Ethan Hawke, “Sinister” 2012) y Celine (Julie Delpy, “Flores Rotas” 2005), los cuales ya con hijos y con más de cuarenta años, se plantean y conversan sobre si la llama del amor aún les dura o definitivamente la han perdido.
Lo que más me ha gustado es la gran naturalidad con la que los protagonistas empiezan a hablar sobre conversaciones vulgares, pero a su vez sumamente interesantes que van desde conversar de los tiempos pasados hasta cuestionarse su relación como pareja. A parte, sin meras complicaciones y realizando un magnífico traveling por los enclaves de Grecia, el film logra mantener al espectador enganchado de principio a fin. Todo lo que se habla importa y nada está dicho por casualidad, siendo una cinta que tras su visionado te hace reflexionar una vez has abandonado la butaca del cine, como hipnotizado al haber sido testigo de una dosis magistral de sentimientos y diálogos que han llegado a calar hondo. Pocas películas han logrado eso.
No sé si será un craso error no haber visto los dos anteriores films, ya que nos encontramos ante una tercera parte de una trilogía que comenzó en 1994. Digo esto, porque yo no he visionado las dos anteriores entregas y desconozco aún si es muy arriesgado ver esta película sin las otras dos. Por mi parte, decir que no me he perdido, ya que a medida que los protagonistas van hablando, rememoran el pasado, por lo que aunque no hayas visto nada de lo anterior, te dejan una idea clara de lo que sucedió. Pese a ello, sí que me he quedado con ganas de saber que ocurrió realmente.
La dupla Hawke Delpy es extraordinaria. Parecen que no actúan, siendo casi como una segunda piel cuando interpretan. Imagino que el hecho de ser unos personajes que han realizado a su propia medida, hace que te acaben pareciendo tan naturales, reales y convincentes. Se dejan llevar por sentimientos, preocupaciones, obsesiones, fracasos o ambiciones como cualquier otra pareja.
Quiero destacar dos aspectos más. El primero, siendo un detalle en el cual me he fijado, son las escasas secuencias que hay en la película, las cuales se pueden contar con los dedos de las manos. Quizás son diez o quince y poco más. Tampoco hacen falta más, ya que los magistrales diálogos que vamos viendo absorben tanto nuestra atención que nos da igual. Sí, quizás alguien lo vea aburrido, pero todo lo contrario. Como he ido diciendo, el peso de “Antes del anochecer” recae en sus diálogos, los cuales enganchan desde el minuto uno hasta el final, por tanto, y como es el caso, las conversaciones que vamos viendo son interesantes y son capaces de mantener al espectador enganchado.
En segundo lugar, la banda sonora. Aparece en los momentos adecuados, sin molestar, dejándose aparecer en los momentos clave de la cinta, para así lograr alcanzar ciertos puntos de clímax de una manera muy inteligente. Graham Reynolds es el encargado de dotar a este romance de una gran banda sonora que pienso adquirir en cuanto esté disponible, ya que tiene unas melodías preciosas, siendo entre sus temas más destacables “The Best Summer of My Life” o “Before Midnight”.
Por último decir, que aunque no haya visto las dos anteriores entregas aún, he podido deducir que quizás este trío de cintas sea comparable a la saga de “Toy Story“, en el sentido de que quizás son películas con las que muchas personas han ido creciendo al ritmo de los protagonistas, quienes, de igual manera han ido evolucionando con el paso de los años, conociéndolos de adolescentes hasta ahora, en la madurez del matrimonio.
No me extrañaría en absoluto que acabe siendo una de las mejores cintas del 2013. Sin duda, lo merece por méritos propios.
29 de junio de 2013
29 de junio de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y esta es mi votación, un sobresaliente, me es difícil poner un diez a una película (más si se trata de una secuela de dos anteriores), pero creo que después de visualizar un guión tan erudito, espléndido, agridulce pero a la vez dinámico, sin llegar a rozar ni un minuto el aburrimiento del espectador y sobre todo espléndido en cierre con las versiones anteriores. Es una visualización de la vida misma con una resolución suntuosa y cargada de detalles del propio reflejo de la actualidad antropológica. Un trascendente argumento más allá de que "La vida no es perfecta". De las mejores películas conversacionales que he llegado vislumbrar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En los primeros momentos parecía que íbamos a visualizar la tercera parte con la misma característica que movía a las anteriores, la situaciones más o menos idílicas del amor juvenil y la adversidad cargada de azar e interés; pero aquí se refleja mucho más allá, pudiendo mostrar la vida misma, la no idealización del amor y el realismo del mismo en la sociedad actual. El momento perfecto (un hotel romántico en Grecia, con vino y masajes) roto por una discusión que va creciendo desde el principio de la película, pero con una resolución majestuosa que da lugar a seguir juntos a pesar de todo.
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