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Yo, Daniel Blake

Drama Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardiacos, Daniel Blake, carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a la asistencia social. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En la oficina de empleo, Daniel se cruza con Katie, una madre soltera con dos niños. Prisioneros de la maraña administrativa actual de Gran ... [+]
Críticas 99
Críticas ordenadas por utilidad
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7
26 de noviembre de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos hartos de que nos informen del paro que hay entre la gente joven. Lo vemos a menudo en las noticias o en el diario. De lo que no se nos habla es que el paro también afecta a las personas mayores. El veterano director Ken Loach lo hace en “Yo, Daniel Blake”, una historia muy sensible que trata a la perfección la vejez y sus problemas con una gran honestidad y delicadeza. Todo eso hace que el espectador se meta de lleno en la cinta y le coja una gran empatía al personaje principal, interpretado fantásticamente por Dave Johns, un actor cómico veterano que debuta por primera vez en la gran pantalla. ¡Y vaya debut! Consigue maravillar al espectador con todas sus acciones, al igual que la joven Hayley Squires, que tampoco está acostumbrada a interpretar papeles en películas. De todas formas, en ambos casos esto no se nota para nada, sino al contrario. Parece que llevan toda la vida siendo intérpretes de películas.
La película tiene un guión bastante previsible, pero eso no quita que el espectador sufra con los protagonistas. Hay escenas de verdadera angustia. Aunque esto contrasta con muchos momentos humorísticos con los que el espectador reirá más de una vez. Un guión ágil y que conmueve al espectador con diálogos más elaborados de lo que parece.
En cualquier caso, “Yo, Daniel Blake” quiere ser una crítica al capitalismo, a la administración pública y a la clase media egoísta y ciega que no le importa ni lo más mínimo las circunstancias por la que está pasando una persona o una familia desfavorecida. Por eso, Ken Loach quiere hacer reflexionar al espectador de que hay muchos aspectos en la sociedad que deben cambiar, y en cierto modo lo consigue. Pero ya sabemos que eso solo te hace reflexionar una tarde o una noche y después nos olvidamos del tema. Una lástima.
A pesar de ser una película muy sencilla, con un montaje muy simple, dónde lo único a destacar son algunos fundidos a negro para pasar de una escena a otra, y una banda sonora que casi no aparece a lo largo de la película, “Yo, Daniel Blake” consigue llegar al corazón del espectador.
9
16 de enero de 2017 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “I, Daniel Blake” (2016) de Ken Loach con Hayley Squires, Natalie Ann Jamieson, Dave Johns, Micky McGregor, Colin Coombs, Bryn Jones, entre otros. Drama británico sobre un hombre mayor, que es obligado a acudir a las ayudas sociales. El relato muestra la importancia de la dignidad, el respeto y la empatía. La dirección es perfecta al mostrar, sin grandes alardes, una historia tan sencilla como cercana, al punto que bien puede ser lo que nos depara en el futuro a todos. Sin grandes estridencias, los actores son los encargados de darle brillo a la historia, y reflejar las consecuencias de la burocracia, la desolación, y el desamparo… pero también tiene cosas buenas, como la solidaridad y el cariño mutuo. Ganadora de La Palme d’Or en El Festival Internacional de Cine de Cannes, “I, Daniel Blake” (2016) es un Manifiesto de todo lo que hemos perdido en el camino: HUMANIDAD.
RECOMENDADA.
PRONTO en Lecturas Cinematográficas.
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
9
14 de enero de 2019 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel es un hombre en paro y, a su vez, de baja por un problema en su corazón. Aún y así Daniel no recibe la incapacitación, lo que le llevará a tener que buscar trabajos que luego no puede aceptar.
Esta película nos radiografía la situación de una clase trabajadora incapacitada para el trabajo, por lo tanto, inservible para el capital, y la situación de una mujer, con dos hijos, en una clara situación de pobreza. Seguimos a dos casos que se encuentran y que están completamente solos, por qué nadie defiende a Daniel ni nadie defenderá a Katie, quien dependerá del Banco de Alimentos para alimentar a sus hijos.
Así Loach nos presenta como el capital crea un lumpenproletariado en una situación de extrema necesidad que lo hará todo por sobrevivir en una sociedad que los repudia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
I, Daniel Blake nos presenta un hecho recurrente en este cine que es la llegada a puntos extremos donde los protagonistas ya solo pueden recurrir al robo o a la prostitución para salvarse. Mostrando así hasta que punto explota el capital a los oprimidos que no tienen un valor productivo real para el mercado.
10
14 de agosto de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no lloraba viendo una película. Me ha sido inevitable en dos momentos terroríficos de “Yo, Daniel Blake”. Es obvio, por sabido, que la conciencia social y el pensamiento progresista europeo deben mucho al tándem formado por el director Ken Loach y su guionista de cabecera Paul Laverty. De la factoría de la que han salido los grandes films sociales de nuestra época, conquistaron en 2016 Cannes con “Yo, Daniel Blake”. Inmediatamente después nos llegó otra obra maestra inconmensurable de la misma dimensión: “Sorry, we missed you. Está claro que la conjunción Ken Loach-Paul Laverty está justo ahora en su mejor momento, tocando techo, o sea, llevando a tocar techo al cine social europeo justo en el momento preciso, cuando todos los derechos laborales se han disuelto y el fascismo y la pobreza se adueñan del continente.

De nuevo ambos activistas del cine ponen el dedo en la llaga de las miserias más intolerables del capitalismo salvaje, que ha arruinado con sus excesos todo el edificio social europeo, expulsando del paraíso de la supervivencia a un conjunto de seres humanos que ya no le son útiles para la explotación y que, por tanto, desecha porque (por ahora) está prohibido deshacerse de ellos. La cosificación del ser humano que sólo importa cuando genera riqueza y como consumidor, no como persona.

Es el caso de Daniel Blake, un carpintero británico viudo que pierde su empleo justo cuando va a llegar a ser sexagenario a consecuencia de haber sufrido un infarto. La Seguridad Social, totalmente externalizada y gestionada por una empresa privada que ha hecho de la burocracia un parapeto perfecto contra todos los derechos del ciudadano mediante el viejo método de la asfixia por aburrimiento a través de la inaccesibilidad, le hace someterse a un calvario insoportable para solicitar una prestación a través de internet, para una persona que jamás ha visto un ordenador ni en pintura ni sabe cómo se enciende, ni qué es un ratón. Pero el sistema capitalista, tan repulsivo siempre, ha encontrado en las nuevas tecnologías otro camino de exclusión social y de expulsión de todo el que le estorba en su camino, con el beneplácito de la burocracia estatal.

Mientras tanto, Daniel Blake intenta buscar trabajo, pero se encuentra con la segunda trampa mortal capitalista: ¿quién va a contratar a un vejestorio sexagenario? No existe para el mercado, es un error, es un obstáculo, es necesario borrarlo del sistema para que no moleste.

Mientras tanto, ese mártir moderno (soberbiamente interpretado por Dave Johns) conoce a una joven con dos hijos pequeños (otra interpretación antológica de Hayley Squires, que literalmente me ha hecho llorar dos veces) que igualmente está siendo apartada del sistema a patadas a través de la exclusión social y el desahucio. Y entonces Ken Loach y Paul Laverty nos recuerdan que la única posibilidad de supervivencia del proletariado es la solidaridad entre seres humanos cuando lo que se tiene delante no es más que la desesperación más absoluta y la muerte como única salida posible.

Cruda, de estilo cuasi documental marca de la casa, impresionantemente interpretada, y rodada en tiempo real, “Yo, Daniel Blake” nos demuestra que el cine de Loach sigue en forma y es cada vez más necesario.
9
25 de mayo de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realista, austera, áspera, directa, rodada sin alharacas estéticas ni trucos de cámara, interpretada con sobriedad por actores desconocidos para el gran público, llena de crítica social, intencionalidad política y deseos de agitar conciencias. Maniquea si queréis, porque se pone sin ambages del lado de los integrantes de una clase obrera cada vez más empobrecida. Empeñada en colocar en la pantalla una realidad que se ve y se vive día a día en la calle: el paro, la pobreza, la precariedad laboral, el desmantelamiento de los servicios públicos, el limbo burocrático en que se deja, abandonados a su perra suerte, a los que no encajan en el sistema. En este caso un hombre con problemas de salud que no puede trabajar pero que tampoco puede cobrar ninguna prestación si no intenta encontrar trabajo, y una madre soltera con serios problemas para sacar adelante a su prole. Que se conocen, simpatizan, se echan una mano mutuamente, aunque a ninguno le sirva para salir realmente de sus problemas. De paso se ponen en cuestión las bondades de la digitalización obligatoria. ¿Qué ocurre cuando trámites vitales tienen que hacerse por Internet con la gente que no sabe o no puede usar Internet?

Es una de las mejores películas de Ken Loach. Y es, por supuesto, una película de Ken Loach, con todo lo que eso conlleva. Lo tomas o lo dejas.
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