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El gran dictador

Comedia Un humilde barbero judío que combatió con el ejército de Tomania en la Primera Guerra Mundial vuelve a su casa años después del fin del conflicto. Amnésico a causa de un accidente de avión, no recuerda prácticamente nada de su vida pasada, y no conoce la situación política actual del país: Adenoid Hynkel, un dictador fascista y racista, ha llegado al poder y ha iniciado la persecución del pueblo judío, a quien considera responsable de ... [+]
Críticas 255
Críticas ordenadas por utilidad
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10
10 de noviembre de 2020 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico dónde los haya de la sátira política y del cine antifascista, Chaplin despliega aquí todo su arsenal de talento de forma tan hilarante como directa haciendo del trasunto hitleriano que interpreta un pelele ridículo, un fantoche penoso, pura piltrafa megalomana. A este se contrapone el personaje del barbero judío (ambos personajes interpretados por Chaplin), su humanidad y su sencillez, culminada en la cumbre parabólica del discurso antixenófobo que cierra la película. Por el momento de su realización (en plena Segunda Guerra Mundial, apogeo nazi) puede considerarse a ésta como la obra maestra más importante de su autor, fue bochornosa y lógicamente prohibida en España durante 40 años. "El gran dictador" es una tragicomedia genial, regada de secuencias memorables para la eternidad del cinéfilo/ser humano: el afeitado del barbero a un cliente con música de Brahms, el baile del dictador jugando con la bola del mundo en el fastuoso salón de su palacio, los rabiosos y ridículos discurso del dictadorcillo y el discurso final, conciliador, magistral y perpetuo. Corrosiva, impecable, implacable, una esplendorosa obra al servicio de la humanidad, de obligadísima visión, incluso a nivel pedagógico.
10
3 de diciembre de 2023 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película que en su día debió ser la mayor sátira sobre el fascismo nunca vista antes. En el año 1940, Chaplin arriesgó y mostró al mundo un retrato pueril, burlesco y caricaturesco de A. Hitler; su primera película sonora y, para muchos su mejor obra.
Valiente y excepcional apuesta del mayor genio de la historia del cine. Memorables las secuencias coreográficas con el globo terráqueo y, el afeitando a ritmo de la danza húngara n° 5 de Brahms.
Desde mi humilde opinión, la película supone un antes y un después en la historia del cine.
Obra maestra que no fue premiada en su día y, de la que beben cientos de films posteriores.
8
21 de septiembre de 2007
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico entre los clásicos; sátira entre las sátiras, esta película de Chaplin es una de sus obras más conocidas y sin duda una de las referencias ineludibles a la hora de hablar de buen cine.

El Gran Dictador suponía la primera película sonora para Chaplin, y la aprovechó para hacer una mordaz caricatura de las dos grandes dictaduras fascistas que amenazaban al mundo en ese mismo año en plena Segunda Guerra Mundial; la de Hitler y la de Mussolini. Para ello usa sus armas de siempre; sus ya clásicos gags visuales, y esa galería de personajes llenos de candidez y de inocencia, aunque también con su punto de pícaros, ya sabéis ¿no?... Pero en medio de esos personajes tan típicos de su carrera, surgen en la cinta los (para mí), claros pilares de esta historia, las figuras de Hinkel (el tirano gobernador de Tomania y clarísimo alter ego satírico de Hitler) y Benzino Napaloni (sátira de Mussolini). En torno a estos dos personajes girará una tremenda comedia con contenidos sociales y políticos, repleta de momentos inolvidables.

Perdurarán en la memoria escenas como la del baile de Hynkel con el globo terráqueo en sus manos, o el corte de navaja del barbero judío al compás de Brahms, o la de las sillas de la barbería de Hynkel; pero sobre todo, y personalmente, me quedo con los tremendos discursos en los que Chaplin nos brinda una delirante caricatura de Adolf Hitler; ente sus locos gestos, su voz, y la irónica traducción que se hace de lo que se supone que dice, disfruté como un enano.

Como contrapunto tengo que decir que al final cae en un discurso sobre la democracia y la libertad algo inocentón, tremendamente utópico y bastante cándido que para nada nos hace falta; pues la precisa sátira que Chaplin nos dibuja en las escenas anteriores ya habla por sí misma del asunto. Y nunca un discurso me resultó tan divertido....

Poco más; la valoro con un ocho que quizá hubiese sido un nueve sin un final tan almibarado como el que ya he comentado, y porque a mi parecer su metraje también se extiende un poco innecesariamente. Aún así, la considero grande entre las grandes; no lo duden, el día que tengan la oportunidad de verla, siéntense y disfrútenla.

-"El señor Hynkel dice que para con las demás naciones solo tiene amor en su corazón ...."- ; Casi nada...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En esta historia también hay lugar para el amor; hasta de eso teneis .....

Por cierto que me carga mucho el papel que se le daba a las actrices normalmente en el cíne de antes. O hacían de Femme Fatales o de tontitas inocentonas y sumisas que lo más que hacen es pasear su cara por la pantalla, llorar, etc etc.... Pero bueno, eso son ya otras cuestiones; por eso lo pongo en Spoiler... para que no lo leáis necesariamente. Pero es que tenía que decirlo alguna vez o explotaba...

¡¡Saludos!!
10
4 de agosto de 2005
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fantástica joya donde aparece lo más importante ocurrido en la historia de Europa (dos guerras mundiales, depresión, auge de los fascismos, lucha por la democracia, antisemitismo...), y todo ello sin importancia aparente, tomando como protagonistas personajes corrientes con sus vidas y sus vulgares preocupaciones. Cuanto más se ríe uno viendo esta obra más se da cuenta de los absurda que es la guerra y la aberración que supone el fascismo.
Fernando Garín
9
27 de noviembre de 2005
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final de la Primera Guerra Mundial un soldado del ejército de Tomalia (Charles Chaplin), al salvar la vida del oficial Schultz en su avión, sufre un accidente y pierde la memoria, permaneciendo en un hospital por 20 años. Cuando, todavía amnésico, escapa del hospital, regresa a su ciudad, donde abre de nuevo su antigua barbería ubicada en el Ghetto. Los tiempos han cambiado. El país es gobernado por el dictador Adenoid Hynkel (Charles Chaplin), y existe una brutal discriminación contra los judíos. Una de las jóvenes del Gheto, la bella Hannah, defiende al barbero cuando es acosado por miembros de las fuerzas de seguridad de Hynkel. Ambos se enamoran y deben sufrir los atropellos de la dictadura, aunque tienen el respiro de tener la protección de Schultz, que reconoció al barbero, y de un corto periodo de paz con los judíos mientras Hynkel trata de conseguir financiamiento de un banquero judío para sus ambiciones de dominación global.
Esta historia rodada a principios de 1940, cuando el nazismo empezaba a causar sus primeros estragos en Europa, causo una gran controversia en Estados Unidos por abordar un tema tan delicado, como era el trato nazi al pueblo judío. Un exquisito tratamiento de esta persecución, tan horrible y despreciable, consigue enternecer y arrancar una sonrisa al espectador. Chaplin esboza una caricatura burlesca de Hitler, plasmando a la perfección la ridiculez y la sin razón de este patético personaje.
La comedia clásica no define las pautas de esta película, que se tinta con una más que evidente reseña dramática, dejando para la posteridad, una reflexión de lo que el ser humano puede llegar a ser. A si mismo, el lirismo contenido durante ciertos momentos, caso del loable discurso final, aporta una visión alentadora para intentar de este un mundo mejor:
-El camino de la vida puede se libre y bello; pero hemos perdido el camino… Hannah, ¿puedes oírme? ¡Dondequiera qué estés, alza los ojos! ¡Mira Hannah, las nubes están desapareciendo!...
Los claros y deslumbrantes paisajes abiertos que se muestran al final de la película, demuestran el gran poderío visual que llega a alcanzar el film. Aunque la técnica nunca inspiró en exceso a Chaplin para la realización de sus obras, hay que decir que este título en particular resulta excelente en este sentido, un flexivo uso de la cámara y unos encuadres dirigidos a la comicidad por encima de lo estético contribuyen a marcar un punto de asimilación con anteriores producciones mudas de fantástica manufactura.
Las interpretaciones de los secundarios y del propio Chaplin en particular, nos regalan secuencias de auténtico recuerdo. Resulta inolvidable la escena del baile de Hynkel con el globo del mundo.
La dirección musical de corte clásico, a cargo de Meredith Wilson incluye composiciones de Charles Chaplin, Richard Wagner y Johannes Brahms, un verdadero gusto para el oído.
Un espectáculo inmortal que guardará un recuerdo especial entre todos los cinéfilos de ayer y hoy.
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