Vacaciones en Roma
7.9
35,038
Comedia. Romance
Durante una visita a Roma, Ana, la joven princesa de un pequeño país centroeuropeo, trata de eludir el protocolo y las obligaciones que implica, escapándose de palacio para visitar la ciudad de incógnito. Así conoce a Joe, un periodista americano que busca una exclusiva y finge desconocer la identidad de la princesa. La pareja vivirá unas jornadas inolvidables recorriendo la ciudad. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2007
20 de febrero de 2007
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las obras maestras del genial Wylliam Wyler, en una comedia maravillosa y con una historia que, aunque posiblemente contada muchas veces, aquí con una originalidad y sensibilidad propia y desde una óptica que la hace especial. Y esto en gran parte gracias a la fuerza de sus protagonistas; Adrey hepbun, en esta su primera película y por la que obtuvo un oscar, y también sin ninguna duda la película en la que más hermosa esta. Y también destacar al siempre impasible pero portentoso Gregory Peck.
Tuvo una gran acogida de taquilla en su momento y ha resistido bastante bien el paso del tiempo, principalmente por su exquisito sentido de la delicadeza y por ser una historia que “atrapa”.
Se plante aquí el ansia de una vida normal, con cosas ordinarias, el poder disfrutar cada minuto de la vida... Es una película que es todo un canto a la vida, a saber apreciarla en su belleza. Pero... sorprendente opción la que toma la princesa al final...
Tuvo una gran acogida de taquilla en su momento y ha resistido bastante bien el paso del tiempo, principalmente por su exquisito sentido de la delicadeza y por ser una historia que “atrapa”.
Se plante aquí el ansia de una vida normal, con cosas ordinarias, el poder disfrutar cada minuto de la vida... Es una película que es todo un canto a la vida, a saber apreciarla en su belleza. Pero... sorprendente opción la que toma la princesa al final...
8 de septiembre de 2009
8 de septiembre de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cierta vez, en Hollywood, existió un ángel llamado, Audrey Hepburn, y la vimos complacidos y fascinados en un puñado de películas, algunas de ellas inolvidables: “Sabrina”, “Love in the Afternoon”, “The Unforgiven", “Children's Hour”, “My Fair Lady”… y, cómo no, en la celebrada, <<VACACIONES EN ROMA>>, con la que se hizo conocer en, La Meca del Cine, al tiempo que en el corazón la guardábamos millones de espectadores.
Dirigida con gran inspiración por, William Wyler, la historia que nos cuenta es la de una princesa imaginaria de un país imaginario, quien vive atareada con visitas y protocolos reales que la tienen a punto de enloquecerse. Después de una extenuante gira, y de sentir que cada minuto y cada hora de su vida le son programados para cumplir con formalismos, Anja siente un inmenso deseo de escapar cuando, desde su balcón en Roma, contempla una fiesta que se realiza muy cerca de allí. Así conoce a, Joe Bradly, un periodista del Servicio Americano de Noticias quien, al encontrarla sedada y extraviada, decide llevarla a su modesto apartamento. Surgirá de aquí, una tarea que vale 5 mil dólares o perder 500, pero, para Joe, parece puesta en la palma de su mano. Así, se darán las condiciones para que pase un día con la adorable princesa y, en adelante, una de las experiencias más románticas de la historia del cine, tendrá lugar en las calles de Roma, entre dos seres que apenas tendrán tiempo para poder soñar.
Audrey, brilla con su enorme dulzura en cada vivencia que experimenta como un ave escapada de su jaula. Su presencia resulta magnética, absorbente, adorable. Pocas veces en escena, hemos visto a un personaje tan sensible y tan bello como el que ella nos brinda en cada secuencia y en cada plano en que aparece... y, entre tanto, de los reinos queda reflejado todo su vacío.
Partiendo de un guion escrito por Dalton Trumbo (quien no pudo recibir el crédito por las presiones de la HUAC) y Ian McLellan Hunter, el director compone cada imagen con una luz especial, consiguiendo recrear a una princesa espontánea y juvenil, lo que permite ver a una, Audrey Hepburn, casi al natural y con un ángel que se le escapa por todos los poros.
El filme tiene humor (excelente la secuencia entre Joe y su amigo Irving, cuando éste está a punto de delatarlo), tiene belleza visual en su recorrido por la antigua roma, y desborda un romanticismo excelso que nos devuelve a los años mozos, y el cual alcanza su culmen en la escena en que cada uno se muestra como realmente es. En resumidas cuentas, una película llena de magia, con una actriz de la que uno queda irremisiblemente prendado.
Como un pequeño, pero sentido homenaje, quiero terminar con unas palabras extraídas de la, Audrey Hepburn, escritora:
“Para tener unos labios atractivos, di siempre palabras amables. Para tener unos ojos adorables, mira siempre las cosas buenas de la gente. Para tener una figura esbelta comparte tu comida con los que tienen hambre (…). La belleza de una mujer tiene que ser vista en sus ojos, porque estos son la puerta de su alma, el lugar donde habita el amor”.
Título para Latinoamérica: LA PRINCESA QUE QUERÍA VIVIR
Dirigida con gran inspiración por, William Wyler, la historia que nos cuenta es la de una princesa imaginaria de un país imaginario, quien vive atareada con visitas y protocolos reales que la tienen a punto de enloquecerse. Después de una extenuante gira, y de sentir que cada minuto y cada hora de su vida le son programados para cumplir con formalismos, Anja siente un inmenso deseo de escapar cuando, desde su balcón en Roma, contempla una fiesta que se realiza muy cerca de allí. Así conoce a, Joe Bradly, un periodista del Servicio Americano de Noticias quien, al encontrarla sedada y extraviada, decide llevarla a su modesto apartamento. Surgirá de aquí, una tarea que vale 5 mil dólares o perder 500, pero, para Joe, parece puesta en la palma de su mano. Así, se darán las condiciones para que pase un día con la adorable princesa y, en adelante, una de las experiencias más románticas de la historia del cine, tendrá lugar en las calles de Roma, entre dos seres que apenas tendrán tiempo para poder soñar.
Audrey, brilla con su enorme dulzura en cada vivencia que experimenta como un ave escapada de su jaula. Su presencia resulta magnética, absorbente, adorable. Pocas veces en escena, hemos visto a un personaje tan sensible y tan bello como el que ella nos brinda en cada secuencia y en cada plano en que aparece... y, entre tanto, de los reinos queda reflejado todo su vacío.
Partiendo de un guion escrito por Dalton Trumbo (quien no pudo recibir el crédito por las presiones de la HUAC) y Ian McLellan Hunter, el director compone cada imagen con una luz especial, consiguiendo recrear a una princesa espontánea y juvenil, lo que permite ver a una, Audrey Hepburn, casi al natural y con un ángel que se le escapa por todos los poros.
El filme tiene humor (excelente la secuencia entre Joe y su amigo Irving, cuando éste está a punto de delatarlo), tiene belleza visual en su recorrido por la antigua roma, y desborda un romanticismo excelso que nos devuelve a los años mozos, y el cual alcanza su culmen en la escena en que cada uno se muestra como realmente es. En resumidas cuentas, una película llena de magia, con una actriz de la que uno queda irremisiblemente prendado.
Como un pequeño, pero sentido homenaje, quiero terminar con unas palabras extraídas de la, Audrey Hepburn, escritora:
“Para tener unos labios atractivos, di siempre palabras amables. Para tener unos ojos adorables, mira siempre las cosas buenas de la gente. Para tener una figura esbelta comparte tu comida con los que tienen hambre (…). La belleza de una mujer tiene que ser vista en sus ojos, porque estos son la puerta de su alma, el lugar donde habita el amor”.
Título para Latinoamérica: LA PRINCESA QUE QUERÍA VIVIR
1 de abril de 2012
1 de abril de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los tiempos que corren Hollywood solo piensa en hacer caja con segundas y terceras partes o reestrenando películas de hace 15 años con la excusa del 3D. Menos mal que siempre podemos retroceder a la época dorada del cine y ver como se "contaban" maravillas como esta. Y digo "contaban" porque "Vacaciones en Roma" es más que una película, es un cuento de hadas.
Aparece en escena una princesa, una preciosa princesa cansada de una vida sin emociones. Recorriendo el mundo con actos oficiales, saludando a personalidades, atendiendo a la prensa, siempre diciendo los mismos discursos y poniendo buena cara. Cansada de esa vida una noche huye en busca de unas horas de diversión. Y aquí comienza la que podriamos denominar "La Divina Comedia", Dante se sentiría orgulloso 700 años después.
Tras escapar se queda dormida en un banco. Aparece un periodista al que su conciencia no le deja dejarla allí. Tras vagos intentos porque regrese su hogar, no le queda más remedio que llevarsela a su apartamento. Todo un caballero.
A la mañana siguiente al acudir a la redacción descubre quién es ella y decide realizar a escondidas un reportaje a cambio de 5000$ por parte de su jefe. El caballero empezaba a no serlo.
Ella se despierta y decide dar un paseo. Él la sigue. Lo primero que hace es cortarse el pelo. Asistimos a una de las escenas de la película, pocas mujeres pueden estar tan guapas como Audrey Hepburn con el pelo corto. Bellísima escena, vemos como su sonrisa cambia y nos deslumbra, una escena que logra hacerse un hueco en mi memoria.
Tras encontrarse de nuevo, ambos y con la compañía de un fotógrafo amigo suyo deciden dar una vuelta por Roma, hacer cosas que ella nunca podía hacer. Cosas como tomarse un cafe en una terraza, visitar monumentos o como llega a decir "mirar escaparates", ¿quizás el de Tiffany's con un croissant en la boca? jajaja. Todo forma parte del plan para realizarle las fotos. Por la noche acuden a un baile, allí el Servicio Secreto Real la descubre y ambos huyen. En la huida caen al agua y....
Y aquí me paro. ¿qué ocurre en el agua?, ¿se publicarán las fotos?, ¿será o no sera un caballero el periodista?, ¿volverá la princesa a palacio?. Tendréis que descubrirlo vosotros mismos, este cuento hay que verlo, nadie puede contarlo.
No voy a hablar de las actuaciones porque no hace falta. No las hay. Lo hacían de forma tan natural que todo fluía como si de la vida real se tratara. Eran perfectos. Como también lo es el final, el que debía ser, elegante y bonito, el que hace que este cuento sea una leyenda.
Lo mejor:
- La belleza y elegancia de Audrey Hepburn. Sus ojos, su corte de pelo, su cinturita de avispa y su preciosa e irreverente sonrisa de niña la hacen eterna.
- La comedia perfecta: Bonita, elegante y con divertidas escenas (mención especial a la del diván o el paseo en Vespa).
- El mes que viene visitaré Roma. Me servirá de guía.
Lo Peor:
- Después de las vacaciones hay que trabajar.
Aparece en escena una princesa, una preciosa princesa cansada de una vida sin emociones. Recorriendo el mundo con actos oficiales, saludando a personalidades, atendiendo a la prensa, siempre diciendo los mismos discursos y poniendo buena cara. Cansada de esa vida una noche huye en busca de unas horas de diversión. Y aquí comienza la que podriamos denominar "La Divina Comedia", Dante se sentiría orgulloso 700 años después.
Tras escapar se queda dormida en un banco. Aparece un periodista al que su conciencia no le deja dejarla allí. Tras vagos intentos porque regrese su hogar, no le queda más remedio que llevarsela a su apartamento. Todo un caballero.
A la mañana siguiente al acudir a la redacción descubre quién es ella y decide realizar a escondidas un reportaje a cambio de 5000$ por parte de su jefe. El caballero empezaba a no serlo.
Ella se despierta y decide dar un paseo. Él la sigue. Lo primero que hace es cortarse el pelo. Asistimos a una de las escenas de la película, pocas mujeres pueden estar tan guapas como Audrey Hepburn con el pelo corto. Bellísima escena, vemos como su sonrisa cambia y nos deslumbra, una escena que logra hacerse un hueco en mi memoria.
Tras encontrarse de nuevo, ambos y con la compañía de un fotógrafo amigo suyo deciden dar una vuelta por Roma, hacer cosas que ella nunca podía hacer. Cosas como tomarse un cafe en una terraza, visitar monumentos o como llega a decir "mirar escaparates", ¿quizás el de Tiffany's con un croissant en la boca? jajaja. Todo forma parte del plan para realizarle las fotos. Por la noche acuden a un baile, allí el Servicio Secreto Real la descubre y ambos huyen. En la huida caen al agua y....
Y aquí me paro. ¿qué ocurre en el agua?, ¿se publicarán las fotos?, ¿será o no sera un caballero el periodista?, ¿volverá la princesa a palacio?. Tendréis que descubrirlo vosotros mismos, este cuento hay que verlo, nadie puede contarlo.
No voy a hablar de las actuaciones porque no hace falta. No las hay. Lo hacían de forma tan natural que todo fluía como si de la vida real se tratara. Eran perfectos. Como también lo es el final, el que debía ser, elegante y bonito, el que hace que este cuento sea una leyenda.
Lo mejor:
- La belleza y elegancia de Audrey Hepburn. Sus ojos, su corte de pelo, su cinturita de avispa y su preciosa e irreverente sonrisa de niña la hacen eterna.
- La comedia perfecta: Bonita, elegante y con divertidas escenas (mención especial a la del diván o el paseo en Vespa).
- El mes que viene visitaré Roma. Me servirá de guía.
Lo Peor:
- Después de las vacaciones hay que trabajar.
19 de enero de 2017
19 de enero de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película de Audrey Hepburn que la llevó directamente ganar el Oscar. De la mano de un fantástico Gregory Peck, que siendo él ya una estrella consagrada quiso que su nombre saliera junto al de ella en los títulos de crédito antes del propio título de la película. Empezó en esta película la era Audrey, una maravillosa actriz, (y persona me permito decir). Una cara con ángel, o en otras palabras como le dicen en la película: "Su cara tiene gancho".
Podría escribir un libro entero, pero me limito a decir que es una obra maestra imprescindible. Aconsejo encarecidamente ver cómo son unas vacaciones en Roma con Audrey y Gregory....
Podría escribir un libro entero, pero me limito a decir que es una obra maestra imprescindible. Aconsejo encarecidamente ver cómo son unas vacaciones en Roma con Audrey y Gregory....
23 de mayo de 2014
23 de mayo de 2014
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Será eso lo que le ocurre a Su Alteza Real Ana? Al contrario que en los cuentos, lo que quiere esta princesita aniñada con el candor de la ignorancia es dejar su palacio, su reino, sus obligaciones y su estatus, y ver mundo. Mucha suerte tiene en el camino.
Roma es la ciudad elegida para este encuentro entre una princesa de un noble país de Europa nunca nombrado y un periodista norteamericano al que le cae el reportaje de su vida y, con él, la oportunidad de hacer dinero. Las cosas se complicarán, claro. Audrey Hepburn está, como es normal, divina, y puede que nunca haya entendido tan bien ese glamour con el que se la describe: se corta el pelo, se arremanga la blusa, se cambia de zapatos, y ya está. Y sin hada madrina. Eso sí, tardamos un poco en solidarizarnos con su Ana, así como con la película. La primera media hora más o menos, donde se establece el planteamiento de la historia, se hace cuesta arriba por el nulo humor, el comportamiento tan descuidado de Ana, que es difícil de justificar, y el arranque algo artificial de la relación de los protagonistas. Mejor hubiera sido, aunque desde luego con otro sesgo ideológico no tan directo y moderno, que Ana se hubiera perdido por algún motivo en la ciudad de forma involuntaria, y a partir de ahí aprovechase la ocasión.
Sin embargo, el guión toma una vertiente cómica una vez empieza el paseo romano que es buenísimo. Gregory Peck demuestra unas dotes humorísticas que me han sorprendido: lo que le hace a su amigo fotógrafo, el plan que trama, ese momento en la Boca de la Verdad, sus gestos, sus caras. Además, atractivo, amable y con la sensibilidad suficiente como para llorar por amor. O por una ilusión romántica que dura veinticuatro horas, habría que decir. De hecho, Ana y Joe parecen amigos antes que amantes, lo que en teoría debería ser malo para la película pero que, vista en perspectiva, encaja en el desarrollo de la historia e incluso se agradece viendo el tenso y no por ello menos bonito desenlace.
Deber, libertad, responsabilidad y, sobre todo, una maduración personal de una mujer que tiene que atreverse a ser ella misma y a tomar decisiones. Esperemos que encuentre la felicidad después de esas inolvidables vacaciones.
Yo también querría unas así.
Roma es la ciudad elegida para este encuentro entre una princesa de un noble país de Europa nunca nombrado y un periodista norteamericano al que le cae el reportaje de su vida y, con él, la oportunidad de hacer dinero. Las cosas se complicarán, claro. Audrey Hepburn está, como es normal, divina, y puede que nunca haya entendido tan bien ese glamour con el que se la describe: se corta el pelo, se arremanga la blusa, se cambia de zapatos, y ya está. Y sin hada madrina. Eso sí, tardamos un poco en solidarizarnos con su Ana, así como con la película. La primera media hora más o menos, donde se establece el planteamiento de la historia, se hace cuesta arriba por el nulo humor, el comportamiento tan descuidado de Ana, que es difícil de justificar, y el arranque algo artificial de la relación de los protagonistas. Mejor hubiera sido, aunque desde luego con otro sesgo ideológico no tan directo y moderno, que Ana se hubiera perdido por algún motivo en la ciudad de forma involuntaria, y a partir de ahí aprovechase la ocasión.
Sin embargo, el guión toma una vertiente cómica una vez empieza el paseo romano que es buenísimo. Gregory Peck demuestra unas dotes humorísticas que me han sorprendido: lo que le hace a su amigo fotógrafo, el plan que trama, ese momento en la Boca de la Verdad, sus gestos, sus caras. Además, atractivo, amable y con la sensibilidad suficiente como para llorar por amor. O por una ilusión romántica que dura veinticuatro horas, habría que decir. De hecho, Ana y Joe parecen amigos antes que amantes, lo que en teoría debería ser malo para la película pero que, vista en perspectiva, encaja en el desarrollo de la historia e incluso se agradece viendo el tenso y no por ello menos bonito desenlace.
Deber, libertad, responsabilidad y, sobre todo, una maduración personal de una mujer que tiene que atreverse a ser ella misma y a tomar decisiones. Esperemos que encuentre la felicidad después de esas inolvidables vacaciones.
Yo también querría unas así.
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