Un buen pedazo de basura. Argumento disparatado, cero tensión en las partes supuestamente de suspense, huecos de guión en los que cabría mi cabeza y cuchufletadas demasiado fáciles incluso para ser Disney. Las únicas partes cómicas se centran en cuando Penélope Cruz abre la boca y chapurrea su inglés de corchopan. MALÍSIMA, de verdad.

Recupera el espíritu de las clásicas aventuras de Piratas con el aliciente del ya afamado capitán Jack Sparrow y la no menos interesante aportación de nuestra internacionalmente famosa Penélope Cruz.
Una historia de aventuras desenfadada, más lineal que sus antecesoras cosa que en el fondo se agradece pues huye de las complicadas tramas y enrevesadas historias para centrarse en una más que entretenida "búsqueda del tesoro" que en este caso es la fuente de la eterna juventud. Alguna escenita se la podían haber ahorrado, e incluso se habría agradecido media hora menos de película, pero en su conjunto es aceptable y merce la pena verla, aunque solo sea para volver a disfrutar de las gracias y excentricidades de este simpatico personaje.

O yo me he vuelto más listo o las gracietas de Sparrow y compañía, más tontas (sin alcanzar la tontería que llevaba encima la segunda entrega).

O yo me he vuelto menos flipado, o a esta cuarta entrega le falta un poquitín de espectacularidad.

O yo veo mal, o el capitán Barbosa es más feo.

Pues eso. Que a la de cuatro se empiezan a notar ciertas cosas, y que a pesar de que esta Piratas del Caribe sea sobradamente divertida, juguetona como siempre y considerablemente bien urdida, es la repetición de una fórmula que da mucho dinero, pero que en su sexta entrega o por ahí, perderá todo, todo el crédito de la crítica.

Buena en todo lo bueno que buenamente se podía esperar, pero algo insípida.

Y colleja para las fuerzas del orden más inútiles y ridículas de la historia del cine que servidor ha visto. Los soldados ¿británicos? se chocan entre ellos como punkis en un concierto, pero cayéndose más. Y también dejan las armas en cualquier parte porque sí. Como algunos punkis también, que lo hacen obligados y antes de entrar al concierto.

Elegí esa frase de entre otras tantas para darle el pulgar arriba a Piratas 4; peli que se salva, desde la irrepetible primera entrega, por detalles exquisitos de color más que por una trama ultra simple. Lo que rodea a esta cinta es lo que la eleva por sobre la media y, esto es personal, considero que supera con creces a la tercera y que la idea de generar una obra independiente de sus secuelas le ha venido en gracia.

Vamos al grano, y esto no solo se corresponde con ésta sino a partir de la segunda entrega: el JUGO de Piratas del Caribe se encuentra en las sucesivas vueltas de tuerca encadenadas, una detrás de la otra, junto con los gags respectivos, algunos más logrados que otros. Aquí el asunto tiene mayor peso porque dichas vueltas se hayan en los anexos de la trama principal, y no en la trama misma, como sucedía en Piratas 3. Esto hace que podamos disfrutar de un mejunje avispado pero simple al mismo tiempo. Sólo me basta recordar la cantidad de desvíos en la trama de Piratas 3 y la confusión que sufrí por ello. Desde luego habrán los que consideren a ésta entrega bastante menor en correlación con las otras, hablo desde una visión muy personal.

Jack Sparrow está decididamente cada vez más exacerbado. Algo muy común cuando un perfil se desarrolla cuasi en serie: que las características de los personajes se lleve hasta los extremos. Por otra parte, no veo a Penélope Cruz en postura de corsaria, me resulta demasiado...fina y elegante, y jamás la vi demasiado metida en el papel.

Con una duración excesiva y algunas peripecias argumentales de relleno, Piratas 4 no se salva, eso sí, de ser una digna pero modesta secuela más dentro de esta gran franquicia. Aunque el cambio de director ha actuado definitivamente como un aliciente para la saga.

Cuando acabamos de ver en su momento aquella película en la que el Capitán Jack Sparrow se disponía a viajar a la fuente de la vida sabíamos de sobra que la producción de otra película era segura. Algunos dábamos por supuesto que también tendríamos una nueva trilogía de la que afortunadamente prescindiríamos de la pareja Keira-Orlando, demasiado exprimida y sin más que aportar. Pero la sorpresa fue que contaran con Penélope Cruz para esta película, lo que aquí en España hizo que la mitad de las miradas se fijasen en dicha producción. Que tampoco es por criticar, bueno sí, pero estoy cansándome de que cada cosa que hagan Cruz y Bardém fuera de España sea noticia obligatoria.

El cambio de director, ahora Rob Marshall, no es tan apreciable. Parece llevar la película por la misma corriente que su predecesor y no tiene por qué resultar chocante el cambio entre la primera trilogía y esta posible segunda. Sin embargo, se echa de menos la sutileza y elegancia de las dos ultimas entregas que, si bien hacían que se alargasen más de lo necesario, eran una seña de identidad que nos regalaba escenas bellas, coreografiadas y musicales.

Y hablando de música. Hans Zimmer ha decepcionado enormemente aquí. Tenemos un refrito de temas que en ocasiones ni vienen a cuento. Si Davy Jones ya no existe no debería escucharse su tema. Las creaciones son muy justas y comparadas con la tercera entrega parece que hayan contratado un compositor de segunda para hacer uso de Zimmer.

Los actores están en su salsa. Johnny Deep es el personaje y Jack Sparrow es el actor. Ambos son uno y aquí aprovechan la ausencia de los personajes anteriores para profundizar más en la personalidad de éste sin llegar a los desvariantes monólogos que nos ofrecieron en "Al fin del mundo". El elenco de secundarios no podría ser mejor. Cuando no está Deep está Geofrey Rush para llenar la pantalla y como van alternando entre uno y otro, pues la pantalla siempre está llena.