El gatopardo
1963 

7.8
17,248
Drama
Es la época de la unificación de Italia en torno al Piamonte, cuyo artífice fue Cavour. La acción se desarrolla en Palermo y los protagonistas son Don Fabrizio, Príncipe de Salina (Burt Lancaster), y su familia, cuya vida se ve alterada tras la invasión de Sicilia por las tropas de Garibaldi (1860). Para alejarse de los disturbios, la familia se refugia en la casa de campo que posee en Donnafugata en compañía del joven Tancredi (Alain ... [+]
4 de marzo de 2015
4 de marzo de 2015
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El gatopardo" pertenece claramente a ese grupo de películas características de una época muy concreta y a un modo de hacer cine que ya no se estila. Luchino Visconti, uno de los grandes directores de la historia de Italia y a la vez un reconocido esteta famoso por la elegancia impregnada de decadencia y tristeza de sus pausadas películas, parecía uno de los más idóneos para realizar la adaptación de la inmortal novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, fallecido en 1957 sin poder ver la trascendencia que iba a alcanzar su obra, pues acababa de publicarse.
El libro trata fundamentalmente del cambio de los tiempos, el fin de un mundo y la llegada de otra realidad, lo viejo y lo nuevo y la decadencia, todo ello con la Reunificación italiana de 1860-1861 como trasfondo y en Sicilia en particular, que Lampedusa como siciliano aprovecha para reflexionar sobre la isla, su carácter, su idiosincrasia, su pasado y su futuro. Y Visconti se centra en el triunfo y la tragedia y en el paso del tiempo, deteniéndose en las emociones de los personajes principales.
Todo en "El gatopardo" es deslumbrante, excesivo, desbordante, esplendoroso, onírico y melancólico: desde la pictórica fotografía de Giuseppe Rotunno a la maravillosa banda sonora de Nino Rota, pasando por el guión escrito entre cinco con fragmentos calcados a los de la novela, el esmerado vestuario de Piero Tosi (nominado al Oscar) que te sumerge en la época, los decorados reales (palacios, calles y paisajes) sicilianos, y el reparto, muy equilibrado, repleto de italianos competentes, con dos famosos "extranjeros".
Burt Lancaster demostró una vez más que pasaría a la historia del cine no sólo por sus primeros papeles de acróbata y encarnó de manera gloriosa al orgulloso y lúcido Príncipe de Salina, el verdadero gatopardo del blasón de la familia; de tal forma que, cuando se lee y relee la novela, es imposible imaginarse a otro que no sea el norteamericano. Alain Delon encarnó correctamente a su avispado sobrino y Claudia Cardinale a la prometida de éste, hija de un "nuevo rico". La bella italiana siempre suele maravillar y perturbar, y aquí no fue la excepción: su Angelica altera lógicamente al Príncipe y además forma parte con él de la famosa secuencia del baile, tal vez la escena más famosa de la película y la más importante.
En el libro el baile no es tan crucial, y de hecho Visconti realizó una película tan meticulosa y detallista que, pese a su larga duración, aún faltan varios capítulos importantes de la novela de Lampedusa. Con todo, es una obra de arte "de las que ya no se hacen" y toda una experiencia dejarse llevar por la presencia de Lancaster, que se come la película, de la de Cardinale, de los paisajes sicilianos, o de escenas como, al igual que en el libro, cuando la familia Salina es recibida en el pueblo mientras se toca "Noi siamo zingarelle", de La Traviata.
Lo mejor:
- Vestuario, guión, banda sonora, producción, reparto, interpretaciones, fotografía, el esmero minucioso, la calidad en general y esa característica elegancia decadente similar a la de la novela.
Lo peor:
- No es exactamente malo, pero no es una película para todos los públicos, en el sentido que es lenta, pausada y como no cuenta demasiado a primera vista, la historia puede carecer de gancho para muchos. Encima, es Visconti, característico por sus largometrajes aún más lánguidos y selectos, aunque esta es tal vez su obra más redonda.
"El gatopardo" es especialmente recomendable si te fascinó el libro, y si además te gustan las películas reposadas y este modo de hacer cine, ya prácticamente extinto.
El libro trata fundamentalmente del cambio de los tiempos, el fin de un mundo y la llegada de otra realidad, lo viejo y lo nuevo y la decadencia, todo ello con la Reunificación italiana de 1860-1861 como trasfondo y en Sicilia en particular, que Lampedusa como siciliano aprovecha para reflexionar sobre la isla, su carácter, su idiosincrasia, su pasado y su futuro. Y Visconti se centra en el triunfo y la tragedia y en el paso del tiempo, deteniéndose en las emociones de los personajes principales.
Todo en "El gatopardo" es deslumbrante, excesivo, desbordante, esplendoroso, onírico y melancólico: desde la pictórica fotografía de Giuseppe Rotunno a la maravillosa banda sonora de Nino Rota, pasando por el guión escrito entre cinco con fragmentos calcados a los de la novela, el esmerado vestuario de Piero Tosi (nominado al Oscar) que te sumerge en la época, los decorados reales (palacios, calles y paisajes) sicilianos, y el reparto, muy equilibrado, repleto de italianos competentes, con dos famosos "extranjeros".
Burt Lancaster demostró una vez más que pasaría a la historia del cine no sólo por sus primeros papeles de acróbata y encarnó de manera gloriosa al orgulloso y lúcido Príncipe de Salina, el verdadero gatopardo del blasón de la familia; de tal forma que, cuando se lee y relee la novela, es imposible imaginarse a otro que no sea el norteamericano. Alain Delon encarnó correctamente a su avispado sobrino y Claudia Cardinale a la prometida de éste, hija de un "nuevo rico". La bella italiana siempre suele maravillar y perturbar, y aquí no fue la excepción: su Angelica altera lógicamente al Príncipe y además forma parte con él de la famosa secuencia del baile, tal vez la escena más famosa de la película y la más importante.
En el libro el baile no es tan crucial, y de hecho Visconti realizó una película tan meticulosa y detallista que, pese a su larga duración, aún faltan varios capítulos importantes de la novela de Lampedusa. Con todo, es una obra de arte "de las que ya no se hacen" y toda una experiencia dejarse llevar por la presencia de Lancaster, que se come la película, de la de Cardinale, de los paisajes sicilianos, o de escenas como, al igual que en el libro, cuando la familia Salina es recibida en el pueblo mientras se toca "Noi siamo zingarelle", de La Traviata.
Lo mejor:
- Vestuario, guión, banda sonora, producción, reparto, interpretaciones, fotografía, el esmero minucioso, la calidad en general y esa característica elegancia decadente similar a la de la novela.
Lo peor:
- No es exactamente malo, pero no es una película para todos los públicos, en el sentido que es lenta, pausada y como no cuenta demasiado a primera vista, la historia puede carecer de gancho para muchos. Encima, es Visconti, característico por sus largometrajes aún más lánguidos y selectos, aunque esta es tal vez su obra más redonda.
"El gatopardo" es especialmente recomendable si te fascinó el libro, y si además te gustan las películas reposadas y este modo de hacer cine, ya prácticamente extinto.
6 de septiembre de 2016
6 de septiembre de 2016
11 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me llama la atención que en el film no se aclara - hasta donde recuerdo - el origen de el título: "El gatopardo". Según Fernando Gutiérrez, traductor al español del libro, "Aunque los protagonistas de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa sean el príncipe siciliano Fabrizio de Salina y sus familiares, el verdadero personaje central de la obra es, justamente, "il gattopardo" o leopardo jaspeado, que, como emblema, figura en el escudo del príncipe y se hace centro de las virtudes y defectos de su linaje. Unas y otros son, en todo momento,
gatopardianos, palabra con la que se definen muchas cosas, y que responden, a una actitud ante la vida y la muerte, ante los hombres y las cosas".
El gatopardismo - suerte de oportunismo o capacidad de acomodamiento social, especialmente en política - se resume en la frase que Tancredi (Alain Delon) dice a su tío el príncipe Salina (Burt Lancaster) al comienzo de la película, cuando éste le reprocha que un noble se alíe con la causa revolucionaria de Garibaldi: "Es necesario que todo cambie para que todo siga igual".
Como dato adicional, la enciclopedia Wikipedia dice del gatopardo (animal) lo siguiente: "El gato jaspeado (Pardofelis marmorata) es una especie de mamífero carnívoro de la familia Felidae. Es nativo de las selvas del sudeste de Asia. Es el único representante de su género. Inicialmente fue clasificado en la subfamilia Pantherinae, pero actualmente se considera que se encuentra estrechamente relacionado con los miembros del género Catopuma. Tiene dos subespecies reconocidas, Pardofelis m. marmorata y Pardofelis m. charlto
gatopardianos, palabra con la que se definen muchas cosas, y que responden, a una actitud ante la vida y la muerte, ante los hombres y las cosas".
El gatopardismo - suerte de oportunismo o capacidad de acomodamiento social, especialmente en política - se resume en la frase que Tancredi (Alain Delon) dice a su tío el príncipe Salina (Burt Lancaster) al comienzo de la película, cuando éste le reprocha que un noble se alíe con la causa revolucionaria de Garibaldi: "Es necesario que todo cambie para que todo siga igual".
Como dato adicional, la enciclopedia Wikipedia dice del gatopardo (animal) lo siguiente: "El gato jaspeado (Pardofelis marmorata) es una especie de mamífero carnívoro de la familia Felidae. Es nativo de las selvas del sudeste de Asia. Es el único representante de su género. Inicialmente fue clasificado en la subfamilia Pantherinae, pero actualmente se considera que se encuentra estrechamente relacionado con los miembros del género Catopuma. Tiene dos subespecies reconocidas, Pardofelis m. marmorata y Pardofelis m. charlto
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Este refrán, que ya se ha hecho famoso, será repetido por el príncipe cuando acceda al matrimonio de su sobrino con la bella pero vulgar Angelica (Claudia Cardinale) heredera de la rica dote de su padre Don Calogero, de la naciente burguesía: "Es necesario que todo cambie para que todo siga igual".
22 de octubre de 2016
22 de octubre de 2016
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Gatopardo, conducida por un Burt Lancaster en la cima de su talento interpretativo, es una de las películas más líricas y apasionadas que ha dado el cine. Evocadora y nostálgica, nos recuerda aquella despedida del poeta Ramón Jiménez cuando dice:
"…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
Mi espíritu errará, nostálgico…"
Porque detrás de su afectada vocación pictórica y su osamenta de colores El Gatopardo destila un acusado lamento, una infinita tristeza. Es una obra intemporal e indeleble que la memoria transforma en disposición elegíaca, en llama viva que se extingue al final, para que no olvidemos que todo seguirá cambiando para que todo siga igual.
"…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
Mi espíritu errará, nostálgico…"
Porque detrás de su afectada vocación pictórica y su osamenta de colores El Gatopardo destila un acusado lamento, una infinita tristeza. Es una obra intemporal e indeleble que la memoria transforma en disposición elegíaca, en llama viva que se extingue al final, para que no olvidemos que todo seguirá cambiando para que todo siga igual.
29 de abril de 2021
29 de abril de 2021
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magistral adaptación de la popular novela homónima escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, dirigida por Luchino Visconti en el que es uno de sus trabajos más reconocidos.
La trama está ambientada en plena revolución italiana, a mediados del siglo XIX, cuando el país estaba en proceso de unificación y modernización. La historia se centra en la vida de un príncipe siciliano llamado Don Fabrizio Corbera, que se ve obligado a huir con su familia a sus posesiones en las montañas para escapar de los revolucionarios camisas rojas liderados por el carismático Garibaldi.
El príncipe contempla apesadumbrado los inevitables cambios políticos y sociales que le disgustan porque se da cuenta perfectamente de que por su carácter siciliano será incapaz de adaptarse a ellos. Y se percata de que al final solo cambia la gente y no las cosas, reflexión recogida en su famosa frase "cambiar para que nada cambie". De modo que se resigna y deposita sus esperanzas e ilusiones en su sobrino favorito Tancredi, quien se desposará con la hermosa hija de un adinerado burgués.
La factura técnica es sobresaliente, empezando por una colorida fotografía que permite apreciar todos los detalles del majestuoso vestuario y los bellísimos escenarios donde se desarrolla el drama. Desde el impresionante castillo de Donnafugata a los vistosos paisajes sicilianos. Por momentos la película parece un lienzo en imágenes. A esto hay que añadir la emotiva banda sonora del maestro Nino Rota particularmente inspirado. El guion también está muy elaborado y recoge todos los puntos del libro extendiéndose en otros aspectos más ornamentales como los bailes y comidas que tienen lugar y nos permiten admirar cómo vivían los nobles de la época.
En cuanto al reparto, destacar el magnífico trio protagonista con un acertado Burt Lancaster, nadie mejor que él para encarnar a Don Fabrizio con su natural elegancia y distinción. Alain Delon que interpreta con convicción al vitalista y carismático Tancredi Falconeri, y la escultural Claudia Cardinale como Angélica sedara. A modo de curiosidad también aparece un jovencísimo Terence Hill encarnando al conde Cavriaghi.
En definitiva, estamos ante una obra maestra del cine europeo de importancia capital que no ha perdido un ápice de interés desde que se estrenó en 1963. Imprescindible.
La trama está ambientada en plena revolución italiana, a mediados del siglo XIX, cuando el país estaba en proceso de unificación y modernización. La historia se centra en la vida de un príncipe siciliano llamado Don Fabrizio Corbera, que se ve obligado a huir con su familia a sus posesiones en las montañas para escapar de los revolucionarios camisas rojas liderados por el carismático Garibaldi.
El príncipe contempla apesadumbrado los inevitables cambios políticos y sociales que le disgustan porque se da cuenta perfectamente de que por su carácter siciliano será incapaz de adaptarse a ellos. Y se percata de que al final solo cambia la gente y no las cosas, reflexión recogida en su famosa frase "cambiar para que nada cambie". De modo que se resigna y deposita sus esperanzas e ilusiones en su sobrino favorito Tancredi, quien se desposará con la hermosa hija de un adinerado burgués.
La factura técnica es sobresaliente, empezando por una colorida fotografía que permite apreciar todos los detalles del majestuoso vestuario y los bellísimos escenarios donde se desarrolla el drama. Desde el impresionante castillo de Donnafugata a los vistosos paisajes sicilianos. Por momentos la película parece un lienzo en imágenes. A esto hay que añadir la emotiva banda sonora del maestro Nino Rota particularmente inspirado. El guion también está muy elaborado y recoge todos los puntos del libro extendiéndose en otros aspectos más ornamentales como los bailes y comidas que tienen lugar y nos permiten admirar cómo vivían los nobles de la época.
En cuanto al reparto, destacar el magnífico trio protagonista con un acertado Burt Lancaster, nadie mejor que él para encarnar a Don Fabrizio con su natural elegancia y distinción. Alain Delon que interpreta con convicción al vitalista y carismático Tancredi Falconeri, y la escultural Claudia Cardinale como Angélica sedara. A modo de curiosidad también aparece un jovencísimo Terence Hill encarnando al conde Cavriaghi.
En definitiva, estamos ante una obra maestra del cine europeo de importancia capital que no ha perdido un ápice de interés desde que se estrenó en 1963. Imprescindible.
5 de septiembre de 2018
5 de septiembre de 2018
9 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi crítica tiene que ver con el argumento así que buena parte de mis comentarios estan en la zona spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1.-Lo primero de todo es decir que aunque la película dure 185 minutos, resulta que hay la primera versión de Visconti que dura 205 minutos. Y a mí, en particular se me queda corta, pues aunque gran parte de la película se ajusta a la novela, faltan los dos últimos capítulos finales, donde Fabrizzio, el Príncipe de Salina, muere en 1883 a los 73 años de edad. Y el capítulo final, ambientado en 1910, muerto ya Tancredi, y en el que las hermanas Concetta, Carolina y Caternia, solteras y heredaras del palacio de Palermo tienen que lidiar con el Cardenal y con Angélica por el desprestigio que supone el disponer de una capilla propia llena de reliquias falsas.
2.- Fabrizzio, el Principe Salina, tanto en la película como en buena parte de la novela, representa que tiene 45 años en el año 1860. Pero cuando muere, en el penúltimo capítulo, en el año 1883, y que no esta representado en la película, este, el príncipe, tiene 73 años. Por lo que si volvemos atrás, en el año 1860, Fabrizzio debería tener 50 años y no 45. Y es algo que no cuadra.
3.- Burt Lancaster se le acusa, por un lado que era demasiado viejo para el papel, y por otro lado que aparentaba ser demasiado joven. Pero la verdad es que tenia la edad justa, pues Burt Lancaster, que nació en 1913 y si la película se rodó en 1963, entonces él tenia 50 y era justo la edad que tiene Fabrizzio, el Príncipe de Salina, el protagonista de la novela y del film.
4.- Una vez aclarado este punto, solo cabe decir que la interpretación de Burt Lancaster, que fué doblado al italiano en la versión original, es de 10. ! Qué paradoja, no!
5.- Y según dicen, la versión doblada al inglés, donde sale la autentica voz en inglés de Burt Lancaster, no merece tal apelativo de obra maestra. !Paradojas tiene la vida!
6.- Para la actuación de Burt Lancaster, de 10, dicen que tuvo que pasar unas semanas con la aristocracia siciliana, para empaparse de las maneras y comportamientos de la alta nobleza palermitana, pero que finalmente la fuente de inspiración para Burt Lancaster fue la propia forma de ser de Luchino Visconti, el director, que resultaba ser un descendiente de la vieja nobleza aristocrática milanesa, pero claro, en aquella época, se había vuelto comunista, que era la moda en Italia.
7.- Una diferencia importante está en la forma de ver la novela y la película en la relación entre Angélica ( Claudia Cardinale) y Tancredi (Alfonso en la versión española e interpretado por Alain Delon). Para Tomasi di Lampedusa, en la novela, es una relación interesada y destinada al fracaso, pero para la película, de Visconti, la relación, a parte de poder verse que es interesada, solo se deja ver como un romance apasionado, y en que no hay desenlace ninguno, este queda estancado en un final de fiesta decadente y melancólico.
8- Y por último decir que la diferencia entre la novela, escrita por Guisepe Tomasi di Lampedusa, noble aristócrata de la Italia del Sur, es descrita desde un punto de vista de los perdedores de la revolución y del proceso de unificación de Italia, llamado il Risorgimento, y el punto de vista del director de la película, de Visconti, es desde el punto de vista de un noble comunista de la Italia del Norte, en definitiva, desde un punto de vista de los vencedores.
2.- Fabrizzio, el Principe Salina, tanto en la película como en buena parte de la novela, representa que tiene 45 años en el año 1860. Pero cuando muere, en el penúltimo capítulo, en el año 1883, y que no esta representado en la película, este, el príncipe, tiene 73 años. Por lo que si volvemos atrás, en el año 1860, Fabrizzio debería tener 50 años y no 45. Y es algo que no cuadra.
3.- Burt Lancaster se le acusa, por un lado que era demasiado viejo para el papel, y por otro lado que aparentaba ser demasiado joven. Pero la verdad es que tenia la edad justa, pues Burt Lancaster, que nació en 1913 y si la película se rodó en 1963, entonces él tenia 50 y era justo la edad que tiene Fabrizzio, el Príncipe de Salina, el protagonista de la novela y del film.
4.- Una vez aclarado este punto, solo cabe decir que la interpretación de Burt Lancaster, que fué doblado al italiano en la versión original, es de 10. ! Qué paradoja, no!
5.- Y según dicen, la versión doblada al inglés, donde sale la autentica voz en inglés de Burt Lancaster, no merece tal apelativo de obra maestra. !Paradojas tiene la vida!
6.- Para la actuación de Burt Lancaster, de 10, dicen que tuvo que pasar unas semanas con la aristocracia siciliana, para empaparse de las maneras y comportamientos de la alta nobleza palermitana, pero que finalmente la fuente de inspiración para Burt Lancaster fue la propia forma de ser de Luchino Visconti, el director, que resultaba ser un descendiente de la vieja nobleza aristocrática milanesa, pero claro, en aquella época, se había vuelto comunista, que era la moda en Italia.
7.- Una diferencia importante está en la forma de ver la novela y la película en la relación entre Angélica ( Claudia Cardinale) y Tancredi (Alfonso en la versión española e interpretado por Alain Delon). Para Tomasi di Lampedusa, en la novela, es una relación interesada y destinada al fracaso, pero para la película, de Visconti, la relación, a parte de poder verse que es interesada, solo se deja ver como un romance apasionado, y en que no hay desenlace ninguno, este queda estancado en un final de fiesta decadente y melancólico.
8- Y por último decir que la diferencia entre la novela, escrita por Guisepe Tomasi di Lampedusa, noble aristócrata de la Italia del Sur, es descrita desde un punto de vista de los perdedores de la revolución y del proceso de unificación de Italia, llamado il Risorgimento, y el punto de vista del director de la película, de Visconti, es desde el punto de vista de un noble comunista de la Italia del Norte, en definitiva, desde un punto de vista de los vencedores.
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