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El gatopardo

Drama Es la época de la unificación de Italia en torno al Piamonte, cuyo artífice fue Cavour. La acción se desarrolla en Palermo y los protagonistas son Don Fabrizio, Príncipe de Salina (Burt Lancaster), y su familia, cuya vida se ve alterada tras la invasión de Sicilia por las tropas de Garibaldi (1860). Para alejarse de los disturbios, la familia se refugia en la casa de campo que posee en Donnafugata en compañía del joven Tancredi (Alain ... [+]
Críticas 81
Críticas ordenadas por utilidad
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10
19 de diciembre de 2009
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un director atrapado entre el cielo y el infierno, ese es Visconti; adorado por muchos e inentendible para tantos otros. Creo que la clave para poder disfrutar de su cine es, sencillamente, no esperar nada concreto de él. Aquellos que guiados por las brillantes críticas buscan cualquier tipo de acción, narración, acontecimientos, intrigas, historias, grandes diálogos y, en definitiva, cualquier elemento común en la mayoría de las obras maestras del séptimo arte, se verán defraudados. Porque Visconti es, para bien o para mal, un pintor de películas, y el que no quiera entender sus metrajes como óleos mejor que no pierda su tiempo.

El Gatopardo es un cuadro de Visconti. Más concretamente, El Gatopardo es uno de esos cuadros costumbristas que hoy en día decoran las ricas paredes de los palacios. Aunque cubierto con el polvo de los siglos, su lienzo todavía muestra las risas y los llantos, los hermosos bailes y banquetes, a los ojos ávidos de las multitudes de turistas. Durante tres horas llenas de sutiles pinceladas, Visconti da vida al ocaso y renacimiento de la aristocracia siciliana del siglo XIX. Un claroscuro sublime, un retrato exhaustivo de los sentimientos de toda una clase focalizados en un personaje concreto, el príncipe Di Salina, que llora frente al espejo sabiendo cuánto ha perdido, pero para el que aparentemente nada ha cambiado.

Brillantes la banda sonora, el vestuario, la fotografía y el lento transcurrir de los planos. Destacar la magnífica interpretación de Lancaster y la obra literaria sobre la que se basa la película. Las expresiones tan poco naturales de Claudia Cardinale y, en algunos momentos, de Alain Delon, constituyen el punto más flojo del filme.

Una historia de muerte en vida que colorea una acuarela deliciosa de Visconti.
10
8 de diciembre de 2010
14 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El gatopardo" constituye una obra maestra de Visconti y del cine italiano, más allá de su deslumbrante puesta en escena, que transmite al espectador no sólo como se veía sino también como se sentía el siglo XIX, rescato el profundo mensaje político de la película: Visconti recrea desde Sicilia, la turbulenta Europa de mediados de siglo XIX, donde una serie de conflictos bélicos:la guerra franco-prusiana, la misma guerra por la unificación italiana y, por que no, al otro lado del Atlántico la guerra civil norteamericana; todos éstos conflictos venían precedidos y acompañados de procesos revolucionarios burgueses desde la Revolución Francesa (Revoluciones de 1830, 1848, etc.) y que la Restauración no pudo parar por mucho tiempo. El mundo de la aristocracia, descendiente de los señores feudales, estaba llegando inevitablemente a su fin, ante el ascenso de la burguesía. Sin embargo, en estos procesos bélicos y revolucionarios comenzaron a verse los primeros atisbos de levantamientos del pueblo (obreros y campesinos) que tenían ya cierto olor a socialismo. Es allí donde los ricos: la aristocracia y la alta burguesía, reaccionaron y silenciosamente pactaron la paz y mediante una hábil estrategia de matrimonios por conveniencias, los ricos se aseguraron el poder y pusieron las bases de la sociedades capitalistas. Esto representa realmente la "historia de amor" entre los personajes de Tancredi (Alain Delon) y Angélica (Claudia Cardinale): Tancredi tiene título nobiliario pero no tiene dinero, por otra parte, Angélica es hermosa y adinerada pero proviene de una vulgar familia burguesa que se ha enriquecido con la política. El Príncipe de Salina, interpretado magistralmente por Burt Lancaster, ve en el matrimonio de Tancredi y Angélica, la posibilidad de salvar a su estirpe; aún cuando sacrifique el amor de su hija por Tancredi (continúo en spoiler").
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Visconti, con su refinado esteticismo formal, nos muestra escenas de gran belleza, como las secuencias en el salón de baile; pero sutilmente da a entender la corrupción espiritual que se esconde; de como las clases altas triunfaron nuevamente y todo seguirá igual y los pobres seguiran siendo pobres: por que algunos (varios millones en realidad) tienen que ser pobres para que unos pocos tengan los privilegios. Creo que ha pesar de ciertos logros sociales en las sociedades capitalistas, el panorama no ha cambiado mucho a nivel mundial. Muchos tuvieron la ilusión de que la Revolución Rusa y el resto de las revoluciones de tipo socialista, serían la reivindicación de las clases obreras y campesinas; pero a pesar de algunos logros sociales, todo se tradujo al final en crueles dictaduras, que hicieron pensar que el modelo capitalista era el paraiso.
¿Algún día cambiará ésto?: difícil; primero debe cambiar nuestra visión de mundo y no aceptar como "algo natural" que algunos tengan para derrochar y otros mueran de hambre.
Definitivamente, el camino para los cambios ya no es la violencia de las revoluciones, históricamente se ha demostrado que poco se gana.
Aunque suene utópico, tomo las palabras que se escuchan al final de otra gran película: "Guerra y paz" (1968) de Bondarchuck: "Si los hombres corrompidos se unen formando una fuerza, por que no hacer lo mismo los que aman el bien................"
10
3 de enero de 2015
14 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 2015 acaba de empezar, un año más, tal y como decía el padre del actual rey de España, y yo lo he estrenado de, en mi caso, una manera especial. En mi casa hay una buena colección de libros, y cuando era pequeño había uno que me llamaba la atención por su título, "el Gatopardo", muy curioso para mi por aquel entonces. Años después apareció una de esas cosas tan maravillosas como eternas, y es mi pasión por el cine, que me desveló la existencia de una adaptación de esa novela que hace unos meses tuve el inmenso placer de leer. Mis ganas de ver esta película eran enormes, pero había un problema que me hacía tener ciertos prejuicios, y es que es del atormentado Luchino Visconti, del cual ya había visto las tediosas "La caída de los dioses" y sobre todo "Muerte en venecia", pero afortunadamente mi ansia ha estado muy justificada.
La cinta es deslumbrante desde los primeros segundos con la música de Nino Rota (de sus mejor trabajos desde luego) mostrándonos un palacio siciliano, y ese deslumbre continúa a lo largo de sus tres horas de duración adentrándonos en una trama cuyo escenario es la seca y calurosa Sicilia en plena revolución Garibaldina con sus posteriores consecuencias. Al igual que casi toda la filmografía de Visconti, es llamativa su puesta en escena, con fotogramas que se pueden confundir con cuadros, que tienen como protagonista el interior de recargados y lujosos palacios.
La temática de la película es bastante amplia y también compleja, cualquier espectador entusiasta de la política ( y de la historia) debe sentir fascinación por ella, ya que aquí se dan cita la eterna lucha de clases, la hipocresía, movimientos revolucionarios, la decadencia, el amor aquí juega un papel secundario, y todo esto gira en torno a alguien con nombre propio, BURT LANCASTER.
Es un reparto llamativo, en el que figura Alain Delon, la guapa Claudia Cardinale, y Burt Lancaster, un oscarizado actor norteamericano habitual en géneros como el western y las aventuras, y al que Visconti en principio no quería. Lo que aquí hace Burt Lancaster no es una interpretación, es una creación artística, mismas palabras salidas de la boca del propio actor haciendo referencia a la película, a su director, y al cine en general (algo que no había considerado hasta ese momento), metiéndose en la piel de ese aristócrata que ve y acepta de manera caballerosa e incluso emotiva como su clase social y el mundo que él ha conocido se desvanece como la propia vida.
La dirección es sublime, con un ritmo lento con el que se consigue fijar nuestra atención en todo tipo de detalles, con una fantástica banda sonora de Nino Rota y por supuesto de Giuseppe Verdi, y con esto queda patente el otro oficio de Visconti, director de ópera, que también le sirve para conseguir una puesta en escena y una fotografía para el recuerdo, y todo ello está sustentado en un portentoso guión con diálogos literalmente exactos de la excelsa novela de Lampedusa tan líricos como didácticos, porque en algunas escenas se repasan momentos clave de la historia de Italia.
Estamos ante una obra de arte no recomendada para todo tipo de públicos ( a los que aman "Iron man" y demás blockbusters no se la recomiendo) y que nos ofrece tres inolvidables horas de las que yo destaco una parte, y son las secuencias finales, sobre todo la del baile, probablemente el mejor que jamás se haya filmado, y termino con una inolvidable frase :
"Hace falta que todo cambie, para que todo siga igual"
10
26 de febrero de 2016
13 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi memoria recuerda un baile. Un hermoso baile entre Burt Lancaster y Claudia Cardinale, que pone cierre a una maravillosa obra de arte. La decadencia de una clase social nunca tuvo un exponente tan hermoso.

La primera vez que la vi me invadió una extraña sensación. No entendía el porque de la impasividad mostrada por el personaje de Lancaster. Como podían vivir ajenos a los cambios. Como podían pensar que nada iba a cambiar. Ahora se que estaba equivocado. Si que eran conscientes de lo que se avecinaba. Cada vez entiendo más el porque de ese comportamiento. El porque de ese baile. Siento que no podría haber sido de otro modo.
9
19 de septiembre de 2014
12 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
113/05(13/08/14) Luchino Visconti nos regaló una fastuosa radiografía de la decadencia, ampulosa y bellísima cinta basada en la homónima novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa de 1957, única que escribió, Clásico imperecedero, hará las delicias de los que degusten el cine como Arte, serena demostración pictórica de un tiempo que se extinguía, absténganse los incondicionales de ritmos frenéticos, aquí lo que prima es la introspección de una era que se consume, la de la aristocracia dominante, para dejar paso a la pujante burguesía, comandado en pantalla por un Extraordinario Burt Lancaster, Titán entre Titanes, el público le dio la espalda en taquilla, siendo un fracaso comercial de su calidad habla que le dieron la Palma de Oro en Cannes. Omito la sinopsis por falta de espacio.

En el guión tomaron parte cinco escritores, Suso Cecchi D’Amico (“Ladrón De Bicicletas”), Pasquale Festa campanile (“Rocco y sus hermanos”), Enrico Medioli (“Erase una vez en América”), Massimo Franciosa (“Rocco y sus hermanos”) y el propio director, retratando con solidez y profundidad la decadencia de una clase social. Con el telón de fondo histórico de la ocupación garibaldiana de Sicilia en 1860, el referéndum para la unión de los diferentes estados transalpinos en el Reino de Italia, hasta llegar a la victoria de Pallavicino contra Garibaldi en 1862, para asentar en el poder al Rey Victor Manuel II.

El Príncipe Salina es el alter ego del Príncipe Giulio Fabrizio Tomasi di Lampedusa, astrónomo de renombre, bisabuelo del escritor, El Gatopardo, Último noble, culto y reflexivo, asiste con estoicismo a los cambios, su némesis es Don Calogero, símbolo de la burguesía. La cinta es un hondo drama, habla del nacimiento de la clase social burguesa, que se pinta de modo ordinario y ruin, advenedizos que medran por dinero, a través del Príncipe (símbolo de la aristocracia) se nos ofrece una semblanza del ocaso de un microcosmos elitista y del comienzo de la pujanza arribista burguesa, mirada nostálgica, melancólica, crepuscular, se tocan temas como la cercanía de la muerte, la juventud enfrentada a la vejez, el inexorable paso del tiempo, el sometimiento al vigor de las nuevas generaciones, visión amarga sobre el Cambio, una elegía sobre los Nuevos Tiempos, se coloca en el filo del abismo a una clase privilegiada que ve apagarse sus prebendas en favor de los astutos empresarios y comerciantes, la nueva “aristocracia”, y los antiguos nobles deben amoldarse a la nueva era, señal del amoldamiento es el matrimonio entre Tancredi (la aristocracia) con Angélica (la burguesía), y el mar donde se funden el Sibarita baile final. Visconti consigue envolver en un estremecedor aura de nostalgia el film, gracias a su destreza para exponernos con un evocador lirismo visual situaciones muchas de ellas manadas de su maestría en engarzar con tono operístico solemne muchos momentos que rozan lo epicúreo.

La puesta en escena es Antología del Séptimo Arte, tsunami de belleza sensorial rara vez igualado en el cine, con un apoteósico diseño de producción de Mario Garbuglia (“Waterloo”), hace protagonista a Sicilia, palacios suntuosos, parajes sicilianos bellísimos, interiores rebosantes de detalles, espejos, cortinas al viento, lienzos, tapices, flores, lámparas de velas, en pos de reminiscencias pictóricas, sensación alcanzada con la espléndida fotografía en technicolor y scope de Giusseppe Rotunno (“Amarcord”), realzando los fotogramas con epicúrea hermosura, los decorados, los lindos planos generales de la campiña siciliana, emocionales primeros planos, elevándose a los altares en el tramo del baile, inspirándose en pintores como Eugène Delacroix (1798-1863) y William Hogarth (1697-1764), incluso hay una trémula escena con un cuadro de protagonista, “La Muerte Del Justo” de Jean-Baptiste Greuze, para imprimir realismo Visconti minimizó el uso de luz eléctrica, sustituyéndolas por centenas de velas. Ostentoso y precioso el vestuario de Piero Tosi (“Muerte En Venecia”), acentuando la pomposidad y vacuidad de una clase social preocupada por lo fútil. Todo esto adornado por la fascinante música de Nino Rota (“El Padrino”), adapta una melodía suya inacabada realizada durante la WWII, “Sinfonia sopra una canzone d’amore”, adapta un vals inédito de Verdi, “Vals brillante”, suma momentos de “La Traviata” (Verdi) y “Sonámbula” (Bellini), con temas originales para el film, valses, mazurcas, polcas, que mecen la acción en un abismo elegiaco.

Estos elementos se funden en quizás la escena de baile más hermosa jamás filmada, clímax final del film, más de una cuarta parte de duración abarca, lo viejo de la aristocracia se mezcla con lo nuevo, la burguesía, el Colosal Palacio regentado por advenedizos trepas, el Príncipe sentirá que el paso del tiempo le supera, microcosmos de personajes que reflejan una nueva era, nobles, militares hipócritas, mezquinos, vanidosos, codiciosos, falsos, arrogantes, fanfarrones, deprimente fresco social, la melancolía se respira en medio de tono epicúreo-operístico, destilando aroma crepuscular, fiesta interminable de despedida de un mundo que agoniza, rezuma alegría impostada, nostalgia por lo que se deja atrás, hay resonancias al ocaso de la vida y la cercanía de la vejez, la escena cuadrangular entre el Príncipe, Tancredi, Angélica y el cuadro “La Muerte del Justo”, estremecedora, con diálogos que te calan.Y por supuesto el baile en sí, coreografiado suntuosamente por Alberto Testa (experto en ópera, además de trabajar para “Romeo y Julieta” o “Jesús de Nazareth” ambas de Zeffirelli).

Burt Lancaster es el alma del film, Coloso entre Colosos, un carisma abrumador, porte de hidalguía arrollador, con gran bigote, anchas cejas y patillas de chuleta se asemeja al Gatopardo del título (símbolo que aparece en el escudo nobiliario de la familia), irradia majestuosidad, sabiduría, de sus grandes actuaciones, rodó en inglés y doblado al italiano, no me gusta, es prostituir la interpretación. (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Alain Delon encarna con ambigüedad a Tancredi, sibilino, primero con Garibaldi y luego con los monárquicos, ejemplo de volubles nuevos tiempos, es la juventud anhelada y envidia Don Fabrizio, Delon es simpatía y encanto en un rol que rascando es incómodo, tiene el premio de decir la frase más famosa del film y de las más de la Historia del Cine, <Si queremos que las cosas se queden como están, se necesita que todo cambie>, alegoría oral de la condición camaleónica de los sicilianos. Claudia Cardinale inunda con su fresca belleza la pantalla, rol lleno de ingenuidad, al que le falta hondura. Más hay pero el límite…

Momentos a recordar: La apocalíptica llegada de la familia Salina a Donnafugata, tras largo viaje por caminos terregosos, asisten a misa en la Iglesia, se sientan en sus lugar privilegiado como su posición social requiere, y Visconti realiza un crepuscular travelling, los aristócratas son reflejados por el tupido polvo que los cubre y con el humo de los botafumeiros como momias del pasado, muertos que aún no saben que lo están; La impresionante llegada a la recepción-cena de Angélica, la vemos en su belleza, se produce un zoom sobre Tancredi que sonríe pícaramente, otro sobre el Príncipe que estaba sonriendo y deja de hacerlo, Angélica se muerde el labio tímidamente, un hijo de Fabrizio se apaña coquetamente el lazo mirando a Angélica, efecto devastador; Cuando un funcionario del Piamonte, Chevalley Monterzuolo (buen Leslie French), visita al Príncipe para ofrecerle ser senador en el nuevo parlamento del Reino de Italia, en una profunda charla Fabrizio se producen las mejores frases del film <Soy un exponente de la vieja clase, fatalmente comprometido con el antiguo régimen al que me ligan vínculos de descendencia y afecto. La mía es una generación a caballo entre dos mundos, pero que ya no encaja en ninguno>, <Nosotros fuimos los Gatopardos, los Leones. Quienes nos sustituyan serán chacales y hienas, pero todos, gatopardos, chacales y ovejas, continuaremos creyéndonos la sal de la tierra>; Por supuesto el ya mencionado baile, Grandioso, culminado en el vals que bailan Don Fabrizio y Angélica, especie de relevo entre el viejo y nuevo mundo; y más pero el límite de caracteres…

La escena de la batalla se nota ostentosa y falta de alma, me es forzada, sin emocionar, te deja frío, coreografía bélica bastante mejorable, conoces a nadie de los que luchan por lo que te deja distante, Visconti se mete a hacer algo con lo que entiendo se siente incómodo, quizás forzado por los productores a realizar una escena de acción, y hace algo tan pomposo y hueco como indiferente deja al espectador, para más inri esta batalla no aparece en el libro. También me falta saber algo de los difusos hijos del Príncipe.

Spoiler:

Tras el baile, de amanecer, el Príncipe vuelve a palacio paseando por el pueblo, se cruza con un cura, va a dar la extremaunción con un misario delante tañendo la campanilla, el Príncipe se arrodilla a su paso y mirando al cielo recita <Oh, estrella! Oh, fiel estrella! Cuando me darás una cita menos efímera, lejos de todo, en tu Reino de perenne seguridad?> en el último tiro de cámara lo vemos alejarse por una calle oscura, pasando junto a un gato (alegoría?). En la novela el baile es solo un bloque más, no es el final, el libro se alarga más allá de 1862, pasando por la muerte del Príncipe en 1883 y llegando a la vejez de Concetta tras la llegada del SXX, restando de este modo importancia al baile, al contrario que Visconti que la pone como punto álgido conclusivo.

Notable obra sobre el paso inexorable de los años, sobre los paulatinos cambios, que no siempre van a mejor, y con una Sublime actuación de Burt Lancaster. No le doy más puntuación porque algunos pasajes podrían haberse suprimido y hacerla algo más ágil, pero poca cosa. Fuerza y honor!!!

Crítica sesgada por el límite de caracteres, para ver íntegra ir a http://tomregan.blogspot.com/2014/09/el-gatopardo.html
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