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Voto de TOM REGAN:
9
Voto de TOM REGAN:
9
Drama Es la época de la unificación de Italia en torno al Piamonte, cuyo artífice fue Cavour. La acción se desarrolla en Palermo y los protagonistas son Don Fabrizio, Príncipe de Salina (Burt Lancaster), y su familia, cuya vida se ve alterada tras la invasión de Sicilia por las tropas de Garibaldi (1860). Para alejarse de los disturbios, la familia se refugia en la casa de campo que posee en Donnafugata en compañía del joven Tancredi (Alain ... [+]
19 de septiembre de 2014
12 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
113/05(13/08/14) Luchino Visconti nos regaló una fastuosa radiografía de la decadencia, ampulosa y bellísima cinta basada en la homónima novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa de 1957, única que escribió, Clásico imperecedero, hará las delicias de los que degusten el cine como Arte, serena demostración pictórica de un tiempo que se extinguía, absténganse los incondicionales de ritmos frenéticos, aquí lo que prima es la introspección de una era que se consume, la de la aristocracia dominante, para dejar paso a la pujante burguesía, comandado en pantalla por un Extraordinario Burt Lancaster, Titán entre Titanes, el público le dio la espalda en taquilla, siendo un fracaso comercial de su calidad habla que le dieron la Palma de Oro en Cannes. Omito la sinopsis por falta de espacio.

En el guión tomaron parte cinco escritores, Suso Cecchi D’Amico (“Ladrón De Bicicletas”), Pasquale Festa campanile (“Rocco y sus hermanos”), Enrico Medioli (“Erase una vez en América”), Massimo Franciosa (“Rocco y sus hermanos”) y el propio director, retratando con solidez y profundidad la decadencia de una clase social. Con el telón de fondo histórico de la ocupación garibaldiana de Sicilia en 1860, el referéndum para la unión de los diferentes estados transalpinos en el Reino de Italia, hasta llegar a la victoria de Pallavicino contra Garibaldi en 1862, para asentar en el poder al Rey Victor Manuel II.

El Príncipe Salina es el alter ego del Príncipe Giulio Fabrizio Tomasi di Lampedusa, astrónomo de renombre, bisabuelo del escritor, El Gatopardo, Último noble, culto y reflexivo, asiste con estoicismo a los cambios, su némesis es Don Calogero, símbolo de la burguesía. La cinta es un hondo drama, habla del nacimiento de la clase social burguesa, que se pinta de modo ordinario y ruin, advenedizos que medran por dinero, a través del Príncipe (símbolo de la aristocracia) se nos ofrece una semblanza del ocaso de un microcosmos elitista y del comienzo de la pujanza arribista burguesa, mirada nostálgica, melancólica, crepuscular, se tocan temas como la cercanía de la muerte, la juventud enfrentada a la vejez, el inexorable paso del tiempo, el sometimiento al vigor de las nuevas generaciones, visión amarga sobre el Cambio, una elegía sobre los Nuevos Tiempos, se coloca en el filo del abismo a una clase privilegiada que ve apagarse sus prebendas en favor de los astutos empresarios y comerciantes, la nueva “aristocracia”, y los antiguos nobles deben amoldarse a la nueva era, señal del amoldamiento es el matrimonio entre Tancredi (la aristocracia) con Angélica (la burguesía), y el mar donde se funden el Sibarita baile final. Visconti consigue envolver en un estremecedor aura de nostalgia el film, gracias a su destreza para exponernos con un evocador lirismo visual situaciones muchas de ellas manadas de su maestría en engarzar con tono operístico solemne muchos momentos que rozan lo epicúreo.

La puesta en escena es Antología del Séptimo Arte, tsunami de belleza sensorial rara vez igualado en el cine, con un apoteósico diseño de producción de Mario Garbuglia (“Waterloo”), hace protagonista a Sicilia, palacios suntuosos, parajes sicilianos bellísimos, interiores rebosantes de detalles, espejos, cortinas al viento, lienzos, tapices, flores, lámparas de velas, en pos de reminiscencias pictóricas, sensación alcanzada con la espléndida fotografía en technicolor y scope de Giusseppe Rotunno (“Amarcord”), realzando los fotogramas con epicúrea hermosura, los decorados, los lindos planos generales de la campiña siciliana, emocionales primeros planos, elevándose a los altares en el tramo del baile, inspirándose en pintores como Eugène Delacroix (1798-1863) y William Hogarth (1697-1764), incluso hay una trémula escena con un cuadro de protagonista, “La Muerte Del Justo” de Jean-Baptiste Greuze, para imprimir realismo Visconti minimizó el uso de luz eléctrica, sustituyéndolas por centenas de velas. Ostentoso y precioso el vestuario de Piero Tosi (“Muerte En Venecia”), acentuando la pomposidad y vacuidad de una clase social preocupada por lo fútil. Todo esto adornado por la fascinante música de Nino Rota (“El Padrino”), adapta una melodía suya inacabada realizada durante la WWII, “Sinfonia sopra una canzone d’amore”, adapta un vals inédito de Verdi, “Vals brillante”, suma momentos de “La Traviata” (Verdi) y “Sonámbula” (Bellini), con temas originales para el film, valses, mazurcas, polcas, que mecen la acción en un abismo elegiaco.

Estos elementos se funden en quizás la escena de baile más hermosa jamás filmada, clímax final del film, más de una cuarta parte de duración abarca, lo viejo de la aristocracia se mezcla con lo nuevo, la burguesía, el Colosal Palacio regentado por advenedizos trepas, el Príncipe sentirá que el paso del tiempo le supera, microcosmos de personajes que reflejan una nueva era, nobles, militares hipócritas, mezquinos, vanidosos, codiciosos, falsos, arrogantes, fanfarrones, deprimente fresco social, la melancolía se respira en medio de tono epicúreo-operístico, destilando aroma crepuscular, fiesta interminable de despedida de un mundo que agoniza, rezuma alegría impostada, nostalgia por lo que se deja atrás, hay resonancias al ocaso de la vida y la cercanía de la vejez, la escena cuadrangular entre el Príncipe, Tancredi, Angélica y el cuadro “La Muerte del Justo”, estremecedora, con diálogos que te calan.Y por supuesto el baile en sí, coreografiado suntuosamente por Alberto Testa (experto en ópera, además de trabajar para “Romeo y Julieta” o “Jesús de Nazareth” ambas de Zeffirelli).

Burt Lancaster es el alma del film, Coloso entre Colosos, un carisma abrumador, porte de hidalguía arrollador, con gran bigote, anchas cejas y patillas de chuleta se asemeja al Gatopardo del título (símbolo que aparece en el escudo nobiliario de la familia), irradia majestuosidad, sabiduría, de sus grandes actuaciones, rodó en inglés y doblado al italiano, no me gusta, es prostituir la interpretación. (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Alain Delon encarna con ambigüedad a Tancredi, sibilino, primero con Garibaldi y luego con los monárquicos, ejemplo de volubles nuevos tiempos, es la juventud anhelada y envidia Don Fabrizio, Delon es simpatía y encanto en un rol que rascando es incómodo, tiene el premio de decir la frase más famosa del film y de las más de la Historia del Cine, <Si queremos que las cosas se queden como están, se necesita que todo cambie>, alegoría oral de la condición camaleónica de los sicilianos. Claudia Cardinale inunda con su fresca belleza la pantalla, rol lleno de ingenuidad, al que le falta hondura. Más hay pero el límite…

Momentos a recordar: La apocalíptica llegada de la familia Salina a Donnafugata, tras largo viaje por caminos terregosos, asisten a misa en la Iglesia, se sientan en sus lugar privilegiado como su posición social requiere, y Visconti realiza un crepuscular travelling, los aristócratas son reflejados por el tupido polvo que los cubre y con el humo de los botafumeiros como momias del pasado, muertos que aún no saben que lo están; La impresionante llegada a la recepción-cena de Angélica, la vemos en su belleza, se produce un zoom sobre Tancredi que sonríe pícaramente, otro sobre el Príncipe que estaba sonriendo y deja de hacerlo, Angélica se muerde el labio tímidamente, un hijo de Fabrizio se apaña coquetamente el lazo mirando a Angélica, efecto devastador; Cuando un funcionario del Piamonte, Chevalley Monterzuolo (buen Leslie French), visita al Príncipe para ofrecerle ser senador en el nuevo parlamento del Reino de Italia, en una profunda charla Fabrizio se producen las mejores frases del film <Soy un exponente de la vieja clase, fatalmente comprometido con el antiguo régimen al que me ligan vínculos de descendencia y afecto. La mía es una generación a caballo entre dos mundos, pero que ya no encaja en ninguno>, <Nosotros fuimos los Gatopardos, los Leones. Quienes nos sustituyan serán chacales y hienas, pero todos, gatopardos, chacales y ovejas, continuaremos creyéndonos la sal de la tierra>; Por supuesto el ya mencionado baile, Grandioso, culminado en el vals que bailan Don Fabrizio y Angélica, especie de relevo entre el viejo y nuevo mundo; y más pero el límite de caracteres…

La escena de la batalla se nota ostentosa y falta de alma, me es forzada, sin emocionar, te deja frío, coreografía bélica bastante mejorable, conoces a nadie de los que luchan por lo que te deja distante, Visconti se mete a hacer algo con lo que entiendo se siente incómodo, quizás forzado por los productores a realizar una escena de acción, y hace algo tan pomposo y hueco como indiferente deja al espectador, para más inri esta batalla no aparece en el libro. También me falta saber algo de los difusos hijos del Príncipe.

Spoiler:

Tras el baile, de amanecer, el Príncipe vuelve a palacio paseando por el pueblo, se cruza con un cura, va a dar la extremaunción con un misario delante tañendo la campanilla, el Príncipe se arrodilla a su paso y mirando al cielo recita <Oh, estrella! Oh, fiel estrella! Cuando me darás una cita menos efímera, lejos de todo, en tu Reino de perenne seguridad?> en el último tiro de cámara lo vemos alejarse por una calle oscura, pasando junto a un gato (alegoría?). En la novela el baile es solo un bloque más, no es el final, el libro se alarga más allá de 1862, pasando por la muerte del Príncipe en 1883 y llegando a la vejez de Concetta tras la llegada del SXX, restando de este modo importancia al baile, al contrario que Visconti que la pone como punto álgido conclusivo.

Notable obra sobre el paso inexorable de los años, sobre los paulatinos cambios, que no siempre van a mejor, y con una Sublime actuación de Burt Lancaster. No le doy más puntuación porque algunos pasajes podrían haberse suprimido y hacerla algo más ágil, pero poca cosa. Fuerza y honor!!!

Crítica sesgada por el límite de caracteres, para ver íntegra ir a http://tomregan.blogspot.com/2014/09/el-gatopardo.html
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