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Un holograma para el rey

Drama. Comedia Huyendo de la recesión, Alan Clay (Tom Hanks), un empresario estadounidense, se traslada a Arabia Saudí, donde la economía se encuentra en pleno auge. Su objetivo es evitar la ruina y mantener unida a su familia. (FILMAFFINITY)
Críticas 43
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5
14 de julio de 2016 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la irregular y ambiciosa pero interesantísima El atlas de las nubes, el otrora hijo pródigo del nuevo cine alemán Tom Tykwer repite con gran parte del equipo de aquella (retornan Tom Hanks y casi todas las productoras de aquella, pero en esta ocasión dirige en solitario, agradeciendo aún así en los créditos finales a Lana Wachowski) para adaptar el libro de Dave Eggers A hologram for the king. Contrastando con la novela de base, el enfoque del teutón Tykwer, también guionista del filme, opta por la comedia alegre y esperanzadora para narrar una historia con un trasfondo muy triste, y una carga crítica social amarga. Y el resultado es una película con ritmo, buenos personajes, una historia interesante para reflexionar y humor efectivo, pero algo blanda, ñoña y, conforme se desarrolla, insípida.
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spoiler:
Alan Clay es un empresario estadounidense con una situación laboral delicada y una hija a la que no puede pagar sus estudios universitarios. Ahora trabaja para la empresa tecnológica Reyland, la cual le encarga irse con un equipo de técnicos a Arabia Saudí, para presentarle al rey un nuevo sistema de telecomunicaciones sustentado en los videoencuentros por hologramas. Pero se verán presas de la inoperante burocracia, que les hará esperar semanas en precarias condiciones a una visita real que no se sabe cuando llegará. Durante este tiempo muerto Alan, aquejado además por una joroba que emerge en su espalda y le resta (o eso dice él) fuerzas, hará amistades con una suerte de taxista musulmán (Youssef), una empresaria danesa que también espera al rey y una médica misteriosa y seductora que atenderá su bulto. Y será repitiendo esta absurda rutina de la no comunicación, el retraso, la inoperancia y el "vuelva usted mañana", donde Alan Clay encontrará un nuevo ambiente de choque cultural donde se encontrará realmente a gusto. Un argumento llamativo que, a pesar de su carga crítica contra el capitalismo globalizado, toma la forma de comedia desenfadada y rítmica sustentada en los imprevistos y contingencias de la vida, y las oportunidades que se abren con cada decisión en un ambiente tan radical como el del país Saudita. Tom Hanks se carga la película a sus espaldas con su carisma y talento, y su bonachón y torpe personaje crece en nosotros conforme le conocemos al vislumbrar levemente su distanciamiento con padre e hija y sus pretéritos fracasos laborales, conforme entra en hastío y se desahoga con experiencias de libertad tras días de reiteración de una rutina de llegar tarde, no ser atendido y ser respondido con segundas. La nada anómala pero muy efectiva fotografía de Frank Griebe y las hermosas melodías de Klimek y el propio Twyker contribuye dándole a esta historia de contrastes sociales una envoltura audiovisual hermosa.

Si uno recibe la propuesta con agrado, una vez puestas las cartas la película aporta pocas novedades más. Seguimos a Clay en su devenir Saudita, pero lo que va sucediendo no pasa de agradable o entrañable. Conforme Clay se asienta y se hace amigo de Youssef, se pasa del humor ácido a la amistad optimista, más blanda. Al filme no le faltan buenas ideas pero sí potencia fílmica o narrativa, y en ocasiones el humor satura por forzado o demasiado fácil. Y una vez concluida la línea narrativa principal de la presentación al rey, el filme se centra exclusivamente a una previamente sugerida hasta el final que no concuerda tonalmente con todo lo anterior.

Esperando al rey es una comedia visualmente poderosa, reflexiva y esperanzadora. Y sobre todo, un filme de nuestros días, que escenifica el creciente abismo entre clases sociales con el capitalismo globalizado. Pero tras un buen inicio discurre sin puntos álgidos, y deriva en una nota buenista que todo lo impregna y dejará pocas secuencias para el placer extático de la memoria cinéfila.
3
26 de octubre de 2016 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empieza esta cosa, y en menos de un minuto ya tenemos un par de escenas de humor surrealista que ya me están avisando de que va a ser una de esas comedias extrañas sin la más mínima gracia a las que les tengo tanta manía.
Tom Hanks es un buen actor, eso es indiscutible. Sin embargo, a su edad y a estas alturas de su carrera, es inevitable encontrar algún título suyo que resulte ser un bodrio como este. En realidad no es tan horrible como “El atlas de las nubes”, pero desde luego sí que está bastante lejos de ser recordada más que “Náufrago” o “Salvar al soldado Ryan” cuando pensemos en este intérprete.
El humor es malo, por no decir espantoso. Tenemos que soportar chistes horrorosos como “no tenemos sindicalistas, tenemos filipinos”, o cierta banalización del terrorismo que no resulta ser santo de mi devoción. No es mucho, pero algo de eso hay.
Avanza un poco el film y nos damos cuenta de que tampoco es una comedia al uso, sino que su estilo es de humor negro y que también intenta ponerse seria en un momento dado. ¡Da igual! Ni siquiera así se arregla este desastre, ya que de todas formas sigue siendo tan aburrida como la propia espera al rey.
Es de esas películas en las que, precisamente, te tiras todo el rato esperando que pase algo interesante, y te quedas con las ganas.
En serio, no sé cómo Tom Hanks ha podido aceptar este proyecto, siendo quien es.
Definitivamente, la comedia americana actual está completamente muerta y enterrada. El 99 por ciento de lo que sale últimamente es malo, o quizás yo no consigo verle la gracia.
¡Menuda pérdida de tiempo!
7
24 de octubre de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El secreto del éxito de “Esperando al rey” es un Tom Hanks que coge la película con fuerza, se la sube a los hombros y carga con ella de manera tan profesional que uno no puede imaginar este filme sin él, no solo porque aparezca en todos y cada uno de los fotogramas sino porque se apropia de su papel con tal convicción que destierra las dudas y solventa los errores de un filme irregular por sí mismo. Y es que el gran problema de “Esperando al Rey” es que cuenta menos de lo que debería y aunque lo hace con total honestidad y convicción, en realidad todo lo que cuenta va de la anécdota a la anécdota pasando por unos magníficos escenarios naturales que acaban resultando insuficientes para mantener la atención del espectador (porque estamos hablando de una película, no de un documental). Es decir, que esta especie de “Lost in Translation” tiene sus mismos defectos, pero no todas sus virtudes. La película se aprovecha de un impresionante Tom Hanks (como “Lost in Translation” se beneficiaba de un memorable Bill Murray), ambas películas comparten también lo exótico de todo aquello que se aleja de occidente, pero ahí acabado todo. Mientras la película de Sofia Coppola construía una interesante reflexión sobre la crisis y lo hacía desde el silencio, esta película de Tom Tykwer necesita demasiados diálogos para conseguir menos, deambula sin demasiado sentido por algunas propuestas innecesarias y se hace un pequeño lio en un desenlace que no está acorde con el desarrollo. Pero todo esto no significa que “Esperando al Rey” sea una mala película, para nada: es una magnífica película que sabe lo que quiere contar y aunque no lo hace todo lo bien que uno espera, lo hace de manera honesta, sin trucos y con convicción (como esa maravillosa escena de amor final). Y sobre todo lo hace apoyada en ese monstruo de la interpretación que es Tom Hanks. Dadle una oportunidad (aunque solo sea por Hanks)
6
17 de diciembre de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace una década Tykwer anda rondando una buena película que le remita a éxitos como "El perfume" (2006) o "Corre Lola, corre" (1998) pero no le acaban de cuajar las cosas. Ahora cambia de registro y después de una superproducción con los Wachowski y Tom Hanks, versiona la novela del norteamericano Dave Eggers. Una comedia dramática de segundas oportunidades de tintes globales que nos remite al "Lost in traslation" (Sofia Coppola / 2003) sustituyendo Japón por Arabia Saudi.
Todo adopta un tono amable y ligero sin que la comedia, la crítica social y los miedos de este americano a recorrer el tramo final de su vida con la sensación del fracaso existencial acaben por engancharnos como debieran.
Aún así consigue sustentarse con la suficiente dignidad gracias a un Tom Hanks entregado con su personaje que se gana el sueldo en un papel de americano medio que encarna como nadie.
8
29 de enero de 2017 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empecé a verla sin muchas esperanzas, sobre todo debido a las críticas situadas en lo más alto de la lista en esta misma web, y porque en ese momento no tenía otra cosa que ver.

Pero tras un rato la película me había enganchado con la historia de Adam Clay, un hombre de negocios que ha visto truncarse su personal "American Dream" tanto en lo familiar, con un divorcio, como en lo laboral al verse relegado a tareas de menor calado.

Durante un buen rato podemos ver a un hombre agobiado, estresado como muchos de nosotros por este ritmo de vida occidental donde todo son prisas y ya no se sabe esperar.
Frente a él una forma de vida que desconoce, problemas cotidianos de las personas que va conociendo y un ritmo más pausado de lo que parece dispuesto a admitir.

Sobre esa diferencia en la forma de vivir, se construye el relato del film mientras su principal protagonista sigue 'Esperando al Rey' como fin único y final de todo lo que vive durante su espera.
Al tiempo que él sigue viviendo agobiado en su día a día, persiguiendo a todos los que puedan poner fin a su espera, va conociendo y comprendiendo otra forma de vivir, contrapuesta a la nuestra, donde la felicidad no se encuentra en el éxito laboral.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La historia de Alan Clay es al final una excusa para plasmar ante el espectador que el acelerado ritmo de vida del mundo occidental quizás no sea tan bueno como se nos vende en una sociedad tremendamente capitalista.

Las prisas de nuestro mundo se contraponen al compás de espera obligado que marca el Rey y todos los que le rodean, que no parecen entender esas prisas que la empresa para la que trabaja Alan nos transmite.
Frente a los excesos de nuestras fiestas, como la que nos muestran en la embajada, la tranquilidad y vida pausada de los árabes.
Y frente a la clara infelicidad de Alan, que se ve como un fracaso tras perder lo que tenía y no saber cuál es ya su lugar, la felicidad que encuentra al final al disfrutar de una vida más tranquila y plena, rechazando en ese última escena tras la demo la vida que tanto daño le hacía personificada en la figura de Hanne.
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