Las leyes de la frontera
2021 

6.8
18,165
Thriller. Drama
Verano de 1978. Ignacio Cañas (Marcos Ruiz) es un estudiante de 17 años introvertido y algo inadaptado que vive en Girona. Al conocer al Zarco (Chechu Salgado) y a Tere (Begoña Vargas), dos jóvenes delincuentes del barrio chino de la ciudad, se ve inmerso en una carrera imparable de hurtos, robos y atracos. Es la historia en la que Nacho se hace mayor, cruzando la línea que hay entre el bien y el mal, entre la justicia y la ... [+]
15 de diciembre de 2021
15 de diciembre de 2021
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha quedado una película genial del género macarrilla, muy bien ambientada, filmada en parte en Girona y algunas escenas en Montblanc (Tarragona), lo sé de primera mano, porque lo viví en su dia en primera persona. Poder ver como se organiza y se filma una película y depués poder disfrutar de ella en la pantalla grande, es genial...coño si incluso hace de secundario mi cuñado, jjjaaajaja, como no va a ser buena...!!!
9 de diciembre de 2021
9 de diciembre de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un mes en la gran pantalla, acumulando un total de 662.348 euros, quedando la número 11 en el ranking de películas españolas más taquilleras de 2021 y acumulando 106.244 espectadores llegó el 22 de noviembre a Netflix Las leyes de la frontera para recordarnos la herida sin cerrar del cine quinqui que plantea.
En este filme en un primer momento se nos presenta un personaje esperando en la sala de visitas de una cárcel. Saca una carta donde gracias al destinatario descubrimos que el protagonista se trata de Ignacio Cañas (Marcos Ruíz) pese a que en el interior -donde encontramos numerosas faltas ortotipográficas- ponga “querido gafitas”. La cámara nos devuelve su rostro compungido y la música nos induce cierta nostalgia pero esta cesa de repente cuando un niño, también presente en la sala, está a punto de ahogarse, lo cual interpela el recuerdo en el protagonista y nos devuelve la imagen de una Gerona en 1978, justo en el momento en el que unos matones tratan de ahogarlo en la piscina. De esta manera se nos presenta Nacho, un noble e introvertido chico de 17 años que sufre un acoso escolar continuo, hasta que, en uno de los sitios que usa como refugio, los recreativos Vilaró, conoce a Zarco (Chechu Salgado) y Tere (Begoña Vargas), dos jóvenes delincuentes de poca monta con los que va a encontrar una entablar amistad -y cierto triángulo amoroso-, llegando a pertenecer a su banda, encontrando en ellos ese grupo de amigos que se le había negado y entrando en una espiral de atracos, drogas y adrenalina, un mundo atractivo plagado de peligros que poco a poco se va a torcer.
Película ambientada en la época de la Transición, un importante momento de cambio y de esperanza de futuro que subyace a todos los niveles pero no centrándose en ello, usando el ambiente quinqui que surge en este contexto español a finales de los 70 y principios de los 80, que supuso una confluencia de filmes que escenificaban un nuevo modelo identitario y de subgénero, basado en la visibilidad de los sectores sociales empobrecidos y emergentes, así como de ambientes marginales, donde las drogas causaban estragos y destrozaban familias. Así, Las leyes de la frontera (2021) supone la vuelta de Daniel Monzón a los thrillers de acción y drama, tras su filme El Niño (2014), pudiendo comprobar cómo Monzón realiza obras donde, explorando los márgenes de la sociedad, nos presenta aventuras agridulces que les ocurren a unos personajes con aires de inocencia con los que el espectador va a conectar fácilmente.
Resulta indiscutible la hibridación de las diferentes vetas creativas de la tradición artístico-cultural española: costumbrismo populista, la comedia folklórica, la “españolada” y el sainete cinematográfico. Así, nos encontramos en la obra de Monzón, al igual que en artistas actuales como Derby Motoreta's Burrito Kachimba -grupo sevillano indie que pone banda sonora al filme a través de su “kinkidelia”- o en C. Tangana, como ha sido capaz de aunar y posmodernizar una serie de características identitarias de esa subcultura urbana quinqui de la que estamos hablando, adaptándola a unos nuevos tiempos. Es decir, Las leyes de la frontera no se trata de cine quinqui como el que podíamos ver en autores como Eloy de la Iglesia (Navajeros, 1980 o Colegas, 1982), Francisco Lara Polop (La patria del rata, 1980), Carlos Saura (Deprisa, deprisa, 1981), Vicente Aranda (El lute: Camina o revienta, 1987), José Antonio de la Loma (Yo, el vaquilla, 1985) o Ventura Pons (Puta misèria!, 1989); sino que, dentro de este contexto, es una revisión de este género, aferrándose a este mediante el recuerdo. Así, podemos ver que el director no utiliza delincuentes reales -a modo de docuficción- como ocurría estas películas, ni rueda en formato cuadrado -sino en scope-, sino que hace un ejercicio de estilización del género a través de la forma, utilizando la ambientación, las escenas de persecución en coche y los policías como personajes secundarios propios del cine quinqui, además del uso de la banda sonora como transmisión de esta cultura con canciones como Te estoy amando locamente de Las Grecas, La Grifa de El Pelos o Yo te encontré de Lin Cortés.
En este punto del análisis cabe señalar que estos personajes protagonistas de la obra se inspiran en figuras reales como Juan José Moreno Cuenca, más conocido como “El Vaquilla”, o José Luis Manzano, actor fetiche -conocido como el James Dean español- de Eloy de La Iglesia. Es así como por ejemplo, la personalidad de Jaro en Navajeros se asemejaría más a la de Zarco, un capo; mientras que la de José en Colegas, se correspondería a la de Nacho (“Gafitas”): un lumbreras súper tímido y enamorado de Tere que acaba formando parte del grupo de Zarco. También, personajes como “Drácula”, interpretado por el actor Víctor Manuel Pajares, que recuerda a Antonio Flores en la película de Colegas, el andaluz gracioso del grupo.
Las leyes de la frontera plantea cierto aire de nostalgia de las ansías de libertad y rebeldía los 70 y un homenaje no solo al género -ya olvidado-, sino a las historias de juventud de Monzón pero desde el filtro de lo comercial, buscando un equilibrio sin llegar a ser una obra de añoranza de un mundo que ya no existe para una generación, con la finalidad de conectar con un target más amplio, planteando cierta mirada de bizarría a la novela de Cercas, siendo un filme entre la fábula y el realismo pero con ciertos aires de idealismo; un acercamiento al cine quinqui desde el siglo XXI que podíamos ver años atrás en obras como Volando voy (Miguel Albaladejo, 2006) o 7 vírgenes (Alberto Rodriguez, 2007).
Enlace blog: https://paradigmamedia.org/las-leyes-de-la-frontera-herida-sin-cerrar-del-cine-quinqui/
En este filme en un primer momento se nos presenta un personaje esperando en la sala de visitas de una cárcel. Saca una carta donde gracias al destinatario descubrimos que el protagonista se trata de Ignacio Cañas (Marcos Ruíz) pese a que en el interior -donde encontramos numerosas faltas ortotipográficas- ponga “querido gafitas”. La cámara nos devuelve su rostro compungido y la música nos induce cierta nostalgia pero esta cesa de repente cuando un niño, también presente en la sala, está a punto de ahogarse, lo cual interpela el recuerdo en el protagonista y nos devuelve la imagen de una Gerona en 1978, justo en el momento en el que unos matones tratan de ahogarlo en la piscina. De esta manera se nos presenta Nacho, un noble e introvertido chico de 17 años que sufre un acoso escolar continuo, hasta que, en uno de los sitios que usa como refugio, los recreativos Vilaró, conoce a Zarco (Chechu Salgado) y Tere (Begoña Vargas), dos jóvenes delincuentes de poca monta con los que va a encontrar una entablar amistad -y cierto triángulo amoroso-, llegando a pertenecer a su banda, encontrando en ellos ese grupo de amigos que se le había negado y entrando en una espiral de atracos, drogas y adrenalina, un mundo atractivo plagado de peligros que poco a poco se va a torcer.
Película ambientada en la época de la Transición, un importante momento de cambio y de esperanza de futuro que subyace a todos los niveles pero no centrándose en ello, usando el ambiente quinqui que surge en este contexto español a finales de los 70 y principios de los 80, que supuso una confluencia de filmes que escenificaban un nuevo modelo identitario y de subgénero, basado en la visibilidad de los sectores sociales empobrecidos y emergentes, así como de ambientes marginales, donde las drogas causaban estragos y destrozaban familias. Así, Las leyes de la frontera (2021) supone la vuelta de Daniel Monzón a los thrillers de acción y drama, tras su filme El Niño (2014), pudiendo comprobar cómo Monzón realiza obras donde, explorando los márgenes de la sociedad, nos presenta aventuras agridulces que les ocurren a unos personajes con aires de inocencia con los que el espectador va a conectar fácilmente.
Resulta indiscutible la hibridación de las diferentes vetas creativas de la tradición artístico-cultural española: costumbrismo populista, la comedia folklórica, la “españolada” y el sainete cinematográfico. Así, nos encontramos en la obra de Monzón, al igual que en artistas actuales como Derby Motoreta's Burrito Kachimba -grupo sevillano indie que pone banda sonora al filme a través de su “kinkidelia”- o en C. Tangana, como ha sido capaz de aunar y posmodernizar una serie de características identitarias de esa subcultura urbana quinqui de la que estamos hablando, adaptándola a unos nuevos tiempos. Es decir, Las leyes de la frontera no se trata de cine quinqui como el que podíamos ver en autores como Eloy de la Iglesia (Navajeros, 1980 o Colegas, 1982), Francisco Lara Polop (La patria del rata, 1980), Carlos Saura (Deprisa, deprisa, 1981), Vicente Aranda (El lute: Camina o revienta, 1987), José Antonio de la Loma (Yo, el vaquilla, 1985) o Ventura Pons (Puta misèria!, 1989); sino que, dentro de este contexto, es una revisión de este género, aferrándose a este mediante el recuerdo. Así, podemos ver que el director no utiliza delincuentes reales -a modo de docuficción- como ocurría estas películas, ni rueda en formato cuadrado -sino en scope-, sino que hace un ejercicio de estilización del género a través de la forma, utilizando la ambientación, las escenas de persecución en coche y los policías como personajes secundarios propios del cine quinqui, además del uso de la banda sonora como transmisión de esta cultura con canciones como Te estoy amando locamente de Las Grecas, La Grifa de El Pelos o Yo te encontré de Lin Cortés.
En este punto del análisis cabe señalar que estos personajes protagonistas de la obra se inspiran en figuras reales como Juan José Moreno Cuenca, más conocido como “El Vaquilla”, o José Luis Manzano, actor fetiche -conocido como el James Dean español- de Eloy de La Iglesia. Es así como por ejemplo, la personalidad de Jaro en Navajeros se asemejaría más a la de Zarco, un capo; mientras que la de José en Colegas, se correspondería a la de Nacho (“Gafitas”): un lumbreras súper tímido y enamorado de Tere que acaba formando parte del grupo de Zarco. También, personajes como “Drácula”, interpretado por el actor Víctor Manuel Pajares, que recuerda a Antonio Flores en la película de Colegas, el andaluz gracioso del grupo.
Las leyes de la frontera plantea cierto aire de nostalgia de las ansías de libertad y rebeldía los 70 y un homenaje no solo al género -ya olvidado-, sino a las historias de juventud de Monzón pero desde el filtro de lo comercial, buscando un equilibrio sin llegar a ser una obra de añoranza de un mundo que ya no existe para una generación, con la finalidad de conectar con un target más amplio, planteando cierta mirada de bizarría a la novela de Cercas, siendo un filme entre la fábula y el realismo pero con ciertos aires de idealismo; un acercamiento al cine quinqui desde el siglo XXI que podíamos ver años atrás en obras como Volando voy (Miguel Albaladejo, 2006) o 7 vírgenes (Alberto Rodriguez, 2007).
Enlace blog: https://paradigmamedia.org/las-leyes-de-la-frontera-herida-sin-cerrar-del-cine-quinqui/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los intertextos resultan clarísimos, en cuanto a escenas, como la de la confrontación a tiros de los quinquis con la policía en Navajeros, que es similar al clímax de Las leyes de la frontera, así como las escenas de persecuciones de coches o la recreación tan fiel de la atmósfera de dicha época. Ambientes sórdidos, marginales y plagados de desesperanza, prostitución, drogadicción, desigualdades económicas, analfabetismo y discriminación racial y de clases -Tere es gitana y Nacho un charnego hijo de inmigrantes-, planteando así, cierta calada de crítica social de la época.
Si algo hemos aprendido de esta película de (des)aventuras a modo de analepsis que fue presentada en la clausura de la 69ª edición del Festival de Cine de San Sebastián es que madurar de golpe a veces nos puede hacer sentirnos desubicados, poseyendo el deseo de explorar un mundo lleno de frenesí, el cual nos puede llevar a trasgredir esa frontera porosa como la que existe en la Girona de 1978 proyectada hacia la Modernidad, la cual separa a la ciudad según sus clases sociales. Esa frontera que divide a los catalanes de los charnegos, esa zona límite entre dos mundos, entre el bien y el mal, lo cual tenemos que tener claro. Un momento vital donde nuestros primeros amores pueden hacer que nuestra vida cambie para siempre pero cabe recordar que nunca es tarde para cambiar y recordar quién eres, cuáles son tus raíces, eso sí, siempre que pertenezcas al lado bueno de la sociedad que puede redimirse, a ese puente de Sant Agustí que, a modo de estructura circular, nos presenta también una frontera física en esta obra de verdad incendiaria reposada que nos invita a reflexionar sobre el recorrido de un país que evoluciona y crece, pero que aún sigue arrastrando los fantasmas de un pasado castizo y oscuro con el que todavía hay demasiadas cuentas pendientes.
Si algo hemos aprendido de esta película de (des)aventuras a modo de analepsis que fue presentada en la clausura de la 69ª edición del Festival de Cine de San Sebastián es que madurar de golpe a veces nos puede hacer sentirnos desubicados, poseyendo el deseo de explorar un mundo lleno de frenesí, el cual nos puede llevar a trasgredir esa frontera porosa como la que existe en la Girona de 1978 proyectada hacia la Modernidad, la cual separa a la ciudad según sus clases sociales. Esa frontera que divide a los catalanes de los charnegos, esa zona límite entre dos mundos, entre el bien y el mal, lo cual tenemos que tener claro. Un momento vital donde nuestros primeros amores pueden hacer que nuestra vida cambie para siempre pero cabe recordar que nunca es tarde para cambiar y recordar quién eres, cuáles son tus raíces, eso sí, siempre que pertenezcas al lado bueno de la sociedad que puede redimirse, a ese puente de Sant Agustí que, a modo de estructura circular, nos presenta también una frontera física en esta obra de verdad incendiaria reposada que nos invita a reflexionar sobre el recorrido de un país que evoluciona y crece, pero que aún sigue arrastrando los fantasmas de un pasado castizo y oscuro con el que todavía hay demasiadas cuentas pendientes.
31 de diciembre de 2021
31 de diciembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo decir que me aproximo siempre con muchísima precaución al cine español, cual gato escaldado. En muchas ocasiones he tenido ocasión de leer críticas muy elogiosas de películas españolas que, una vez vistas, no me han merecido (ni muchísimo menos) tanta admiración. Yo comprendo que haya que proteger, y ayudar, al cine español, pero que el paternalismo no nos lleve a vendarnos los ojos y ser demasiado condescendientes. Eso, a largo plazo, no hace bien. Así que me fui resistiendo por unos días a ver esta película, pese a que estaba disponible en Netflix, hasta que finalmente decidí verla. Y tengo que decir que un argumento principal para convencerme fue saber que se basaba en una historia de mi admirado Javier Cercas. Y tengo que decir que me ha convencido plenamente. Se trata de una historia muy bien contada, mejor escrita y con una ambientación de Girona y de la Costa Brava de finales de los 70 sencillamente perfectas. Chapeau. Para los que vivimos esa época, aunque en mi caso desde los vagos recuerdos de mi infancia, las columnas de la película nos retrotraen en el tiempo al callejeo, las máquinas recreativas, la era disco y la droga. No hay nada como disponer de buen material (historia, guión) para fundamentar una buena película. A ver si toman ejemplo.
25 de febrero de 2022
25 de febrero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las películas españolas esta es la que más me sorprendió en 2021. Es que tengo un gran estigma a las películas nacionales porque he visto cosas que no deberían ni haber visto la luz del sol y puede que por eso me cueste mucho dar una oportunidad al producto nacional y por eso tardé tanto en ver “Las leyes de la frontera”.
No conocer ni el contexto ni esa época de la historia, no importa porque la trama te atrapa igualmente Cuando ves que la única salvación de nuestro protagonista son estas malas compañías, no podrás prever a la altura de los embrollos que está dispuesto a meterse. Con un guion justo merecedor del goya gracias a los equilibrios que realiza.
En definitiva, por favor no busque excusas y darle una oportunidad a esta película ya que tanto por su historia como las actuaciones de sus actores, que yo personalmente desconocía, puede que te den una sorpresa.
No conocer ni el contexto ni esa época de la historia, no importa porque la trama te atrapa igualmente Cuando ves que la única salvación de nuestro protagonista son estas malas compañías, no podrás prever a la altura de los embrollos que está dispuesto a meterse. Con un guion justo merecedor del goya gracias a los equilibrios que realiza.
En definitiva, por favor no busque excusas y darle una oportunidad a esta película ya que tanto por su historia como las actuaciones de sus actores, que yo personalmente desconocía, puede que te den una sorpresa.
18 de marzo de 2022
18 de marzo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1978. Un estudiante de 17 años conoce a dos jóvenes delincuentes y se mete de lleno en la pandilla, realizando hurtos, robos y atracos. Ese es el verano en el que tiene que crecer y en el que debe elegir entre el bien y el mal. Adaptación a la novela de Javier Cercas.
El actor principal es Ignacio (Marcos Ruiz), el gafitas, es el personaje que más cambio y crecimiento hace, me encantó el actor y su forma de actuar. Por otro lado, en este triángulo, entre otros esta (Chehu Salgado y Begoña Vargas) que son Zarco y Tere, delincuentes de barrio, que captan a Ignacio. Chechu se llevó el Goya al mejor actor revelación. Begoña se merecía otro, pero no la nominaron siquiera, flaco favor al cine. Con estos tres actores la película se viene arriba y os explico el porqué.
Historia de amor, historia de quinquis, historia maravillosamente contada. La adaptación del guion es de lo mejorcito, la ambientación de la película esta logradísima, trasladándote a esos años casi sin pestañear. Los actores, recién salidos a parrilla y con muchas ganas y eso se les notan.
Momentos de lágrimas los hay, momentos de risas también y todo rodeado de una banda de las de época, los quinquis de toda la vida.
En esta película, el pasado y el presente se unen en un momento para recordarle al protagonista lo que le hizo elegir un camino u otro en la vida.
Importante mención a su banda sonora, la cual la canción principal es una preciosidad del género.
Sin duda hay que verla, porque es una película joya de las que todos deberíamos disfrutar.
Si quieres ver más: https://ishadafly-micinecito.blogspot.com/
El actor principal es Ignacio (Marcos Ruiz), el gafitas, es el personaje que más cambio y crecimiento hace, me encantó el actor y su forma de actuar. Por otro lado, en este triángulo, entre otros esta (Chehu Salgado y Begoña Vargas) que son Zarco y Tere, delincuentes de barrio, que captan a Ignacio. Chechu se llevó el Goya al mejor actor revelación. Begoña se merecía otro, pero no la nominaron siquiera, flaco favor al cine. Con estos tres actores la película se viene arriba y os explico el porqué.
Historia de amor, historia de quinquis, historia maravillosamente contada. La adaptación del guion es de lo mejorcito, la ambientación de la película esta logradísima, trasladándote a esos años casi sin pestañear. Los actores, recién salidos a parrilla y con muchas ganas y eso se les notan.
Momentos de lágrimas los hay, momentos de risas también y todo rodeado de una banda de las de época, los quinquis de toda la vida.
En esta película, el pasado y el presente se unen en un momento para recordarle al protagonista lo que le hizo elegir un camino u otro en la vida.
Importante mención a su banda sonora, la cual la canción principal es una preciosidad del género.
Sin duda hay que verla, porque es una película joya de las que todos deberíamos disfrutar.
Si quieres ver más: https://ishadafly-micinecito.blogspot.com/
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