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Cielo negro

Drama A Emilia, una modesta empleada de una casa de modas, la invita a ir a la verbena un compañero de trabajo del que está enamorada. Como no tiene ningún vestido adecuado, toma prestado uno de la tienda, pero nada saldrá como ella espera. (FILMAFFINITY)
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
2 de diciembre de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emilia, una joven inocente y soñadora, es invitada a acudir a una verbena por un compañero de trabajo.

Una joya, de las imprescindibles del cine español. Técnicamente impecable, con un travelling antológico. Las frases destilan mordacidad. Los actores se lucen. Susana Canales hace una composición brillante, transmitiendo toda la desesperanza y la desolación de una mujer condenada por una doble miopía, cegada por el ideal romántico. Fernando Rey otorga frescura a ese poeta que vende su pluma por un café con leche y unas ensaimadas. Algunos secundarios parecen extraídos de las calles, extirpados de la realidad, atados a un lugar y a una época concreta.

Como en cualquier melodrama que se precie, se acumulan las desgracias. Hay momentos en que a uno le da por pensar que la única manera de que la situación empeore es que se ponga a llover... y va y se pone a llover. Pero también abunda la ternura, la compasión por los personajes, el ingenio que convierte en respirable el aire viciado.

El retrato del franquismo resulta sutil e implacable. Nos habla de un país envidioso y triste, amargado y reprimido, en el que las ilusiones son perseguidas y aplastadas. Nos habla de miseria moral. No hacen falta detalles sobre el padre ausente, pues ya lo intuimos todo. Percibimos que esa madre y esa hija pertenecen al bando de los vencidos, a los perdedores de la guerra y de la vida, sentimos el dedo acusador apuntando hacia ellas, notamos una opresión en el pecho, la asfixia. Su destino es alcanzar el cielo negro, adonde van a parar los sueños destrozados.
Jackie Daytona
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24 de enero de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 1956, Juan Antonio Bardem filmaba la que es para mí y a día de hoy –factor importante, con tanto por recorrer– una de las diez mejores películas españolas de la historia. En ella, un puñado de hombres sin nada mejor que hacer deciden engañar a una mujer haciéndole creer que uno de ellos está enamorado y quiere casarse con ella.

Influido por el neorrealismo, Bardem parecía tomar el camino de la delicadeza y el lirismo propios de un primerizo Fellini –el espíritu de la magnífica «I Vitelloni» da la sensación de aparecerse por momentos– antes que el del barroquismo dramático de otros italianos, que cortaban y limaban sus obras dotándolas de sequedad, persiguiendo la crudeza, en lugar de dejarlas fluir por las vías de la poesía en busca de la belleza.

Mur Oti, aunque más cercano a estos últimos –especialmente por su sentido de la tragedia–, aúna en su «Cielo negro» las mayores virtudes de ambas visiones para construir una de las obras más grandes de nuestro cine, combinando hermosas secuencias en las que la cámara parece acariciar a sus personajes con dolorosas puñaladas en el estómago que perturban los pequeños momentos de calma que se permiten al espectador y a su sufrida protagonista.

Así, el encanto que desprenden algunos momentos y la lucidez con la que su director escoge y filma destellos de lo cotidiano humanizan a unos seres destinados a la desgracia, sometidos a las leyes que impone el demiurgo, un impecable artesano con gusto por el detalle que, a modo de puente entre las diferentes posiciones, se recrea en el drama con la intención de usarlo como medio en lugar de como fin.

Por último, en uno de los mejores cierres jamás filmados, la salvación que se encuentra tras la puerta es un espejismo, un engaño, el consuelo final para quien no cree en nada. Al igual que en la primera parte del decálogo de Kieslowski, reina la ambigüedad y se abre el debate. Para algunos, sin embargo, el asunto está claro: no queda esperanza.
AlvaroFaure
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19 de abril de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intenso drama tamaño XXXL con final sospechoso de ser influido por cierto estamento de gran poder en aquellos años. Ahora bien, si M. Mur Oti lo rubrica es que lo da por bueno, no hay atenuante que valga y ahí están Los Chicos de Marco Ferreri ,unos años después o El Espontáneo de Jorge Grau realizada unos años más tarde aunque con una censura feroz todavía y que sin concesiones, con un espíritu independiente salieron al mercado, eso sí redirigidas al fracaso comercial.
En Cielo Negro se huele la tostada desde el principio. Son ganas de torturarse viendo el mal ajeno y más en estos días casi apocalípticos, pero es también real que existía ese Madrid de modistillas, galanes de andar por casa, poetas hambrientos y porteras como ese otro Madrid menos característico de chaparrones inoportunos eficazmente conseguidos, con su neblina y todo. Nótese esto último hacia el final de la película en una de sus mejores secuencias.
Aunque algunos detalles del personaje tiene sus incongruencias, por otro lado tiene la virtud de sacar las dotes de actriz de Susana Canales pasando de una cándida inocencia rayando en la locura obsesiva, al de una mujer con una firmeza de carácter inusitada, ya en el último tercio de la historia.
A la gran actuación de Susana Canales, hay que añadir a un no menos enorme Fernando Rey que parece nacido para este papel dando en su conjunción los mejores momentos del film.
A no perderse un puñado de frases de esas de filosofía popular en boca de actores y actrices secundarios principalmente. Ahí dejo una: "Las alegrías matan tanto como los disgustos, solo que no se notan porque las hay menos"
José Miguel
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23 de mayo de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emilia (Canales) es una modesta empleada en una casa de modas que se deja la vista con los pespuntes, subiendo los puntos de las carreras de sus propias medias o haciendo traducciones por la noche a Ricardo Fortún (Prendes), compañero de trabajo del que está enamorada en silencio.
Usa lentes y el cielo para ella es habitualmente negro, con la única compañía de su anciana madre y la rutina de una vida monótona en un modesto barrio madrileño.
Todo cambia cuando Fortún, en agradecimiento a las traducciones que le hace, la invita a acompañarlo a la verbena. Lo pasarán muy bien.
De pronto Emilia se convierte en una Cenicienta que consigue un precioso traje del taller donde trabaja, y el cielo se rompe en miles de estrellas fugaces con los fuegos artificiales que disparan en medio de la noche. Por fin un cielo estrellado en su horizonte. Pero fugaz. Como una cenicienta tiene tasado el tiempo de felicidad y debe volver a la oscuridad de siempre. Pretende vanamente alargar el sueño, pero el tiempo es inexorable y ya han dado las doce campanadas del cuento.
De nuevo la realidad prosaica. Con el inconveniente ahora que la jefa y algunas compañeras de trabajo, una auténtica madrastra con sus hijas, van a hacerle la vida imposible con un humillante despido y una broma desagradable al estilo de "Calle Mayor".
El cielo recupera una oscuridad todavía más intensa pues ha podido conocer el brillo de las estrellas. Además, a la negrura sentimental hay ahora que añadir la negrura sensorial que se cierne sobre su horizonte como mostramos en spoiler.
La cinta es un auténtico melodrama basado en una narración de corte naturalista, con un guion que refleja a Madrid en la posguerra con sus cesantías y pobrezas, que convive con otro mucho más sofisticado y mundano de las casas de modas.
En la realización hay toques neorrealistas como se aprecia en los comentarios que hace la portera alcahueta de esa vecina que "Ha quitado las flores de los tiestos y ha sembrado tomateras. Huelen menos pero son más sabrosos". O la causticidad del basurero que recoge con su carro y su burro casa por casa los desperdicios, conociendo por ellos como van sus economías, "Ya lo he visto en la basura".
La trama se ensaña tal vez demasiado en lo sórdido y en lo negativo. La atmósfera siniestra llega un momento que resulta angustiosa, ahoga, no deja un resquicio a la esperanza.
La consideración de la mujer de la época en el centro. Excelente análisis de su posición familiar y social. Primero a la sombra del padre, luego añorando un esposo que tal vez no llegue. En el trabajo junto a otras mujeres siempre en oficios relativamente cualificados, aunque traduzca el francés.
Algunos personajes se tratan con cierta superficialidad, demasiado estereotipados. En cualquier caso, buenos actores y buenas interpretaciones.
Excelente ambientación de la noche verbenera madrileña, como de la buhardilla del poeta López Veiga (Rey) o de los laboratorios Ibys (Instituto de biología y sueroterapia) donde vemos a las trabajadoras correctamente arregladas cerrando manualmente los viales de inyectables.
Y hablando de medicamentos, reconocemos la administración de gotas de un cardiotónico a la madre de Emilia para su gastado corazón.
Película interesante aunque tal vez de recargada negrura. Recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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14 de julio de 2022
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Una nuevo ejemplo, que el cine español no era todo folclore. Aquí tenemos un drama, en todas sus vertientes, y que al final no parece lo que es (ver spoiler).

Una película rodada con mucho exquisitez, y la parte final, que quizás sea una de las secuencias más famosas de la película y también dentro del cine español, hace un traveling muy largo desde el viaducto de Segovia hasta la Basílica de San Francisco el Grande, recogiendo el calle Bailén un buen trecho. A la actriz la tuvieron que preparar, porque vaya tela...

Susana Canales, la gran actriz, que hay algo que me chirría, ya que es una mujer que nunca ha salido, que siempre ha estado en casa, y que le ponen gafas para afearla. Pero luego contrasta, cuando sale por primera vez, que se entrega en alma y cuerpo y choca... y la timidez que desprende, luego se convierte en una águila enfadada y que va a por todas. Esa especie de doctor Jekyll y mr. Hyde me ha despistado, pero la gran bravura de rodar esta película con planos y secuencias y luces, sombras, lluvia, cielo,... en fin, es muy exquisita.

Fernando Rey, que aparece justo en la mitad de la película, queda ensombrecido por Susana de nuevo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
edugrn
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