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Cielo negro

Drama A Emilia, una modesta empleada de una casa de modas, la invita a ir a la verbena un compañero de trabajo del que está enamorada. Como no tiene ningún vestido adecuado, toma prestado uno de la tienda, pero nada saldrá como ella espera. (FILMAFFINITY)
Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
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29 de marzo de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si dispone de tiempo, le recomiendo que no deje de ver esta cinta, una obra que, más allá de su desarrollo, compone un final cinematográficamente antológico, inconmensurable, arrebatador e hipnótico. En muy pocas películas se da una secuencia (larga secuencia final) tan bien concatenada, tan bien hilvanada, tan musicalmente estremecedora, en un blanco y negro desangelado en el que se masca el agua de la tormenta, se siente el viento y se dibuja un cuadro incomparable entre Susana Canales, el viaducto sobre la calle Segovia y el repicar de campanas de San Francisco El Grande... Un final de los que no hay que perderse. Un final de una plasticidad difícilmente repetible...
7
3 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Primera cinta que veo de Mur Oti, director de los más clásicos de la cinematografía española.
Es interesante, un poco al estilo de Cenicienta y el zapato a las doce de la noche...
Las aspiraciones de la época tienen buen reflejo en la cinta, el vestido, la fiesta, los amores, la chica a la búsqueda de marido, la vida misma navegando en las procelosas aguas del destino.
El reparto es Susana Canales, para mi desconocida actriz, a la que veo un gran parecido con Ann Todd, la esposa de David Lean y soberbia en Amigos apasionados y, sobre todo, en Madeleine. Fernando Rey, imperial, como siempre. Y Luis Prendes, al que he visto en mas películas pero no le recuerdo en ninguna concreta.
Una cosa es vivir de verdad, y otra es vivir de ilusiones. Y es peligroso vivir de ilusiones. Cometer errores para vivir puede ser perdonable; cometerlos para sostener una ilusiones vanas y vagas es imperdonable, y decepcionante. Un camino hacia la destrucción de uno mismo.
4
31 de julio de 2021 0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegante, delicada, pausada, fría, inteligente, cruenta y memorable producción española que consigue desarrollar una poderosa y emocionante trama de suspense y anhelos personales en tiempos de represión.

Manuel Mur Oti, se aleja de las producciones americanas, ofreciendo un inteligente entramado dramático de descubrimiento y desarrollo personal, en la que una modesta empleada de modas, llega a experimentar diversos contratiempos personales antes de encontrar su estabilidad personal.

La presencia y labor interpretativa ofrecida por Susana Canales, hace que la historia gane fuerza y sentido en muchos aspectos. Ofrece una portentosa evolución de su personaje.

Los movimientos de cámara y la fotografía, junto con los diálogos, dan sentido a una experiencia enfermiza e ilustrativa, sobre: el honor, el valor y el amor en condiciones extremas.

Cielo negro, queda como una producción llena de picaresca y encanto emocional.
Jon
4
24 de julio de 2021
4 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Niquelada. Tul. Hambre. Poesía.
El melodrama es un género depravado, hecho por malas personas y pensado para el disfrute de la más mala gente, alude al sadomasoquista que algunos llevan dentro, sádico en vena, esa ansia de disfrutar cruelmente de los tormentos sin nombre que Dios goza perpetrando sobre sus indefensas y desprevenidas criaturas, y masoquismo en la arteria, la aorta, canción de fuego y hielo, otros se identifican, empatizan, se ponen en la piel del que sufre las penalidades sin cuento y mucho se conmueven y hasta padecen e incluso de pena lloran con tanta inopinada afrenta, es una opción artística, si nos ponemos más finos y eufemísticos, que exalta los más oscuros instintos y excita los más negros sentimientos, eleva a un altar las bajas pasiones y celebra por todo lo alto lo más nefando, ni el diablo se atreve a tanto con el rabo, es, por tanto, corruptora de la sociedad, enfermiza, monstruosa, abyecta, muy disgregadora y disolvente, propia de perturbados, tarados, gente aviesa o loca, psiquiatría, camisa de fuerza.
Esta es la historia de una pobre mujer ciega como un topo con los ojos vendados, no ve una puta mierda*, como el chaval Schofield, de su quinta poco más o menos, terroríficamente fea, casi como Mary Bee Cuddy, dan bastante miedo esa cara y ese cuerpo, tremendo engendro del infierno, ahí le anda, pobre de espanto y mucha solemnidad, igual a Antonio el italiano, y que, para colmo y remate, no tiene ninguna gana ni necesidad de hombre, es bastante reacia al respecto, se autoconsuela, como Francesca Johnson en otros puentes más lejanos, impertérrita **. Así no hay manera. Ninguno se le acerca. Tiene dieciocho años y es ya una enorme, colosal solterona, condenada, sin posible remedio. Que paren las máquinas. A dos velas. Menuda basta, bastante vasta tragedia madrileña. No la sacan a la verbena ni la llevan a la feria. Y todo lleno de estrellas en la inmensidad del cielo que nos moja o mea. Hasta que un buen día, un gran tipo muy traducido, políglota seguramente, la corteja como dios manda y luego se va a Valencia, persiste la tristeza, él no quería, fue la diosa fortuna. Ya dijimos que era un callejón sin salida, un tunel cegado, tapiado, gran desgracia. Y al tercer día, cuando menos lo esperaba, aparece el poeta con su lira, empata con un artista, Eurípides, Shakespeare, Virgilio y sus églogas mediante, y se andan mareando entrambos, jugando al ratón y al gato para pasar el rato, verso arriba verso abajo, toreando a la muerte con una farsa negra o comedia nueva, la única maldita manera de engañar a la parca, esa mala marrana, gran puerca. Pero el tiempo vuela...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... y adiós muy buenas, las plañideras que llegan como las golondrinas negras en primavera, los sonetos ya escasean y ella directa al primer puente (viaducto más probablemente) que su desesperación a su paso encuentra, pero suenan las campanas y no sabe donde, como en rompiendo las olas, esa obra, una chica danesa, y nos vamos como locos a la santa iglesia, de jota y jarana, ordet, aleluya, hosanna.
* Aunque eso es relativo, como todo, ya que recupera la vista por momentos (durante buena parte de la película ya no necesita gafas para nada, va a pelo, serán las zanahorias) y luego la pierde al instante (como Waterston en delitos y faltas, como Borges).
** Y muy hipócrita, solo hay que fijarse en cómo trata al primero, se le cae la baba, puro arrobo, entrega, bonhomía, éxtasis, y cómo maltrata al pobre poestastro don Fernando (joder con la mosquita muerta, cómo ordena y manda la cabrona cuando se le da la real gana o le interesa, doble cara que se gasta, qué ira, qué miradas, cómo amenaza, a falta de navajas traperas, vivan las tijeras caseras). Y gran sabuesa, qué rápido, rayos y centellas, encuentra, da con el paradero, la humilde morada o casa del bardo castizo que nos ocupa y que tanto alegra la existencia.
La película no hay por donde cogerla, pero el escribidor (viva el Rey, ella también está muy bien, pero no nos gusta un pelo ver sufrir tanto a las mujeres) y esa carrera última, lágrimas en la lluvia, nos salvaron a nosotros, que no a ella, de la quema, de lanzarnos al abismo, a tumba abierta.
No me chilles que no te veo.
Más ensaimadas, viva Mallorca.
2
17 de marzo de 2022
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para comentar una película así deberíamos ir todos a la parte oculta de la crítica a teclear lo que es importante de verdad, porque si decimos que por culpa de la censura hubo un final impuesto y no explicamos el final, pues es quedarse corto. Una lástima, cuestión de una época que tristemente muchos españoles echan de menos, la falta de libertad artística, tiempos grises de obedecer la ley sin rechistar, agachar la cabeza y asumir que aquella sociedad era una verdadera calamidad.

Pues eso, al spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A nuestra protagonista no le queda otro remedio que suicidarse y no pasa nada por decir que esa inacabable sucesión de desgracias sólo pueden dar como resultado que se tire de un puente. Y se acabó la vida, y se acabó el sufrimiento. Pero no, la censura franquista interviene y apuesta por otro final, porque eso es pecado, así que en lugar de caer del puente y estamparse en el suelo nuestra protagonista baja una calle, con un travelling infinito hasta llegar a la iglesia, cuyas campanas han sonado para encender una fe cristiana que le hace llorar con el aleluya sonando alrededor.

¿Algo así hace peor a "Cielo negro"?; para mí, rotundamente sí. No es que tuviera ganas de ver a la muchacha cadáver, no es que quisiera ver tampoco al poeta Fernando Rey interviniendo de forma heroica para salvarle la vida, ni una cosa ni otra. Pero mucho menos entrar en una iglesia, ofrecer un bochornoso monólogo interior y acabar con una redención cristiana y la aceptación del destino propio. Del silencio de Dios no hablamos entonces, qué más dará. ¿Es mejor porque interpretamos que ella cambia caer del puente por bajar la calle y estamparse en el suelo por entrar en la iglesia?; no sé yo, eso es aceptar la censura y mirar a otro lado. Las beatas de su casa son las mismas que están en la iglesia y ella, pobrecita, pasa a la historia por ser una pobre muchacha que no merecía nada de lo que pasa.

Y la película, insufrible. Atentado artístico. Es inadmisible, es inaceptable.
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