El dinero nunca duerme dice la peli: como si el dinero mereciera algun juicio de valor, y en este título lo tiene, en relación a los que lo fabrican.

Obviando esa observación estúpida pero pertinente, en Wall Street vemos al Hollywood de siempre: estos son los malos empresarios nuevos en relación a esa vieja camada de vampiros que tenían códigos, ellos te decían "te voy a cagar", y el que avisa no traiciona. Financistas que se forraron el dinero pero que deben actuar como contraposición al enemigo de turno. En resumen, la peli intenta ser moderna y decir que todo está para atrás, pero los que fueron derrotados no precisaban de esa aureola de santidad que la peli les otorga gratuitamente para generar ese mundo de comic con héroes y villanos.

El mundo no es así, señores, y menos en lo que a dinero respecta.

Si esta película la vemos quienes a diario nos toca luchar la vida, pues quizá pensaríamos que el dinero no lo es todo pero calma los nervios. Si la ven gente del “Club Binderberg”, pues se reirán de lo que allí se plantea. Aunque no debemos descartar que parte de quienes habitan el mundo, son Gekko, su hija (Shia Labeouf), su yerno Jake (La Beouf), ¿un aprendiz con ética? Y por supuesto, el villano encarnado por Josh Brolin.

Si la observa Alan Greenspand, imagínese, toda una cátedra sobre como manejar los emporios económicos. Si la observa un crítico de cine (que debe currar más), enfocará posiblemente el asunto, en lo que compete a un equilibrio entre una verdad sobre las maquinarias de hacer dinero y quienes están detrás de ello. En este sentido Gordon Gekko (Michael Douglas) es claro: “si quieres amasar dinero, siempre será de forma ilegal”.

Vale la pena recordar que si bien el film “Wall Street” de 1987 planteaba una crítica cruel al sistema capitalista de los Estados Unidos, de especulación y avaricia desmedida; la película no obstante, fluía en un thriller comprensible y dinámico, con un excelente guión. El film de hoy día, si bien plantea un drama familiar en medio del crack financiero y retrato humano de quienes lo habitan, también Oliver Stone, con la cámara punzante y humor negro, plantea un claro discurso socialista en contra de los bancos y banqueros.

De todas formas surge una pregunta ¿para qué sirven las teorías económicas? Por lo pronto recordar una frase de Gordon Gekko en ambos films: “El dinero nunca duerme”.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)

Aparte de la pareja de lechuguinos protagonistas y lo inverosímil y caótico de la trayectoria de Gekko, lo peor de esta película es la abrumadora sombra del director. Debería haber sabido apartarse y dejar que sus personajes evolucionaran en la trama, pero en lugar de eso los convierte en simples marionetas para ilustrar sus neuras y sus monsergas sobre la perfidia del capitalismo. Indudablemente en la primera parte supo, manteniendo en parte ese afán panfletario -a veces sano-, respetar la verosimilitud de la historia, creerse a sus personajes, y construir una película más que digna. En esta ocasión el guión parece desnortado y a la deriva, vagando de aquí allá, haciendo sólo escala en los puntos que le interesan a Stone para soltar su moralina. Tiene todo un tufo a falso, a cartón piedra, una falta de tensión, de sangre y de verdad que convierten la peli en un bluff.

Si uno se atiene a los elementos dramáticos, parece que se trata de una peli dirigida a tontos de baba. El desenlace es tan vergonzoso como la secuencia de los títulos de crédito, o como la incapacidad para entrar de verdad en las tripas del sistema. Con un poco de talento se podría haber desenmascarado a la panda de caníbales de Wall Street, pero el talento de Stone en esta su última y lamentable etapa no le da más que para intercalar sus puyas desacertadas e imprecisas en medio de un culebrón de lo más inverosímil.

La mediocridad de los diálogos y del propio argumento se ven superadas, además, por el modo que tiene en determinados momentos de recurrir a elementos visuales facilones y gratuítos (el uso repetido del Skyline neoyorquino sobre el que aparece un gráfico bursátil) o esos otros que tienden a subrayar elementos narrativos con la torpeza digna de un novato (el reflejo imaginario de Frank Langella en el aseo: ¿era necesario?).

Fui con unos amigos a ver ésta película, con unas ansias de rememorar a Gordon Gekko, pues Wall Street (1987) es una de las mejores películas de los años 80': elegante, maliciosa, dramática, contestataria y perfecta.

Sobre todo por su personaje central: Gekko, uno no puede ver una película de ese calibre sin admitir que el personaje que encarna Michael Douglas es perfecto, de los mejores villanos del cine.

Sin embargo, cuando empezaron los primeros compases de Wall Street 2, con ese "Home" de David Byrne y Brian Eno sonando ante las bellas imágenes de Manhattan, (el único momento realmente apreciable de la película) da lugar posteriormente a un drama familiar pretencioso, complaciente, condescendiente y aburrido.

Un drama, que en el fondo no lo es, porque con un desenlace cutre más propio de Corin Tellado, tratando de redimir al viejo: lobo queda fuera de todo lugar.

Es como ya he dicho: un telefilme cutre y que no hace honor en ningún momento a su predecesora. Michael Douglas se limita a espetar frases ingeniosas pero sobre-masticadas. La ausencia de frescura, personajes sin carisma o frígidos, (Carey Mulligan) hacen que te vayas del cine antes de lanzar tu bebida contra la pantalla.

Mención especial al aspirante a actor Shia LaBeouf, que no aporta nada y queda a años luz de lo que hizo en su momento Charlie Sheen, (y no es que éste actor sea precisamente Lawrence Olivier) no entiendo por qué los productores lo siguen llamando, es un actor insulso. No transmite nada.

Un insulto al filme original. Si alguien quiere ver algo parecido, mejor que se vaya a ver "Lobo de Wall Street", que puede ser considerada una especie de segunda parte o lado oculto de aquella Wall Street de 1987.


Decepcionante

Irregular secuela de la muy buena película protagonizada por Michael Douglas. La película busca continuar presentándonos el injusto y excesivo mundo de Wall Street, adaptándolo a los tiempos actuales e incluyendo la crisis económica debida a la ambición de unos cuantos acaparadores.
El papel de Gekko, mantiene una línea correcta. Continúa mostrándonos a un personaje siniestro, arrogante y perfectamente creíble.
El problema va por el estilo que Stone le imprime a esta segunda parte, más interesado en mostrarnos una relación amorosa que no tendría nada que ver con el objetivo de esta saga, nos perdemos inútilmente tratando de comprender el desarrollo de una relación insulsa y poco interesante, mientras deja al señor Gekko alejado de la acción por varios minutos de metraje innecesarios y monótonos.

Muy larga y muy lejos de la primera parte.
El voto de 6 lo doy por Douglas