A contramano de las críticas que leí al terminar de ver la serie, no puedo menos que expresar mi desencanto. Acostumbrado a leer y ver distopías, la presuntuosidad de lo que se presenta, la incoherencia de la trama, que no logra nunca unir los nodos, y el divagar de los guionistas, que nunca encuentran el hilo conductor de la historia me llevan a pensar que allí nadie sabía realmente lo que deseaba expresar. Es cierto, para diferenciarse de las distopías tan frecuentes desde Mad Max (y aún antes) hay que romper con los modelos hollywoodenses. Pero romper sin construir otra cosa es un despropósito. Los personajes recitan tal como se supone que debe ser interpretada una obra de Shakespeare, Hamlet, en este caso. El elemento conductor, una supuesta historia gráfica escrita por uno de los personajes (de la que parece haber cinco ejemplares, aunque capaces de sobrevivir a cualquier cataclismo) aparece en cualquier momento, aleatoriamente, pretendiendo unir las diversas partes. Y dejo para el final lo que me parece más reprochable: no me creo esa historia de supervivencia, no me la creo en absoluto. No digo nada más para no caer en spoiler.

La serie es aburrida como ella sola.
Es lenta, muy lenta. En el fin del mundo lo único que queda es el teatro ¿? no importa nada más ¿?
El guion es aburrido y pedante, seguido al pie de la letra.
Tiene muy buenas críticas, pero para gustos.... pues eso.
En encantan las series y películas distópicas, pero esto se pasa, pero con mucho de pedante, relamida y aburrida.
Me fue imposible pasar del 4 capítulo, el quinto ya hasta la televisión se apago ella sola un par de veces.

Eleven Station, es un baño caliente con una copa del mejor Vino en un día de tormenta para el corazón y el alma. Actores en estado de gracia y una narrativa elegante como pocas veces se ha visto en Cine o Televisión, hacen que sea imprescindible su visionado para comenzar este año con el Corazón sonriendo. Imprescindible.

Adaptación de la exitosa novela de Emily St. John Mandel, realizada con excelente belleza visual y extraordinarias actuaciones. Para los que amamos la ciencia ficción y acabamos casi siempre defraudados y cansados de tanta acción sin sentido y tan poca reflexión como últimamente nos ofrecen, esta serie es un oasis. Las emociones están siempre en primer plano, el ritmo es pausado, da tiempo para procesar las situaciones que presenciamos, y los actores están estupendos, incluidos los niños (que tantas veces resultan repelentes en la ficción). Hay que destacar, como no, a Himesh Patel que es como ese buen y entrañable amigo que todos quisiéramos tener. Una serie excelente, que quizá ha pasado más desapercibida de lo que debiera. Pero allí está el papel de los medios de comunicación, la publicidad y los críticos que no siempre nos orientan por el mejor camino.

No quisiera cometer la osadía de afear el hecho de que se plantee un proyecto, que quiera exponer un planteamiento completamente diferente a las clásicas líneas argumentales, en escenarios postapocalípticos.

Es valiente e incluso elogiable, plantear una historia escapando de líneas clásicas de - "Voy a rebanarte el pescuezo y después, te echaremos a las brasas para comerte, así mi clan podrá sobrevivir".

La premisa la cambiamos por un intento de reconstruir la sociedad amparándonos en la cultura, siendo el teatro el que se encargue de transmitir todo el flujo emocional y de nuevas sensaciones. La reconstrucción de una sociedad necesitada de esperanza en esta nueva era postapocalíptica.

Grupos que se unen como en familia y vuelven al pasado, rolando como antaño al mas puro estilo titiritero. Volver al espíritu "Woodstock", haz el amor y no la guerra, no pises la hierba, fúmatela. Además interpretamos "Shakespeare".

El problema es que a mí personalmente no me ha transmitido nada. El problema es que leyendo la sinopsis, imaginaba un mundo tremendamente emocional y a mí no me lo ha transmitido.

Jamás he visto una obra de Shakespeare, quizás sea esa la razón. Aunque no creo, es la historia en si misma la que no me ha gustado, ni escénica ni emocionalmente. Salvo momentos bastante puntuales, tanto la historia como los personajes me han transmitido tedio y desesperación.

A la hora de destacar algo de "Estación once", no tengo la mas mínima duda. La química y la peculiar relación que se establece entre "Kirsten" (niña - Matilda Lawler, excepcional) y "Jeevan" (Himesh Patel), espectaculares los dos. Esta historia si me ha llenado, me ha transmitido, me ha interesado y, por supuesto, me ha emocionado.

Me gustó, creo recordar, el tercer capítulo. En la que se nos relata un poco de la historia de "Miranda", sus vivencias en Singapur, creo. Ese capítulo me gustó bastante.

"Kirsten" mayor (Mackenzie Davis) mejor para el olvido, convertida en adalid de la cultura, el liderazgo, el teatro, Shakespeare, pero a la que le gustaba demasiado sacar la "Daga" a pasear. Honestamente, nunca le he visto nada especial a esta actriz.

Reconozco el interés que puede despertar la propuesta de Estación once, pero en mi opinión no es esa sensación de la que se habla y, obviamente, está bastante lejos de ser considerada como una obra maestra.

Mucho de Lobby, mucho de pasteleo, mucho de jaboneo. Digna de ser presentada en tertulia invernal del "Gran Café Gijón" de Madrid.