El secreto de sus ojos
2009 

8.1
90,888
Thriller. Intriga. Drama
Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
7 de octubre de 2009
7 de octubre de 2009
47 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tienes la suerte de leer esta crítica la primera y no has visto todavía la película... ¡¡No leas ninguna más!! De hecho no leas ni siquiera lo que sigue de esta porque...
Es una película memorable. Cualquier cosa que te digan de ella te estropeará el momento de vivirlo tú mismo. No se trata de spoilers, sino de las sensaciones que transmite. Solo decirte que acabo de llegar del cine y me he puesto a leer todo lo que he podido sobre esta maravillosa cinta, triste porque ya no puedo verla de nuevo por primera vez. Si el mundo por una vez es justo, Ricardo Darín dentro de cuarenta años será recordado como el Humphrey Bogart del cambio de milenio. Y el secundario (el borracho) es una auténtica maravilla. Y el marido de la muerta. Y Soledad Villamil La película más acojonante que he visto en el cine en muchos años.
Soy sincero: había puesto un nueve, y me iba a poner a escribir el mítico "lo único que falla...", pero me he dado cuenta que no falla nada. 10 al canto.
Es una película memorable. Cualquier cosa que te digan de ella te estropeará el momento de vivirlo tú mismo. No se trata de spoilers, sino de las sensaciones que transmite. Solo decirte que acabo de llegar del cine y me he puesto a leer todo lo que he podido sobre esta maravillosa cinta, triste porque ya no puedo verla de nuevo por primera vez. Si el mundo por una vez es justo, Ricardo Darín dentro de cuarenta años será recordado como el Humphrey Bogart del cambio de milenio. Y el secundario (el borracho) es una auténtica maravilla. Y el marido de la muerta. Y Soledad Villamil La película más acojonante que he visto en el cine en muchos años.
Soy sincero: había puesto un nueve, y me iba a poner a escribir el mítico "lo único que falla...", pero me he dado cuenta que no falla nada. 10 al canto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La última escena está al nivel del final de Casablanca. O más.
La escena del estadio es algo único en la historia del cine. Si alguien sabe de algo mejor, que me escriba por favor.
Las críticas que revientan lo de la "A" de Te Amo no tienen vergüenza... es uno de los momentos más bello de la historia del cine.
La escena del estadio es algo único en la historia del cine. Si alguien sabe de algo mejor, que me escriba por favor.
Las críticas que revientan lo de la "A" de Te Amo no tienen vergüenza... es uno de los momentos más bello de la historia del cine.
2 de marzo de 2010
2 de marzo de 2010
36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan José Campanella, el director argentino más destacado de los últimos años junto a Fabián Bielinsky, se desmarca con una obra mayor, que le encumbra como uno de los directores más interesantes de la cinematografía actual. Elegante, emocionante, intimista, dramática, intrigante, romántica, sórdida y delicada; un film de corte clásico y gran impacto emocional, como no se veía en mucho tiempo. El director maneja magistralmente la mezcolanza entre géneros para ofrecer un relato sublime, evocador y crepuscular de un tiempo, lugar y hechos ceñidos a su Argentina natal, conformando un ejemplar drama criminal con mano maestra.
El guión, basado en la novela “La pregunta de sus ojos” de Eduardo Sacheri, funciona con claridad meridiana, con una filmación firme y efectiva. A nivel interpretativo, destaca la impresionante labor de Ricardo Darín como Espósito, secretario del juzgado perseguidor del asesino y Guillermo Francella como Sandoval, su entrañable compañero, amigo de la botella (esas respuestas al teléfono, absolutamente hilarantes…), amén de la meritoria composición de Soledad Villamil como Irene, jefa de ellos dos y sueño inalcanzable para Espósito. Personajes muy bien escritos e interpretados, cuyos devenires consiguen implicarnos y sumergirnos en sus pasiones. Porque de eso trata en definitiva “El secreto de sus ojos”. De cómo nuestras pasiones, lo único a lo que no podemos renunciar, es lo que al final rige nuestras acciones y en definitiva, nuestra vida. Todos los personajes son víctimas o verdugos de sus emociones: el amor de una mujer, el fervor encontrado en el fondo de un vaso de whiskey, el fútbol, la venganza inexorable…
Se ha dicho que si no fuera por su impresionante final, que sí, es acojonante, el film no sería para tanto. Falso, ya que la fuerza de su trama no depende únicamente de su desenlace, sino que en todo momento muestra un pulso narrativo encomiable, sin prisas pero sin pausas, en el que nunca decae el interés. Como claro ejemplo, sobresale el gran plano secuencia briandepalmense del partido. Desde una perspectiva aérea, la cámara desciende al campo de fútbol hasta el personaje de Ricardo Darín, siguiéndolo después en la búsqueda del supuesto asesino, en un tramo de diez minutos fuera de lo común. Impresionante.
Campanella ya demostró notablemente su talento con films como “El hijo de la novia”, “Luna de Avellaneda” y “El mismo amor, la misma lluvia”, pero a mi parecer, esta es su mejor película, la que le encumbra definitivamente como uno de los mayores talentos al otro lado del charco. Todo un máster en cine negro de calidad.
El guión, basado en la novela “La pregunta de sus ojos” de Eduardo Sacheri, funciona con claridad meridiana, con una filmación firme y efectiva. A nivel interpretativo, destaca la impresionante labor de Ricardo Darín como Espósito, secretario del juzgado perseguidor del asesino y Guillermo Francella como Sandoval, su entrañable compañero, amigo de la botella (esas respuestas al teléfono, absolutamente hilarantes…), amén de la meritoria composición de Soledad Villamil como Irene, jefa de ellos dos y sueño inalcanzable para Espósito. Personajes muy bien escritos e interpretados, cuyos devenires consiguen implicarnos y sumergirnos en sus pasiones. Porque de eso trata en definitiva “El secreto de sus ojos”. De cómo nuestras pasiones, lo único a lo que no podemos renunciar, es lo que al final rige nuestras acciones y en definitiva, nuestra vida. Todos los personajes son víctimas o verdugos de sus emociones: el amor de una mujer, el fervor encontrado en el fondo de un vaso de whiskey, el fútbol, la venganza inexorable…
Se ha dicho que si no fuera por su impresionante final, que sí, es acojonante, el film no sería para tanto. Falso, ya que la fuerza de su trama no depende únicamente de su desenlace, sino que en todo momento muestra un pulso narrativo encomiable, sin prisas pero sin pausas, en el que nunca decae el interés. Como claro ejemplo, sobresale el gran plano secuencia briandepalmense del partido. Desde una perspectiva aérea, la cámara desciende al campo de fútbol hasta el personaje de Ricardo Darín, siguiéndolo después en la búsqueda del supuesto asesino, en un tramo de diez minutos fuera de lo común. Impresionante.
Campanella ya demostró notablemente su talento con films como “El hijo de la novia”, “Luna de Avellaneda” y “El mismo amor, la misma lluvia”, pero a mi parecer, esta es su mejor película, la que le encumbra definitivamente como uno de los mayores talentos al otro lado del charco. Todo un máster en cine negro de calidad.
14 de noviembre de 2009
14 de noviembre de 2009
45 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de lo bien hecha que esté la película, de sus virtudes o defectos técnicos, de que sea creíble o no la historia, de las actuaciones, de que nos convenzan las resoluciones de las tramas criminal y amorosa, del ritmo narrativo y todas esas cosas; lo más destacable de este filme es que nos habla de pasiones, buenas o malas, que son verdaderas porque permanecen en secreto, o tal vez al revés.
Pasión por una persona, por un un misterio, por la justicia, por el poder, por la venganza, por el alcohol, por las pelotas (las de fútbol y las otras), por el cine, por la vida.
Ahí es donde Campanella da la campanada.
En un juzgado, en una casa, en un ascensor, en una celda o en un despacho. Todos esos secretos se desvelan tras una puerta.
¿Pasar del temor al amor es un detalle tan nimio como una letra?
Pasión por una persona, por un un misterio, por la justicia, por el poder, por la venganza, por el alcohol, por las pelotas (las de fútbol y las otras), por el cine, por la vida.
Ahí es donde Campanella da la campanada.
En un juzgado, en una casa, en un ascensor, en una celda o en un despacho. Todos esos secretos se desvelan tras una puerta.
¿Pasar del temor al amor es un detalle tan nimio como una letra?
15 de noviembre de 2009
15 de noviembre de 2009
37 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película, sólida y hermosamente construida sobre una doble crónica de amor y crimen. Un antiguo secretario de juzgado revive obsesivamente el caso no resuelto del asesinato y violación de una joven que investigó veinticinco años antes. El motivo de su obsesión no son sólo los cabos sueltos que quedaron después del carpetazo del caso, sino el hecho de que su investigación está estrechamente relacionada con una colega de la que siempre ha estado enamorado.
El detallismo con que están perfilados los personajes principales y secundarios, la profunda raigambre literaria del guión y esos aires de novela negra clásica y al mismo tiempo moderna que respira la historia y su desarrollo son grandes ventajas para apostar por una producción de exquisita calidad que atrapa de principio a fin y a la que lo único que podría reprochársele es un inicio con poco gancho y esa manía de Campanella de subrayar los momentos emotivos con el violín de los cojones.
Pero vale la pena.
El detallismo con que están perfilados los personajes principales y secundarios, la profunda raigambre literaria del guión y esos aires de novela negra clásica y al mismo tiempo moderna que respira la historia y su desarrollo son grandes ventajas para apostar por una producción de exquisita calidad que atrapa de principio a fin y a la que lo único que podría reprochársele es un inicio con poco gancho y esa manía de Campanella de subrayar los momentos emotivos con el violín de los cojones.
Pero vale la pena.
16 de abril de 2010
16 de abril de 2010
73 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza con una carrerita por los andenes de una señorita que se despide de un tren que marcha. «Empezamos bien...», pensé yo, pues tengo ya mi edad y mis manías y que la primera imagen de una película sea un topicazo así me hizo revolverme en el asiento. Luego parece que es una escenita inventada, fruto de la imaginación de un novelista aficionado y así se explica la torpeza (me dije) y tal y cual. Ya, ya. Ingenuo de mí.
Luego uno ve a Ricardo Darín en acción y, claro, no puede dejar de pensar: ¡qué gran actor! Y lo mismo sucede con Soledad Villamil, Pablo Rago, Javier Godino y Guillermo Francella, excelentes todos, especialmente encantador este último en su papel de funcionario borrachín. Cuando la película vira hacia la comedia, las nubes desaparecen y brilla el sol del mejor Campanella. Qué pena que él prefiera filmar el nubarrón y pronto se escuchan los truenos de la inverosimilitud.
Porque, amigos, para mi gusto la película adolece de falsedad. Ni la historia de atracción y amor funciona (yo no me la creo en ningún momento y sólo veo dos actores haciendo esfuerzos desaforados por dar vida a unos personajes inverosímiles), ni tampoco están bien resueltas muchas de las escenas clave (el interrogatorio, por ejemplo) que son forzadas y torpes, fruto de un guión demasiado efectista y cojo (o tuerto, o las dos cosas). Con otros actores, esta película habría sido una calamidad absoluta. Si no ya lo comprobaremos cuando los americanos hagan un remake.
Luego uno ve a Ricardo Darín en acción y, claro, no puede dejar de pensar: ¡qué gran actor! Y lo mismo sucede con Soledad Villamil, Pablo Rago, Javier Godino y Guillermo Francella, excelentes todos, especialmente encantador este último en su papel de funcionario borrachín. Cuando la película vira hacia la comedia, las nubes desaparecen y brilla el sol del mejor Campanella. Qué pena que él prefiera filmar el nubarrón y pronto se escuchan los truenos de la inverosimilitud.
Porque, amigos, para mi gusto la película adolece de falsedad. Ni la historia de atracción y amor funciona (yo no me la creo en ningún momento y sólo veo dos actores haciendo esfuerzos desaforados por dar vida a unos personajes inverosímiles), ni tampoco están bien resueltas muchas de las escenas clave (el interrogatorio, por ejemplo) que son forzadas y torpes, fruto de un guión demasiado efectista y cojo (o tuerto, o las dos cosas). Con otros actores, esta película habría sido una calamidad absoluta. Si no ya lo comprobaremos cuando los americanos hagan un remake.
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