También la lluvia
2010 

7.1
28,440
Drama
Cochabamba, Bolivia. Año 2000. Sebastián (Gael García Bernal) y Costa (Luis Tosar) se han propuesto hacer una película sobre Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Mientras que Sebastián, el director, pretende desmitificar al personaje presentándolo como un hombre ambicioso y sin escrúpulos; a Costa, el productor, sólo le importa ajustar la película al modesto presupuesto del que disponen; precisamente por eso elige Bolivia, ... [+]
7 de enero de 2011
7 de enero de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Mientras haya primer mundo habrá tercer mundo? ¿No tiene solución la cultura criolla?.
Aquí Bollaín entra fuerte desde buen principio y nos regala un filme que es una caña continua: enhebrando certeramente una película dentro de otra, el conflicto del agua -se pretendía incluso limitar el derecho a recoger el agua de lluvia, de ahí el título-, la injusticia estructural omnipresente, así como las angustias, los miedos y la ira de todos los implicados -siempre desde su desigual posición de salida-; llega a sumergirte y hacerte volar de un plano a otro de la ficción de una manera deliciosa.
Sin obviar la sutileza y a un ritmo trepidante, con fotografía "ad hoc" y una genial dirección de actores -incluso Karra Elejalde (Colón) está muy bién-; cada escena va abriendo nuevas y demoledoras perspectivas del problema que dejan al espectador clavado en la butaca hasta la inevitable resolución.
Ineludible. Y da gusto ver como todavía hay quien tiene ideas y como esta directora demuestra más oficio en cada nueva producción.
Aquí Bollaín entra fuerte desde buen principio y nos regala un filme que es una caña continua: enhebrando certeramente una película dentro de otra, el conflicto del agua -se pretendía incluso limitar el derecho a recoger el agua de lluvia, de ahí el título-, la injusticia estructural omnipresente, así como las angustias, los miedos y la ira de todos los implicados -siempre desde su desigual posición de salida-; llega a sumergirte y hacerte volar de un plano a otro de la ficción de una manera deliciosa.
Sin obviar la sutileza y a un ritmo trepidante, con fotografía "ad hoc" y una genial dirección de actores -incluso Karra Elejalde (Colón) está muy bién-; cada escena va abriendo nuevas y demoledoras perspectivas del problema que dejan al espectador clavado en la butaca hasta la inevitable resolución.
Ineludible. Y da gusto ver como todavía hay quien tiene ideas y como esta directora demuestra más oficio en cada nueva producción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Maravillosa la escena del vuelco de la furgoneta policial por los indígenas maquillados, al terminar de rodar el "auto de fe".
Si la calificación no llega al 10 es por el sonido -un tanto deficiente- y porque efectivamente en el desenlace la cinta pierde parte del fuelle.
Por otro lado Tosar en su rol de productor implacable parece que quiera repetir el papel de "Celda 211", y tampoco se trataba de eso.
Si la calificación no llega al 10 es por el sonido -un tanto deficiente- y porque efectivamente en el desenlace la cinta pierde parte del fuelle.
Por otro lado Tosar en su rol de productor implacable parece que quiera repetir el papel de "Celda 211", y tampoco se trataba de eso.
27 de enero de 2011
27 de enero de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, además de ser una buena película en cuanto a montaje, reparto y la visualización del proceso y los problemas que pueden surgir a la hora de rodar una película, también maneja una gran variedad de temáticas tanto políticas como sociales: la clara metáfora entre el sometimiento y masacre de las tribus sudamericanas en 1492 a manos de los colonialistas españoles y el hecho de que dicho sometimiento sigue presente en la actualidad por un gobierno capitalista que priva a su población de un bien tan común como es el agua y la misma explotación a manos del director y productor del film a la hora de remunerar la actuación de los extras nativos. Hay que destacar el hecho de que, a pesar de los siglos y el progreso de la sociedad, el abuso de poder es una realidad que aun no se ha resuelto. También es interesante análisis de la dualidad entre el director y productor del film cuya perspectiva se transforma, y la inestimable crítica al cine (el director desea ante todo hacer realidad su proyecto y, aunque en principio, se muestra afectado por la violencia del conflicto que está teniendo lugar ante sus ojos, opta por dejarlo correr y acabar cuanto antes su película, todo lo contrario que el productor, encarnado por Luis Tosar, el cual, finalmente, decide involucrarse en una causa mayor como es la lucha por la vida).
8 de febrero de 2011
8 de febrero de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que, a priori, me daba un poco de pereza entrar a ver la película por el tema: el colonialismo; me imaginaba que habría opresores y oprimidos y mucha injusticia social. En los tiempos que vivimos a uno le apetece desconectar un poco en el cine con temas más ligeros. No obstante, las críticas eran unanimemente buenas y finalmente compré la entrada.
Lo cierto es que la película se deja ver desde el primer momento y el interés va creciendo conforme pasan los minutos sin llegar nunca a cansar.
El tratamiento de los personajes no es maniqueo y eso hace la trama mucho más creíble. El trabajo de actores es excelente, salvando algún que otro actor “no profesional” pero en vez de ser un handicap parece dar más autenticidad a la película. Es de destacar el papel de Elejalde, irregular en muchas ocasiones pero que esta vez lo borda.
Buena la dirección artística y muy bueno el guión.
Uno sale del cine pensando que nada ha cambiado después de 500 años, que sigue habiendo explotadores y explotados y mucha injusticia social: “los mismos perros con diferentes collares”. En cualquier caso el tono final no es derrotista y hay un resquicio para la esperanza: el hombre cuando es libre para decidir puede cambiar algo... aunque sólo sea para una familia.
Lo cierto es que la película se deja ver desde el primer momento y el interés va creciendo conforme pasan los minutos sin llegar nunca a cansar.
El tratamiento de los personajes no es maniqueo y eso hace la trama mucho más creíble. El trabajo de actores es excelente, salvando algún que otro actor “no profesional” pero en vez de ser un handicap parece dar más autenticidad a la película. Es de destacar el papel de Elejalde, irregular en muchas ocasiones pero que esta vez lo borda.
Buena la dirección artística y muy bueno el guión.
Uno sale del cine pensando que nada ha cambiado después de 500 años, que sigue habiendo explotadores y explotados y mucha injusticia social: “los mismos perros con diferentes collares”. En cualquier caso el tono final no es derrotista y hay un resquicio para la esperanza: el hombre cuando es libre para decidir puede cambiar algo... aunque sólo sea para una familia.
29 de mayo de 2020
29 de mayo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Icíar Bollaín propone cine dentro de cine, una película que se basa en una denuncia al colonialismo desde dos perspectivas retroalimentadas: la conquista del nuevo mundo por parte de los españoles a través de un rodaje cinematográfico en Cochabamba sufragado por el dinero de la multinacional americana y la revuelta social que empieza en esta ciudad en contra de la privatización del agua por parte de una empresa extranjera. El punto de partida es claro: El sometimiento a diferentes Dioses con la misma intención, uno que bajo la apariencia de la moral roba los recursos naturales de los nativos (el cristiano) y uno que bajo las leyes de la regulación de mercado impone la misma desdicha (el del capital).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La puesta en escena se entiende a partir de los personajes que forma el equipo técnico del rodaje, quienes, a través de las relaciones entre ellos, el entorno y los nativos, se ven obligados a tomar posiciones de consciencia respeto la realidad política que se impone. ¿Qué es más importante difundir el mensaje del Señor a través de una película negro legendaria sobre Bartolomé de las Casas o ayudar en la medida de lo posible la población autóctona quién actualmente están sufriendo daños parecidos?
En este sentido no solo me parece que el planteamiento está muy bien creado, sino que además la película tiene fines claramente bienintencionados. Especialmente por su visión que imprime la necesidad de aprender de los errores del pasado para no repetirlos en el presente. Bollaín además lo narra con crueza, echando sal a las heridas abiertas y siempre jugando con la contraposición de imágenes: entre aquello bello y aquello degradado, aquello cínico y aquello combativo, aquello pobre y aquello exuberante. Una fórmula que funciona.
Pero no es oro todo lo que reluce, y el resultado final también es una película desacompasada que no cuaja. ¿Por qué? Creo que es porqué es demasiado pretenciosa en su planteamiento y el mensaje se queda sordo en su desenlace final. No convence el paralelismo entre la Conquista de América y la crisis del agua debido a la complejidad moral y temporal de sus aspectos. Tampoco convence el desarrollo de los dilemas morales del equipo técnico de la película, especialmente centradas en la mutación de Tosar, quien tiene un cambio de actitud precipitada, mal resuelta y que por eso no solo no conmueve sino que no es creíble. Como tampoco funciona el intento de vinculación del problema de la privatización del agua en Bolivia con la culpabilidad que tienen los negocios que hacen los productores del filme.
En fin, película con una brillante idea, y sobre todo muy sincera, con unos personajes fantásticos (para mí gusto Karra Elejalde y Juan Carlos Aduviri los mejores) pero que disuelve cuándo intenta cerrar todos sus frentes abiertos.
En este sentido no solo me parece que el planteamiento está muy bien creado, sino que además la película tiene fines claramente bienintencionados. Especialmente por su visión que imprime la necesidad de aprender de los errores del pasado para no repetirlos en el presente. Bollaín además lo narra con crueza, echando sal a las heridas abiertas y siempre jugando con la contraposición de imágenes: entre aquello bello y aquello degradado, aquello cínico y aquello combativo, aquello pobre y aquello exuberante. Una fórmula que funciona.
Pero no es oro todo lo que reluce, y el resultado final también es una película desacompasada que no cuaja. ¿Por qué? Creo que es porqué es demasiado pretenciosa en su planteamiento y el mensaje se queda sordo en su desenlace final. No convence el paralelismo entre la Conquista de América y la crisis del agua debido a la complejidad moral y temporal de sus aspectos. Tampoco convence el desarrollo de los dilemas morales del equipo técnico de la película, especialmente centradas en la mutación de Tosar, quien tiene un cambio de actitud precipitada, mal resuelta y que por eso no solo no conmueve sino que no es creíble. Como tampoco funciona el intento de vinculación del problema de la privatización del agua en Bolivia con la culpabilidad que tienen los negocios que hacen los productores del filme.
En fin, película con una brillante idea, y sobre todo muy sincera, con unos personajes fantásticos (para mí gusto Karra Elejalde y Juan Carlos Aduviri los mejores) pero que disuelve cuándo intenta cerrar todos sus frentes abiertos.
13 de enero de 2011
13 de enero de 2011
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Icíar Bollaín es nuestra Directora más conocida y una de las que más cine social hace en nuestro país. Eso no se lo podemos negar. Así, ya desde su debut en “Hola, ¿Estás sola?” nos demostró que con pocos medios se podía sacar adelante una historia solvente, humana y cercana.
Según ha ido creciendo en importancia y en presupuestos las películas han ido perdiendo fuerza como su fallida “Mataharis” (esplendidas son “Flores de otro mundo” o “Te doy mis ojos”).
Partiendo de un guión de su pareja y guionista habitual de Ken Loach, Paul Laverty, nos muestra un hecho que aunque cercano en el tiempo un gran desconocido para nuestra sociedad, la denominada “Guerra del agua” de Bolivia ocurrida en el año 2000.
El planteamiento del que parte es que a través de un acontecimiento para la ciudad de Cochabamba (la tercera ciudad del país) como es el rodaje de una película sobre Cristóbal Colón en un país oprimido por la pobreza (con lo que supone en dinero y trabajo para los locales) se va transformando en un drama por la privatización del abastecimiento de agua municipal para que pase a manos extranjeras. Los acontecimientos se van precipitando y los miembros del rodaje tienen que tomar partido o cerrar sus ojos ante lo que está ocurriendo.
La trama va moviéndose como un columpio en una dualidad de personajes y de ambientes. Por un lado, la película en sí misma mediante escenas completas de cómo quedaría montada ésta y por otro lado las peripecias del rodaje que se van entremezclando y diluyendo por un acontecimiento mucho más importante que la película. Pero no acaba de conseguir convencer esa dualidad. Quiere que los personajes pasen de ser más idealistas (como el Director) a más pragmático y al revés con el Productor (al cual sólo le importa acabar la película y gastarse el menos dinero posible a pasar ser un implicado por decisión propia en la batalla). En momentos los personajes tienen fuerza pero en otras se diluyen como azucarillos y aunque se mantiene con interés la historia te deja la sensación de que podía haber ido más allá. De ser más claro el mensaje y no tan políticamente correcto con concesiones a ambos lados. La labor de Boallín como Directora es correcta, con oficio y agradable pero le falta ese punto de sal para que el arroz sepa sabroso y no se quede soso.
No todo es negro ni todo es blanco. La gama de grises de los intereses (tanto en el cine como en el movimiento social que muestran o en la vida misma) es muy amplia y no hay que ser tan parcial, y por ello no creo que ni sea posible que sea considerada ni siquiera para la nominación al Oscar al que aspira.
Según ha ido creciendo en importancia y en presupuestos las películas han ido perdiendo fuerza como su fallida “Mataharis” (esplendidas son “Flores de otro mundo” o “Te doy mis ojos”).
Partiendo de un guión de su pareja y guionista habitual de Ken Loach, Paul Laverty, nos muestra un hecho que aunque cercano en el tiempo un gran desconocido para nuestra sociedad, la denominada “Guerra del agua” de Bolivia ocurrida en el año 2000.
El planteamiento del que parte es que a través de un acontecimiento para la ciudad de Cochabamba (la tercera ciudad del país) como es el rodaje de una película sobre Cristóbal Colón en un país oprimido por la pobreza (con lo que supone en dinero y trabajo para los locales) se va transformando en un drama por la privatización del abastecimiento de agua municipal para que pase a manos extranjeras. Los acontecimientos se van precipitando y los miembros del rodaje tienen que tomar partido o cerrar sus ojos ante lo que está ocurriendo.
La trama va moviéndose como un columpio en una dualidad de personajes y de ambientes. Por un lado, la película en sí misma mediante escenas completas de cómo quedaría montada ésta y por otro lado las peripecias del rodaje que se van entremezclando y diluyendo por un acontecimiento mucho más importante que la película. Pero no acaba de conseguir convencer esa dualidad. Quiere que los personajes pasen de ser más idealistas (como el Director) a más pragmático y al revés con el Productor (al cual sólo le importa acabar la película y gastarse el menos dinero posible a pasar ser un implicado por decisión propia en la batalla). En momentos los personajes tienen fuerza pero en otras se diluyen como azucarillos y aunque se mantiene con interés la historia te deja la sensación de que podía haber ido más allá. De ser más claro el mensaje y no tan políticamente correcto con concesiones a ambos lados. La labor de Boallín como Directora es correcta, con oficio y agradable pero le falta ese punto de sal para que el arroz sepa sabroso y no se quede soso.
No todo es negro ni todo es blanco. La gama de grises de los intereses (tanto en el cine como en el movimiento social que muestran o en la vida misma) es muy amplia y no hay que ser tan parcial, y por ello no creo que ni sea posible que sea considerada ni siquiera para la nominación al Oscar al que aspira.
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