También la lluvia
2010 

7.1
28,438
Drama
Cochabamba, Bolivia. Año 2000. Sebastián (Gael García Bernal) y Costa (Luis Tosar) se han propuesto hacer una película sobre Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Mientras que Sebastián, el director, pretende desmitificar al personaje presentándolo como un hombre ambicioso y sin escrúpulos; a Costa, el productor, sólo le importa ajustar la película al modesto presupuesto del que disponen; precisamente por eso elige Bolivia, ... [+]
9 de enero de 2011
9 de enero de 2011
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sinopsis ya explica la historia que se quiere exponer, es una película dentro de otra, mientras vas viendo como va el rodaje de la película principal, o sea, la histórica de la conquista americana por Colón, nos muestra otra realidad histórica y actual en Bolivia, una población harta de ser expoliados (otra vez más), esta vez por sus propios dirigentes queriéndoles subir el costo del agua hasta un 300 por cien, para entregar la explotación de la misma a una multinacional norteamericana, la lucha descarnada de los ciudadanos, enfrentándose con palos y piedras a un ejercito con fusiles, conducen en este caso a efectuar una ‘consulta popular’, siendo la primera en el país, 50.000 personas acudieron voluntariamente y rechazaron las pretensiones del gobierno, aún y así tuvo que haber otro enfrentamiento en las calles de Cochabamba, de unos 100.000 habitantes de la misma, contra el ejercito y la policía, la primera victoria del pueblo, consiguiendo echar marcha atrás la ley transaccional y echar a la multinacional.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y a partir de aquí algunas cuestiones para mi importantes de la película que tal vez desvelan acciones que pueden estropearte la intriga de verla, así que eres libre de seguir leyendo o esperar a verla antes de leer más.
Podríamos quedarnos en el episodio histórico y en la utilización de dos momentos, la conquista de los territorios americanos por los descubridores españoles, con toda su carga y fuerza emocional que conlleva, subyugando a los indígenas a las entonces temibles y sanguinarias huestes españolas, comparando ese hecho de hace 500 años, con el hecho actual de políticos que no dudan en subyugar a su pueblo a cambio de no se sabe que.
Eso solo ya da para una buena película, pero en esta hay mucho más, son los gestos, las miradas, las palabras, no puedes perder ninguna letra, ningún silencio, ninguna mirada.
Un indígena entrega al recaudador de impuestos, el oro que lleva en un pequeño cuenco, como no esta lleno lo envían a castigar, el castigo es cortarle la mano con un hacha, esta escena la están proyectando y visionando después de efectuarla, la visionan las personas que han hecho el rodaje, también Belén, una chica de no mas de 12 años, al salir le preguntan, ¿cómo ha ido, te ha gustado?, responde, ‘si, algo dura’, pero lo dice con una impasibilidad estremecedora, ¿Cómo esa impasibilidad, si a todos los espectadores nos ha puesto el pelo en punta?, nosotros vimos lo que se quería transmitir, ella que estuvo en el rodaje, por supuesto que vio la ficción, para ella fue duro, para nosotros espeluznante el ver esa crueldad.
En otra escena se niegan unas mujeres que tenían que representar que ahogaban a sus hijos en un río porque eran perseguidas por los soldados, alguien dijo: ‘no lo pueden hacer porque ninguna madre seria capaz de hacerlo’. Si que se es capaz de hacerlo, para evitar el sufrimiento de una muerte cruel, entregando a tus hijos como carroña a los perros, antes lo ahogas y le procuras una muerte menos cruel, sabiendo en ese mismo momento que la madre morirá con su hijo. Pero no puede entrar en cabeza humana la bestialidad y barbarie que puede infringir un ser humano a otro.
Y por poner el último, aunque hay muchos mas, el cambio que se produce en el productor (Luis Tosar), deja su cinismo y único afán de hacer la película a toda costa, por la emoción que siente de tristeza y compasión por Belén, siendo herida en el tumulto, deja la acción de la película y la busca entre los heridos con su madre, para socorrerla, esta emoción es la misma que sentimos todos en cualquier desgracia de un ser conocido, desgracias hay muchas, pero si conoces a la persona, aunque sea por poco tiempo, la tristeza te embarga y tu comportamiento es diferente.
Es una película para beberla, empaparse de ella, no ver sólo la superficie, llenarse de palabras, como he escrito antes, y de sentimientos.
Podríamos quedarnos en el episodio histórico y en la utilización de dos momentos, la conquista de los territorios americanos por los descubridores españoles, con toda su carga y fuerza emocional que conlleva, subyugando a los indígenas a las entonces temibles y sanguinarias huestes españolas, comparando ese hecho de hace 500 años, con el hecho actual de políticos que no dudan en subyugar a su pueblo a cambio de no se sabe que.
Eso solo ya da para una buena película, pero en esta hay mucho más, son los gestos, las miradas, las palabras, no puedes perder ninguna letra, ningún silencio, ninguna mirada.
Un indígena entrega al recaudador de impuestos, el oro que lleva en un pequeño cuenco, como no esta lleno lo envían a castigar, el castigo es cortarle la mano con un hacha, esta escena la están proyectando y visionando después de efectuarla, la visionan las personas que han hecho el rodaje, también Belén, una chica de no mas de 12 años, al salir le preguntan, ¿cómo ha ido, te ha gustado?, responde, ‘si, algo dura’, pero lo dice con una impasibilidad estremecedora, ¿Cómo esa impasibilidad, si a todos los espectadores nos ha puesto el pelo en punta?, nosotros vimos lo que se quería transmitir, ella que estuvo en el rodaje, por supuesto que vio la ficción, para ella fue duro, para nosotros espeluznante el ver esa crueldad.
En otra escena se niegan unas mujeres que tenían que representar que ahogaban a sus hijos en un río porque eran perseguidas por los soldados, alguien dijo: ‘no lo pueden hacer porque ninguna madre seria capaz de hacerlo’. Si que se es capaz de hacerlo, para evitar el sufrimiento de una muerte cruel, entregando a tus hijos como carroña a los perros, antes lo ahogas y le procuras una muerte menos cruel, sabiendo en ese mismo momento que la madre morirá con su hijo. Pero no puede entrar en cabeza humana la bestialidad y barbarie que puede infringir un ser humano a otro.
Y por poner el último, aunque hay muchos mas, el cambio que se produce en el productor (Luis Tosar), deja su cinismo y único afán de hacer la película a toda costa, por la emoción que siente de tristeza y compasión por Belén, siendo herida en el tumulto, deja la acción de la película y la busca entre los heridos con su madre, para socorrerla, esta emoción es la misma que sentimos todos en cualquier desgracia de un ser conocido, desgracias hay muchas, pero si conoces a la persona, aunque sea por poco tiempo, la tristeza te embarga y tu comportamiento es diferente.
Es una película para beberla, empaparse de ella, no ver sólo la superficie, llenarse de palabras, como he escrito antes, y de sentimientos.
8 de enero de 2011
8 de enero de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de todo es la intercalación de las escenas del rodaje de la película con la película en sí, manteniendo el ritmo de los acontecimientos desde la llegada de Colón hasta el levantamiento de los bolivianos y de los indígenas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bolláin intercala esas dos películas sin que quede evidente el mensaje de la película (los pueblos, sobre todo indígenas, americanos siguen oprimidos por los colonialistas aún después de 500 años), pero creo que comete un error al transformar a Luis Tosar de un productor de cine sin escrúpulos a un rebelde unido a la causa de los indígenas. Se ve venir de lejos esta transformación, hace que Luis Tosar pierda esa fuerte personalidad que le caracteriza, y cada escena que sucede desde el comienzo del levantamiento se sabe a donde va a conducir, lo que provoca que la película pierda todo interés.
Un argumento que podía haber explotado más Bolláin (pero, claro, el mensaje propagandístico no sería tan maniqueo y algunos estarían obligados a pensar más de la cuenta) es el de la hipocresía de los directores(productores/actores de la película (y de los extranjeros en general) ante todo lo que está sucediendo en Bolivia. Genial la escena con el dictador Banzer, en el que este les saca los colores al equipo, y poco exprimida también la huída de todos ellos a la vez que ven escenas de abusos de los militares. Creo que sería interesante haber visto la tensión entre los personajes, unos abogando por denunciarlo y otros por hacer la vista gorda.
Se echa de menos un poco más de contextualización histórica de la Guerra del Agua (luego hay que llegar a casa y buscar en la Wikipedia para saber más) y más también de escenas de lo que ocurre en Bolivia más allá del equipo de rodaje durante la revuelta.
En resumen, una película bastante correcta con muy buenos actores (Tosar, Karra Elejalde y el que hace de Bartolomé de las Casas), pero que cojea bastante en la forma de desarrollar el argumento y en los actores bolivianos (muy fríos) que, claro, había que contratar para no contradecirse con el eslogan de la peli.
Un argumento que podía haber explotado más Bolláin (pero, claro, el mensaje propagandístico no sería tan maniqueo y algunos estarían obligados a pensar más de la cuenta) es el de la hipocresía de los directores(productores/actores de la película (y de los extranjeros en general) ante todo lo que está sucediendo en Bolivia. Genial la escena con el dictador Banzer, en el que este les saca los colores al equipo, y poco exprimida también la huída de todos ellos a la vez que ven escenas de abusos de los militares. Creo que sería interesante haber visto la tensión entre los personajes, unos abogando por denunciarlo y otros por hacer la vista gorda.
Se echa de menos un poco más de contextualización histórica de la Guerra del Agua (luego hay que llegar a casa y buscar en la Wikipedia para saber más) y más también de escenas de lo que ocurre en Bolivia más allá del equipo de rodaje durante la revuelta.
En resumen, una película bastante correcta con muy buenos actores (Tosar, Karra Elejalde y el que hace de Bartolomé de las Casas), pero que cojea bastante en la forma de desarrollar el argumento y en los actores bolivianos (muy fríos) que, claro, había que contratar para no contradecirse con el eslogan de la peli.
9 de enero de 2011
9 de enero de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me ha decepcionado Icíar ( para mi la mejor directora de cine de este país, sin ninguna duda).
Una película muy difícil de hacer que ha salido con notable de la prueba. Muy bien conseguidas las escenas de la revuelta. Mantiene el interés y el ritmo todo el tiempo.
Interesante lo que cuenta y como lo cuenta.
Para mi solo una pega, creo que sobraba el papel de héroe de Tosar, un final mas realista le habría hecho mas creíble.
Aún así, es de las que no hay que dejar de ver.
Una película muy difícil de hacer que ha salido con notable de la prueba. Muy bien conseguidas las escenas de la revuelta. Mantiene el interés y el ritmo todo el tiempo.
Interesante lo que cuenta y como lo cuenta.
Para mi solo una pega, creo que sobraba el papel de héroe de Tosar, un final mas realista le habría hecho mas creíble.
Aún así, es de las que no hay que dejar de ver.
11 de enero de 2011
11 de enero de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la fuerza que Paul Laverty plasma en la parte del guión dedicada a los años del descubrimiento de América... -a la historia de cine dentro del cine- tuviese la misma intensidad que la parte contemporánea estaríamos hablando posiblemente de la mejor película del año.
Como si los actores fueran conscientes de la mayor trascendencia de esas escenas, Karra Elejalde o Raúl Arévalo dan aquí lo mejor de sí mismos rubricando papeles de secundarios de lujo. Y un Tosar siempre metido hasta la médula en sus personajes, aunque abocado a esa parte de la historia que se vive en el presente del rodaje, no defrauda encarnando la transición entre el negociante sin escrúpulos y el hombre que no puede permanecer impasible ante la injusticia. Es, sin embargo, Juan Carlos Aduviri quien da mejor la réplica en uno y otro mundo, quizás porque en uno y otro mundo representa en verdad a la víctima de las circunstancias y a quien lucha por la supervivencia...
La idea del paralelismo entre el pasado y el presente para crear un cine social de denuncia es buena y está bien desarrollada. La realización de Iciar Bollaín, acompañada de una fotografía y una banda sonora de mérito, es impecable; las tomas en su mayoría correctas alcanzan instantes donde la planificación del rodaje sabe acentuar la tensión del momento. Secuencias como las del helicóptero trasportando la cruz, o las mujeres con los niños al borde del río, donde la simbiosis entre la ficción del pasado y el rodaje del presente se hace palpable, son momentos de cine de calado.
Es quizás la relación entre los personajes en su complicidad hacia el personaje de Daniel -el actor boliviano al mismo tiempo que principal revolucionario- lo que adolece de más minutos de desarrollo, de más dedicación argumental que haga más sentida la resolución de la película en lugar de algo fría y forzada. No cabe sin embargo sino disfrutar y remover alguna conciencia ante el mensaje de un genocidio histórico que hoy se reproduce en tantos lugares como un genocidio social. Cambiaron los métodos, pero víctimas y verdugos siguen siendo los mismos.
"Allí vide tan grandes crueldades que nunca los vivos tal vieron ni pensaron ver" (Bartolomé de las Casas).
Como si los actores fueran conscientes de la mayor trascendencia de esas escenas, Karra Elejalde o Raúl Arévalo dan aquí lo mejor de sí mismos rubricando papeles de secundarios de lujo. Y un Tosar siempre metido hasta la médula en sus personajes, aunque abocado a esa parte de la historia que se vive en el presente del rodaje, no defrauda encarnando la transición entre el negociante sin escrúpulos y el hombre que no puede permanecer impasible ante la injusticia. Es, sin embargo, Juan Carlos Aduviri quien da mejor la réplica en uno y otro mundo, quizás porque en uno y otro mundo representa en verdad a la víctima de las circunstancias y a quien lucha por la supervivencia...
La idea del paralelismo entre el pasado y el presente para crear un cine social de denuncia es buena y está bien desarrollada. La realización de Iciar Bollaín, acompañada de una fotografía y una banda sonora de mérito, es impecable; las tomas en su mayoría correctas alcanzan instantes donde la planificación del rodaje sabe acentuar la tensión del momento. Secuencias como las del helicóptero trasportando la cruz, o las mujeres con los niños al borde del río, donde la simbiosis entre la ficción del pasado y el rodaje del presente se hace palpable, son momentos de cine de calado.
Es quizás la relación entre los personajes en su complicidad hacia el personaje de Daniel -el actor boliviano al mismo tiempo que principal revolucionario- lo que adolece de más minutos de desarrollo, de más dedicación argumental que haga más sentida la resolución de la película en lugar de algo fría y forzada. No cabe sin embargo sino disfrutar y remover alguna conciencia ante el mensaje de un genocidio histórico que hoy se reproduce en tantos lugares como un genocidio social. Cambiaron los métodos, pero víctimas y verdugos siguen siendo los mismos.
"Allí vide tan grandes crueldades que nunca los vivos tal vieron ni pensaron ver" (Bartolomé de las Casas).
14 de enero de 2011
14 de enero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contrastes del pasado y el presente, que giran en torno a la misma idea: nos sigue aprisionando el mismo yugo. El antes estuvo marcado por el Oro, el ahora está marcado por los dólares: y ambos están marcados por la falta de principios y valores. Siempre existe alguno capaz de dar un paso atrás en el último momento, siempre hay alguien dispuesto a luchar. Salí de la sala esperanzada de ver que todavía existe quien se preocupa por algo por lo que vale luchar. El contexto es brillante, la lucha por el agua, el repudio a la privatización.
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