Divorcio a la italiana
1961 

7.4
3,491
Comedia
Un barón siciliano (Mastroianni), casado desde hace doce años, se enamora locamente de su sobrina Angela (Stefania Sandrelli), una muchacha de dieciséis. Cuando comprueba que su amor es correspondido, empieza a pensar en el método más seguro para deshacerse de su mujer (Daniela Rocca): hace todo lo posible para inducirla a la infidelidad con el fin de matarla. Las leyes italianas de la época castigaban los llamados "delitos de honor" ... [+]
28 de febrero de 2014
28 de febrero de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicho fácilmente, una de las mejores comedias negras del mundo del cine, y en general una de la mejores comedia, Fefe casado desde hace años con Rosalía, encuentra en su relación una apatía llena de rutina y tristeza, su vida conyugal se resume a cubrir las necesidades amorosas de su mujer las cuales parecen nunca terminar, cansado de esa vida, “el baron” italiano se fija en su prima, una joven sexy e inocente que vive al frente de su casa, día y noche, Fefe sueña con su musa, con un encuentro cercano en donde pueda brindarle todo el amor que siente entre espalda y pecho, pero la ley italiana en cuanto al adulterio es exigente, y su familia no permitirá que manche el nombre de todos solicitando el divorcio, la solución parece entonces ser una, deshacerse de su mujer a como dé lugar. El trasfondo del maravilloso guion de Divorcio a la Italiana, tiene una doble moral extremadamente deliciosa y cínica, metiendo la llaga en una sociedad llena de gente con doble careta que no hace lo que predica pero que juzga fuertemente, el filme fue el precursor de producciones que se llamaron “comedias a la italiana” y fue básicamente en donde Mastroianni se dio a conocer. Maravillosas secuencias, situaciones jocosas, risas a granel, Divorcio a la Italiana nos hace reírme de lo imposible que somos, de lo risible de nuestro actuar. El final es un golpe fijo, nada termina nunca, al contrario todo vuelve a comenzar. Por cierto la aparición de Sandrelli, simplemente define todo lo que es
15 de mayo de 2022
15 de mayo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ferdinando Cefalú (Marcello Mastroianni) un noble siciliano de familia venida a menos está perdidamente enamorado de Ángela, su prima adolescente. Intentará por todos los medios que su mujer Rosalía le ponga los cuernos para utilizar en su favor un código penal italiano que le daría razón en unas determinadas circunstancias a la hora de poder casarse con Ángela.
Pietro Germi elabora una comedia dramática para hacer una dura crítica a la hipocresía de la sociedad retrógrada/machista y a las leyes italianas de aquella época.
La crítica se focalizaba en la inexistencia del divorcio y los problemas que provocaba. También sobre el código penal italiano de aquellos tiempos que establece una importante reducción de penas en los casos de "delito de honor" (asesinato de la mujer cuando el marido la encuentra en flagrante adulterio).
Divorcio a la italiana se trata de una de las películas clave de lo que se denominó Commedia all'italiana. Este género, muy vinculado a la cultura popular de Italia, nació como contraposición al neorrealismo italiano que imperó la cinematografía italiana de mediados de los 40 a finales de los 50.
Los dos elementos más destacados de la película son: la galopante banda sonora que acompaña los 104 minutos de película a la desbordante interpretación Marcello Mastroianni.
Mastroianni está memorable con su sempiterno cigarro con boquilla, su mueca burlona y su estampa de hacerse “el tonto” en una de las comedias más negras de la historia.
Pietro Germi elabora una comedia dramática para hacer una dura crítica a la hipocresía de la sociedad retrógrada/machista y a las leyes italianas de aquella época.
La crítica se focalizaba en la inexistencia del divorcio y los problemas que provocaba. También sobre el código penal italiano de aquellos tiempos que establece una importante reducción de penas en los casos de "delito de honor" (asesinato de la mujer cuando el marido la encuentra en flagrante adulterio).
Divorcio a la italiana se trata de una de las películas clave de lo que se denominó Commedia all'italiana. Este género, muy vinculado a la cultura popular de Italia, nació como contraposición al neorrealismo italiano que imperó la cinematografía italiana de mediados de los 40 a finales de los 50.
Los dos elementos más destacados de la película son: la galopante banda sonora que acompaña los 104 minutos de película a la desbordante interpretación Marcello Mastroianni.
Mastroianni está memorable con su sempiterno cigarro con boquilla, su mueca burlona y su estampa de hacerse “el tonto” en una de las comedias más negras de la historia.
4 de enero de 2025
4 de enero de 2025
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida y con una mala leche evidente, de esa rancia sociedad, de sobre todo el sur de Italia de aquella época. En algunos aspectos aun vivían como en la edad media por lo menos. Un divertido Mastroianni como un decadente y tontaina aristócrata venido a menos, con ese ridículo bigotillo y sus cigarrillos con boquilla de marfil , sus reflexiones, sus dimes y diretes no tienen desperdicio, y una inocente y bella Stefania Sandrelli, que luego no resulta tan ingenua como en un principio parecía. Divertida e ingeniosa con Mastroianni en su mejor momento, neorrealismo con bastante sátira, la hipocresía y el machismo de aquella sociedad al desnudo, un clásico de su época, a reivindicar.
12 de febrero de 2022
12 de febrero de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni sé por donde empezar. Tiene un guion excelente. Cada toma, cada escena, cada gesto, cada comentario irónico de la voz en off, todo se une para conformar una película que se ríe de los problemas de sus protagonistas mostrándolos sin embargo como si les comprendiese. Es cómica a la vez que, como tantas veces ha ocurrido en la historia del cine italiano, parece una declaración de amor hacia el ser humano, con todos sus defectos.
Cambiando de tema, me ha resultado muy llamativo el parecido de la prima con el bello Tadzio de Muerte en Venecia.
Y para decir algo práctico, es un cine elegante, ni gore ni de terror ni de dramas que chapoteen en la miseria. Y está Marcello, claro.
Cambiando de tema, me ha resultado muy llamativo el parecido de la prima con el bello Tadzio de Muerte en Venecia.
Y para decir algo práctico, es un cine elegante, ni gore ni de terror ni de dramas que chapoteen en la miseria. Y está Marcello, claro.
10 de diciembre de 2024
10 de diciembre de 2024
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avanti! (popolo).
Lo humano como ridículo (todo se puede ver desde ese perfecto profundo punto de vista tan preciso o exacto, el que más se ajusta a nuestra categoría existencial y justo por eso mismo tan escaso, porque no gusta verse o vernos tan claramente reflejados en el espejo de nuestro descontento desvelo, complejo, preferimos la máscara, el disimulo, la hipocresía, le verborrea, la náusea, darnos importancia, creernos -en- algo, que esto, o aquello, y nosotros, por supuesto, va en serio, que no es, a quién se le ocurre, una ópera bufa todo, un esperpento, una astracanada siniestramente cómica patafísica patidifusa, una chorrada farsesca, un baile salvaje que da vergüenza, y miedo, y risa, y vueltas como una noria enroscada encallada que gira sobre sí misma, un tiovivo, averiado, o truco, del almendruco, chusco), supino, estúpido y terrible, una danza macabra, la vida, protagonizada por majaderos, mamarrachos y, sobre todo, por de baba bobos al retortero (un viaje hacia la nada regido por el sinsentido, absoluto, el delirio y el sarcasmo, una función de teatro, bestia, amañada, corrupta, miserable y tan divertida).
Agramonte no está en Sicilia, está en Zaragoza, la panacea, el acabose.
La educación + El espíritu de la tribu, es el viaje iniciático narcótico alucinado pesadillesco equinoccial de un sideral lechuguino, el que emprende este cenutrio cínico cándido, vago non plus ultra (de casta le viene al galgo, como Fernando Rey comentaba en Tristana, trabajar es indigno, tristísimo, un bochorno, de pobres de espíritu o alma, de menesterosos, algo bajo, grosero, obsceno, de un infinito mal gusto, calamitoso), de rancio abolengo, blasón, estirpe, escudo, venido a menos, sin casi ya cuerpo de servicio (Patrimonio nacional de Berlanga no anda tan lejos, Villalonga, el marqués de Leguineche, todo en venta, arruinados, obligados a recibir visitas en su palacio, a toque de pito pitorreo, humillados y ofendidos, desidia, lascivia, pereza), que utiliza la película como vía de conocimiento, La vía láctea, que va desde la más total ominosa oscuridad que supone la ignorancia abismal hasta alcanzar, ya tarde (una vez que acabe la obra), la iluminación definitiva (¿A costa de la vida misma? Seguramente), y en el que se viene a decir que todo es nada y nada es (mucho) menos, que cero, de cuerno en cuerno hasta el hoyo, espejismo, Las ilusiones perdidas, el barroco italiano en todo su esplendor negro redivivo re/creativo, la mafia en esencia, Don (Ciccio Matará) Chicho, Terrremoto, quieras o no quiero, hasta el mismo infierno, unido, El proceso individual de este pedazo de alcornoque, al movimiento de las masas, al estudio de sociedad, pasamos u oscilamos entre el incipiente protestantismo individualista (darse gusto, amoralmente, sin Dios finalmente ni concierto tampoco ninguno), el huevo de la serpiente, disoluto, lo que ahora es ley, esperanto, moneda de cambio, y el catolicismo (que iremos, El olvido que seremos, con el paso de los años, dejando atrás, esta película, en ese sentido, es una reliquia o antigualla, un testimonio o testamento, un epitafio definitivo, de un modo o unas formas de vida, usos y costumbres, que fueron muriendo y que en los sesenta, ¡Qué gozada de divorcio!, daban sus postreros coletazos, los últimos estertores o suspiros, fin de obra o raza, de tiempo o civilización, de visión o religión, de era o glaciación, a tomar por culo las bicicletas, he dicho) como comunidad, donde vemos esas gentes y esas calles, paisaje y paisanaje, en perpetuo movimiento, retrato sin retoques, el coro griego, donde, como explicaban en La edad de la inocencia, entre bambalinas, pantomima, fuera de cámara, en off, se dice o decide todo, lo que importa, La mano que mece la cuna, quién debe vivir y, claro, morir (o no), y cuándo, y cómo, se dicta sentencia, entre las pocas sombras, A pleno sol, donde la Democracia Cristiana, vota, no hay otra, convive tan rica dulce armoniosamente con el Partido comunista, sinvergüenza, zorra, mismos perros iguales collares, Iglesia, sacerdotes todos, curas y monjas hasta en la sopa, hasta las trancas, a toda hora, fe, creencias, las cruzadas, hay que cambiarlo todo para no cambiar ni un pelo, de la burra, de la dehesa, Don Camilo y el honorable Peppone, Hola Don Pepito, Hola Don José, dúo dinámico cómico, y donde uno es lo que dicen los demás, o si no, te mueres, de asco, y de pena, o te matas/n.
La película es maravillosa y asombrosa, una puta obra maestra como pocas, porque muestra, al dedillo, al detalle, al dente, el mecanismo de la bestia, la entraña del monstruo, las tripas de la relojería, los tornillos de la maquina(ria), pesada, las vigas y los cimientos, del edificio, en ruinas, tan severamente, y te partes, sorna, chanza, guadaña, trágicamente, o de cómo funciona el tinglado o teatrillo, de cómo se forman las noticias, los sucedidos o sucesos, los hechos o acontecimientos, vericuetos, lo que late tras la fachada o burda comedia, de cómo nada de lo que se dice o finge tiene que ver ni remotamente con lo que en verdad se hace o piensa.
Ella es tonta, a morir, o no tan así, es genial cuando pasa de parecer subnormal con su marido querido a dar gritos como una tirana verdulera a la criada en un nanosegundo, La transformación, cómo cambia, no es plana, también, cuando quiere o le interesa, da la nota, la hora, en realidad siempre actúa o hace teatro, aquí el más lerdo, también, decimos, hace relojes, de cuco o lo que toque o sea, él mucho más porque cree que no, deliciosa interpretación en/con la caída de ojos, y de cuerpo, entero y verdadero, esa apatía o desgana fatalidad, esa aristocrática cariacontecida elegante ataraxia o esplín, y la demás fauna es gloria, el papa y la mama, el tío y la tía, la hermana y el buitre (como número humorístico simple y hasta la extenuación repetido, vodevil, rima, melodía, estribillo, leitmotiv, a ver si follan de una vez por todas los pobres, desahogo, El pisito, El mito de Sísifo), Stefanía no es más que un símbolo,
Lo humano como ridículo (todo se puede ver desde ese perfecto profundo punto de vista tan preciso o exacto, el que más se ajusta a nuestra categoría existencial y justo por eso mismo tan escaso, porque no gusta verse o vernos tan claramente reflejados en el espejo de nuestro descontento desvelo, complejo, preferimos la máscara, el disimulo, la hipocresía, le verborrea, la náusea, darnos importancia, creernos -en- algo, que esto, o aquello, y nosotros, por supuesto, va en serio, que no es, a quién se le ocurre, una ópera bufa todo, un esperpento, una astracanada siniestramente cómica patafísica patidifusa, una chorrada farsesca, un baile salvaje que da vergüenza, y miedo, y risa, y vueltas como una noria enroscada encallada que gira sobre sí misma, un tiovivo, averiado, o truco, del almendruco, chusco), supino, estúpido y terrible, una danza macabra, la vida, protagonizada por majaderos, mamarrachos y, sobre todo, por de baba bobos al retortero (un viaje hacia la nada regido por el sinsentido, absoluto, el delirio y el sarcasmo, una función de teatro, bestia, amañada, corrupta, miserable y tan divertida).
Agramonte no está en Sicilia, está en Zaragoza, la panacea, el acabose.
La educación + El espíritu de la tribu, es el viaje iniciático narcótico alucinado pesadillesco equinoccial de un sideral lechuguino, el que emprende este cenutrio cínico cándido, vago non plus ultra (de casta le viene al galgo, como Fernando Rey comentaba en Tristana, trabajar es indigno, tristísimo, un bochorno, de pobres de espíritu o alma, de menesterosos, algo bajo, grosero, obsceno, de un infinito mal gusto, calamitoso), de rancio abolengo, blasón, estirpe, escudo, venido a menos, sin casi ya cuerpo de servicio (Patrimonio nacional de Berlanga no anda tan lejos, Villalonga, el marqués de Leguineche, todo en venta, arruinados, obligados a recibir visitas en su palacio, a toque de pito pitorreo, humillados y ofendidos, desidia, lascivia, pereza), que utiliza la película como vía de conocimiento, La vía láctea, que va desde la más total ominosa oscuridad que supone la ignorancia abismal hasta alcanzar, ya tarde (una vez que acabe la obra), la iluminación definitiva (¿A costa de la vida misma? Seguramente), y en el que se viene a decir que todo es nada y nada es (mucho) menos, que cero, de cuerno en cuerno hasta el hoyo, espejismo, Las ilusiones perdidas, el barroco italiano en todo su esplendor negro redivivo re/creativo, la mafia en esencia, Don (Ciccio Matará) Chicho, Terrremoto, quieras o no quiero, hasta el mismo infierno, unido, El proceso individual de este pedazo de alcornoque, al movimiento de las masas, al estudio de sociedad, pasamos u oscilamos entre el incipiente protestantismo individualista (darse gusto, amoralmente, sin Dios finalmente ni concierto tampoco ninguno), el huevo de la serpiente, disoluto, lo que ahora es ley, esperanto, moneda de cambio, y el catolicismo (que iremos, El olvido que seremos, con el paso de los años, dejando atrás, esta película, en ese sentido, es una reliquia o antigualla, un testimonio o testamento, un epitafio definitivo, de un modo o unas formas de vida, usos y costumbres, que fueron muriendo y que en los sesenta, ¡Qué gozada de divorcio!, daban sus postreros coletazos, los últimos estertores o suspiros, fin de obra o raza, de tiempo o civilización, de visión o religión, de era o glaciación, a tomar por culo las bicicletas, he dicho) como comunidad, donde vemos esas gentes y esas calles, paisaje y paisanaje, en perpetuo movimiento, retrato sin retoques, el coro griego, donde, como explicaban en La edad de la inocencia, entre bambalinas, pantomima, fuera de cámara, en off, se dice o decide todo, lo que importa, La mano que mece la cuna, quién debe vivir y, claro, morir (o no), y cuándo, y cómo, se dicta sentencia, entre las pocas sombras, A pleno sol, donde la Democracia Cristiana, vota, no hay otra, convive tan rica dulce armoniosamente con el Partido comunista, sinvergüenza, zorra, mismos perros iguales collares, Iglesia, sacerdotes todos, curas y monjas hasta en la sopa, hasta las trancas, a toda hora, fe, creencias, las cruzadas, hay que cambiarlo todo para no cambiar ni un pelo, de la burra, de la dehesa, Don Camilo y el honorable Peppone, Hola Don Pepito, Hola Don José, dúo dinámico cómico, y donde uno es lo que dicen los demás, o si no, te mueres, de asco, y de pena, o te matas/n.
La película es maravillosa y asombrosa, una puta obra maestra como pocas, porque muestra, al dedillo, al detalle, al dente, el mecanismo de la bestia, la entraña del monstruo, las tripas de la relojería, los tornillos de la maquina(ria), pesada, las vigas y los cimientos, del edificio, en ruinas, tan severamente, y te partes, sorna, chanza, guadaña, trágicamente, o de cómo funciona el tinglado o teatrillo, de cómo se forman las noticias, los sucedidos o sucesos, los hechos o acontecimientos, vericuetos, lo que late tras la fachada o burda comedia, de cómo nada de lo que se dice o finge tiene que ver ni remotamente con lo que en verdad se hace o piensa.
Ella es tonta, a morir, o no tan así, es genial cuando pasa de parecer subnormal con su marido querido a dar gritos como una tirana verdulera a la criada en un nanosegundo, La transformación, cómo cambia, no es plana, también, cuando quiere o le interesa, da la nota, la hora, en realidad siempre actúa o hace teatro, aquí el más lerdo, también, decimos, hace relojes, de cuco o lo que toque o sea, él mucho más porque cree que no, deliciosa interpretación en/con la caída de ojos, y de cuerpo, entero y verdadero, esa apatía o desgana fatalidad, esa aristocrática cariacontecida elegante ataraxia o esplín, y la demás fauna es gloria, el papa y la mama, el tío y la tía, la hermana y el buitre (como número humorístico simple y hasta la extenuación repetido, vodevil, rima, melodía, estribillo, leitmotiv, a ver si follan de una vez por todas los pobres, desahogo, El pisito, El mito de Sísifo), Stefanía no es más que un símbolo,
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
todo por tanto, o acicate, macguffin, excusa, coartada, la bella ninfa, el deseo, y, obvio, el mejor personaje de todos es el del pueblo, de hecho, protagoniza dos de las tres (la tercera, claro, es la del asesinato múltiple o mutuo recíproco a dos manos inclusivo por, especialmente, el glorioso momento en el que vemos juntos al pintor, pintando, y a la musa, posando, con el mar de fondo, en pleno acantilado, Dios mío, cómo el arte puede llegar a tales niveles o cotas de enormidad o verdad, de belleza lacerante, jaja, tan alto y tan lejos, donde a la caza le da alcance, un no sé qué o qué sé yo que te quedas balbuciendo) mejores secuencias de la película (y de la historia del cine, dicho sea, de paso), y me refiero, por descontado, a la del entierro, prodigiosa (esos abrazos y apretones de manos, el comentario al oído del mafioso, La información, la llegada inesperada inopinada de la otra, la cornuda, el final con las lágrimas de Stefania y cómo le seca con el pañuelo el escupitajo a él, divino, Divina comedia), y la de La dolce vita, alucinante (esas caras y miradas, arrobadas, ese asombro constante extático religioso sagrado ante la presencia mayestática o monumental, colosal, de la Ekberg, Anita, esa Diosa -como en España pasaba o pasó con el baile de la Mangano en Arroz amargo, que la gente iba en masa o procesión, como a misa, a rezar el rosario, a verla, mover la cadera, y todo el resto, muevo la cabeza, muevo el esternón, bailando, me paso el día bailando, su exuberante mamotreta bella anatomía, e, inevitablemente, entraban en trance o éxtasis colectivo, como el inconsciente, hasta tal punto que el que daba la función se veía obligado a repetir, hacer un bis, una vez tras otras la jugada, para así calmar la avidez desaforada del pueblo, bucle melancólico, para saciar el hambre de hembra humana, de belleza, de verdad, de santidad-, como ver en vivo y en directo delante de tus ojos o morros a la virgen, de Lourdes, mudos, concentrados, ahítos, contritos, embargados por el sentimiento, con el añadido inefable de que Marcello conoce a Marcello, el doble, toma juego metaficitico, y no nos lo muestran, de fondo queda, se insinúa), a lo que hay que sumar la repetitiva/obsesiva utilización de la música que alterna o se ve representada a través de dos temas, el lírico sentimental y el toque a rebato o degüello, solemne e impetuoso (pareciera el, ese gran, final de Alatriste, La Madrugá, una marcha, procesión o hecatombe), fúnebre y religioso, fatalista, tremendista, maravilla, juerga negra, chacota y tumba, sanctorum sancta, zarabanda y zahúrda, mito y tragedia, trigonometría, trapisonda, tragicomedia, mojiganga, Luces de bohemia, ritualiza, sacraliza, satiriza, orgía perpetua, gloria en la tierra, Viva Italia, nuestra hermana más querida, maestra, compañera, gemela.
Mar, roca, naturaleza, un viaje contra el tiempo en busca de los (trabajos de) amores perdidos.
La maté porque no era mía, ni de nadie, de todos, del viento, del pueblo, como los impuestos, del polvo, del camino, si no la matas, te suicidas, de lo contrario, el oprobio, la mancha indeleble okupará toda tu vida y tiempo y familia por los siglos de los siglos.
Esta obra o agonía es una sinfonía que comienza lo más grande, se amodorra en su mitad y acaba con un réquiem insuperable, es la extrema unción, Dios, el bautizo, el funeral, la comunión, una y trina.
En el plano último comprobamos cómo el cementerio se seguirá nutriendo de almas, tanta tumba, la luctuosa crónica no acaba aquí, to be continued, true crime, la próxima es o será la prima o vaya usted a saber quién, él mismo.
Más allá de críticas a particulares o universales, a instituciones o anónimos de toda índole y condición, ni títere con cabeza, pellizcos de monja en comparación, la película se ríe del universo entero, contra todo/todos, pero como fiesta, Celebración, bacanal, sí, la vida es una puta mierda, pero qué gracia que tiene la cabrona, si no sabes acepar una broma, vete de este pueblo, Cosa Nostra.
Mar, roca, naturaleza, un viaje contra el tiempo en busca de los (trabajos de) amores perdidos.
La maté porque no era mía, ni de nadie, de todos, del viento, del pueblo, como los impuestos, del polvo, del camino, si no la matas, te suicidas, de lo contrario, el oprobio, la mancha indeleble okupará toda tu vida y tiempo y familia por los siglos de los siglos.
Esta obra o agonía es una sinfonía que comienza lo más grande, se amodorra en su mitad y acaba con un réquiem insuperable, es la extrema unción, Dios, el bautizo, el funeral, la comunión, una y trina.
En el plano último comprobamos cómo el cementerio se seguirá nutriendo de almas, tanta tumba, la luctuosa crónica no acaba aquí, to be continued, true crime, la próxima es o será la prima o vaya usted a saber quién, él mismo.
Más allá de críticas a particulares o universales, a instituciones o anónimos de toda índole y condición, ni títere con cabeza, pellizcos de monja en comparación, la película se ríe del universo entero, contra todo/todos, pero como fiesta, Celebración, bacanal, sí, la vida es una puta mierda, pero qué gracia que tiene la cabrona, si no sabes acepar una broma, vete de este pueblo, Cosa Nostra.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here