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La condena

Drama. Romance Karrer lleva una vida retirada en una población minera. Las tardes las pasa siempre en el bar Titanik, cuyo dueño le propone participar en una operación de contrabando, pero él prefiere cederle ese trabajo al marido de la cantante del bar. (FILMAFFINITY)
Críticas 22
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8
8 de junio de 2013 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que no es para todos los públicos por su ritmo extremadamente moroso, pero que es deliciosamente artística. He leído alguna crítica en la que se dice que falta guión. Puede ser. Tiene un argumento pequeño como un grano de anís, pero con el que Tarr hace una obra de arte magistral. Crea una atmósfera de melancolía, pesimismo, amargura, abatimiento, de triste resignación, como yo antes no había visto, ni siquiera en el cine de Tarkovsky o de Antonioni.

Hay dos momentos que para mí son los mejores. La primera secuencia, que comienza con un largo plano-secuencia de un teleférico minero, y que termina con la escena de noche en el bar Titanik. Y el baile a ritmo de vals, ya hacia el final, en el que se cuentan muchas cosas sin hablar.

"He estado sentado ahí, impávido, contando el tiempo hasta que tuve setenta años. Nunca tuvimos hijos. No tendremos mucho que perder. Sin embargo, no te veré en el más allá cariño, porque al igual que tú, jamás creí en ello"
7
19 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Tarr convierte un guion mínimo, con matices de cine negro, en un radical ejercicio de estilo que supone el hallazgo de su característico sello personal, en forma de extensos y meticulosos planos-secuencia.

Un cine formalista en exceso, quizá, donde el poderío de un solemne envoltorio visual (suele hablarse más de ello que de otra cosa) puede impedirnos ver lo realmente importante, la historia que todo buen cineasta tiene que contar. También es, sin embargo, un cine que busca caminos inexplorados de la narración en imágenes, que intenta desvelar otra realidad mediante la dilatación del tiempo, con la cámara como firme y detenida observadora de dicha realidad, reforzada por una potente fotografía y por un notable trabajo de sonido, que resalta un inquietante paisaje sonoro (en paralelo al que nos entra por los ojos).

Se acompaña el húngaro ya de sus colaboradores habituales: Mihaly Vig, aportando su música melancólica, el escritor Laszlo Krasznahorkai con sus diálogos (más bien monólogos) abiertamente filosóficos y literarios, así como la labor de la montadora Agnes Hranitzky, que posteriormente figurará como co-directora.

El pueblo minero donde transcurre la acción es un mundo cerrado y de pesadilla, azotado por una lluvia incesante; todo en él está desgastado y ruinoso, los perros campan a sus anchas por las calles... lejos de ser un mero decorado, los personajes parecen mimetizarse con tan lóbrego entorno; una realidad imposible de modificar, siempre repetida (como los contenedores que vienen y van), donde hacer algo no cambia nada, pero resignarse tampoco parece mucho mejor.

Los personajes son perdedores condenados por un determinismo atroz (la “condena” del título), incapaces de llevar a cabo sus sueños: un gángster de tres al cuarto que tira para adelante, una femme fatal amargada, un barman mefistofélico y dedicado a actividades ilegales... así como un protagonista nihilista (tan lúcido como despreciable), pasivo, aferrado a su amor sin fundamento, que cuando decide cortar por lo sano, el resultado es su reducción ya definitiva a un estado animal, a una soledad existencial ya completa. La alegría de la huerta todo, vamos. En cuanto a la vieja, una especie de hada madrina, lo opuesto al pensamiento de nuestro héroe, que intenta llevarle por el buen camino.

Me hace dudar y refunfuñar la pedantería momentánea, las frases grandilocuentes y dignas de un poeta borrachuzo (soltadas hasta por el último pringao, ojo)... que son también, como todo lo demás el intento sincero de un hombre (Tarr) por entender el mundo, al animal absurdo que es el ser humano.
9
28 de junio de 2021 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sexto largometraje de Béla Tarr es una obra maestra descomunal sobre la decadencia de un mundo inmoral, vacio, nimio y profundamente deprimido. Es, hasta el momento, su mejor película, la más madura y la que conjuga mejor su visión poética y trascendental de la realidad. Por lo tanto "La condena" es el comienzo de su segunda etapa cinematográfica, la que le permite abrirse al panorama internacional y convertirse, por derecho propio, en uno de los cineastas más personales e influyentes del cine contemporáneo.

"La condena, como he dicho anteriormente, supone una ruptura dentro de su filmografía. Es el comienzo de una visión conmovedora, triste y desesperanzada de una realidad podrida, en profunda decadencia y en continua caida. El fondo de esta caída es la muerte. Una muerte irrevocable, irresistible y que todo lo abraza.
Los personajes de Tarr son como una especie de salto al vacío. Cuando Karrer (Miklós B. Székely) mira y mira sin parar, petrificado y absorto, los cajones de carbon que se mueven de manera mecánica por su ventana se mira a si mismo, mira una estructura mecanizada, fría y sin brio, que repite y repite los mismos movimientos y que no son más que la confirmación de una sociedad hueca, vacía y sin alma.

Muchos son los protagonistas del film y que van más alla de los actores y actrices.

- El ruido. Por un lado el ruido ambiental (cajones de carbon, lluvia, naves industriales...) que no es más que el reflejo de la mecanicidad y la falta de verdad de la sociedad/mundo. Por otro lado los ruidos cotidianos (pisadas, golpes, cuando los personajes comen...) Aquí el ruido se convierte en el elemento natural que complementa una dirección y fotografía esencialmente trascendentales.

- Los largos e incansables travellings. Es impresionante el manejo que el director magyar tiene del travelling, dotando al film de una fluidez que contrasta claramente con su ritmo lento y ensimismado.

- Los escasos dialógos son brillantes, reflexivos y profundos. De hecho la historia es solo una excusa para que Tarr diseccione a través de varios de estos diálogos, temas tan interesantes como el amor, el suicidio, la muerte, la amistad o el éxito.

Aparte de todo esto, me encanta el papel de Gyula Pauer, una femme fatale que absorbe a Karrer y a todo el que se le cruza por delante, Tiene un encanto arrebatador, y al mismo tiempo, un aura maldita.

Formalmente "La condena" es absolutamente magistral. Fotografía preciosista, dirección sublime y un guion brillante que siempre está al servicio del pensamiento critico-reflexivo. La música de Vig Mihaly es, como siempre, una delicia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por cierto, me encanta el papel de la mujer rubia madura, siempre que aparece actua como una revelación para Karrer. Es una auténtica visionaria. Funciona como una profeta.
9
12 de diciembre de 2022 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras veo la película, en casa, voy leyendo las críticas pues en este tipo de pelis me pierdo bastante, no sé bien lo que me van contando, aunque lo intuyo, quizás me lo invento, o una mezcla.
Criticas a favor y en contra. Por medio leo que este es el director de Tourin Horse, una de mis pelis favoritas, y sí, la verdad que se nota que está la misma mano detrás.
Pues personalmente, a mí, sea lo lenta que sea no me importa, el tiempo es relativo, y en un film te pueden contar más cosas que en toda una vida alguien cercano.
Los famosos planos secuencia de los que tanto se habla en las críticas, para mí están acompañados de una exquisita música se fondo, y la música es muy importante, no en el séptimo arte que es la mezcla de varias artes, sino en la vida misma. Además y por otro lado está lo que sea, pero es algo tan hipnótico como mirar el fuego de una chimenea, o las olas del mar, o la lluvia como dicen en la peli. Se puede estar horas mirando ese tipo de cosas sin más. Y las frases tienen un toque melancólico y existencial que personalmente me llenan bastante.
Es decir, para mí ese cine está lleno de vida, de la mía por lo menos.
6
5 de octubre de 2017 0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de Béla Tarr, más interesante que la echaron el otro día, 3 de Octubre en Patio Herreriano, dentro del ciclo de películas referidas a este autor húngaro.
Género suspense. Tengo que decir que las escenas se caracterizan por una gran calidad de imágen, pero si bien, menos para mi gusto que el director Michelangelo Antoniano. Por otra, parte, es una película que como se irá viendo, al ser antigua, la intriga se va viendo avanzada la película no muy larga de una hora y 13 minutos
Comienza mirando este "personaje" como se irá viendo las cubetas de la mina de al lado. Ya que, hay una mujer, que se ha dedicado a acosar todo el rato, que ya no quiere seguir con él. Y se suicida en el servicio.
Es un hombre dado al espionaje del marido de una mujer, que se suicida, al verse metida así como una prostituta. Y por supuesto, frecuenta clubes, y el del bar le ofrece dedicarse al narcotráfico para dejar en paz a las mujeres.
Eso sí, seguirá dedicándose sí al narcotráfico, pero molestando a otra mujer, que está también casada, dejándóselo a su marido pero quedándose con él, al no poder escapar de este tipo.
Se hace un fundido en negro y se ve, cómo sigue entrando al Titanic, pero esta vez, parece ser que a por otra víctima porque ésta, al ceder, ya parece no interesarle.
Una película duda de una situación de un país en crisis, con las mafias consiguientes que hay en él.
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