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La condena

Drama. Romance Karrer lleva una vida retirada en una población minera. Las tardes las pasa siempre en el bar Titanik, cuyo dueño le propone participar en una operación de contrabando, pero él prefiere cederle ese trabajo al marido de la cantante del bar. (FILMAFFINITY)
Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
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8
4 de noviembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta esta película desconocía prácticamente la existencia del cineasta húngaro Béla Tarr y una vez vista he de decir que me arrepiento de no haber visitado antes su filmografía.
"La condena" es una reflexión melancólica y muy potente sobre el ser humano y su deriva irrefrenable, en un tono sinceramente antropológico, accesiblemente filosófico.
Pesimista, falsamente inerte y auténticamente hermosa en su frialdad, está construida a base de fotos fijas en constante movimiento, con un espléndido montaje interno en cada secuencia, en una puesta en escena magistral, llena de vida propia, en un desprecio inaudito por el plano/contraplano.
Envuelta en una atmófera brumosa, con una fantástica fotografía de Gábor Medvigy, este retrato de un hombre triste perennemente mojado por la lluvia y rodeado de famélicos perros y paisajes deprimentes (influencia de Antonioni), es un logrado y tristísimo melodrama, o mejor dicho aún, un lúcido y quejumbroso antimelodrama. La soledad, el desamor, la infelicidad, la melancolía, el ensimismamiento, la pasividad, desfilan en una película díficil, pero vivísima en su apariencia cadavérica, además de una premonición acerca del posterior, extremo y depuradísimo hasta lo sublime cine de un autor único.
10
23 de diciembre de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hipnótica al igual que otras del director. Blanco y negro que deleita. Arte en movimiento, el argumento es lo de menos. Encuadres y fotografía maravillosos. Cine puro, en esencia. La vida falsa que filma Tarr es más real que la vida del realismo y el neorrealismo, al menos en mi mente. Titanic es el mejor café de todos los tiempos junto con el Rick's american cafe, aunque tan distintos. En ambos te podrías quedar a vivir. Como siempre maravillosa música de Mihály Vig. Obra maestra, cine único, esto sí es cine de autor.
6
10 de diciembre de 2022 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tu cabeza es hermosa, pero sin seso, le dijo el zorro al busto de mármol.
La condena es hermosa pero sin interés. Apenas cuenta algo y lo que cuenta, con una retórica grandilocuente en el texto, te deja igual.
Eso sí, planos magníficos, una cámara que se mueve como una bailarina y un ambiente de opresión muy logrado.
Y un cierto aburrimiento, al ver, por ejemplo, minutos enteros de una pared.
8
21 de septiembre de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre enamorado de una cantante de bar ofrece una operación de contrabando al marido de ésta, para así poder encontrarse con ella a solas.

Béla Tarr alcanza su madurez fílmica con "La condena", una mirada a la desintegración del ser humano, a través de la clásica historia de amor y traición. El director húngaro rechaza el plano/contraplano en beneficio del montaje interno, depurando la puesta en escena hasta hacer de su película una propuesta formalista y contemplativa. La fotografía en blanco y negro de Gábor Medvigy capta la melancólica belleza de unos exteriores en los que predomina la lluvia, el lodo y la bruma. La música de Mihaly Vig pone el resto.



"No me aferro a nada, pero todo se aferra a mí."
9
21 de mayo de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Condena.

Condena es que la mala suerte de nacer pobre y haber tomado las decisiones equivocadas te hayan sentenciado a la miseria y a una vida de la que, a pesar de hacerte infeliz, no te ves capaz de escapar.

Condena es vivir en una ciudad industrial, gris y decadente; donde hasta los árboles parecen estar muertos y los únicos animales son los perros callejeros, todos tan desnaturalizados y hechos al entorno artificial y urbano como las propias personas.

Condena es matar el poco tiempo que ya te queda pasándote los días viendo las vagonetas de carbón pasar y esperando a que su marido se marche para poder ver a la mujer que amas y las noches bebiendo en el bar.

Condena es estar enamorado de alguien que solo te va a llevar por el camino de la amargura.

Condena es, para algunos, su estructura basada en planos secuencia más largos que los de una peli porno (para mí, sin embargo, en este aspecto una condena si no que es).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Condena es encontrar una forma de salir los dos del fango, un resquicio a través del cual poder escapar hacia algo mejor con ella, la única cosa que te importa en este mundo, y que te traicione en el último momento con aquel en el que confiabas.

Condena es que quizá ni siquiera lo hiciera a propósito, que quizá solo se dejó llevar por el alcohol, ya que no puedo evitar sentir que, no sé por qué, lejos de justificar su traición eso la haría incluso peor.

Y acabar de condenarte a ti mismo es que la rabia te lleve a denunciar a alguien a quien aprecias y te acabes así reduciendo al nivel de los perros callejeros.

Todo esto es condena, pero hay algo que estimo que no lo es: admirar esta gran película de Béla Tarr. Eso es, al contrario, una absolución.
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