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Verano del 42

Romance. Drama Hermie (Gary Grimes), Oscy (Jerry Houser) y Benji (Oliver Conant) son tres amigos adolescentes que pasan sus vacaciones de verano en una isla de Nueva Inglaterra. Hermie es un chico apuesto pero muy tímido, Oscy es más aguerrido y aventajado con las chicas y Benji es... bueno, mejor conocerlo. Su amistad, sus travesuras, sus experiencias con las chicas van a tener ese verano, y una de ellas será inolvidable cuando a la isla llega ... [+]
Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
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8
7 de abril de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cineasta de la generación de la televisión, a Robert Mulligan siempre se le consideró un director sin pretensiones de autoría, lo cual no quiere decir que no las tuviera. Un director difícil de encontrar en las enciclopedias de cine, teniendo en su haber unos cuantos títulos muy notables como: Matar a un ruiseñor, La noche de los gigantes, y también, yo añadiría Verano del 42. Sensible y delicada película sobre el despertar al amor y al sexo de unos muchachos durante ese verano en una isla de Nueva Inglaterra. Basada en un guión de Herman Raucher, que tiene mucho de autobiografía del escritor y del propio cineasta que en ese tiempo tenían la misma edad que los protagonistas. Narrada desde un lenguaje onírico y evocador, un film de iniciación a la vida con una música llena de sensualidad y melancolía de Michel Legrand, cuya melodía forma parte de la Historia del cine.

El cineasta cuenta con todos los elementos propicios al despliegue de su talento cinematográfico, un planteamiento nostálgico, retrospectivo e introspectivo, unos protagonistas solitarios y extraños entre sí, un encuentro fugaz que rompe la monotonía de unas vacaciones de verano, una relación tímida y apenas esbozada, todo ello hace que la película te seduzca, porque en cierto mudo todos hemos pasado más o menos por esa etapa. Con Verano del 42 el espectador regresa, de mano de la fascinante Dorothy – una ropa interior meciéndose en un tendedero, el bronceado tentador de unas piernas o unos pechos, una sonrisa única en el atardecer – a las promesas agridulces de los sabores prohibidos de la adolescencia.

EE UU acaba de entrar en la 2ª Guerra Mundial y la esplendorosa Dorothy (Jennifer O´Neill) que vive en una casa junto a la playa despide en el embarcadero a su esposo que se incorpora a filas, ante la mirada de Hernie prendado de su belleza junto a sus amigos Oscy y Benjie, todos adolescentes y cada uno de ellos evocan despertares diferentes, pero Hernie es el más romántico y maduro. La fotografía de Robert Surtees adopta tonalidades desvaídas de acuarela y colores pálidos – celestes, grises, ocres – impregnando un carácter inconfundible de tono poético. Hernie conseguirá hacer amistad llevándole los paquetes en un día de compra, naciendo una bonita relación, ingenua e inocente pero enormemente satisfactoria para ambos por distinto motivo.
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La voz en off del propio Mulligan, con una hermosa puesta de sol de fondo, cierra el relato del mismo modo que lo había comenzado: “Nunca la volví a ver. Ni supe nunca qué había sido de ella. Entonces los niños éramos distintos. Tardábamos mucho en entender nuestros sentimientos. En el verano del cuarenta y dos asaltamos el puesto del guardacostas cuatro veces. Vimos cinco películas y llovió nueve días. A Benjie se le rompió su reloj. Oscy regaló su armónica. Y de una manera muy especial, yo perdí a Hernie para siempre”.
8
7 de febrero de 2010 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hernie tendría unos dieciséis años cuando todo ocurrió. Recuerda la geografía de la isla. El ligero verano. Las jugarretas con sus amigos de entonces, Benji y Oscy. La playa. El cine de verano. Los “récords” con las niñas de su edad. El momento en el que descubrir un libro de sexo para adultos era un tesoro secreto. El sonrojo de comprar preservativos en la farmacia. La nochecita que se dio su colega con la rubita. Todos ellos recuerdos tan nostálgicos como encantadores. Pero lo que más recuerda el bueno de Hernie, es la figura de Dorothy. Una hermosa mujer que espera la vuelta de su amado, quien marchó al frente. Una mujer que cautiva, enamora y paraliza los cinco sentidos de Hernie.

En aquella isla, el muchacho recuerda que todo cambió. Perdió la inocencia y la niñez en ella. Todavía recuerda aquella noche en casa de la desconsolada Dorothy. Algo que jamás podrá olvidar. ‘Verano del 42′ es una historia simple, pero conmovedora. Supongo que para los que crecieron con ella, la recordarán con mayor nostalgia y alegría que yo. Nuestra generación es la de ‘American Pie’, ‘Road trip’ y demás barbaridades. Sana envidia de aquéllos que crecieron con historias tan simples y bonitas como la de este verano, el verano del 42.
8
12 de diciembre de 2011 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante y encantadora película, donde se retrata fielmente la adolescencia, sin caer en las chorradas ni riduculeces a la que nos tienen mal acostumbrados otras películas o series de televisión.
Aquí nos encontramos con tres críos con unas inquietudes, dudas y neuras propias de cualquier chaval de éste mundo, al que le empiezan a salir los primeros pelos en ciertas partes de su cuerpo repleto de hormonas en plena ebullición.
Los tres actores, están sencillamente genial, en estado de gracia, te los crees y empatizas con ellos, les coges cariño y te identificas con ellos y en ningún momento te llegan a parecer estúpidos o antipáticos, como pasa en otras peliculas o series de televisión.
Lo mejor de todo es la escena del protagonista cuando entra en la tienda para comprar unos preservativos, sencillamente genial y soberbia, de lo mejor que he visto.
Recomiendo ésta película a cualquiera que haya sido realmente un adolescente y en especial a todo aquel que lo esté siendo, para que no siga los modelos o dogmas ridículos y cutres que algunas peliculas y sobre todo series de televisión tratan de enseñar sobre esa etapa tan conflictiva como es la adolescencia.
8
14 de octubre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensible y elegante película, muy adecuada en tiempos en que el romanticismo se diluye en pringosos productos titulados de manera aún más estomagante que no les impide convertirse en éxitos de taquilla.
Trata sobre el recuerdo que tiene un hombre de su primer amor de adolescente, en el que tiene la fortuna de toparse con una Jennifer O´Neill esplendorosa. No obstante, tan trascendente es ese primer amor como el recuerdo que queda de él.
Todo está narrado desde la posteridad por medio de una voz en off, y aunque la acción no se despega del pasado en ningún momento, toda ella tiene una palidez nostálgica que directamente convierte lo sucedido en una anécdota encantada, no sabiendo con certeza si ocurrió exactamente así o es el recuerdo lo que así la conserva. La imagen brota añeja, casi onírica, más propia de una lejana y embellecida memoria que de una rutinaria realidad. La propia actriz protagonista surge como una presencia angelical y trascendente.
En cuanto al amor adolescente, describe de manera muy precisa una sensación concreta: el sueño de alcanzar a alguien inalcanzable consigue hacerse realidad. Esta emoción propia del ser humano, mucho más frecuente aún en la adolescencia, nos es presentada con suma pulcritud: El es un adolescente, ella una mujer que ronda los treinta años, lo que convierte en una quimera cualquier posible aspiración. Tal diferencia de edades sirve para este recurso dramático, y nada más. Se aparta del morbo que la historia podría llevar dentro por la grandeza de comportamiento de ambos, muy por encima de lo que sería una simple aventura estival.
Otra gran obra que llegaría a ser un título mítico de la época de la mano de Robert Mulligan, que como siempre realiza una cuidadosísima producción sobre un guión ajeno de Herman Raucher, quien al parecer tuvo esa misma o parecida vivencia, y que fue una de las películas de las que su director se mostró más orgulloso. Un hombre de la generación de la televisión que trabajaba sus producciones con gran detalle, muy alejado del desaliño imperante que existía en el cine de los 70, y que no ha sido reconocido con la justicia que merece. Quizás le ocurrió lo mismo a su propia generación, ninguno de cuyos integrantes, salvo Lumet, parece gozar de cierta individualidad; estos no eran autores, eran sólo gente de la generación de tv. Lástima para ellos que Cathiers du Cinema y su “ nouvelle vague” no naciera años más tarde…
7
18 de julio de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El descubrimiento de la sexualidad visto por Hermie (Gary Grimes) un joven de dieciséis años y unos años en que un conflicto como la II Guerra mundial parecía apartado de lugares tan apacibles como el lugar de veraneo en que él y sus amigos corretean pero que no les dejan ajenos a otras preocupaciones que van a suponer el fin de una inocencia tan esperada y deseada y que parecen guardar como un tesoro. Pero Hermie parece, más que atraido por los juegos y las bromas propios, de la presencia de Dorothy, una joven esposa cuyo marido se ha alistado al ejército. Atraído por la soledad de la chica se convertirá en su principal confidente y el enamoramiento de él no tardará en florecer y convertirse en un asunto más serio de lo que él se proponía como adolescente.

La voz en off del chico sirve como guía en las situaciones en que él vive dia a dia en esa isla que lo acoge durante unas vacaciones llenas de recuerdos y evocadas de sentimientos. Los momentos más divertidos de la película (la secuencia en el cine o en la farmacia, donde la curiosidad sexual es descaradamente desatada) quedan en un segundo plano al relevarse la verdadera identidad del primer amor y la admiración de la soledad de una mujer en su casa de la playa esperando en un momento a otro la llegada de su esposo del frente.

Un gran melodrama firmado por Robert Mulligan (recordado por otras grandes películas como “Matar a un Riseñor” (To Kill a Mockingbird, 1962) y la terrorífica “El Otro” (The Other, 1972) en que supuso el debut a la fama de Jennifer O´Neill, que posteriormente interpretaría la obra maestra de Luchino Visconti, “El Inocente” y que, salvo en su aparición en la cronenbergiana “Scanners” (1981) su carrera quedaría relegada a la televisión.
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