Verano del 42
7.1
3,823
Romance. Drama
Hermie (Gary Grimes), Oscy (Jerry Houser) y Benji (Oliver Conant) son tres amigos adolescentes que pasan sus vacaciones de verano en una isla de Nueva Inglaterra. Hermie es un chico apuesto pero muy tímido, Oscy es más aguerrido y aventajado con las chicas y Benji es... bueno, mejor conocerlo. Su amistad, sus travesuras, sus experiencias con las chicas van a tener ese verano, y una de ellas será inolvidable cuando a la isla llega ... [+]
20 de agosto de 2008
20 de agosto de 2008
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que haya otro director como este para narrar películas sobre la infancia.
Elegantemente narrada, seguro que todos nos identificamos con el protagonista en alguna que otra escena. Lejos de caer en el morbo, la relación con la mujer "mayor" esta narrada con exquisito gusto. O´Neill hace un papel muy bueno, lejos de la sobreactuación. El tema musical es de quitarse el sombrero. Todo el filme está impregnado de un ambiente de melancolía que le hace mucho bien a la historia.
Por cierto, ¿alguien puede explicarme como O´Neill, que trabajó con Hawks, Edwards, Cronenberg, Visconti o el propio Mulligan acabó haciendo películas con Chuck Norris?
Elegantemente narrada, seguro que todos nos identificamos con el protagonista en alguna que otra escena. Lejos de caer en el morbo, la relación con la mujer "mayor" esta narrada con exquisito gusto. O´Neill hace un papel muy bueno, lejos de la sobreactuación. El tema musical es de quitarse el sombrero. Todo el filme está impregnado de un ambiente de melancolía que le hace mucho bien a la historia.
Por cierto, ¿alguien puede explicarme como O´Neill, que trabajó con Hawks, Edwards, Cronenberg, Visconti o el propio Mulligan acabó haciendo películas con Chuck Norris?
4 de mayo de 2008
4 de mayo de 2008
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando a un lado las cuestiones éticas del tipo de relación que nos plantera esta película; se consigue que el espectador comprenda las motivaciones de los personajes, mostrándonos una relato de afecto y cariño sincero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los últimos 15 minutos de la película, absolutamente hermosos.
4 de noviembre de 2009
4 de noviembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era una mañana soleada y, caminando, fui a la pista de motocross donde habría una competencia. No recuerdo que edad tenía, pero sé que experimentaba los verdes resplandores de la adolescencia. Parado sobre un alto del terreno, observaba a la multitud que se iba agolpando, cuando sentí la necesidad de mirar hacia un costado, y entonces, contemplé a una adorable chica que venía en mi dirección. Tenía más o menos mi edad; lucía un hermoso cabello negro, largo y lacio como el de Anne Hathaway, y vestía jeans y una camiseta de tiras muy ceñida, bajo la cual no se adivinaba sostén. Yo la miraba con tanto embeleso que, enseguida atraje su mirada, y nuestros ojos se cruzaron fijamente por varios segundos. Me sentía fascinado… ¡era una chica deslumbrante!
Ella se detuvo detrás mío, y yo podía sentir su mágica presencia llenando por completo aquel espacio. Mi garganta se anudaba, tragaba saliva y ansiaba hablarle, pero estaba bloqueado. Pensé en 100 frases y en 50 poemas que sabía… pero fue en vano. En algún momento, puse las manos desprevenidamente sobre mi cintura y… ¡oh, Dios!, al poco tiempo, ella arrimó uno de sus lindos senos contra mi codo, y al sentir aquel suave y persistente roce, entré en éxtasis como, Hermie, en aquella sala de cine junto a su tímida chica... la única diferencia es que, yo sí sentía lo que sentía. Pasaban los segundos… los minutos… y ese precioso cuerpo seguía en contacto conmigo, sin que la chica hiciese nada por retirarse. No conseguí ver a un sólo motociclista y la multitud se esfumó por completo de mi vista. Estaba dentro, pero fuera de este mundo.
De repente, la carrera terminó, y el movimiento de la gente que empezaba a marcharse, me volvió a la realidad. La chica seguía junto a mí, y no sé de dónde saqué fuerzas, pero, me di vuelta, y al sentir su envolvente mirada la abracé queriendo fundirme con ella. Ella respondió a mi abrazo con tanta pasión y ternura como yo tomaba su cuerpo… y lo que siguió luego, es una dulce historia que revivo cada vez que veo a, Dorothy y a Hermie, en aquella entrega sublime en la cabaña junto al mar.
Razones tengo pues, para que éste filme me llegue al alma y me toque las fibras más recónditas: Me recuerda el amor envuelto en nubes y fugado de este mundo; me trae a la memoria los temores y la inseguridad de la adolescencia; me regresa una sonrisa al pensar en las torpezas que cometía y en las que caían mis viejos amigos; me devuelve la imagen de las chicas que quise tener, pero no pude… y la de aquellas otras que llegué a tenerlas, pero, las perdí demasiado pronto.
Herman Raucher, con esa emotiva manera de escribir su historia; Robert Mulligan, con la profunda sensibilidad que cada tanto demuestra en la dirección (“To Kill a Mockingbird”, “The Man in the Moon”…); Michel Legrand, con su bellísima partitura; y Jennifer O’Neill, con su dulcísima presencia, hacen de, <<VERANO DEL 42>>, un filme que nos llega hasta lo más recóndito del alma.
Título para Latinoamérica: <<HUBO UNA VEZ UN VERANO>>
Ella se detuvo detrás mío, y yo podía sentir su mágica presencia llenando por completo aquel espacio. Mi garganta se anudaba, tragaba saliva y ansiaba hablarle, pero estaba bloqueado. Pensé en 100 frases y en 50 poemas que sabía… pero fue en vano. En algún momento, puse las manos desprevenidamente sobre mi cintura y… ¡oh, Dios!, al poco tiempo, ella arrimó uno de sus lindos senos contra mi codo, y al sentir aquel suave y persistente roce, entré en éxtasis como, Hermie, en aquella sala de cine junto a su tímida chica... la única diferencia es que, yo sí sentía lo que sentía. Pasaban los segundos… los minutos… y ese precioso cuerpo seguía en contacto conmigo, sin que la chica hiciese nada por retirarse. No conseguí ver a un sólo motociclista y la multitud se esfumó por completo de mi vista. Estaba dentro, pero fuera de este mundo.
De repente, la carrera terminó, y el movimiento de la gente que empezaba a marcharse, me volvió a la realidad. La chica seguía junto a mí, y no sé de dónde saqué fuerzas, pero, me di vuelta, y al sentir su envolvente mirada la abracé queriendo fundirme con ella. Ella respondió a mi abrazo con tanta pasión y ternura como yo tomaba su cuerpo… y lo que siguió luego, es una dulce historia que revivo cada vez que veo a, Dorothy y a Hermie, en aquella entrega sublime en la cabaña junto al mar.
Razones tengo pues, para que éste filme me llegue al alma y me toque las fibras más recónditas: Me recuerda el amor envuelto en nubes y fugado de este mundo; me trae a la memoria los temores y la inseguridad de la adolescencia; me regresa una sonrisa al pensar en las torpezas que cometía y en las que caían mis viejos amigos; me devuelve la imagen de las chicas que quise tener, pero no pude… y la de aquellas otras que llegué a tenerlas, pero, las perdí demasiado pronto.
Herman Raucher, con esa emotiva manera de escribir su historia; Robert Mulligan, con la profunda sensibilidad que cada tanto demuestra en la dirección (“To Kill a Mockingbird”, “The Man in the Moon”…); Michel Legrand, con su bellísima partitura; y Jennifer O’Neill, con su dulcísima presencia, hacen de, <<VERANO DEL 42>>, un filme que nos llega hasta lo más recóndito del alma.
Título para Latinoamérica: <<HUBO UNA VEZ UN VERANO>>
9 de diciembre de 2008
9 de diciembre de 2008
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Memorias de un ya ex-adolescente, de un ya lejano verano, del año 1942. Un largo y cálido verano de cuitas adolescentes tales como el tonteo con chicas, los ya crepusculares juegos infantiles, los laboriosos y complicados intentos de adquisición de profilácticos, la inconsciencia del advenimiento de una nueva etapa vital vía celebración despreocupada de las vacaciones estivales.
Sacudida emocional y física, vivida y narrada por voz del protagonista, sumido y rebuscando en los cuasi oníricos recuerdos y emociones que perduran de aquella pretérita y calurosa estación, donde tuvo aquel encuentro, aquel descubrimiento, aquellos interrogantes, aquel enamoramiento, aquella pasión, aquella ternura para con aquella diosa solitaria moradora de la casa de la playa. Una Penélope cuyo Ulises había partido para la guerra y que tendrá al púber como incondicional amigo y finalmente amante. Efímero compañero cárnico, trastocado y emocionado a varios niveles por la diosa de cuya vida formó parte. Un breve encuentro de indeleble huella en el alma.
Musa por siempre jamás de sentidas y profundas evocaciones. Evocaciones de aquel verano del 42, de aquel verano del adiós, de aquel generoso y bello muslamen subido a una escalera que él sostenía en casa de ella, mientras pálpitos semiconvulsivos se apoderaban de su imberbe persona ávida de gozar con propias manos y boca de aquellos manjares, de aquellas hermosas piernas femeninas de otro planeta. Sentimientos de un pasado de marcado presente cuyo culmen fue una última noche. Noche cuyos mudos testigos y parte fueron un telegrama junto a un cigarrillo encendido en un cenicero, un tocadiscos cuya aguja había ya sustituído música por ruídos de final de disco y, finalmente, un cariño y una soledad que unieron en comunión espiritual, sentimental y carnal a desvalidas y desorientadas ánimas.
Extrañamente sencilla, contenida y hermosa. Visión de una más que finiquitada adolescencia, de realista onirismo tanto en su atmósfera como en su ambiente. Un viaje de sentido y sensibilidad en toda regla, que no de sensiblería fácil.
Muy bonita. No se la pierdan.
Sacudida emocional y física, vivida y narrada por voz del protagonista, sumido y rebuscando en los cuasi oníricos recuerdos y emociones que perduran de aquella pretérita y calurosa estación, donde tuvo aquel encuentro, aquel descubrimiento, aquellos interrogantes, aquel enamoramiento, aquella pasión, aquella ternura para con aquella diosa solitaria moradora de la casa de la playa. Una Penélope cuyo Ulises había partido para la guerra y que tendrá al púber como incondicional amigo y finalmente amante. Efímero compañero cárnico, trastocado y emocionado a varios niveles por la diosa de cuya vida formó parte. Un breve encuentro de indeleble huella en el alma.
Musa por siempre jamás de sentidas y profundas evocaciones. Evocaciones de aquel verano del 42, de aquel verano del adiós, de aquel generoso y bello muslamen subido a una escalera que él sostenía en casa de ella, mientras pálpitos semiconvulsivos se apoderaban de su imberbe persona ávida de gozar con propias manos y boca de aquellos manjares, de aquellas hermosas piernas femeninas de otro planeta. Sentimientos de un pasado de marcado presente cuyo culmen fue una última noche. Noche cuyos mudos testigos y parte fueron un telegrama junto a un cigarrillo encendido en un cenicero, un tocadiscos cuya aguja había ya sustituído música por ruídos de final de disco y, finalmente, un cariño y una soledad que unieron en comunión espiritual, sentimental y carnal a desvalidas y desorientadas ánimas.
Extrañamente sencilla, contenida y hermosa. Visión de una más que finiquitada adolescencia, de realista onirismo tanto en su atmósfera como en su ambiente. Un viaje de sentido y sensibilidad en toda regla, que no de sensiblería fácil.
Muy bonita. No se la pierdan.
6 de junio de 2014
6 de junio de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visioné esta película en unas jornadas de cine clásico que organizaban en mi ciudad hace unos 10 o 12 años. No tenía conocimiento de quien era Robert Mulligan, ni de Verano del 42, ni de su banda sonora inolvidable. Tan solo de Jennifer O`Neill en su papel en Rio Bravo con John Wayne. La sinopsis era cuanto menos atrayente ¿Quién no se ha enamorado de una mujer mayor en su adolescencia?
Cuando la acabé de ver salí conmovido. No la he vuelto a ver desde entonces pero no la he podido olvidar. Muchas películas se olvidan con el paso de los años, sus detalles, la historia, solo quedan imágenes o escenas sueltas. Incluso con las buenas puede pasar, porque quizás nos consigue transmitirte igual que a otras personas. Otras por las razones que sean se te quedan marcadas para siempre aunque no sean obras grandilocuentes ni muy conocidas. Creo que es el caso de Verano del 42 . Pero no nos equivoquemos, es una películas sobresaliente. No es muy conocida, ni siquiera la he visto en DVD. Es única a pesar de la sencilla puesta en escena con el océano de fondo. Contiene esos ingredientes para convertirla en una historia romántica perfecta: El lugar, la música, los protagonistas, el feeling, aflicción, añoranza. Por eso es extraordinaria
Al igual que nosotros Hermie ,el protagonista, tampoco puede olvidarse de aquel verano que pasó con sus amigos en el que conoció a Dorothy (O`Neill). Con voz en off nos cuenta esta historia de melancolía con un tono envuelto de triste nostalgia de aquellos días en la costa Este de Estados Unidos, país envuelto en plena campaña bélica en Europa. Uno de los pilotos de los aviones de guerra es el marido de Dorothy , la cual conocerá casi por casualidad a nuestro joven y salido protagonista. Hermie se encuentra en plena búsqueda la madurez, del conocimiento de lo que es ser hombre. Geniales las escenas del protagonista en la farmacia (divertidísima), con las amigas en el cine viendo a Betty Davis, con sus entrañables amigos.
Cuando la acabé de ver salí conmovido. No la he vuelto a ver desde entonces pero no la he podido olvidar. Muchas películas se olvidan con el paso de los años, sus detalles, la historia, solo quedan imágenes o escenas sueltas. Incluso con las buenas puede pasar, porque quizás nos consigue transmitirte igual que a otras personas. Otras por las razones que sean se te quedan marcadas para siempre aunque no sean obras grandilocuentes ni muy conocidas. Creo que es el caso de Verano del 42 . Pero no nos equivoquemos, es una películas sobresaliente. No es muy conocida, ni siquiera la he visto en DVD. Es única a pesar de la sencilla puesta en escena con el océano de fondo. Contiene esos ingredientes para convertirla en una historia romántica perfecta: El lugar, la música, los protagonistas, el feeling, aflicción, añoranza. Por eso es extraordinaria
Al igual que nosotros Hermie ,el protagonista, tampoco puede olvidarse de aquel verano que pasó con sus amigos en el que conoció a Dorothy (O`Neill). Con voz en off nos cuenta esta historia de melancolía con un tono envuelto de triste nostalgia de aquellos días en la costa Este de Estados Unidos, país envuelto en plena campaña bélica en Europa. Uno de los pilotos de los aviones de guerra es el marido de Dorothy , la cual conocerá casi por casualidad a nuestro joven y salido protagonista. Hermie se encuentra en plena búsqueda la madurez, del conocimiento de lo que es ser hombre. Geniales las escenas del protagonista en la farmacia (divertidísima), con las amigas en el cine viendo a Betty Davis, con sus entrañables amigos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Especialmente bonito es el desenlace. Los momentos del protagonista con Dorothy, cuando la conoce, cuando hablan y especialmente cuando más adelante vuelve a casa de esta y la ve destrozada por la carta que ha recibido en la que dice que su marido ha fallecido en combate. Lo siguiente, señores, es puro cine, puro sentimiento. Precioso, para mi la mejor escena de amor y pasión de la historia, junto con un final inmejorable.
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