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Los amantes de la noche

Cine negro. Drama. Romance El joven Bowie acaba de escapar de prisión con otros dos reclusos. En la guarida donde se refugian vive Keechie, una joven que pronto se siente atraída por él. Poco después de atracar un banco con sus compinches, sufre un accidente de tráfico que se complica cuando uno de sus colegas se da a la fuga después de disparar a un policía que acudía a socorrerlos. En el coche accidentado la policía encuentra la pistola de Bowie, que se ve ... [+]
Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
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7
1 de enero de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
La historia de unos amantes condenados durante la Depresión está contada con gran atención al detalle por Nicholas Ray. El largometraje comienza con la sorprendente toma inicial desde un helicóptero que sigue el coche de los presos fugados hasta la libertad. La policía los persigue y la banda intenta, sin mucho éxito, sobrevivir. Sólo conocen una forma de ganarse la vida: robar bancos, y no pasa mucho tiempo antes de que vuelvan a trabajar en su oficio. Bowie (Farley Granger) es un joven delincuente ingenuo que se une a una fuga de prisión con dos empedernidos convictos: Chickamaw (Howard Da Silva) y T-Dub (J. C. Flippen), que luego lo utilizan como condimento extra en un atraco a un banco. Bowie intenta enderezarse casándose con la joven Keechie (Cathy O'Donnell), pero sus empecinados compatriotas criminales lo vuelven a atrapar, lo que tiene consecuencias inexorablemente dramáticas. "¡Estamos en un aprieto!". Desesperados... Perseguidos... ¡Pero tan enamorados! Esta es su historia... ¡La que los titulares estridentes nunca contaron! Los titulares gritaron su crimen... pero sólo contaron la mitad de la historia. ¿Les daría otra oportunidad a estos chicos? Estás loco por pegarte a mí... ¡pero prefiero morir antes que dejarte ir!". ¡Con policías o sin policías, voy a pasar la frontera!

Este film perteneciente al cine negro clásico fue el primer intento de Nicholas Ray como director. Basada en la novela de Edward Anderson "Thieves like us (Ladrones como nosotros)", bajo cuyo título fue rehecha en 1974 por Robert Altman con Keith Carradine, Shelley Duval, John Schuck, Bert Remsen. Mientras que la reinterpretación de Robert Altman de la novela de Anderson optó por la visión retrospectiva del distanciamiento, Ray nos ofrece la poesía del condenado romanticismo, presentando a sus amantes marginados con el epígrafe: "Este chico y esta chica nunca fueron presentados adecuadamente al mundo en el que vivimos". Un drama conmovedor y excitante incluyendo una adorable historia de amor, aunque algo anticuada y a veces sombría. Resulta ser una variación peculiar del tema de "Bonnie y Clyde", aunque estos últimos eran verdaderos criminales, esta pareja Farley Granger/Cathy O'Donnell resulta bondadosa y gente amable que termina inevitablemente como fugitiva sin demasiada esperanza. Aquí hay un sentimiento de profunda tristeza y angustia, así como la inevitabilidad de la fatalidad que nunca fue capturada de manera más convincente como en esta emocionante película. Farley Granger ofrece una buena actuación como un ex convicto que quiere enmendarse e intenta cruzar la frontera junto con su novia, esta última muy bien interpretada por Cathy O'Donnell. Aunque Ray nunca elude la violencia y la acción, hace que la historia se centre en sus inocentes inadaptados, contrastando continuamente sus ideales básicamente honorables con los compromisos corruptos de la presunta sociedad respetable.

La secuencia de acción inicial de la película se filmó con una cámara de helicóptero, colocada sobre un soporte de giro estabilizado. En la época de esta producción, la fotografía aérea con helicóptero no era común. Aunque los helicópteros ya se utilizaban en filmaciones en 1947, principalmente para vistas aéreas o paisajes, esta es una de las primeras veces que se filmó una escena de acción desde el cielo. Lo más difícil fue mantener a los actores enfocados. Hicieron falta cuatro tomas; finalmente eligieron la segunda. Farley Granger y Cathy O'Donnell aparecieron juntos por primera vez en They Live by Night (1948), filmada en RKO Pictures en 1947, pero que Howard Hughes, el nuevo jefe del estudio, decidió dejar de lado. El exjefe de producción de RKO, Dore Schary, temía que la película nunca se estrenara, por lo que volvió a juntar a los actores en Side Street (1949) en su nuevo estudio, M-G-M. Hughes se enteró de esto y, queriendo adelantarse a Schary, finalmente estrenó "They Live by Night" en los EE. UU. en noviembre de 1949, solo unas semanas antes de que "Side Street" se estrenara en todo el país.


Esta cinta de intriga, imaginativa y competente con una buena atmósfera de época y papeles fuertes fue bien dirigida por Nicholas Ray, proporcionando un debut notablemente seguro. El fue un gran director que hizo obras maestras, éxitos y fracasos. Ray dirigió todo tipo de géneros como épico, cine negro, drama, western, religioso, bélico, tales como: "Knock in any Door", "In a wilderness", "Born to be bad", "On Dangerous Ground", "Flying Leathernecks", "The Lusty Man", "Johnny Guitar", "Party Girl", "The King of Kings", "55 days in Pekin" y varios más. Calificación de "They live by Night": Notable 7/10. Mejor que el promedio ordinario . El largometraje atraerá a los entusiastas del cine negro, el de suspense y el drama, así como a los seguidores de este gran y rebelde cineasta llamado Nicholas Ray. Esencial e indispensable de ver.
7
10 de abril de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Primera película de Nicholas Ray y ya apunta maneras. Con muy poco presupuesto y dos protagonistas casi desconocidos, consigue algo grande: una historia de amor condenada desde el minuto uno, que se mueve entre el noir y el melodrama sin forzar nada.

Farley Granger está perfecto como Bowie, un joven fugado, con cara de no haber roto un plato, atrapado entre el crimen y la ilusión de empezar de cero. Pero la joya aquí es Cathy O'Donnell, que convierte a Keechie en un personaje inolvidable: tierno, firme, sensible y muy real. Su química sostiene la película y le da alma a cada plano.

Ray rueda con una sensibilidad brutal. La cámara está siempre pegada a los cuerpos, al gesto, a la emoción. Y aunque la historia suena a cliché —pareja joven huye sin futuro posible—, Ray la convierte en una elegía sobre la esperanza imposible y el amor en mitad del derrumbe.

Una joya triste, serena y dolorosa. De esas que perduran en el recuerdo.
7
19 de junio de 2023 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debut cinematográfico de Ray, director espléndido aunque siempre que he visto sus películas me queda la sensación de que podía haber dado más.
Interesante propuesta con un resultado óptimo, debut impresionante. Su propuesta es clara: guión, emotividad, trama y trasfondo social. Crítica propia a la visión del mundo y de los problemas sociales y personales.
Un grupo de ex-reclusos realiza el robo a una joyería pero en la huida el más joven de ellos -un recluso de 23 años que ha pasado 7 en prisión, en la que fue ingresado con 16- sufre un accidente de tráfico. Al recogerle otro de la banda mata a un policía. Todo se complica, pero le deja en la casa en la que habían preparado el golpe. Allí hay una chica que se enamora de él, en realidad los dos mutuamente.
El amor como forma de supervivencia, como lo único que permite que el ser humano sea tal. Porque la necesidad de ser amada por parte de la chica es de tal calibra que acepta las excusas que él le plantea sobre la ilegalidad de su entrada en prisión por motivos de edad. La oveja negra que se cree el chico no lo ve ella. Se casan en un pueblo de mala muerte en el que para el autobus tras la huida que han emprendido, y se van a vivir a la montaña, pensando que les pueden dejar vivir en paz. El señor que les casa tiene un negocio de bodas, algo sórdido por veinte dólares. Para ella vale esto, pero él no está tan convencido. Nada de lo que creía se cumple, más que el amor que se profesan. El miedo a ser descubiertos es grandes y como dice el policía, tienen mucho dinero (del robo) pero no pueden gastarlo. Tienen miedo y cualquier suceso, cualquier ruido, cualquier cosa que pase les recordará que son huidos de la justicia, que les están persiguiendo, que saben que les van a cazar, que pagarán sus culpas...
Turbio drama social que me recuerda a una de Sirk, "Más fuerte que la ley (1949)" en la creencia de los personajes para rehabilitarse tras cometer delitos.
No es lo que más me ha gustado de Ray, pero se puede ver. Es muy interesante. Mejor propuesta que desarrollada, parece que va a dar más de sí, quedándose un poco corta en su desarrollo y en las expectativas que genera. Siendo de Ray parece que va a dar más, pero se queda corta.
Metraje civilizado con Cathy O'Donnell que trabajó en Los mejores años de nuestra vida y Ben Hur, y Farley Granger encumbrado en La soga y Extraños en un tren.
9
13 de abril de 2024 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya la opera prima de Nicholas Ray, Los amantes de la noche (They live by night, 1949) está tramada, y protagonizada, por el aliento del outsider, del que está, o se siente o se queda fuera, al margen, inclusive, al margen de la ley, como es el caso de Bowie (Farley Granger), quien, a sus 23 años, acaba de fugarse de la cárcel, a la que fue condenado por matar siete años atrás. Junto a sus dos compañeros de fuga, Chicamaw (Howard Silva, un papel al que aspiró Robert Mitchum, rapándose incluso la cabeza, pero era una estrella emergente con lo que no era el tipo de papel que podía obtener) y T-Dub (Jay C Flippen), se dedicará a lo único que parece puede hacer (¿Qué conoce en los márgenes?), atracar bancos. En su camino se cruza Keechie (Cathy O'Donnell, con la que formará pareja en otra excelente obra, de 1950, Side street de Anthony Mann), entre ambos surge el amor; representa el hogar, la raíz, y a la vez representa la fuga de una vida marcada, condenado por la sociedad y por un absurdo azar: como puede comprobar en los periódicos, creen que es Bowie el cabecilla de la banda de atracadores, cuando no hace más que conducir el coche. Se convierte en todo un enemigo público, cuando él, como Keechie, son dos jóvenes que anhelan ante todo realizar y vivir su amor, vivir una vida tranquila, salir de esos márgenes, de la ley, y de la precariedad, dejar de ser criaturas que viven en la noche (They live by night) porque son proscritos, fugitivos; esa sensación de impetuosa fuga en precipitación palpable desde las primeras imágenes, el plano de la furgoneta en la que van los tres fugados ( rodado desde un helicóptero; fue la primera vez que se rodó de este modo un plano que no fuera sólo el de un paisaje).

Se adapta una novela de Edward Anderson, Thieves like us; la RKO compró los derechos en 1941; tras varios intentos frustrados de convertirlo en guiOn, John Houseman se interesó por el libro y se lo propuso a Nicholas Ray, a quien le entusiasmó, y realizó un primer tratamiento, pero se toparon con la reticencia del Estudio a que el proyecto lo realizara un director sin previa experiencia; pero en 1947 Dore Schary, de miras más amplias, y más inclinado a las apuestas arriesgadas, tomó las riendas, y se propulsó el proyecto, escribiendo el guion Charles Schnee, en colaboración con Ray, y rodándose a mediados de 1947; pero, tras la entrada de Howard Hughes al mando del Estudio, el estreno se demoró. Aunque sorprendiera su naturalizador tratamiento de los delincuentes, se pueden percibir ecos de la magistral Sólo se vive una vez (1937), de Fritz Lang, sobre todo en su tratamiento, entre cotidianizador de la figura del delincuente (no es un delincuente, es alguien que se encuentra por circunstancias ejerciendo la delincuencia), y romántico (la unión amorosa de una pareja frente a un mundo en oposición), aunque Los amantes de la noche no sea tan tenebrosa y descarnada, tan áspera en su visión de la mezquindad de una sociedad que estigmatiza y es incapaz de dar una nueva oportunidad de reintegrarse en la sociedad, ni tan nihilista en su fatalismo (el destino es caprichoso y hasta cruel). Pero transita afines senderos, aunque el tono sea más cálido, no tan lóbrego: el hecho de que estén sus huellas en la pistola con la que Chicamaw mató al policía que les interrogó cuando sufrieron el accidente de coche porque se cruzó una furgoneta en su camino; doble fatalidad; es sutilmente cruel el detalle, en la reaparición de Chicamaw, cuando encuentra a los prófugos, Bowie y Keechie, y toca con su dedo los adornos de navidad mientras propone a Bowie que colabore en un nuevo atraco; el dedo de la fatalidad
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Durante buena parte del metraje se transfigura la percepción de la narración, como si asistiéramos ante todo al nacimiento, gestación y desarrollo de la relación de una pareja, con sus colisiones, dudas y efusiones, hasta que hay algo que nos recuerda que son prófugos que pueden ser detenidos en cualquier momento. Hay hermosos detalles en su sutil elocuencia, como esos premonitorios barrotes de la cama que se interponen en el encuadre en la secuencia en la que se da el primer brote de electricidad de deseo por el primer contacto (cuando Keechie masajea la espalda dolorida de Bowie; como brotan, como espasmos, sus inseguridades a la hora de exponer sus sentimientos); vibrantes secuencias hilvanadas por una subterránea modulación de gestos, miradas, luces y sombras, como aquella en la que se detiene el autobús en el que viajan y ambos se tantean entre líneas, entre palabras temblorosas, miradas indecisas, gestos escurridizos, cuando advierten al fondo del encuadre un lugar donde se realizan casamientos, y tras entrar en el autobús, que arranca, manteniendo el encuadre sobre ambos, con la negrura de la sombras más espesas, Bowie se decide a plantearle si se casa con él. Pero donde el lirismo, ese que se desplegará sin parangón en los momentos más soberanos del cine de Ray, ya se expande con doliente intensidad es en su desenlace, ese que culmina con el bellísimo plano, que se va ensombreciendo, de una mujer que declara su amor, un amor que no distingue entre la presencia y la ausencia, entre la vida y la muerte.

Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
8
18 de agosto de 2007
12 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se estrenó Rebelde sin causa, pocos fueron los que supieron ver en ella un clásico modernísimo que sublimaba el relato rosa para adolescentes (su trama argumental es tópica y hasta un poco simplona) gracias a ese gusto por los dobles sentidos (la relación Mineo-Dean es de las más hermosas del séptimo arte) y, sobre todo, a ese romanticismo exasperado y en technicolor rematadamente kitsch. Vargas Llosa (que tiene unos gustos cinematográficos horribles) le dedicó una crítica destructiva en su momento, y aún hoy muchos le niegan sus méritos apelando a una sobrevaloración crítica ligada al malditismo del fenecido Dean y de sus dos co-protagonistas (algo de eso hay, obviamente), pero como todos los amantes de kitsch deben saber, sólo este es capaz de guardar intactos los sentimientos más elevados no sólo esquilmándoles su patetismo y brillo exagerado, sino manteniéndolos más puros y verdaderos que nunca. Esto es: manteniendo intacta su capacidad de emocionar(nos).

En Los amantes de la noche, la ópera prima de Ray, el expresivo technicolor cede paso al blanco y negro, pero la esencia romántica y kitsch sigue presente en el corazón de una historia que preludia a Bonnie and Clyde, Malas tierras y Asesinos natos (aunque es sin duda Malas tierras la que más de cerca estudió su premisa argumental). La trama policíaca y noir queda en segundo lugar, y hasta los personajes secundarios de gangsters y matones aparecen únicamente para desnudar su patetismo vital y hacer mutis por el foro de forma triste y discreta. Así pues no es tanto cine negro como cine social (para acceder a una vida feliz y “normal” es necesario cruzar la puerta de la ilegalidad) y preciosa love story de tintes trágicos, todo lo folletinesca y obvia que se quiera, pero efectiva, tierna y emocionante como la que más. Ya digo, esencia kitsch, no hay de qué avergonzarse.

Lo mejor: su romanticismo sin complejos.
Lo peor: descuidar demasiado a algunos personajes secundarios.
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