Con las horas contadas
6.8
2,232
Cine negro. Intriga
Frank Bigelow irrumpe en una jefatura de policía para denunciar que ha sido víctima de un asesinato: por motivos que desconoce, alguien le ha dado a beber un veneno que lo matará en breve. (FILMAFFINITY)
7 de agosto de 2020
7 de agosto de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre (Edmond O’Brien) irrumpe en una comisaría y denuncia su propio asesinato, pues ha sido envenenado y en cualquier momento morirá. A través de un largo flashback seremos testigos de su frenética odisea intentando encontrar respuestas contra reloj, rodeado por una serie de personajes nada recomendables.
El film más popular de Rudolph Maté es esta intriga criminal cuyo originalísimo punto de partida dio lugar a otros dos títulos, la variante “A la busca de mi asesino” (1969) y el remake “Muerto al llegar” (1988). Aunque supone un miniclásico del cine negro, también es cierto que no alcanza el status de obra maestra que su premisa merecía. La música compete a Dimitri Tiomkin y la fotografía a Ernest Laszlo.
“Tiene que suceder algo, grande o pequeño, que le haga comprender a uno lo mucho que alguien puede significar en su vida.”
El film más popular de Rudolph Maté es esta intriga criminal cuyo originalísimo punto de partida dio lugar a otros dos títulos, la variante “A la busca de mi asesino” (1969) y el remake “Muerto al llegar” (1988). Aunque supone un miniclásico del cine negro, también es cierto que no alcanza el status de obra maestra que su premisa merecía. La música compete a Dimitri Tiomkin y la fotografía a Ernest Laszlo.
“Tiene que suceder algo, grande o pequeño, que le haga comprender a uno lo mucho que alguien puede significar en su vida.”
3 de diciembre de 2011
3 de diciembre de 2011
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Frank Bigelow le han asesinado y a Rudolph Maté le ha salido una escena de bandera. Todo lo que sigue es un descenso a los infiernos con novia incluido. Es verdad que hay muchos personajes y puede ser un poco enrevesado entender la trama. Más enrevesado es El sueño eterno y encima hay un asesinato que no lo aclara ni en el guionista. El señor Neville hace el enésimo papel de villano. Claro está que la cara no le daba para hacer musicales. Lo único que no me mola es chica del señor O'Brien y su verso. Todo lo demás me mola cada día más.
20 de agosto de 2015
20 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intrigante historia sobre un asesinato.
La víctima del crimen desvelará toda la historia y reunirá pruebas para la policía. Mientras tanto, su tiempo se agota. Mantiene la atención y está muy bien hecha. El blanco y negro de la época hace que te fijes más en los tonos y en las sombras.
La víctima del crimen desvelará toda la historia y reunirá pruebas para la policía. Mientras tanto, su tiempo se agota. Mantiene la atención y está muy bien hecha. El blanco y negro de la época hace que te fijes más en los tonos y en las sombras.
26 de enero de 2024
26 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rudolph Maté, nacido en 1898 en Cracovia (ciudad del imperio Austro-Húngaro por aquel entonces), se convirtió en un camarógrafo de referencia después de colaborar con el director danés Carl Theodor Dreyer en dos obras maestras de la talla de “La pasión de Juana de Arco” (1928) y “Vampyr” (1932); a mediados de la década de los años treinta cruzó el charco e inició una prolífica etapa en Hollywood, siendo nominado al Oscar a la mejor fotografía cinco veces consecutivas entre 1940 y 1944. En 1947 decidió dar un giro a su carrera y comenzó a dirigir sus propias películas, su ópera prima fue la comedia romántica “Tienes que ser tú” (1947), interpretada por Ginger Rogers y Cornel Wilde, pero la piedra angular de su filmografía como director es sin duda “Con las horas contadas” (D.O.A.). Russell Rouse y Clarence Green fueron los encargados de escribir la historia y adaptarla a la gran pantalla, su trabajo es el pilar sobre el que se asienta la película, con un argumento enrevesado narrado por el protagonista en un prolongado y trepidante flashback a lo largo del cual se va desentrañando una oscura trama por la que van desfilando toda una suerte de personajes rastreros y sin escrúpulos. A destacar también la brillantísima fotografía en blanco y negro de Ernest Laszlo, utilizada por el director para imprimir en la obra su particular estilo visual, con travellings sutiles, acciones continuas en un mismo plano y atmósferas urbanas que amplifican el estado de hostigamiento del protagonista transmitiéndolo de forma magistral al espectador.
D.O.A. (“Death On Arrival”, que podríamos traducir como “muerto al llegar”) es conocida fundamentalmente por su curiosa premisa, que el protagonista investiga su propia muerte, pero más allá de eso es otro fantástico ejemplo de ese maravilloso cine negro que se hacía por aquella época en Hollywood, una película con un ritmo imparable y, como ya hemos comentado antes, con un argumento bastante enrevesado, pero da un poco lo mismo porque fílmicamente es todo frenesí y no te deja tiempo ni para pensar. Son fantásticos sus planos callejeros, quemados por el sol de California, también circula por allí un tipo que hace de matón de metro y medio que no tiene pinta de haber superado muchos castings y que cuando se aburre mira a cámara con un ojo solo, porque es bizco, pero una vez que te fijas en él ya no puedes dejar de vigilarlo, y claro, después tenemos al Señor Frank Bigelow que nos cuenta cómo ha vivido su última pesadilla, saber que va a morir dentro de unas horas, pero sin saber el por qué, el papel de Frank lo interpreta magistralmente Edmond O'Brien que, por fin, deja de ser el actor de reparto de tantas películas –aunque con la recompensa del Oscar– y lleva todo el peso de la película con el abanico completo de las emociones que la situación exige.
Una de las mejores muestras de “film noir” de su época, lo cual es mucho decir, una fantástica película con un perfecto equilibrio entre acción, violencia, drama, romance y un suspense electrizante, todo ello aderezado con unas finas gotas de humor negro.
D.O.A. (“Death On Arrival”, que podríamos traducir como “muerto al llegar”) es conocida fundamentalmente por su curiosa premisa, que el protagonista investiga su propia muerte, pero más allá de eso es otro fantástico ejemplo de ese maravilloso cine negro que se hacía por aquella época en Hollywood, una película con un ritmo imparable y, como ya hemos comentado antes, con un argumento bastante enrevesado, pero da un poco lo mismo porque fílmicamente es todo frenesí y no te deja tiempo ni para pensar. Son fantásticos sus planos callejeros, quemados por el sol de California, también circula por allí un tipo que hace de matón de metro y medio que no tiene pinta de haber superado muchos castings y que cuando se aburre mira a cámara con un ojo solo, porque es bizco, pero una vez que te fijas en él ya no puedes dejar de vigilarlo, y claro, después tenemos al Señor Frank Bigelow que nos cuenta cómo ha vivido su última pesadilla, saber que va a morir dentro de unas horas, pero sin saber el por qué, el papel de Frank lo interpreta magistralmente Edmond O'Brien que, por fin, deja de ser el actor de reparto de tantas películas –aunque con la recompensa del Oscar– y lleva todo el peso de la película con el abanico completo de las emociones que la situación exige.
Una de las mejores muestras de “film noir” de su época, lo cual es mucho decir, una fantástica película con un perfecto equilibrio entre acción, violencia, drama, romance y un suspense electrizante, todo ello aderezado con unas finas gotas de humor negro.
6 de abril de 2024
6 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espléndido film negro poseedor de una tensión fuera de lo normal aportada por la competente mirada de Maté a través de una dinámica narrativa en flashback.
Hay que resaltar igualmente el guión original escrito por Russell Rouse y Clarence Greene con apasionantes giros dentro de una enrevesada trama, la maravillosa música con toques dramáticos de Dimitri Tiomkin en la que tienen cabida sonidos jazz y de rumba, y por supuesto la interpretación de un Edmond O'Brien preso del desasosiego, logrando transmitir con enorme talento la exasperación de un hombre que se sabe al borde de la muerte y que se halla inmerso en una lucha desesperada contra el tiempo, un tiempo que se le escapa irremisiblemente de las manos.
Es ciertamente memorable la angustiosa carrera por las calles de San Francisco tras confirmarse su envenenamiento.
La rubia Pamela Britton aporta el elemento romántico y sentimental a un título más que notable que se ve perjudicado ligeramente por su último tramo algo confuso y por una conclusión un tanto abrupta.
Esta historia sería llevada nuevamente al cine en dos ocasiones: una a finales de los años 60 en "A La Busca De Mi Asesino" (1969) con Tom Tryon en el papel principal, y otra en la segunda mitad de los 80 con "Muerto Al Llegar" (1988), película protagonizada por Dennis Quaid.
Nota: 8,5
Hay que resaltar igualmente el guión original escrito por Russell Rouse y Clarence Greene con apasionantes giros dentro de una enrevesada trama, la maravillosa música con toques dramáticos de Dimitri Tiomkin en la que tienen cabida sonidos jazz y de rumba, y por supuesto la interpretación de un Edmond O'Brien preso del desasosiego, logrando transmitir con enorme talento la exasperación de un hombre que se sabe al borde de la muerte y que se halla inmerso en una lucha desesperada contra el tiempo, un tiempo que se le escapa irremisiblemente de las manos.
Es ciertamente memorable la angustiosa carrera por las calles de San Francisco tras confirmarse su envenenamiento.
La rubia Pamela Britton aporta el elemento romántico y sentimental a un título más que notable que se ve perjudicado ligeramente por su último tramo algo confuso y por una conclusión un tanto abrupta.
Esta historia sería llevada nuevamente al cine en dos ocasiones: una a finales de los años 60 en "A La Busca De Mi Asesino" (1969) con Tom Tryon en el papel principal, y otra en la segunda mitad de los 80 con "Muerto Al Llegar" (1988), película protagonizada por Dennis Quaid.
Nota: 8,5
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