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Hierro 3

Drama. Romance Tae-suk es un joven que ocupa temporalmente viviendas cuyos habitantes están ausentes. Nunca roba ni ocasiona daños en los hogares de sus involuntarios anfitriones. En realidad, es una especie de fantasma que duerme en camas ajenas, come algo de las neveras de esos extraños y retribuye su forzada hospitalidad haciendo la colada o arreglando alguna que otra avería doméstica. Sun-hwa, que en tiempos fue una hermosa modelo, se ha visto ... [+]
Críticas 192
Críticas ordenadas por utilidad
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9
20 de junio de 2011 Sé el primero en valorar esta crítica
“Hierro 3” es una de esas películas que (si conectas con ella) ya no olvidarás.
Delicada, sencilla, modesta...al igual que sus protagonistas.
El sur coreano Kim Ki-Duk nos presenta un realidad distinta, casi onírica o de ensueño en la que su protagonista Tae-Suk lleva una vida de “ocupa” temporal en casas ajenas en las que entra cuando sabe que sus dueños estarán fuera unos días. Como contra prestación a su estancia, Tae lava la ropa, coloca las cosas de la casa e incluso arregla lo que ve estropeado o que no funciona. En una ocasión, Tae se encuentra en una lujosa casa a Sun-Hwa, una chica cuyo marido la maltrata y que lleva una vida tan “invisible” como la de él y como si ella fuera ese “algo estropeado” de la casa Tae decide “arreglarlo”, cambiar su vida, darle la oportunidad que ella no encuentra por sí misma, y juntos deciden vivir esa extraña vida errante de “ocupas espectrales”.
Lo original de la película es que apenas tiene diálogo, prácticamente nada, todo el film se sostiene con las imágenes y con la música.
Si tuviera que definir la película con una palabra sería delicadeza, porque creo que lo que predomina en toda la película, la delicadeza de los gestos de los protagonistas, de sus miradas, de los quehaceres en casas ajenas y sobretodo la delicadeza del silencio, ese silencio entre ellos dos que lo inunda todo y que al contrario de otras películas es precisamente en ese silencio donde radica la belleza visual y no tanto en la fotografía en sí.
El buenísimo trabajo del director hace que, al contrario de lo que se pueda pensar a priori, los diálogos no sean necesarios, es más a medida que transcurría película estaba deseando que no hablaran, que no dijeran nada ya que cualquier cosa dicha estropearía “la magia” de ese silencio arropado por la preciosa música de la película y sobretodo de la bellísima canción “Gafsa” de Natacha Atlas que me encantó en cuanto la oí.
El palo de hierro 3, para los que juegan al golf es el menos usado y es precisamente el que utiliza Tae-Suk para liberar a su amada de la anodina vida que lleva, ese hierro 3(en este caso el protagonista) poco usado, casi invisible para muchos es el único que puede transformar la vida de alguien que sí sabe VER.
La película está llena de simbolismo y poesía visual. Sus protagonistas son sutiles, etéreos y la historia que nos cuentan quizás resulte inverosímil e irreal, pero es que “Hierro 3” es casi un cuento que al igual que un cuadro que nos gusta, se disfruta sólo...mirando.

“Es difícil saber si el mundo en que vivimos es sueño o realidad”
-Kim Ki-Duk-
www.pulgacroft.blogspot.com
7
1 de agosto de 2012 Sé el primero en valorar esta crítica
El arriesgado Kim Ki Duk sorprende con una película envuelta en un área de sugestión de carácter casi mágico, donde no se muestra nada pero todo subyace. La mayor virtud del film radica sin duda en la extraña empatía que despierta su personaje principal que, durante toda la película, no dice una sola palabra (y no se trata de un mudo) su insonoro paso de puntillas a lo largo de toda la película es una metáfora de la incomunicación, del vacío existencial durante un enigmático y fascinante periplo que le lleva a habitar las casas de otras personas desconocidas. La película lleva al extremo aquello de que una imagen vale más que mil palabras y para ello es necesario estar dotado de unas virtudes técnicas excepcionales. La profundidad, por ejemplo, con lo que dota a sus planos es inmensa, las metáforas visuales bellas, la perfección metódica con la que dibuja los paisajes urbanos y ajardinados, hermosísima y solo con ello consigue que la ausencia de diálogos no pese en el espectador en demasía y se vaya recreando en esos escenarios y actitudes propias de los personajes más oníricas que reales. Es, sin embargo, una película en la que el espectador debe poner de su parte para dejarse seducir, a ojos de un purista, está claro que el guión no tiene ni pies ni cabeza y si no la paladeas con cierto detenimiento, tomándola como un cuento más que como una historia verosímil, la poética obra de Kim Ki Duk es un puñetazo a la lógica, es por ello que la cinta se ve en algunos momentos demasiado forzada y hay que hacer un poco de tripas corazón para seguir adelante, pero siempre en un plano superficial, que es precisamente lo que no le interesa a este director coreano. La cinta es tan sigilosa como sus protagonistas, más intuitiva que lógica, más simbólica que descriptiva y a veces raya el absurdo en la persecución intangible de la belleza pero con tal sensibilidad y destreza que un espectador avezado agradecerá y mucho este soplo de aire fresco. Por cierto, la ausencia de diálogos no implica la de sonidos, la música Chill Out que emplea resulta muy apropiada, los efectos de sonido al golpear el palo de golf con la pelota o los mínimos roces capturados por el micrófono para detectar al personaje en su aprendizaje de la invisibilidad también implican maestría en este plano técnico que dota a la película de una herramienta más para llevar a cabo su fin, conmover sin explicar, sin interpretar, sólo sugerir en la sucesión de planos.

http://palomitasconchoco.wordpress.com
6
23 de enero de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
Se me ocurren pocas maneras más claras de ofrecer una mirada al romance más surrealista, al más lacónico manifestado probablemente jamás en una pantalla durante toda la proyección, cargado de poesía en movimiento, sin apenas expresar una palabra, usando eso del menos es más aplicado al amor entre dos personas.
Un drama romántico repleto de múltiples matices en el que su protagonista masculino lleva la batuta ejemplar de ese surrealismo evidente: nadie que allane una morada, aprovechando la ausencia vacacional de sus propietarios, lo hace para cuidar de la casa como si fuera la suya propia. Mejor, de hecho. Una existencia particular, una forma de vivir su vida que le lleva a donde le lleva, a conocer a alguien en una situación angustiosa, con una amargada realidad matrimonial que un destino poético se encarga de hacer coincidir. El resto es una extraña mezcla entre una especie de juego del gato y el ratón y la lucha reiterada por conseguir la ansiada libertad y el objetivo de estar juntos.
Pasa por ser una rareza singular y muy bonita en el modo de representar la vida, el enamoramiento, la ausencia y un montón de cosas más que forman parte del día a día, de la existencia misma y que plantea cuestiones presuntamente ordinarias.

Y, a pesar de todo, no ha conseguido emocionarme como me hubiera gustado.
7
2 de septiembre de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Resulta inevitable comparar esta película con la multipremiada “Parásitos” (Bong Joon-ho, 2019), no sólo por su procedencia sino por coincidir en aspectos de la trama, como el hecho de buscar un hogar ajeno y hacérselo suyo. Sin embargo, ambas películas tienen fortalezas bien marcadas: si en “Parásitos” destaca la metáfora de las clases sociales con la fotografía y su simetría de imágenes, aquí destaca un guión que hilvana una fantasmagórica historia romántica donde el silencio y las interpretaciones se ocupan darle evolución.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y respecto a “fantasmagórica”: ¿soy el único que ve la similitud entre “Tully” (Jason Reitman, 2018) y esta película? ¿No creéis que se tratan de las ensoñaciones de una mujer maltratada y que en realidad TAE-SUK no existe?
8
1 de enero de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
El hierro 3, además de ser un elemento clave en el argumento de esta película, es el palo de golf menos usado (o eso dice Kim Ki-Duk; yo, la verdad, ni idea de golf). Esto nos indica el sentido de la metáfora: herramientas que no se aprovechan. Un sentido utilitario de las personas que no comparto, pero entiendo, donde hay individuos que podrían aportar mucho a la sociedad por tener impresionantes talentos pero no lo hacen, son desaprovechados. Es el caso de los protagonistas, un hombre con una extraordinaria habilidad para colarse en casas ajenas sin ser visto, o para no ser visto en general, y una mujer con una extraordinaria belleza y talento como modelo (¿es un poco machista que el único talento de la mujer sea la belleza? Pues sí, un poco, la verdad). La película es completamente irrealista: es imposible que alguien pueda pasar desapercibido viviendo básicamente en la sombra de otra persona. Eso sí, es irrealista porque lo que interesa es crear la alegoría, no la historia en sí. También conviene advertir que en esta película abunda mucho el silencio y se limitan los diálogos al mínimo posible: no obstante, no se me hizo pesada en absoluto.
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