El verdugo
1963 

8.2
42,686
Comedia
José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho ... [+]
27 de mayo de 2020
27 de mayo de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película con un humor negro precioso, con un rodaje y un apasionante tratamiento de la luz del maestro Berlanga; con todo muy bien puesto... pero el guión falla aquí y allí con situaciones inverosímiles donde hueles el típico tufillo caricaturesco de los de "la academia" (aunque aquí no huela tanto como en otras propuestas). Así que sucede lo de siempre con el cine patrio de izquierdas: que parece que cualquier "medio" está justificado para alcanzar el "fin". Por desgracia la película no termina de hacernos reflexionar en lo profundo sobre la pena de muerte, sino que se alza como una "comedia costumbrista" un tanto descafeinada.
Una película hermosa, bien rodada e ideada, con una técnica que no tiene nada que envidiar a nadie y un tempo muy bueno (me he reído mucho con sus ideas), pero con un guión demasiado al servicio de su propio ombligo que vive de la caricaturización.Cine patrio que muestra todo su esplendor... y su exceso de debilidad. Tiene un punto de propaganda y "predicación evangélica" demasiado explícita, demasiado "burda". Desaliñada, atropellada....poco convincente.
Y es que las obras maestras siempre han dicho mucho enseñando poco, y este no es el caso. Le falta demasiada sutileza y profundidad al tiempo que muestra demasiada "carnaza". Un 7 es lo máximo que puedo ponerle.
Una película hermosa, bien rodada e ideada, con una técnica que no tiene nada que envidiar a nadie y un tempo muy bueno (me he reído mucho con sus ideas), pero con un guión demasiado al servicio de su propio ombligo que vive de la caricaturización.Cine patrio que muestra todo su esplendor... y su exceso de debilidad. Tiene un punto de propaganda y "predicación evangélica" demasiado explícita, demasiado "burda". Desaliñada, atropellada....poco convincente.
Y es que las obras maestras siempre han dicho mucho enseñando poco, y este no es el caso. Le falta demasiada sutileza y profundidad al tiempo que muestra demasiada "carnaza". Un 7 es lo máximo que puedo ponerle.
22 de marzo de 2022
22 de marzo de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Séptimo largometraje de Berlanga, el segundo en colaboración con Rafael Azcona tras “Plácido” (1961), con la colaboración inestimable del guionista italiano Ennio Flaiano. Considerada por muchos críticos, no solo como una de las mejores películas españolas de la Historia, sino también de todos los tiempos. Lo que nos lleva a pensar en la mala suerte de Berlanga en el extranjero y por eso sus películas no tienen el reconocimiento que, por ejemplo, puedan tener las de Luis Buñuel. Pero eso no quita para que el cine de Berlanga avance a pasos agigantados, porque no solo “El verdugo”, por supuesto una obra maestra en la Historia del Cine, es también “Plácido”, es “Bienvenido Míster Marshall”, es “La escopeta nacional”, etc. Es uno de los más grandes maestros no solo del cine europeo sino del cine mundial. Ver “El verdugo” es, además de ver una película excepcional, uno de los grandes acontecimientos culturales del siglo XX.
Nadie como Berlanga ha retratado en el cine la mezquindad, la mediocridad y la frustración de una colectividad miserable. Pero siempre lo ha hecho con una mirada compasiva, quizás cómplice, y me atrevo a decir que hasta cariñosa. En el cine de Berlanga no se sabe qué te produce más placer: si lo que te cuenta o el cómo lo cuenta. Porque a lo largo de su obra, Berlanga ha construido y mejorado una forma singular de mirar, un estilo propio inconfundible. “El verdugo”, entre otras muchas cosas, indaga como nadie lo ha sabido hacer en los sutiles mecanismos en los que la sociedad en la que vivimos es capaz de presionar, manipular y chantajear emocionalmente al individuo hasta forzarle y obligarle a hacer lo que no quiere, empujándole a traspasar la barrera, muchas veces sutil, de su propio compromiso moral. Y todo ello, que parece un tema muy trascedente y muy serio, con un estilo cruel pero inteligente, patético pero divertido, sin caer jamás ni en la vulgaridad ni en la solemnidad, y empleando el humor como arma destructiva.
Junto con la menos vista pero también extraordinaria "El mundo sigue" de Fernando Fernán-Gómez, también del 63, son las dos películas que dan una imagen más terrible y más certera de lo deprimente que podía ser la vida, específicamente madrileña, en la España de ese momento. Y las dos, aunque puedan parecer caricaturescas o totalmente exageradas, se han convertido en los documentos sociales sobre cómo era España en esa época más fieles que películas de apariencia o ambición más realista, más trascedentes o más de actualidad. Por debajo de los elementos que tiene grotescos, falsescos y divertidos, hay un elemento de patetismo terrible. La única que mantiene la dignidad, como en Plácido era Elvira Quintillá, la mujer del protagonista, aquí es Emma Penella.
La película llega en el cénit de madurez de su carrera. El guión de Berlanga, Azcona y Flaiano, y la puesta en escena de Berlanga consiguen la perfección de la armonía. Es muy difícil lograr empastar en una sola película una comedia de costumbres (con aspectos documentales de la época), una película de tesis (la pena de muerte) y todo un microcosmos humano en el que aparece la comedia negra, el melodrama, etc., con el protagonista (característico de las películas de Berlanga) atrapado por un compromiso, no solamente moral, sino vital (si se casa o no se casa, cambiar la vida de un hombre por un piso, etc.) y lograr que todo eso sea armónico, que te rías, que reflexiones, resulta extraordinario. Termina con la leyenda menospreciadora de que las películas de Berlanga
son más interesantes por los personajes y las características que por la técnica. Demuestra que, aparte de un extraordinario guionista y creador de personajes y situaciones, era un enorme director de cine por cómo utiliza la profundidad de campo, cómo planifica las escenas, cómo aprovecha los personajes dentro del propio cuadro, etc.
El reparto coral, habitual en las películas de Berlanga, es asombroso, encabezado por el trío protagonista: Nino Manfredi, Emma Penella y Pepe Isbert, y acompañdo por un séquito de secundarios de lujo, aunque se echa en falta a uno de sus secundarios fetiche: Manuel Alexandre. Berlanga quería el papel protagonista para López Vázquez pero al tratarse de una coproducción hispano-italiana le impusieron a Manfredi, algo que nunca llegó a ser del agrado del director. Mención especial al doblaje (también habitual en Berlanga que sus películas se doblaran enteras puesto que odiaba el sonido directo) y como curiosidad destacar que a Manfredi lo doblaba el actor Jose María Prada, con el que comparte alguna escena en la película. Alfredo Landa, por ejemplo, también aparece doblado.
"El verdugo" es una maravilla desde su título, porque titular así una película en el 63 es bastante significativo y no sé cómo la censura lo dejó pasar.
Nadie como Berlanga ha retratado en el cine la mezquindad, la mediocridad y la frustración de una colectividad miserable. Pero siempre lo ha hecho con una mirada compasiva, quizás cómplice, y me atrevo a decir que hasta cariñosa. En el cine de Berlanga no se sabe qué te produce más placer: si lo que te cuenta o el cómo lo cuenta. Porque a lo largo de su obra, Berlanga ha construido y mejorado una forma singular de mirar, un estilo propio inconfundible. “El verdugo”, entre otras muchas cosas, indaga como nadie lo ha sabido hacer en los sutiles mecanismos en los que la sociedad en la que vivimos es capaz de presionar, manipular y chantajear emocionalmente al individuo hasta forzarle y obligarle a hacer lo que no quiere, empujándole a traspasar la barrera, muchas veces sutil, de su propio compromiso moral. Y todo ello, que parece un tema muy trascedente y muy serio, con un estilo cruel pero inteligente, patético pero divertido, sin caer jamás ni en la vulgaridad ni en la solemnidad, y empleando el humor como arma destructiva.
Junto con la menos vista pero también extraordinaria "El mundo sigue" de Fernando Fernán-Gómez, también del 63, son las dos películas que dan una imagen más terrible y más certera de lo deprimente que podía ser la vida, específicamente madrileña, en la España de ese momento. Y las dos, aunque puedan parecer caricaturescas o totalmente exageradas, se han convertido en los documentos sociales sobre cómo era España en esa época más fieles que películas de apariencia o ambición más realista, más trascedentes o más de actualidad. Por debajo de los elementos que tiene grotescos, falsescos y divertidos, hay un elemento de patetismo terrible. La única que mantiene la dignidad, como en Plácido era Elvira Quintillá, la mujer del protagonista, aquí es Emma Penella.
La película llega en el cénit de madurez de su carrera. El guión de Berlanga, Azcona y Flaiano, y la puesta en escena de Berlanga consiguen la perfección de la armonía. Es muy difícil lograr empastar en una sola película una comedia de costumbres (con aspectos documentales de la época), una película de tesis (la pena de muerte) y todo un microcosmos humano en el que aparece la comedia negra, el melodrama, etc., con el protagonista (característico de las películas de Berlanga) atrapado por un compromiso, no solamente moral, sino vital (si se casa o no se casa, cambiar la vida de un hombre por un piso, etc.) y lograr que todo eso sea armónico, que te rías, que reflexiones, resulta extraordinario. Termina con la leyenda menospreciadora de que las películas de Berlanga
son más interesantes por los personajes y las características que por la técnica. Demuestra que, aparte de un extraordinario guionista y creador de personajes y situaciones, era un enorme director de cine por cómo utiliza la profundidad de campo, cómo planifica las escenas, cómo aprovecha los personajes dentro del propio cuadro, etc.
El reparto coral, habitual en las películas de Berlanga, es asombroso, encabezado por el trío protagonista: Nino Manfredi, Emma Penella y Pepe Isbert, y acompañdo por un séquito de secundarios de lujo, aunque se echa en falta a uno de sus secundarios fetiche: Manuel Alexandre. Berlanga quería el papel protagonista para López Vázquez pero al tratarse de una coproducción hispano-italiana le impusieron a Manfredi, algo que nunca llegó a ser del agrado del director. Mención especial al doblaje (también habitual en Berlanga que sus películas se doblaran enteras puesto que odiaba el sonido directo) y como curiosidad destacar que a Manfredi lo doblaba el actor Jose María Prada, con el que comparte alguna escena en la película. Alfredo Landa, por ejemplo, también aparece doblado.
"El verdugo" es una maravilla desde su título, porque titular así una película en el 63 es bastante significativo y no sé cómo la censura lo dejó pasar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- No lo haré más, ¿entiende? ¡No lo haré más!
- Eso mismo dije yo la primera vez.
- Eso mismo dije yo la primera vez.
1 de marzo de 2014
1 de marzo de 2014
6 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cierto es que 'El verdugo' es una buena película y que el tono cómico está presente todo el tiempo. La película está bien hilada y se desarrolla de una forma muy natural.
El garrote vil nos pilla muy lejos (hace 40 años del último ajusticiado por este método en España), al igual que un funcionario tenga piso gratis o que sea un escándalo que dos novios tengan relaciones prematrimoniales. Y no digamos ya que dos personas se vean arrastradas a la soltería por ser enterrador o hija del verdugo.
Por todo ese tufillo a viejo, a una realidad demasiado alejada de la actualidad, la película pierde fuerza. Es una gran película, no lo pongo en duda, pero ya no es tan buena como en su estreno.
El garrote vil nos pilla muy lejos (hace 40 años del último ajusticiado por este método en España), al igual que un funcionario tenga piso gratis o que sea un escándalo que dos novios tengan relaciones prematrimoniales. Y no digamos ya que dos personas se vean arrastradas a la soltería por ser enterrador o hija del verdugo.
Por todo ese tufillo a viejo, a una realidad demasiado alejada de la actualidad, la película pierde fuerza. Es una gran película, no lo pongo en duda, pero ya no es tan buena como en su estreno.
3 de mayo de 2013
3 de mayo de 2013
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Berlanga no profundizó demasiado en la cuestión de que si la pena de muerte era buena o mala sino que esto le sirvió más bien como excusa para mostrar como en la España de Franco la necesidad hacía que las personas se emplearan en tareas ingratas. Y esto a pesar de la escena en la que cuando Manfredi está a punto de estrenarse como verdugo se pone malo y tienen que llevarselo un momento para que se calme. Uno de los mejores momentos es cuando Isbert ve a su hija un poco desvestida con el novio y como viene de la calle dice exagerando "con la ilusión que yo traía y desnuda". Manfredi, Isbert y Emma Penella actuan con gran talento. Es una película fotografiada en un blanco y negro de suave tonalidad y que inauguraba el período más atractivo de Berlanga que está formado por esta obra junto con "La boutique" y "Vivan los novios".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final se suaviza toda la filosofía de la película cuando Manfredi después de haber hecho lo que no quería hacer o sea estrenarse como verdugo dice "no lo haré más" e Isbert dice "eso dije yo". En ese momento se nota que la película no es tan incisiva como en principio pretendió. Da la impresión de que lo más importante era que el protagonista superara su miedo. De todas formas sigue siendo una buena película realizada con tacto y finura. En su época era muy necesaria la existencia de una película como "El verdugo" porque era la película del tiempo que se estaba viviendo entonces. No perderá nunca su reputación.
23 de marzo de 2009
23 de marzo de 2009
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que la pena de muerte era un tema en boga cuando se hizo la película. Ser capaz de acercarse al asunto a golpe de comedia, con finísima ironía y buscando siempre ese contraste sarcástico (a veces exagerado) es meritorio. Atrevido el director e ingenioso el guión, en el que la gris España franquista se percibe en cada toma. Quizá el pero es que ha pasado el tiempo y la pena de muerte suena a algo tan lejano que a mi generación nos dice muy poco. ¿Qué es eso de un verdugo? Suena cómica la palabra, ¿no? Además, la forma de actuar exagerada de aquella época está ya muy obsoleta. El tiempo no pasa en balde.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Reconociendo de todas formas el mérito del guión con alguna escenas geniales como la de las cuevas del Drac o la del champagne en la prisión.
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