El topo
6.4
24,856
Intriga. Thriller
Años 70, en plena guerra fría. El fracaso de una misión especial en Hungría provoca un cambio en la cúpula de los servicios secretos británicos. Uno de los defenestrados es el agente George Smiley. Sin embargo, cuando ya se había hecho a la idea de retirarse, le encargan una nueva misión: se sospecha que hay un “topo” infiltrado en la cúpula del Servicio y sólo alguien de fuera puede averiguar quién es. Con la ayuda de otros agentes ... [+]
24 de febrero de 2012
24 de febrero de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película que tiene todos los ingredientes para lograr ser una de las mejores películas del 2011. Para empezar un gran director que viene de dirigir la espectacular Let the right one in, 2.008; un guion sólido, penetrante, inteligente y bien articulado y un reparto de desbordante calidad encabezado por uno de los actores que considero grandes, Gary Oldman. Si a Gary Oldman sumamos Colin Firth y John Hurt, el resultado no puede ser otro que lo que vemos en la pantalla.
Una película muy bien trabajada, muy clásica en los preceptos pero innovadora a la hora de seleccionar qué cosas se cuentan y sobre todo, cómo se cuentan. Let the rigth one in tenía esos momentos de calidad en los que las imágenes lo decían todo, en este caso vuelve a ocurrir. Hay una terrible economía de medios a la hora de narrar todo el embrollo de la cuestión y existen innumerables momentos en los que la simple imagen está contando la trama con una simple sonrisa de un actor, un ligero movimiento o un simple zapato desabrochado.
Hay que saber mucho de cine para contar una película tal y como ésta está contada, hay que saber mucho para sacar todo el jugo que se le saca a este reparto.
Las casi dos horas saben a poco, a muy poco, señal inequívoca de que algo grande está sucediendo en la pantalla.
Otra fantástica banda sonora de Alberto Iglesias, pero eso ya no es noticia.
Una película muy bien trabajada, muy clásica en los preceptos pero innovadora a la hora de seleccionar qué cosas se cuentan y sobre todo, cómo se cuentan. Let the rigth one in tenía esos momentos de calidad en los que las imágenes lo decían todo, en este caso vuelve a ocurrir. Hay una terrible economía de medios a la hora de narrar todo el embrollo de la cuestión y existen innumerables momentos en los que la simple imagen está contando la trama con una simple sonrisa de un actor, un ligero movimiento o un simple zapato desabrochado.
Hay que saber mucho de cine para contar una película tal y como ésta está contada, hay que saber mucho para sacar todo el jugo que se le saca a este reparto.
Las casi dos horas saben a poco, a muy poco, señal inequívoca de que algo grande está sucediendo en la pantalla.
Otra fantástica banda sonora de Alberto Iglesias, pero eso ya no es noticia.
14 de marzo de 2012
14 de marzo de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta semana, en València, el Cinestudio D'Or (el que dicen es el cine más barato de España) echa "MI: Protocolo Fantasma", cinta muy adecuada a la semana fallera por lo que tiene de traca y mascletà. La semana pasada el turno fué para "El Topo". Dos películas muy diferentes sobre agentes secretos. Vamos a ver las 8 diferencias entre "El Topo" y "Misión Imposible":
1. En "MI IV", el protagonista Ethan Holm es un joven espía guapo y resultón, de franca sonrisa. En "El Topo", El protagonista, George Smiley, es un viejo espia, gafudo, barrigón y desencantado de la vida. No se rie ni a tiros.
2. En "MI IV" los espias usan gadgets de la tecnologia más avanzada. En "El Topo"...oiga que esto son los años 70!
3. Las chicas que salen en "MI IV" están tremendas, pero no son creibles. Las que salen en "El Topo"...hay de todo pero son perfectamente creibles.
4. En "MI IV" hay 20 tiros y 40 explosiones por minuto. En "El Topo" hay 10 tiros (si llegan) en todo el metraje.
5. Los guionistas de "El Topo" se pasaron horas y horas adaptando la excelente novela de John Le Carré. Los de "MI IV" posiblemente escribieron el guión en una noche, al volver de farra.
6. El malo de "MI IV" es un terrorista nuclear, y es muy malo. El malo de "El Topo"...¿quién es el malo de "El Topo"?
7. En "MI IV" hay mucha acción pero poca tensión (al fín y al cabo sabes que no van a matar al protagonista, si no no podrán sacar más pasta en una futura "MI V"). Paradójicamente, en "El Topo" hay poca acción pero muchísima más tensión.
8. "MI IV" es un entretenimiento para pasar el rato. "El Topo" es una excelente película.
Adeu!
1. En "MI IV", el protagonista Ethan Holm es un joven espía guapo y resultón, de franca sonrisa. En "El Topo", El protagonista, George Smiley, es un viejo espia, gafudo, barrigón y desencantado de la vida. No se rie ni a tiros.
2. En "MI IV" los espias usan gadgets de la tecnologia más avanzada. En "El Topo"...oiga que esto son los años 70!
3. Las chicas que salen en "MI IV" están tremendas, pero no son creibles. Las que salen en "El Topo"...hay de todo pero son perfectamente creibles.
4. En "MI IV" hay 20 tiros y 40 explosiones por minuto. En "El Topo" hay 10 tiros (si llegan) en todo el metraje.
5. Los guionistas de "El Topo" se pasaron horas y horas adaptando la excelente novela de John Le Carré. Los de "MI IV" posiblemente escribieron el guión en una noche, al volver de farra.
6. El malo de "MI IV" es un terrorista nuclear, y es muy malo. El malo de "El Topo"...¿quién es el malo de "El Topo"?
7. En "MI IV" hay mucha acción pero poca tensión (al fín y al cabo sabes que no van a matar al protagonista, si no no podrán sacar más pasta en una futura "MI V"). Paradójicamente, en "El Topo" hay poca acción pero muchísima más tensión.
8. "MI IV" es un entretenimiento para pasar el rato. "El Topo" es una excelente película.
Adeu!
25 de marzo de 2012
25 de marzo de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de espionaje desmitifica, por un lado, el perfil de los agentes secretos del tipo de James Bond. Digamos que es la versión seria y realista de aquellos héroes de acción, llenos de sensualidad, ingenio, valentía, humor y una lealtad a toda prueba hacia su institución. Lo que vemos, a cambio, en primer lugar, no es a un ejecutor solitario que se pasea por el mundo derrochando recursos a sus anchas. En la cinta hay dos de ellos pero tienen un itinerario limitado por el “Circo” británico y sobre los cuales no depende, ni de lejos, el destino del mundo: llegan a desenvolverse torpemente y como el caso de Ricky Tarr son débiles y hasta cobardes.
Pero hay otro tipo de agente secreto, el que trabaja más en oficina y que integra la parte alta del organigrama. Ellos sí toman decisiones que pueden afectar las relaciones internacionales y, en los años 70, el destino de la Guerra Fría. La película trata sobre ellos, sobre la comunidad del secreto, la cofradía del silencio que se ve amenazada por un agente doble que está entre sus filas. Se trata de gente encarcelada dentro de una espesa burocracia que ocupa mucho tiempo subiendo escaleras, atravesando rejas y oscuras oficinas y que solo obtienen un respiro cuando suben a la azotea del austero edificio. Los locales alternos son más austeros y lúgubres aún y dentro de ellos se desarrolla la acción.
En ese contexto y en ese ambiente, que ya conoce, reaparece el despedido George Smiley( Gary Oldman).Al igual que la mayoría de sus compañeros de promoción es ahora un solitario perdedor cuya única familia es la del propio Servicio de Inteligencia. Y como sabemos hasta dentro de las mejores familias se tejen lealtades, intrigas, traiciones y sospechas mutuas. En ese sentido, la película tiene algo de “Erase una vez en América” de Sergio Leone, un retrato intrincado sobre la amistad dentro de un círculo cerrado de flemáticos ingleses.
Pero aclaremos que el argumento en realidad no es tan complejo como pareciera ser, es la adaptación y la puesta en escena de la dupla Tomas Alfredson y John Le Carré, autor del “best seller” y socio de la producción, que la hacen densa, oscura y pausada hasta la morosidad como queriendo transmitir el estilo y las descripciones literarias de la novela, con diálogos cortos llenos de claves y una narración que utiliza permanentemente los flashback, muchas veces de manera imperceptible, que aumentan la sensación de confusión y caos.
Escena aparte, por lo lograda, es aquella que en un solo plano resume la vida de la agente soviética filmada a la manera de la “Ventana indiscreta” de Hitchcock pero potenciada horizontalmente.
Es de agradecer que el filme haya sido concebido de esta forma porque tiene mucho de original y obliga a revisarla repetidamente, siempre de manera grata. Está claro, por cierto, que aquí no estamos en el dominio del las palomitas de maíz sino en el del café expreso y doble.
Pero hay otro tipo de agente secreto, el que trabaja más en oficina y que integra la parte alta del organigrama. Ellos sí toman decisiones que pueden afectar las relaciones internacionales y, en los años 70, el destino de la Guerra Fría. La película trata sobre ellos, sobre la comunidad del secreto, la cofradía del silencio que se ve amenazada por un agente doble que está entre sus filas. Se trata de gente encarcelada dentro de una espesa burocracia que ocupa mucho tiempo subiendo escaleras, atravesando rejas y oscuras oficinas y que solo obtienen un respiro cuando suben a la azotea del austero edificio. Los locales alternos son más austeros y lúgubres aún y dentro de ellos se desarrolla la acción.
En ese contexto y en ese ambiente, que ya conoce, reaparece el despedido George Smiley( Gary Oldman).Al igual que la mayoría de sus compañeros de promoción es ahora un solitario perdedor cuya única familia es la del propio Servicio de Inteligencia. Y como sabemos hasta dentro de las mejores familias se tejen lealtades, intrigas, traiciones y sospechas mutuas. En ese sentido, la película tiene algo de “Erase una vez en América” de Sergio Leone, un retrato intrincado sobre la amistad dentro de un círculo cerrado de flemáticos ingleses.
Pero aclaremos que el argumento en realidad no es tan complejo como pareciera ser, es la adaptación y la puesta en escena de la dupla Tomas Alfredson y John Le Carré, autor del “best seller” y socio de la producción, que la hacen densa, oscura y pausada hasta la morosidad como queriendo transmitir el estilo y las descripciones literarias de la novela, con diálogos cortos llenos de claves y una narración que utiliza permanentemente los flashback, muchas veces de manera imperceptible, que aumentan la sensación de confusión y caos.
Escena aparte, por lo lograda, es aquella que en un solo plano resume la vida de la agente soviética filmada a la manera de la “Ventana indiscreta” de Hitchcock pero potenciada horizontalmente.
Es de agradecer que el filme haya sido concebido de esta forma porque tiene mucho de original y obliga a revisarla repetidamente, siempre de manera grata. Está claro, por cierto, que aquí no estamos en el dominio del las palomitas de maíz sino en el del café expreso y doble.
2 de abril de 2012
2 de abril de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de espías, basada en la novela de John LeCarré, con el protagonismo de Smiley (Oldman) entre un montón de excelentes secundarios a la búsqueda de un infiltrado ruso (un enviado de Karla) dentro del núcleo de los servicios secretos británicos. La película capta y exige la atención del espectador en una trama de idas y vueltas pues no está contada linealmente y no se desvela sino hasta el final.
Todas las interpretaciones son sobrias (¡son ingleses!) incluso la del muy histriónico Oldman al que sólo recuerdo casi tan contenido en “Candidata al poder”. Tiene un atmósfera especial, la interpretación, la ropa, los escenarios, la luz, e imagino así a ese servicio secreto. Merece la pena verse y probablemente repetir.
Todas las interpretaciones son sobrias (¡son ingleses!) incluso la del muy histriónico Oldman al que sólo recuerdo casi tan contenido en “Candidata al poder”. Tiene un atmósfera especial, la interpretación, la ropa, los escenarios, la luz, e imagino así a ese servicio secreto. Merece la pena verse y probablemente repetir.
28 de julio de 2014
28 de julio de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Compleja y no apta para todos los paladares adaptación de la novela de Le Carré. Con una narración extremadamente pausada y cuidadosamente fragmentada, Alfredson nos sumerge en la psicología del espía, en sus paranoias y sus silencios, en su rutina y en sus desventuras. No hay persecuciones de coches ni explosiones, sino los rostros y las almas al descubierto de una serie de personajes aislados, con sentimientos aislados y ocultados por su propio trabajo. La Guerra Fría, el topo infiltrado, las deserciones o las traiciones en un bando y en otro son casi lo de menos, casi un macguffin que permite al director y a los guionistas, ayudados por la atmosférica y densa música de Alberto Iglesias, irradiar una frialdad casi polar en el mundo del MI6 y sus secretos. Ayuda la puesta en escena, deliberadamente gris y decadente, con pisos y casas completamente anodinos (incluso la misma sede del MI6 parece una oficina del montón, a excepción de la habitación secreta donde se reúne la cúpula de la organización). Incluso se opta por pasar de planos "postales", tan típicos en las películas cuando la acción transcurre en ciudades pintorescas, y Londres, Estambul y Budapest casi salen desapercibidas.
Decía antes que no es apta para todos los paladares, y es que el filme pide al espectador concentración absoluta, porque su narración fragmentada juega con flashbacks (bien hilvanados) entre varias historias protagonizadas por varios personajes, que el protagonista, George Smiley, va uniéndolas poco a poco. Y son microhistorias tan apasionantes como la principal, puesto que descubren la turbiedad y el sacrificio que requiere el oficio de espía (y más durante los convulsos años de la Guerra Fría), y permiten al espectador acceder a las torturadas personalidades de sus protagonistas. Particularmente destacan las desventuras de Tom Hardy en Turquía con la espía rusa (un destello de lirismo y emoción en medio de la fealdad y frialdad de la película), y sobre todo la de un enorme Mark Strong, espía torturado (física y emocionalmente) que cobra toda la importancia de la película hacia el final. Y es que esencialmente, ésta es una película de actores, porque cada personaje, en mayor o menor medida, tiene construida su personalidad, sus motivaciones íntimas dentro de ese tiovivo gélido que es el MI6. El doble rasero miserable de Toby Jones, la eficiencia y el desconcierto de Benedict Cumberbatch, los secretos tras un cuidado cinismo de Colin Firth y los ya mencionados Hardy y Strong. Por encima de todos ellos, Gary Oldman, la misma gelidez hecha carne, la eficacia burocrática y paciente que buscará incansablemente al topo infiltrado. Un hombre de muchos silencios y muchos desencantos, que en puntuales miradas y en mínimos gestos, deja a veces entrever una furia interior (bien por la caída que tuvo años atrás junto a su ex-jefe John Hurt, bien por saber que ha anclado su vida y su futuro a un oficio desagradecido), parapetada y oculta a través de sus gestos y sus grandes gafas.
Hombres todos ellos hastiados, insatisfechos con sus vidas unos, y miserables otros con su indiferencia. Si se consigue entrar, poco a poco, en el alma de la película y en su narrativa, la atmósfera va calando poco a poco en el espectador, y hasta el mismo argumento, que hasta entonces había que hacer encajar como piezas sueltas de un puzzle (ejercicio, como digo, que requiere paciencia y mucha atención), va cobrando sentido. Aun así, en una jugada arriesgada e inteligente, Alfredson deja algunos huecos e interrogantes al propio gusto del espectador. Es la antítesis del cine mascado y sobreexplicado de espionaje de cualquier Bond o de cualquier misión imposible, porque es el propio espectador el que debe llenar algunos agujeros con pistas y datos desvelados a lo largo del metraje. Sospecho que ésta es de las películas que necesitan y que ganan con un segundo y tercer visionado. Con todo, yo sí que entré en la atmósfera y en el juego mental de la trama, y el final de la película supone todo un disparo al cerebro y al corazón, un lamento en forma de último trozo de un flashback que va a apareciendo en trozos casi desde el principio (una fiesta con todos los protagonistas, en un pasado no muy lejano, donde todos eran más humanos), y la conjunción de ese flashback con la imagen de Mark Strong con un rifle, al son de la canción "La Mer" suponen todo un resumen de la misma alma y significado de lo que nos han contado. Compleja, intrincada, fría, emocional, mental, tensa, laberíntica y actoral, sin duda, una de las películas del 2011.
Decía antes que no es apta para todos los paladares, y es que el filme pide al espectador concentración absoluta, porque su narración fragmentada juega con flashbacks (bien hilvanados) entre varias historias protagonizadas por varios personajes, que el protagonista, George Smiley, va uniéndolas poco a poco. Y son microhistorias tan apasionantes como la principal, puesto que descubren la turbiedad y el sacrificio que requiere el oficio de espía (y más durante los convulsos años de la Guerra Fría), y permiten al espectador acceder a las torturadas personalidades de sus protagonistas. Particularmente destacan las desventuras de Tom Hardy en Turquía con la espía rusa (un destello de lirismo y emoción en medio de la fealdad y frialdad de la película), y sobre todo la de un enorme Mark Strong, espía torturado (física y emocionalmente) que cobra toda la importancia de la película hacia el final. Y es que esencialmente, ésta es una película de actores, porque cada personaje, en mayor o menor medida, tiene construida su personalidad, sus motivaciones íntimas dentro de ese tiovivo gélido que es el MI6. El doble rasero miserable de Toby Jones, la eficiencia y el desconcierto de Benedict Cumberbatch, los secretos tras un cuidado cinismo de Colin Firth y los ya mencionados Hardy y Strong. Por encima de todos ellos, Gary Oldman, la misma gelidez hecha carne, la eficacia burocrática y paciente que buscará incansablemente al topo infiltrado. Un hombre de muchos silencios y muchos desencantos, que en puntuales miradas y en mínimos gestos, deja a veces entrever una furia interior (bien por la caída que tuvo años atrás junto a su ex-jefe John Hurt, bien por saber que ha anclado su vida y su futuro a un oficio desagradecido), parapetada y oculta a través de sus gestos y sus grandes gafas.
Hombres todos ellos hastiados, insatisfechos con sus vidas unos, y miserables otros con su indiferencia. Si se consigue entrar, poco a poco, en el alma de la película y en su narrativa, la atmósfera va calando poco a poco en el espectador, y hasta el mismo argumento, que hasta entonces había que hacer encajar como piezas sueltas de un puzzle (ejercicio, como digo, que requiere paciencia y mucha atención), va cobrando sentido. Aun así, en una jugada arriesgada e inteligente, Alfredson deja algunos huecos e interrogantes al propio gusto del espectador. Es la antítesis del cine mascado y sobreexplicado de espionaje de cualquier Bond o de cualquier misión imposible, porque es el propio espectador el que debe llenar algunos agujeros con pistas y datos desvelados a lo largo del metraje. Sospecho que ésta es de las películas que necesitan y que ganan con un segundo y tercer visionado. Con todo, yo sí que entré en la atmósfera y en el juego mental de la trama, y el final de la película supone todo un disparo al cerebro y al corazón, un lamento en forma de último trozo de un flashback que va a apareciendo en trozos casi desde el principio (una fiesta con todos los protagonistas, en un pasado no muy lejano, donde todos eran más humanos), y la conjunción de ese flashback con la imagen de Mark Strong con un rifle, al son de la canción "La Mer" suponen todo un resumen de la misma alma y significado de lo que nos han contado. Compleja, intrincada, fría, emocional, mental, tensa, laberíntica y actoral, sin duda, una de las películas del 2011.
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