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El topo

Intriga. Thriller Años 70, en plena guerra fría. El fracaso de una misión especial en Hungría provoca un cambio en la cúpula de los servicios secretos británicos. Uno de los defenestrados es el agente George Smiley. Sin embargo, cuando ya se había hecho a la idea de retirarse, le encargan una nueva misión: se sospecha que hay un “topo” infiltrado en la cúpula del Servicio y sólo alguien de fuera puede averiguar quién es. Con la ayuda de otros agentes ... [+]
Críticas 193
Críticas ordenadas por utilidad
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8
10 de enero de 2012
224 de 256 usuarios han encontrado esta crítica útil
No estamos ante una película para acompañar de palomitas. Harían un ruido innecesario y molesto ante una película donde los silencios se convierten en otra forma de narración. Una a la que no estamos acostumbrados. Una historia de espionaje sin historia de amor, persecuciones ni explosiones por los aires. En su lugar se utilizan las miradas, la sutileza y una dirección pausada y soberbia.

Quien espere algo tipo Misión Imposible o James Bond, que se olvide de esta película. El Topo es la antítesis del cine de espionaje al que nos han acostumbrado. Requiere una mayor atención, pues no nos lo dan ya masticado para que simplemente tengamos que abrir la boca. Aquí te van dando lentamente bloques, aparentemente de hielo, que tu tendrás la opción de querer masticar para lograr comprender. Requiere un esfuerzo para un espectador acostumbrado a no tener que hacerlos. Aviso a navegantes.

Gary Oldman, Colin Firth, un magnífico Benedict Cumberbatch, así como el resto del reparto están a un nivel sobresaliente en este magnífico laberinto de miradas.
7
23 de diciembre de 2011
166 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un personaje como George Smiley, al que Carré confirió el absoluto protagonismo de una serie de novelas, es presentado desde el silencio, la pausa, la imagen y una secuencia nos puede dar señales de su comportamiento: una abeja que se encuentra en el interior de un coche y perturba al resto de pasajeros es ‘invitada’ por un imperturbable Smiley gentilmente a abandonar el vehículo. Esa concisión en dar protagonismo a un personaje que apenas habla y cuya inquebrantable paciencia se convierte en su principal virtud nos podía colocar en la sintonía de ese ‘escorpión’ que protagoniza “Drive”. Pero pese a que tanto Alfredson como Winding Refn parecen querer construir un cine netamente posmoderno sobre cimientos cinematográficos pasados no existen en “El topo” apenas golpes de efecto. Sí aparece una completa percepción del ritmo, montaje, puesta en escena y personajes como una partida de ajedrez directamente con el espectador aunque algunos confundirán lo frío con lo inteligente, real y coherente.

El director de “Déjame entrar” no se ha ceñido a un thriller tradicional de espías con dosis de suspense y romance que hagan erigir la figura del clásico James Bond sino que ha preparado una historia de anti-acción donde la psicología y las palabras aplastan cualquier mínimo y contado disparo que pueda surgir. “El topo” se acerca notablemente al noir elegante con un pletórico, conciso, silencioso e impasible Gary Oldman poniéndose en la piel de un personaje que ya interpretó Alec Guinness. Lo hace con una puesta en escena basada en cristales que nos muestran una verdad visible pero que no podemos palpar. Tal vez esa ubicación sea colocarnos tras las propias lentes de las gafas de Smiley desde donde debe hallar la verdad. El montaje se permite evitar partes informativas y los flashbacks están integrados para perturbar y engañar tal vez al espectador más despistado. Y es que Alfredson ha decidido confiar en la inteligencia de su público para que se introduzca de lleno en una historia de agentes dobles, villanos nacidos del pasado, secretos mortales, intereses y conspiraciones globales en la nueva forma de hacer la guerra que cambió el curso de nuestra historia. Por haber, hay incluso varias historias de amor y todos los elementos propios del género pero tanto su utilización como (des)orden impuesto por el cineasta hace malo aquello de que el orden de los factores no altera el producto.

“El topo” es todo aquello que no pudo ser “El buen pastor” de Robert De Niro. Establece en la memoria y la percepción del recuerdo una manera de supervivencia para su protagonista. Realmente es el cineasta quién habla en esas imágenes: debemos entender el pasado para poder sobrevivir y afrontar el futuro. Si es necesario cambiar de gafas de pasta gruesa, como hace el propio Smiley, posiblemente ayude a ver mejor una realidad oculta que no es visible a los ojos de todos. Pura cuestión de retina cinematográfica.
4
26 de diciembre de 2011
240 de 385 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Que por qué me río de los puzzles de 10.000 piezas?, pues muy fácil, porque el intentar ver El Topo sin perder el hilo conductor es como hacer un puzzle de un millón de piezas.

Lo peor de intentar hacer este puzzle es que sólo te da piezas del centro y que no encajan unas con otras, no te dan esquinas ni laterales con lo que el poder hacerlo se hace prácticamente imposible.

Una película sin alma en la que únicamente destacan el desfile de estrellas que hacen que este metraje luzca más de lo que es.

Tan sólo dos momentos de humor y unos últimos 10 minutos brillantes que no consiguen desterrar el tedio que impregna todo el film.

Lo mejor: sin ninguna duda el reparto, todos inmensos; también cabe destacar una delicada banda sonora que está muy por encima de la película.

Lo peor: lo peor que puede tener una película es que te deje indiferente, y esta es una de ellas...
7
24 de diciembre de 2011
95 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida de los espías es aburrida. Esa es una de las conclusiones que uno obtiene tras visionar 'El Topo'. Acostumbrados a la imagen irreal de los espías que nos ha vendido el cine, con James Bond a la cabeza y sus mujeres despampanantes, sus coches de lujo y sus martinis “agitados, no removidos” como complementos, sorprende la perspectiva que nos ofrece Tomas Alfredson. Ha tenido que llegar un director sueco, para brindarnos un retrato creíble del espionaje. Un mundo en el que no hay lugar para la sonrisa, y en el que el disimulo, la vigilancia y el papeleo sustituyen a los divertimentos anteriormente citados de '007'.

En su anterior película, 'Dejame Entrar', Alfredson puso el listón muy alto con esa vuelta de tuerca al mito vampírico protagonizada por un par de infantes. Este era un film pausado y frío, con una atmósfera lúgubre que le iba como anillo al dedo a la historia. Ahora repite la jugada pero va un paso más allá, convirtiendo a 'El Topo', no ya en una película fría, sino en una película gélida. Alfredson ha dejado los tiroteos, las explosiones y las persecuciones a un lado, aquí los duelos se resuelven con la palabra, escudriñando cada frase, cada gesto y cada mirada de los protagonistas, con el único objetivo de descubrir al traidor. Tinker (Calderero), Tailor (Sastre), Soldier (Soldado) y Spy (Espía) son los cuatro candidatos.

Los guionistas adaptan la novela homónima de John Le Carré, desarrollando un juego de mentiras y medias verdades en el que nada es lo que parece. También ponen especial énfasis en la nula vida personal de los espías y en la quimérica tarea de mantener una familia a flote. En otras películas de espionaje el guión revela demasiado, de manera que el espectador intuye el final antes de tiempo. En 'El Topo' ocurre todo lo contario, y es que por momentos parece que los guionistas escatiman información al sufrido espectador, que siempre va un paso por detrás. Así, se hace complicado seguir el argumento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
'El Topo' es una película difícil, que penaliza los despistes del espectador. Es fácil entrar en la historia, pero también salirte de ella. La escena de apertura es un prodigio de intriga que te introduce de manera admirable en la trama. Una vez aceptado el juego que propone la película, que consiste en encontrar a un ‘topo’ infiltrado en los servicios secretos británicos, el espectador debe mantener la atención durante 120 minutos. De lo contrario, el ‘game over’ puede hacer aparición en nuestra mente.

Estamos, por tanto, ante una película de espías de verdad en la que la espectacularidad brilla por su ausencia salvo en el apartado actoral. Intérpretes ‘british’ de la talla de John Hurt, Colin Firth, Tom Hardy o Toby Jones dan un recital. Gary Oldman tenía un duro cometido en 'El Topo', hacer olvidar al Smiley interpretado por Alec Guiness en una producción para la BBC de 1979. Finalmente resiste la comparación, ofreciendo un Smiley que es un fiel reflejo de la película: sereno, impasible y pétreo.

Lo mejor: El reparto.

Lo peor: Es casi imposible que entusiasme.
9
7 de enero de 2012
56 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es tarea fácil adaptar al cine las novelas de John Le Carré porque se trata de una literatura donde prima la reflexión sobre la acción y resulta arduo traducir a imagen tal fórmula narrativa. Considero, pues, más meritorio el trabajo del director sueco Tomas Alfredson en la que es probablemente la mejor adaptación hasta la fecha de una obra de Le Carré, teniendo en cuenta, además, que se trata de uno de sus textos más complejos e introspectivos.
Como la novela del autor británico, ya llevada a la televisión a finales de los años setenta del pasado siglo con su título original, “Calderero, sastre, soldado, espía” y con Alec Guinness como protagonista, la historia gira alrededor de la búsqueda y desenmascaramiento de un “topo” o agente doble que en plena guerra fría está pasando información a los rusos a pesar de trabajar para los británicos. Fiel al estilo de Le Carré, Alfredson trata de ir con la cámara más allá del rostro de los personajes, escarbando en su interior y poniendo al descubierto los mecanismos que les mueven a actuar de la manera en que lo hacen.
Pero además la película es un retrato de la propia guerra fría por la que discurre, un escenario realmente helado donde nada es lo que parece y cualquiera puede ser un traidor. En ese sentido, el filme es muy brillante en su puesta en escena, logrando transmitir al espectador esa sensación casi claustrofóbica y toda la complejidad de lo que ocurre.
Hemos de destacar con creces el trabajo interpretativo de Gary Oldman, un George Smiley frío y reflexivo, hastiado de guerras y traiciones, apartado por sus superiores de los vericuetos del espionaje y atrapado a la vez en sus redes. Magnífica película, insisto, que por fin hace justicia (cinematográficamente hablando) a uno de los mejores escritores del género de espías.
J C
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