Los espíritus de la isla
2022 

7.0
20,906
Drama
Ambientada en una isla remota frente a la costa oeste de Irlanda en 1923, narra la historia de dos amigos de toda la vida, Pádraic y Colm, quienes se encuentran en un callejón sin salida cuando Colm pone fin a su amistad de un modo abrupto. Un Pádraic atónito, con la única comprensión de su hermana Siobhán y del simple Dominic, se esfuerza por reconstruir la relación, negándose a aceptar las negativas de su amigo de siempre. Cuando Colm ... [+]
3 de febrero de 2023
3 de febrero de 2023
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la guerra civil irlandesa de fondo, Martin McDonagh plantea una guerra entre amigos en la que –como en cualquier contienda– un motivo absurdo desencadena una tragedia desmesurada. De este modo, Almas en pena de Inisherin es, efectivamente, una estampa de varias almas en pena sufriendo las consecuencias de una decisión que inicialmente era una tontería.
Así, queda un retrato sugerente de la soledad, la ira contenida, la pérdida de la inocencia, la impotencia y la amistad, enmarcado en maravillosos paisajes de Irlanda. Y funciona en gran parte gracias a las magistrales interpretaciones de Colin Farrell y Brendan Gleeson, que logran que el espectador padezca con ellos.
Sin embargo, McDonagh lleva demasiado al extremo la situación, casi hasta el punto de rozar lo ridículo, y es una pena, pues resta credibilidad a su parábola. Por ello, al final queda una historia deprimente e inverosímil, que no consigue redimirse.
www.contraste.info
Así, queda un retrato sugerente de la soledad, la ira contenida, la pérdida de la inocencia, la impotencia y la amistad, enmarcado en maravillosos paisajes de Irlanda. Y funciona en gran parte gracias a las magistrales interpretaciones de Colin Farrell y Brendan Gleeson, que logran que el espectador padezca con ellos.
Sin embargo, McDonagh lleva demasiado al extremo la situación, casi hasta el punto de rozar lo ridículo, y es una pena, pues resta credibilidad a su parábola. Por ello, al final queda una historia deprimente e inverosímil, que no consigue redimirse.
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13 de febrero de 2023
13 de febrero de 2023
40 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por más perspectivas con que intento ver esta película, no consigo verle la gracia. Me he puesto de frente, de cuclillas, de lado y hasta he hecho el pino-puente. Tendrá algo de fábula, de cuento, sus personajes tendrán esa bonhomía propia del mundo infantil, en esta especie de Brigadoon o Innisfree que parece ser la isla de Inisherin. Debe ir por ahí la cosa. He hablado de la película con gente que solo dice maravillas de ella, que la adora, a la cual le ha llegado al corazón, y es como si yo hablara swahili y ellos coreano. No hay forma para mí de llegar a ella, ni con la mente, ni con los sentidos, ni con el puto corazón. Y de ahí no salgo. Parecía un pozo, pero quizás es una trinchera, puesto que ya me pongo el casco y me agacho a la espera del fusilamiento, posiblemente merecido, porque la opinión de uno entre muchos suele indicar que el problema es suyo (o sea mío en este caso). Sea como fuere, un punto de vista distinto no hará daño a nadie.
No se puede conectar con una película cuando no comprendes a sus personajes. De entrada, calibro mi mirada para ver una película de tono realista con un toque mágico, quizá espolvoreada de un humor bueno y bonito, de corazones generosos y algo peculiares en lugares bellos y especiales. Pero la ficción, una vez sentadas las bases del tono, tiene sus líneas rojas. Parece que va por ahí la cosa, que he calibrado bien, hasta que pierde la gracia para tornarse un absurdo incomprensible, una especie de competición para ver quien de los personajes es más estúpido, seres obtusos que pugnan por ver quien se da más fuerte contra un muro, como esas increíbles competiciones de tortazos que ahora están tan de moda.
Quizá la película es tan original, que no soy capaz de encontrarle el punto. Podría ser. En todo caso, resulta aburrida, repetitiva, reiterativa, argumentalmente insípida, carne de cortometraje, poco más. Personajes imprevisibles, en su inmovilidad en algunos casos, y en su evolución imposible en otros.
Da para hacer algunas lecturas subyacentes, elaborados temas. Creo que deberíamos resituarnos a veces, nos conformamos con muy poco cuando enumeramos la densidad temática de algunas películas actuales. Creo que deberíamos volver a leer a Cervantes y a Shakespeare. A mí todo lo que me sugiere esta película, son esencias intrascendentes y artificiales, pedos en lugar de aromas, verdaderas intelequias que no necesitan una película para contarse, que han errado el formato. Por dios, con que raquíticas pinceladas pretenciosas nos conformamos. Señor McDonagh, vea usted películas de Dreyer, de Ford, de Buñuel... ¿Pero qué coño es esta película?
Si los tontos piensan, se vuelven distintos, igual más listos, o más malos, quien sabe. Si algo perturba la paz de un lugar apartado y armónico, se podría desatar el infierno. Las convicciones deben mantenerse firmes hasta el fin, a costa de lo que sea, así se han construido los grandes avances de la humanidad. Hay hombres de distintas categorías, elites y seres más primitivos, y oye, todos merecen respeto, pero unos son aceite y otros son agua, y así son las cosas... Puedo desarrollar más argumentos razonados, algunos con toques de Brigadoon para dar más margen a los personajes, puedo sacar más etiquetas para dar empaque a la película, como oigo por ahí... ¡Vaya montón de carteles inocuos!, no sirven de nada en absoluto, como aquellos anuncios en las afueras que tampoco anunciaban nada.
En esta película el agua y el aceite tienen algo en común: son de una estupidez difícil de encontrar en cualquier otra parte, ya sea en el mundo del cine o en el mundo real.
No se puede conectar con una película cuando no comprendes a sus personajes. De entrada, calibro mi mirada para ver una película de tono realista con un toque mágico, quizá espolvoreada de un humor bueno y bonito, de corazones generosos y algo peculiares en lugares bellos y especiales. Pero la ficción, una vez sentadas las bases del tono, tiene sus líneas rojas. Parece que va por ahí la cosa, que he calibrado bien, hasta que pierde la gracia para tornarse un absurdo incomprensible, una especie de competición para ver quien de los personajes es más estúpido, seres obtusos que pugnan por ver quien se da más fuerte contra un muro, como esas increíbles competiciones de tortazos que ahora están tan de moda.
Quizá la película es tan original, que no soy capaz de encontrarle el punto. Podría ser. En todo caso, resulta aburrida, repetitiva, reiterativa, argumentalmente insípida, carne de cortometraje, poco más. Personajes imprevisibles, en su inmovilidad en algunos casos, y en su evolución imposible en otros.
Da para hacer algunas lecturas subyacentes, elaborados temas. Creo que deberíamos resituarnos a veces, nos conformamos con muy poco cuando enumeramos la densidad temática de algunas películas actuales. Creo que deberíamos volver a leer a Cervantes y a Shakespeare. A mí todo lo que me sugiere esta película, son esencias intrascendentes y artificiales, pedos en lugar de aromas, verdaderas intelequias que no necesitan una película para contarse, que han errado el formato. Por dios, con que raquíticas pinceladas pretenciosas nos conformamos. Señor McDonagh, vea usted películas de Dreyer, de Ford, de Buñuel... ¿Pero qué coño es esta película?
Si los tontos piensan, se vuelven distintos, igual más listos, o más malos, quien sabe. Si algo perturba la paz de un lugar apartado y armónico, se podría desatar el infierno. Las convicciones deben mantenerse firmes hasta el fin, a costa de lo que sea, así se han construido los grandes avances de la humanidad. Hay hombres de distintas categorías, elites y seres más primitivos, y oye, todos merecen respeto, pero unos son aceite y otros son agua, y así son las cosas... Puedo desarrollar más argumentos razonados, algunos con toques de Brigadoon para dar más margen a los personajes, puedo sacar más etiquetas para dar empaque a la película, como oigo por ahí... ¡Vaya montón de carteles inocuos!, no sirven de nada en absoluto, como aquellos anuncios en las afueras que tampoco anunciaban nada.
En esta película el agua y el aceite tienen algo en común: son de una estupidez difícil de encontrar en cualquier otra parte, ya sea en el mundo del cine o en el mundo real.
8 de febrero de 2023
8 de febrero de 2023
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El dicho “almas en pena” parte de una idea popular referida a gente angustiada, con un estado de ánimo malo por sus desgraciadas circunstancias de vida y con un penar inconsolable. Es una frase que tiene un sentido compasivo, en absoluto burlón.
En este filme hay almas perdidas, personajes en el límite del hastío. Viven en una isla de ficción de nombre Inishering, a principio de los años ’20 del pasado siglo, una pequeña isla remota en la costa oeste irlandesa con apenas habitantes, la mayoría chismosos, amén de vacas, caballos y asnos, y una panorámica rupestre, verde, playas grises y parroquianos que van o al Pub a medio día y a la tarde a beber sobre todo cerveza, o a la iglesia a misa, pues son católicos en su mayoría. Un panorama no muy alentador.
Está basada la película en una obra teatral escrita por el propio director de la misma, Martin McDonagh, dramaturgo consagrado, enraizada en el folclore irlandés, y en el territorio del mito y la parábola. Se cuenta la historia de dos personajes que han sido amigos de siempre: Pádraic (Farrell) y Colm (Gleeson).
La cosa se pone difícil e incluso dramática cuando Colm decide poner fin a su amistad con Pádraic de manera abrupta. Cuando Pádraic observa que su amigo no le habla o se cambia de lugar en el Pub para no estar a su lado, queda boquiabierto, además de angustiado y con una mezcla de sorpresa y culpa, pues duda si en algún momento le ha ofendido.
Pero no, lo único que arguye Colm es que está cansado de él y que estando ya en una edad avanzada, desea hacer algo que no sea aguantar su conversación mediocre y aburrida. Aquel queda desolado, pues su colega, el que da sentido a su existencia, ni responde, ni responderá jamás. Ha decidido dejar de hablarle, no hay vuelta atrás.
Pádric entra en shock y lo tienen que ayudar su hermana Siobhán y Dominic, un joven corto de entendederas con un padre que lo maltrata que es el policía del pueblo. Pádric desea arreglar su amistad, pero no recibe más que las negativas. A eso hay que unir que están en un islote en el que no hay prácticamente nadie más con quien departir.
Este trabajo del director Martin McDonagh es negro, desengañado y demoledor; no queda sino rendirse y reír incluso, aunque sólo sea para no angustiarse. Que los humanos somos de poco fiar, inconstantes y caprichosos es básicamente la idea motriz de McDonagh.
En esta cinta, sus personajes son absolutamente insensatos con una precisión que acaba por retratarnos a todos en nuestra más desnuda humanidad. Por ello la película acaba en tragedia al límite mismo de la carcajada; como que fuera una comedia por pura desesperación de sus personajes. Algo parecido a cuando aparece una carcajada en el cansancio de un velatorio, es decir, cuando ya las cosas no tienen remedio.
Los personajes son rústicos, sencillos, de tozudez montaraz y de honradez próxima a lo absurdo. Entre ellos hay un pecio de melancolía y abatimiento al que el guion, la cámara y la interpretación dan forma entre pedazos de humor negro y drama conmovedor.
Tanto Colin Farrell como Brendan Gleeson invisten a los personajes de sentimientos muy fuertes. Farrell está sensacional escenificando el dolor espiritual por el desprecio que recibe de su amigo, él, un hombre sencillo y de natural bueno, repudiado; Gleeson hace un gran trabajo como hombre depresivo capaz pasar dolor físico extremo como sacrificio para honrar la propia palabra de querer no estar con el amigo (la mutilación como carta de crédito de la palabra dada). Interpretaciones perfectas, muy matizadas, para entender incluso lo ininteligible.
La película dibuja estados de ánimo y desánimo como única vestimenta de vida, lo cual se aprecia en la erosión de los dos personajes, pero también en los que interpretan magistralmente Kerry Condon (la hermana de Pádraic) y el joven Barry Keoghan (hijo cortito del policía local), todos ellos sienten la necesidad de huir de la tediosa cotidianeidad de la isla, como sea.
Buena la música de Carter Burwell y la fotografía de Ben Davis, lo cual, junto a la puesta en escena y el estupendo trabajo de McDonagh consiguen una atmósfera muy bien trabada, los ambientes, el trenzado de diálogos entre lo insustancial y lo esencial, todo hace a que se oiga el lamento de esas almas que caminan como por encima de la isla y de la bruma.
En suma, obra austera, a la que no sobra ni una escena ni un solo gesto dramático, y que se muestra rebosante de sustancia, como para hacernos reflexionar: la importancia de la amistad y los peligros de no tomarla en serio, el valor de la bondad frente al de la inteligencia, todo ello con capacidad para emocionarnos profundamente.
En este filme hay almas perdidas, personajes en el límite del hastío. Viven en una isla de ficción de nombre Inishering, a principio de los años ’20 del pasado siglo, una pequeña isla remota en la costa oeste irlandesa con apenas habitantes, la mayoría chismosos, amén de vacas, caballos y asnos, y una panorámica rupestre, verde, playas grises y parroquianos que van o al Pub a medio día y a la tarde a beber sobre todo cerveza, o a la iglesia a misa, pues son católicos en su mayoría. Un panorama no muy alentador.
Está basada la película en una obra teatral escrita por el propio director de la misma, Martin McDonagh, dramaturgo consagrado, enraizada en el folclore irlandés, y en el territorio del mito y la parábola. Se cuenta la historia de dos personajes que han sido amigos de siempre: Pádraic (Farrell) y Colm (Gleeson).
La cosa se pone difícil e incluso dramática cuando Colm decide poner fin a su amistad con Pádraic de manera abrupta. Cuando Pádraic observa que su amigo no le habla o se cambia de lugar en el Pub para no estar a su lado, queda boquiabierto, además de angustiado y con una mezcla de sorpresa y culpa, pues duda si en algún momento le ha ofendido.
Pero no, lo único que arguye Colm es que está cansado de él y que estando ya en una edad avanzada, desea hacer algo que no sea aguantar su conversación mediocre y aburrida. Aquel queda desolado, pues su colega, el que da sentido a su existencia, ni responde, ni responderá jamás. Ha decidido dejar de hablarle, no hay vuelta atrás.
Pádric entra en shock y lo tienen que ayudar su hermana Siobhán y Dominic, un joven corto de entendederas con un padre que lo maltrata que es el policía del pueblo. Pádric desea arreglar su amistad, pero no recibe más que las negativas. A eso hay que unir que están en un islote en el que no hay prácticamente nadie más con quien departir.
Este trabajo del director Martin McDonagh es negro, desengañado y demoledor; no queda sino rendirse y reír incluso, aunque sólo sea para no angustiarse. Que los humanos somos de poco fiar, inconstantes y caprichosos es básicamente la idea motriz de McDonagh.
En esta cinta, sus personajes son absolutamente insensatos con una precisión que acaba por retratarnos a todos en nuestra más desnuda humanidad. Por ello la película acaba en tragedia al límite mismo de la carcajada; como que fuera una comedia por pura desesperación de sus personajes. Algo parecido a cuando aparece una carcajada en el cansancio de un velatorio, es decir, cuando ya las cosas no tienen remedio.
Los personajes son rústicos, sencillos, de tozudez montaraz y de honradez próxima a lo absurdo. Entre ellos hay un pecio de melancolía y abatimiento al que el guion, la cámara y la interpretación dan forma entre pedazos de humor negro y drama conmovedor.
Tanto Colin Farrell como Brendan Gleeson invisten a los personajes de sentimientos muy fuertes. Farrell está sensacional escenificando el dolor espiritual por el desprecio que recibe de su amigo, él, un hombre sencillo y de natural bueno, repudiado; Gleeson hace un gran trabajo como hombre depresivo capaz pasar dolor físico extremo como sacrificio para honrar la propia palabra de querer no estar con el amigo (la mutilación como carta de crédito de la palabra dada). Interpretaciones perfectas, muy matizadas, para entender incluso lo ininteligible.
La película dibuja estados de ánimo y desánimo como única vestimenta de vida, lo cual se aprecia en la erosión de los dos personajes, pero también en los que interpretan magistralmente Kerry Condon (la hermana de Pádraic) y el joven Barry Keoghan (hijo cortito del policía local), todos ellos sienten la necesidad de huir de la tediosa cotidianeidad de la isla, como sea.
Buena la música de Carter Burwell y la fotografía de Ben Davis, lo cual, junto a la puesta en escena y el estupendo trabajo de McDonagh consiguen una atmósfera muy bien trabada, los ambientes, el trenzado de diálogos entre lo insustancial y lo esencial, todo hace a que se oiga el lamento de esas almas que caminan como por encima de la isla y de la bruma.
En suma, obra austera, a la que no sobra ni una escena ni un solo gesto dramático, y que se muestra rebosante de sustancia, como para hacernos reflexionar: la importancia de la amistad y los peligros de no tomarla en serio, el valor de la bondad frente al de la inteligencia, todo ello con capacidad para emocionarnos profundamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Debido a la insistencia, llegado un punto, Colm le plantea a Pádraic un ultimátum desesperado: si no lo deja en paz se irá cortando los dedos de su mano izquierda. Los acontecimientos se precipitarán con consecuencias dramáticas insólitas.
19 de marzo de 2023
19 de marzo de 2023
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
De parábola sobre la guerra civil irlandesa, nanai de nada de nada.
Una manera de venderla por algunos críticos vende películas, nada honestos y miopes.
Lo único que la ambienta en ese momento histórico, como la podría haber colocado en otro, nada cambiaría en la historia que pretende contarnos.
El principal problema, para mí, radica en que no me creo a los personajes, el más convincente con mucho, la hermana, Kerry Condon, además de su gran interpretación.
Hay dos más que son creíbles pero en spoiler.
Gleeson nos ofrece una soberbia actuación pero no te crees su personaje, así como Farrell, que lo quieren tildar de cortito, nada de eso, es un pastor de animales, tan sólo y aburrido que el rechazo de la única amistad que tiene en la endiablada y maldita isla, lo sumerje en la angustia emocional.
Habla de soledad, incomunicación, primitivismo comunicativo, rutinas lacerantes, carencia de roce humano, son bestias en un paisaje idílico, hombres de las cavernas del siglo XX.
La carta que la hermana le escribe, lo deja clarísimo.
Por muchos paisajes verdes que te rodeen, la soga al cuello la tienes puesta mientras vivas en ese maldito lugar.
El personaje de la cotilla tendera ilustra y da cantidad de información al respecto.
Deja un poso triste, lo pretende y lo consigue y se empeña en que no empatices con los habitantes de esa isla, otro objetivo cumplido, son méritos, pero claro queremos ver cosas que nos dejen sabor de esperanza.
Una propuesta que se queda en poco, por la simpleza de los planteamientos y el poco creíble desarrollo.
Aún así, creo plantea aspectos interesantes aunque pobremente construidos.
La recomiendo, por su diferencia con la gran mayoría de patrañas que se realizan hoy día.
Si sabes leer entre líneas te dará que pensar y las interpretaciones que podamos hacer son variables, otro mérito.
Una clara alegoría sobre la condición humana, en un lugar inhóspitamente paradisiaco.
Una manera de venderla por algunos críticos vende películas, nada honestos y miopes.
Lo único que la ambienta en ese momento histórico, como la podría haber colocado en otro, nada cambiaría en la historia que pretende contarnos.
El principal problema, para mí, radica en que no me creo a los personajes, el más convincente con mucho, la hermana, Kerry Condon, además de su gran interpretación.
Hay dos más que son creíbles pero en spoiler.
Gleeson nos ofrece una soberbia actuación pero no te crees su personaje, así como Farrell, que lo quieren tildar de cortito, nada de eso, es un pastor de animales, tan sólo y aburrido que el rechazo de la única amistad que tiene en la endiablada y maldita isla, lo sumerje en la angustia emocional.
Habla de soledad, incomunicación, primitivismo comunicativo, rutinas lacerantes, carencia de roce humano, son bestias en un paisaje idílico, hombres de las cavernas del siglo XX.
La carta que la hermana le escribe, lo deja clarísimo.
Por muchos paisajes verdes que te rodeen, la soga al cuello la tienes puesta mientras vivas en ese maldito lugar.
El personaje de la cotilla tendera ilustra y da cantidad de información al respecto.
Deja un poso triste, lo pretende y lo consigue y se empeña en que no empatices con los habitantes de esa isla, otro objetivo cumplido, son méritos, pero claro queremos ver cosas que nos dejen sabor de esperanza.
Una propuesta que se queda en poco, por la simpleza de los planteamientos y el poco creíble desarrollo.
Aún así, creo plantea aspectos interesantes aunque pobremente construidos.
La recomiendo, por su diferencia con la gran mayoría de patrañas que se realizan hoy día.
Si sabes leer entre líneas te dará que pensar y las interpretaciones que podamos hacer son variables, otro mérito.
Una clara alegoría sobre la condición humana, en un lugar inhóspitamente paradisiaco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El padre policía de la isla, que abusa del hijo, psicológicamente, físicamente, vamos de todas las maneras.
Y el propio hijo que acaba muerto.
¿Accidente o suicidio?
Estos personajes son a mi juicio, verosímiles.
Y el propio hijo que acaba muerto.
¿Accidente o suicidio?
Estos personajes son a mi juicio, verosímiles.
7 de marzo de 2023
7 de marzo de 2023
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película profunda, con tintes interesantes de drama y comedia intercalados durante todo el metraje. Siempre está sumida en un halo de calma siniestra, de crueldad, de una pacífica extrañeza y misterio. Es que en cierto punto es extraña, peculiar, enigmática. No es apta para todo público. Quizás resulte tediosa, inacabable, demasiado larga pese a su moderada duración, ya que las acciones nucleares no son tan adrenalínicas y espectaculares. Es una historia apoyada completamente en sus personajes, y en su desarrollo. Tiene algo que la hace cautivante.
En una isla cercana a Irlanda, dos amigos, de modo drástico, comienzan a dejar de serlo. Por decisión repentina de uno de ambos, la amistad se quiebra. El otro no comprende, e intenta acercarse en todo momento a la dureza y rigidez sorpresiva de quien decía ser su mejor amigo. Son los dos adultos, y se envuelven en un asunto aparentemente juvenil, adolescente. Pero va más allá de eso. Conforme los dos se encuentren después de la decisión, las situaciones se verán repletas de tensión, incomodidad y extrañeza. Otra vez esa palabra. Todo se oscurece, se torna siniestro, peligroso, incluso macabro. Hacia el final, las cosas cambian mucho, y ellos mismos seguro que también.
Impresionantes actuaciones de todo el elenco. Desde los menos relevantes, como los papeles de Gary Lydon y Pat Shortt, pasando por un genial Barry Keoghan, excelentemente compuesto, entrañable, carismático, conmovedor, y alcanzado la brillantez de un espléndido Brendan Gleeson, y un precioso Colin Farrell, en la que, para mí, es la mejor interpretación del film. Su personaje es exquisito: su manera de moverse, de hablar, de pensar. Hay un nivel de calidad muy alto allí.
La fotografía recorre lugares acogedores, y otros solitarios y vacíos, fríos. Gran uso de planos descriptivos que muestran el paraje donde se sitúa la trama. La banda sonora posee su marca única, que acompaña muy a la altura de los sucesos.
Es importante resaltar los ejes temáticos de esta película, que siempre se van nutriendo y agregando más a medida que avanza el relato: hay un marcado egoísmo, de parte de ambos protagonistas, un cuestionamiento a la superficialidad, al hecho de ser aburridos como personas. También, la soledad toma lugar, reflejada incluso en el personaje de Keoghan, Dominic. Los espíritus de la isla, al fin y al cabo, no son más que ellos, solos, pobres desamparados, separados pero irremediablemente unidos. Creo que se aborda, además, la cuestión del cambio, de darle lugar a cambiar, a ser diferentes, a poder encontrar lo que nos gusta y no aferrarnos siempre a lo mismo. De que se está a tiempo, aunque se haya vivido mucho, de empezar, de nuevo.
Hay una vuelta impactante cuando aparece la competencia. El egoísmo crece a pasos agigantados ahí. Uno es mejor que el otro, y están dispuestos a pelear por demostrárselos.
La escena sobre Mozart, la música y su perpetuidad es fascinante.
Calificación: 7.5
En una isla cercana a Irlanda, dos amigos, de modo drástico, comienzan a dejar de serlo. Por decisión repentina de uno de ambos, la amistad se quiebra. El otro no comprende, e intenta acercarse en todo momento a la dureza y rigidez sorpresiva de quien decía ser su mejor amigo. Son los dos adultos, y se envuelven en un asunto aparentemente juvenil, adolescente. Pero va más allá de eso. Conforme los dos se encuentren después de la decisión, las situaciones se verán repletas de tensión, incomodidad y extrañeza. Otra vez esa palabra. Todo se oscurece, se torna siniestro, peligroso, incluso macabro. Hacia el final, las cosas cambian mucho, y ellos mismos seguro que también.
Impresionantes actuaciones de todo el elenco. Desde los menos relevantes, como los papeles de Gary Lydon y Pat Shortt, pasando por un genial Barry Keoghan, excelentemente compuesto, entrañable, carismático, conmovedor, y alcanzado la brillantez de un espléndido Brendan Gleeson, y un precioso Colin Farrell, en la que, para mí, es la mejor interpretación del film. Su personaje es exquisito: su manera de moverse, de hablar, de pensar. Hay un nivel de calidad muy alto allí.
La fotografía recorre lugares acogedores, y otros solitarios y vacíos, fríos. Gran uso de planos descriptivos que muestran el paraje donde se sitúa la trama. La banda sonora posee su marca única, que acompaña muy a la altura de los sucesos.
Es importante resaltar los ejes temáticos de esta película, que siempre se van nutriendo y agregando más a medida que avanza el relato: hay un marcado egoísmo, de parte de ambos protagonistas, un cuestionamiento a la superficialidad, al hecho de ser aburridos como personas. También, la soledad toma lugar, reflejada incluso en el personaje de Keoghan, Dominic. Los espíritus de la isla, al fin y al cabo, no son más que ellos, solos, pobres desamparados, separados pero irremediablemente unidos. Creo que se aborda, además, la cuestión del cambio, de darle lugar a cambiar, a ser diferentes, a poder encontrar lo que nos gusta y no aferrarnos siempre a lo mismo. De que se está a tiempo, aunque se haya vivido mucho, de empezar, de nuevo.
Hay una vuelta impactante cuando aparece la competencia. El egoísmo crece a pasos agigantados ahí. Uno es mejor que el otro, y están dispuestos a pelear por demostrárselos.
La escena sobre Mozart, la música y su perpetuidad es fascinante.
Calificación: 7.5
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No le encontré mucho sentido a la línea argumental de la hermana del principal, Siobhán, con Dominic. Ese frustado romance me pareció inútil. Inconducente su agregado en la trama, irrelevante.
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