Las vidas de Sing Sing
6.6
1,565
Drama
Un pequeño grupo de presos encarcelados en el Centro Correccional Sing Sing, una de las prisiones de máxima seguridad más famosas del mundo, se propone montar su propia obra teatral como parte de un taller de teatro. A través de las artes escénicas, estos hombres consiguen ver el mundo como un lugar por el que luchar.
17 de enero de 2025
17 de enero de 2025
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Idea motora. Como se puede humanizar una experiencia tan dolorosa como es la vida en prisión.
Como se lleva al cine. Mostrando un grupo de arte dramático formado por presos de la prisión de Sing Sing. La experiencia les ayuda a encontrar una fraternidad y solidaridad en un ambiente tan hostil.
Guion, dirección, banda sonora, interpretación, tono, ritmo. La película tiene un aire casi documental, un tono que mantiene a lo largo de la película, por ello no hay rápida sucesión de escenas, sino que se da importancia a los diálogos y a la evolución de dos de los personajes principales (Colman Domingo y Clarence Maclin).
Lo que más me ha gustado. El que se haya huido de la película de prisión en donde se destaque la violencia y las relaciones de poder y sumisión entre presos. Aquí se trabaja como sobrevivir a la terrible experiencia de la prisión desde la ayuda mutua y de un proyecto común estético, que les humanice, que reciban el aplauso de sus compañeros, que el objetivo del día no sea que llegue lo más rápidamente la noche
Lo que menos me ha gustado. La evolución del personaje interpretado por Clarence Maclin no resulta desde mi punto de vista creíble, faltan elementos que transmitan identificación o comprensión a su evolución personal.
Las imágenes que quedan en mi retina. La primera representación de sueños de una noche de verano y las sesiones de grupo en donde unos grandullones se involucran en ejercicios teatrales y sacan provecho de ellos.
Conclusión. Una película interesante, alejada de los tópicos de película carcelaria. Es una película esperanzadora, donde incluso en uno de los peores lugares se puede buscar y encontrar sentirte humano, solidario, agradecido y respetado, no por tu capacidad de responder con violencia, sino de realizar acciones que permitan la solidaridad, la empatía, la ayuda mutua, disfrutar de momentos de alegría en la desolación y el desapego familiar que la cárcel supone.
Como se lleva al cine. Mostrando un grupo de arte dramático formado por presos de la prisión de Sing Sing. La experiencia les ayuda a encontrar una fraternidad y solidaridad en un ambiente tan hostil.
Guion, dirección, banda sonora, interpretación, tono, ritmo. La película tiene un aire casi documental, un tono que mantiene a lo largo de la película, por ello no hay rápida sucesión de escenas, sino que se da importancia a los diálogos y a la evolución de dos de los personajes principales (Colman Domingo y Clarence Maclin).
Lo que más me ha gustado. El que se haya huido de la película de prisión en donde se destaque la violencia y las relaciones de poder y sumisión entre presos. Aquí se trabaja como sobrevivir a la terrible experiencia de la prisión desde la ayuda mutua y de un proyecto común estético, que les humanice, que reciban el aplauso de sus compañeros, que el objetivo del día no sea que llegue lo más rápidamente la noche
Lo que menos me ha gustado. La evolución del personaje interpretado por Clarence Maclin no resulta desde mi punto de vista creíble, faltan elementos que transmitan identificación o comprensión a su evolución personal.
Las imágenes que quedan en mi retina. La primera representación de sueños de una noche de verano y las sesiones de grupo en donde unos grandullones se involucran en ejercicios teatrales y sacan provecho de ellos.
Conclusión. Una película interesante, alejada de los tópicos de película carcelaria. Es una película esperanzadora, donde incluso en uno de los peores lugares se puede buscar y encontrar sentirte humano, solidario, agradecido y respetado, no por tu capacidad de responder con violencia, sino de realizar acciones que permitan la solidaridad, la empatía, la ayuda mutua, disfrutar de momentos de alegría en la desolación y el desapego familiar que la cárcel supone.
23 de enero de 2025
23 de enero de 2025
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Greg Kwedar presenta una película basada en hechos reales, ¡que manía, no sé a quién quieren engañar!, pero no obstante vemos una historia carcelaria bienintencionada, donde aparece la reinserción como un derivado del poder reparador de la personalidad.
Personas que están encarcelados por crímenes graves, encuentran en el teatro el poder de expresar sus sentimiento y comprender a los demás, en fin, les humaniza y les prepara para un incierto futuro.
Está transformación se siente en la gran interpretación de todo el elenco encabezados magistralmente por Colman Domingo y Clarence Maclin.
Una película de buenos sentimientos, siempre está bien dentro del universo de rollos que nos tientan desde las salas de cine.
Personas que están encarcelados por crímenes graves, encuentran en el teatro el poder de expresar sus sentimiento y comprender a los demás, en fin, les humaniza y les prepara para un incierto futuro.
Está transformación se siente en la gran interpretación de todo el elenco encabezados magistralmente por Colman Domingo y Clarence Maclin.
Una película de buenos sentimientos, siempre está bien dentro del universo de rollos que nos tientan desde las salas de cine.
10 de enero de 2025
10 de enero de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el tercer largometraje en su filmografía, Greg Kwedar regala una historia hecha desde el corazón y no únicamente basada en hechos reales, sino construida con los mismos testimonios que la protagonizan. Para ello, parte de las vivencias de John Divine G Whitfield y Clarence Maclin, mientras que se acompaña de la obra teatral de Brent Buell ("Breakin’ The Mummy’s Code") que los verdaderos presos de Sing Sing interpretaron y del artículo publicado en Esquire por John H. Richardson: "The Sing Sing Follies".
La gestación de la función sirve como esqueleto narrativo de la película, pero son los relatos individuales de cada uno de los personajes los que otorgan capas y un trasfondo emotivo al conjunto. A través de un juego de planos exteriores –para recordar la condición de los reclusos– y de los rostros, se consigue conjugar un ambiente de profunda humanidad que, si bien remarca el encierro, no intenta emitir ningún juicio sobre los individuos allí. "Las vidas de Sing Sing" busca justamente ahondar en esas voces singulares de cada uno y en cómo, al igual que en todas nuestras vidas, hay momentos para el drama y la comedia.
La alternancia de tonos se acentúa con momentos que recuerdan a lo documental, pues gran parte del elenco son los propios presos interpretándose a sí mismos. Incluso Clarence Maclin, en su magnífico papel co-protagonista, es un antiguo convicto, que hace de él mismo durante su período de prisión. Tan solo Colman Domingo como Divine G. y Paul Raci como el educador social del taller son los actores profesionales en el reparto, ambos, eso sí, ofreciendo unas interpretaciones de una suma honestidad. Todo ello aporta gran naturalidad y frescura a las dinámicas grupales que enriquecen el film.
Aunque el guion tiene algunas irregularidades de ritmo, nunca decae y logra sobre todo destacar una colección de mensajes positivos. "Las vidas de Sing Sing" no solo habla de la capacidad sanadora del arte –el teatro en este caso– y la posibilidad de rehabilitación, liberación y libre expresión que este permite, sino que expone valiosas relaciones humanas, presenta la construcción de amistades positivas, promueve la empatía y muestra el poder de la resiliencia.
www.contraste.info
La gestación de la función sirve como esqueleto narrativo de la película, pero son los relatos individuales de cada uno de los personajes los que otorgan capas y un trasfondo emotivo al conjunto. A través de un juego de planos exteriores –para recordar la condición de los reclusos– y de los rostros, se consigue conjugar un ambiente de profunda humanidad que, si bien remarca el encierro, no intenta emitir ningún juicio sobre los individuos allí. "Las vidas de Sing Sing" busca justamente ahondar en esas voces singulares de cada uno y en cómo, al igual que en todas nuestras vidas, hay momentos para el drama y la comedia.
La alternancia de tonos se acentúa con momentos que recuerdan a lo documental, pues gran parte del elenco son los propios presos interpretándose a sí mismos. Incluso Clarence Maclin, en su magnífico papel co-protagonista, es un antiguo convicto, que hace de él mismo durante su período de prisión. Tan solo Colman Domingo como Divine G. y Paul Raci como el educador social del taller son los actores profesionales en el reparto, ambos, eso sí, ofreciendo unas interpretaciones de una suma honestidad. Todo ello aporta gran naturalidad y frescura a las dinámicas grupales que enriquecen el film.
Aunque el guion tiene algunas irregularidades de ritmo, nunca decae y logra sobre todo destacar una colección de mensajes positivos. "Las vidas de Sing Sing" no solo habla de la capacidad sanadora del arte –el teatro en este caso– y la posibilidad de rehabilitación, liberación y libre expresión que este permite, sino que expone valiosas relaciones humanas, presenta la construcción de amistades positivas, promueve la empatía y muestra el poder de la resiliencia.
www.contraste.info
11 de enero de 2025
11 de enero de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi al final de su carrera, cuando los nuevos cines habían sepultado su recuerdo, los hermanos Tavianni resurgieron del silencio con un ensayo audiovisual inclasificable: «César debe morir» (2012). Con Shakespeare como salvoconducto, un grupo de internos de la cárcel romana de Rebibbia, ensayaban la vida de Julio César y su asesinato en los idus de marzo. Con la muerte del último emperador republicano, Paolo y Vittorio Tavianni , dos marxistas convencidos que hicieron obras emblemáticas en el declive del gran cine italiano del pasado siglo XX, firmaron su testamento, un hermoso epitafio.
En «Las vidas de Sing Sing», Greg Kwedar, un director y productor de cine norteamericano, culmina su segunda película con parecidas mimbres: presos de una cárcel -Sing Sing en este caso-, a los que representar a Shakespeare sirve de terapia y sanación en un contexto de enclaustramiento y desesperación. Si los Tavianni hurgaban en la historia de la Roma mítica para mostrar a los sucesores de aquella estirpe de conquistadores convertidos en carne de presidio, aquí Hamlet y su inagotable «Ser o no ser» representa solo uno de los fragmentos de un pastiche que mezcla muchas cosas en un viaje en el tiempo.
Construido a partir del llamado «Programa de Rehabilitación a Través de las Artes», fundado en Nueva York, Kwedar se sirve de presos que se autorrepresentan con actores en un ejercicio dramático sobrio, preciso, solemne. En él sobresale el protagonismo de dos reclusos tan antagónicos como capaces de convivir y compartir el mismo destino. Kwedar no mira a los Tavianni sino a «Rebobine, por favor» (2007) de Gondry y al «Alguien voló sobre el nido del cuco» (1975) de Milos Forman. Al menos eso es lo que afirma el propio Kwedar quien también ha destacado el singular clima de complicidad y reivindicación del rodaje de esta historia levantada sobre cimientos de lo real. Lo que pasó y lo que se cuenta se disuelve en un proceso ortodoxo y convencional, edificado con solvente carpintería teatral, al estilo de Tennessee Williams, donde el destino mueve los hilos y los seres humanos claman por la dignidad. En este caso bajo el paradójico lema de «el teatro os hará libres».
En «Las vidas de Sing Sing», Greg Kwedar, un director y productor de cine norteamericano, culmina su segunda película con parecidas mimbres: presos de una cárcel -Sing Sing en este caso-, a los que representar a Shakespeare sirve de terapia y sanación en un contexto de enclaustramiento y desesperación. Si los Tavianni hurgaban en la historia de la Roma mítica para mostrar a los sucesores de aquella estirpe de conquistadores convertidos en carne de presidio, aquí Hamlet y su inagotable «Ser o no ser» representa solo uno de los fragmentos de un pastiche que mezcla muchas cosas en un viaje en el tiempo.
Construido a partir del llamado «Programa de Rehabilitación a Través de las Artes», fundado en Nueva York, Kwedar se sirve de presos que se autorrepresentan con actores en un ejercicio dramático sobrio, preciso, solemne. En él sobresale el protagonismo de dos reclusos tan antagónicos como capaces de convivir y compartir el mismo destino. Kwedar no mira a los Tavianni sino a «Rebobine, por favor» (2007) de Gondry y al «Alguien voló sobre el nido del cuco» (1975) de Milos Forman. Al menos eso es lo que afirma el propio Kwedar quien también ha destacado el singular clima de complicidad y reivindicación del rodaje de esta historia levantada sobre cimientos de lo real. Lo que pasó y lo que se cuenta se disuelve en un proceso ortodoxo y convencional, edificado con solvente carpintería teatral, al estilo de Tennessee Williams, donde el destino mueve los hilos y los seres humanos claman por la dignidad. En este caso bajo el paradójico lema de «el teatro os hará libres».
15 de enero de 2025
15 de enero de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No resulta muy novedosa si conocemos el ciclo de historias de presos que contribuyen a su autoestima y rehabilitación mediante un grupo de teatro (entre las últimas “César debe morir” de los Taviani, la española “El patio de mi cárcel” con mujeres en la cárcel de Yeserías o “El triunfo”, que recrea un suceso de Suecia). También se basa en hechos reales LAS VIDAS DE SING SING (Greg Kwedar, 2023), ambientada en una cárcel neoyorkina con mayoría de internos negros, donde la preparación como actores y los ensayos sirven para abundar en las heridas, el pasado irredimible y la oportunidad de dar un golpe de timón a las vidas. Desigual y titubeante en el último tramo, se ve bastante bien.
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